BOTIRT
Allá vamos
Desde luego no es una crónica de un viaje turístico, si no 100% carretera y moto, mezclado con algunas dosis de experiencia-relato personal, espero que por lo menos os entretenga un rato..
Día –1 . España. 6 meses antes. Disfrutar del viaje antes de haberlo comenzado.
Recopilación de información, lectura de crónicas, confección de rutas en el Google Maps (menos mal que no hay que pagar por cada ruta confeccionada, sino estaría en la ruina más absoluta), búsqueda de hoteles en los distintos puntos de destino, machacar al compañero de rutas de los findes, para convencerle de que me acompañara y todas esas cosas que vosotros sabéis, y que te hacen disfrutar del viaje mucho antes de empezarlo, hay que ver cuanto se vive un viaje antes de emprenderlo.
Día 0. España. La decisión.
Al final no pude convencer al compi, tenía compromisos familiares adquiridos con anterioridad, y decidí no insistir más.
Me quedaba el recurso de mi santa, (espero que no lo lea), le apetecía la idea del viaje, pero hubiera preferido hacerlo en coche, porque me conoce y sabe que acabaría hasta el moño de moto, pero aún así llegamos a un acuerdo, saldríamos temprano con la moto, intentando llegar al destino alrededor de las 15-16 horas, buscaríamos hotel, ducha, y ya vestidos de calle, dedicaríamos 3 ó 4 horas al turisteo.
Unos días antes de la partida y debido a problemas familiares, decidió que era mejor no venir, así que de nuevo me vi sólo ante el viaje.
Qué hago?, me da un poco de respeto irme solo, algunos amigos me lo desaconsejan, pero llevaba 6 meses dándole vueltas al viaje y estaba demasiado ilusionado, así que decidí, no sin cierto temor, irme solo.
Día 1. 21-06-10. Benicásim(España)-Briançon(Francia). 970 km.
http://maps.google.es/maps?f=d&...835,6.71814&spn=0.898708,2.183533&z=9
Salgo antes de las 5 de la mañana, la etapa es larga, casi 1.000 km, tengo 2-3 hoteles mirados en cada punto de destino, pero no tengo reserva en ninguno, sé que algún día lo puedo pasar mal, porque soy muy agonías, pero considero que la libertad de poder variar la ruta a mi antojo y dependiendo también de las circunstancias, es muy importante, y creo que acerté, aunque con algún sustillo.
Por tanto me propongo llegar entre las 18 y las 19 horas como muy tarde, quiero tener un margen de más de 2 horas de luz para buscar alojamiento, así que el primer tramo hasta Orange será de autopista, qué remedio, no me gusta nada, pero es necesario.
Al llegar a la zona del Delta del Ebro, como no podía ser de otra manera, empieza a soplarme un fuerte viento, vaya que pronto empezamos, con lo que me molesta el viento, tolero todo lo demás relativamente bien, pero el viento, me incordia sobremanera, y además me carga las cervicales, mi punto débil a la hora de ir en moto.
Afortunadamente sólo fueron unos 50 km., después se calmó, bien.
Llego a la zona de influencia de Barcelona y en unas horas de mucho tráfico, (tanto pensar en el viaje y este detalle se me había pasado), el sol que ha salido hace un rato me recibe de cara en esa posición tan baja que te impide ver bien, el tráfico aumenta, y por un momento, entre el sol y algunos camiones estoy a punto de equivocarme en esa maraña de carreteras y tráfico, me asaltan las dudas, si me meto dirección Barcelona, doy media vuelta y me vuelvo para casa, así de convencido iba yo, jejeje.
Afortunadamente pasada esa zona, el tráfico se descongestiona, bueno, sigamos, la cosa parece que mejora, pero no, unos 30 ó 40 kms antes de llegar a la Jonquera empieza a soplar otra vez viento fuerte, nooooooo¡¡¡¡¡ eso noooooo¡¡¡¡, paro en la Jonquera para hacer el último repostaje español y comer decentemente, son alrededor de las 9:30 horas.
Entramos en la France, y llegamos al primer peaje, que pronto no?, y el ticket?, onde está?, bueno igual es que hay que pagar ya, desenfundo la tarjeta, pero no puedo meterla por ningún sitio, y el ventarrón que no para, frenar, punto muerto, los guantes, el ticket, la tarjeta, a ver Boti, estamos de acuerdo en que cuando estudiabas francés, los dinosaurios todavía no se habían extinguido, pero es lo que hay macho, así que espabílate, ahí que pone, que se recoge el ticket y se paga en la próxima salida, pues eso, a ver si te centras, vale listo, y donde está el ticket, buenoooooo, sudores, pronto empezarán a pitarme los coches, pulso el botoncito de ayuda, y me sale una vocecita, ouiiiiii, esto, haber, hum..... le ticket?, y al cabo de unos segundos me aparece el ticket, buffff , bueno ámonos.
El vendaval me acompañó durante no menos de 300 kms, merde, kaka y de to, ahora que en la France podía rular a 130, resulta que tengo que ir a 100 por culpa del “fort-vent”, cagontó así no vamos a llegar a l’heure.
Llego a la salida de Orange, donde debía dejar la Languedocienne y coger la route du Soleil, según los expertos, hay que buscar cabina manual, que las motos pagan menos, pero resulta que no hay, todas son automáticas, buenoooooo otra vez con las mismas, meto la tarjeta y me la devuelve, nada que a los franceses no les van nada nuestras tarjetas, ni chip ni ost....., espera, busca billete, son 3 euros y pico, aquí tengo uno de 20 euros, no puedo seguir buscando, que voy a hacer tapón y se me van a enfurruñar, y el viento que amenaza con llevárselo to, la maquinita me devuelve una jartá de monedas, joerrrrrr, recojo las 14 ó 15 monedas que me había devuelto, y con todas ellas en la mano me veo en la necesidad de dar gas, no sea que me cierre la barrera y tenga que pagar otra vez, como contó uno en una crónica, ufff esto es mu complicao, frena, punto muerto, quita guante, sujétalo en esa parte de la anatomía que todos estamos pensando, busca ticket, busca tarjeta, no va, busca efectivo, recoge, uaaaaaaaaaaa yo me quiero ir a mi casa, hasta los kinders de los peajes de la autopista francesa.
Al fin abandono la autopista y el viento empieza a remitir un poco, sigo la carretera hacia Vaison la Romaine, Nyons, Serres, Gap, carretera recomendada por algunos moteros. A mi sinceramente me defraudó un poco, por lo menos hasta Nyons, bastante tráfico, muchos pueblos y carretera normalita, a partir de ahí bastante bien, pero no la destacaría, aunque seguramente yo no estaba muy receptivo, el viento me había apalizado literalmente y junto a las 8-9 horas de autopista, me habían dejado el cuerpo para pocas fiestas.
Una vez pasado Gap, ya se huelen los Alpes, el ambiente refresca y el alma motera empieza a despertar del letargo autopistero.
Lac de Serre-Ponçon, antes de Embrun
Al acercarme a Briançon, aunque no me sobra el tiempo, decido desviarme, para hacer el primer puerto alpino serio, lo necesito, así que me desvío por Guillestre y la Combe du Queyras, para hacer el Col de L’Izoard que con sus 2.360 metros me alivia el alma y me reactiva de nuevo.
Es un puerto divertido, con mucha vegetación al principio, ambiente frío y lunar en lo alto, con un cambio llamativo, en apenas dos curvas, nos encontramos con un paraje desolado y desértico.
Subiendo el Col de L'Izoard
Antes de atacar el Izoard, me encuentro con esta maravilla, el Chateau de Queyras.
Pasadas las 19 horas llegamos por fin a Briançon, digo llegamos porque íbamos tres, el incansable e inconmensurable BUCÉFALO (mi RT), SUKEN (mi navegador zumo) y servidor el Boti, el que se aprovecha de los otros dos, jejeje me dirijo al Hotel Edelweis, que tenía controlado desde casa, pienso, lunes, 21 de junio, sin problema, lo encuentro fácil gracias a SUKEN y me dice el garçon, complete, comollll???, oui oui complete, me recomienda otro hotel que no consigo encontrar, SUKEN se empeña en decirme que hemos llegao, pero yo no lo veo.
Bueno no pasa na, tengo localisao otro algo más carete, El Aurbergue de Catherine, que está en un pueblecito llamado Puy Sant Pierre, a unos 6-7 km de Briançon, encalao en lo alto una colina, me digo, este no pue fallar, llego allí, lo que me sirve para conseguir unas magníficas vistas de Briançon, pero también complete, merde, y son casi las 20 horas, primeros sudores y eso que el tiempo era fresco, Boti, vaya primer día, como sea todo así.....
Briançon al fondo.
A la izquierda y en lo alto, la ciudad antigua y amurallada de Vauban.
Y Vauban me dio suerte, ya que al volver a Briançon, paré en el céntrico Hotel Vauban, y allí encontré habitación, bufff menos mal, las 20:30 horas, que en España y en verano eso es poco más de media tarde, pero por estos lares, es muuuuu tarde ya.
Habitación y desayuno buffet, con garaje fermé pour la moto, 75 leiros, baratillos no son, pero bueno ya me daba igual.
Vista desde la habitación del Hotel.
Día 2. 22-06-10. Briançon(Francia)-Les Bovets(Suiza) 400 km.
http://maps.google.es/maps?f=d&...p;sspn=0.224099,0.545883&ie=UTF8&z=11
Después de un buen desayuno y pagar el hotel, voy a recoger la moto, y el primer contratiempo, una bombilla de la luz de cruce fundida, afortunadamente lleva dos, pero es un mal endémico de estas motos la afición que tienen a fundir bombillas. Hace apenas quince días se me fundió la otra y me empeñé en cambiarla, la cosa está complicadilla, pero en casa tranquilamente y después de más de media hora lo conseguí, pero claro ahora no estoy en casa, no creo que tenga la paciencia suficiente para cambiarla y me voy a poner nervioso, cagontó ahora que venía lo bueno, voy a estar con el síndrome de la bombilla, (a todo esto tengo que reseñar, que estas cosas eran mi principal preocupación, ya que mis habilidades mecánicas son, como decirlo, nulas, si nulas es una buena definición), así que lo voy a dejar, de momento me queda la otra.
Con la neura de las gasolineras fuera de las autopistas francesas, reposto nada más salir de Briançon, en la primera gasolinera que me encuentro, y con una autonomía de unos 450 km en este tipo de carreteras, sé que voy servido para toda la jornada, una preocupación menos.
Me encuentro con el primer puerto del día, el Col du Lautaret, de poco más de 2.000 metros, el paisaje empieza a ser verdaderamente alpino y eso me levanta el ánimo.
En un momento dado me encuentro detrás de un grupo de 10-12 motos españolas, que bien, españoles, ya tengo compañía, porque seguro que todos llevamos la misma ruta, pero no, pronto el diablo carbonilla se despierta y en cuatro curvas les adelanto a todos, les saludo y me largo, su ritmo es demasiado turístico para mi, no tengo remedio.
Después de haber modificado la ruta infinidad de veces por culpa de los amigos Galibier e Iserán, dos puertos importantes para mi, pues hasta pocos días antes estaban cerrados, me encuentro con que ambos están abiertos, así que nuevo cambio de ruta sobre la marcha y a por el Galibier, que ya son palabras mayores, ualaaaaaaaaaaaa que guapo, y que vértigo, vaya vistas, y vaya precipicios, y sin ningún tipo de protección.
Subiendo el Col du Galibier.
Aunque el último tramo estaba cerrado y tuvimos que coger el túnel mereció la pena.
Casi en la cima del Galibier.
Allí me encontré con un grupo de 5-6 bilbaínos de Bilbao y estuvimos comentando un ratillo, pero llevaban ruta diferente a la mía, pues nada a seguir solateras.
Lástima del último tramo de subida que estaba cerrado.
Después de bajar el Galibier y circular por la bonita zona de Valloire, atacamos el Col du Telegraphe, este puerto me encantó, por su menor altura discurre entre una densa vegetación, espectacular, por momentos la mañana amenazaba lluvia, poniéndose el cielo plomizo lo que le contribuía a crear ambiente, fue la primera y última vez en los 6 días de viaje, en la que el cielo alpino amenazó con mojarme, al bajar el puerto volvió a lucir el sol y así continuó hasta el fin del viaje.
Seguimos por Sant Michel de Maurienne, y por el Parc National de la Vanoise, en busca de uno de los principales objetivos del viaje, el Col de L’Iserán.
Aquí tomando aire antes de atacar el Iserán.
Que emoción, cada vez que escuchaba la canción “Vikingos” de “Tierra Santa”, me acordaba del puerto y tenía especial ilusión en cantarla mientras lo subía, manías que tiene uno, y seráaaaaaaaannnnnnnnnnn herederos del maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrr, buscaránnnnnnnnnnnnnnnn otro reino conquistarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, y seráaaaaaaaaannnnnnnnnnnnnnnnnnn herederos del marrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, ajajajaj, al final lo conseguí.
Pedazo de Col, apenas unos cientos de metros más adelante había unos remontes en funcionamiento y gente esquiando, a 22 de junio tú.
Ele ele y ele aquí está er tito Boti
Esta vista de Val d’Isere bajando el puerto es espectacular, y eso que la foto sólo consigue reflejar una mínima parte de la grandiosidad de la estampa.
Continuamos por el valle de la Vanoise, zona preciosa, hasta llegar al Col de la Rosiere, que nos sirve de calentamiento para subir el Petit Sant Bernard.
Vista panorámica desde el Col de la Rosiere.
Y otra panorámica más, impresionante al natural.
El Petit Sant Bernard es un puerto muy divertido y desde luego nada pequeño, el problema fue que durante la bajada, ya dentro de Italia me encontré algo de tráfico, lo que no me permitió disfrutarlo como se merecía.
Subimos el Petit Sant Bernard, en cuya cima abandonamos Francia
Para entrar en Italia.
Tras lo que pudo ser una divertida bajada, dejamos Courmayeur a la izquierda, a los pies del Trafforo del Monte Bianco y nos desviamos hacia Aosta, en este tramo vuelvo a encontrar bastante tráfico y algo de calor, así que no me gustó nada, pueblos uno tras otro, y mil y un intentos de meterte en la autosstrada, que no quiero más autosstrada joeerrrr que ya he acabado harto, y venga indicaciones, pero conseguí resistir.
Tras una vuelta turística por Aosta, gracias a SUKEN, porque a veces, como toda pareja, pues teníamos nuestras discusiones, ajajaja, conseguí salir y enfilar el Gran Sant Bernard, que me llevaría hasta Suiza.
El Mont Blanc desde Aosta.
Atacamos con ganas de salir de Italia, el Col del Gran Sant Bernard
Aquí compruebo aquello de que los italianos son diferentes en su manera de conducir, ya que por lo general hay poca gente que respete las líneas continuas, por lo menos cuando hay buena visibilidad.
Así que harto de esperar tras las furgonetas y de que me adelantaran algunos especímenes en línea continua, me aplico aquello de “donde fueres haz lo que vieres” y adelanto a un camión que tenía delante subiendo a ritmo lento el puerto, con tanta suerte que antes de acabar el adelantamiento me encuentro parados a la izquierda en un hueco de la carretera y mirándome, a dos carabinieri, c&$p`p@# ya la he cagao por listo, pero no, pasaron olímpicamente de mi, así que no sé cual es el secreto de la línea continua en Italia.
El Gran Sant Bernard es un puerto con zonas bastante rápidas al principio, y que a consecuencia de un accidente, se me fastidió.
Después de subir aproximadamente un tercio del puerto, nos encontramos con unos carabinieri, que nos desviaron por una pista apropiada para una Gs pero no para una RT, según creí entender porque había un camión accidentado o algo así.
Llevaríamos un par de kilómetros por aquella pista de tierra, y empiezo a pensar que no es normal, aquello no puede ser la subida al Gran San Bernard, aquello más bien parece el acceso a algún camping, sólo llevo un par de coches delante, con los que dejo un centenar de metros de distancia, tal era la polvareda que íbamos levantando, pero no veo motos, hasta que al poco rato diviso delante de los coches una Goldwing, y respiro aliviado, bueno me digo, si ese es capaz de salir de aquí, yo no voy a ser menos.
Al cabo de unos 4 kilómetros de pista de tierra volvemos al asfalto y enseguida llegamos al cruce que te desvía hacia la cima del puerto o hacia el túnel, y ahí fue la primera vez en todo el viaje que fui por donde no quería ir, me encontraba tan aturdido y sorprendido por la excursión campestre que, sin darme cuenta, me metí en el túnel, así que a pagar unos 12 euros y me perdí la parte final del Gran Sant Bernard, cachis.
Y llegamos a Suiza, por fin, inmediatamente la temperatura baja, lo cual se agradece, en Italia he pasado algo de calor y eso cansa mucho.
Primer pueblecito de Suiza y primera parada a repostar, aunque todavía tengo gasolina para unos 150 km, decido probar con las gasolineras automáticas Suizas, a ver que tal, en caso de problemas puedo seguir camino y buscar alguna manual.
Tarjeta en torreta central, marcamos pin, marcamos surtidor, nos devuelve la tarjeta y ponemos la gasolina que queremos, fácil.
Eso si, hay que tener en la tarjeta un límite disponible considerable, ya que casi todas las gasolineras suizas son automáticas y si utilizamos siempre la tarjeta, te hacen un precargo de entre 140 y 150 francos suizos, que después se regularizan con el importe realmente repostado, pero ojo, porque este proceso tarda algunos días, y se puede quedar uno sin límite, así que hay que tenerlo en cuenta, primero por el límite de la tarjeta, y segundo por el susto que te llevas si no lo sabes.
Paro en el primer bar que me encuentro a tomarme un café-creme y a comprar la vignette por sus 40 francos, bueno es una pasta, pero no tener que pasar por la odisea de los peajes en la autopista me compensa de todas todas.
Llegó a Martigny, punto que tenía establecido como destino en principio, pero como me encontraba con ganas y el depósito lleno, en lugar de ir por el valle del Valais Suizo, decido continuar y subir un poco más, dirección Les Diableretes, de la que recuerdo buenos comentarios leídos en crónicas de otros compañeros, y efectivamente es todo un acierto, la Route du Pillón es
una pasada, carretera llena de curvas, buen asfalto, poco tráfico y esa vegetación exuberante, impresionante.
Llego al Hotel du Pillón, el más caro del viaje, unos 80 euros, pero valió la pena, el hotel está muy bien, y las vistas son espectaculares.
Descargando a Bucéfalo, que bien se está portando.
Vista desde el parking.
Vista desde la habitación.
Anochece en Les Bovets, que rasca, dormir con edredón nórdico en 22 de junio, que pasote.
amenazo con continuar, ajajaj.....
Día –1 . España. 6 meses antes. Disfrutar del viaje antes de haberlo comenzado.
Recopilación de información, lectura de crónicas, confección de rutas en el Google Maps (menos mal que no hay que pagar por cada ruta confeccionada, sino estaría en la ruina más absoluta), búsqueda de hoteles en los distintos puntos de destino, machacar al compañero de rutas de los findes, para convencerle de que me acompañara y todas esas cosas que vosotros sabéis, y que te hacen disfrutar del viaje mucho antes de empezarlo, hay que ver cuanto se vive un viaje antes de emprenderlo.
Día 0. España. La decisión.
Al final no pude convencer al compi, tenía compromisos familiares adquiridos con anterioridad, y decidí no insistir más.
Me quedaba el recurso de mi santa, (espero que no lo lea), le apetecía la idea del viaje, pero hubiera preferido hacerlo en coche, porque me conoce y sabe que acabaría hasta el moño de moto, pero aún así llegamos a un acuerdo, saldríamos temprano con la moto, intentando llegar al destino alrededor de las 15-16 horas, buscaríamos hotel, ducha, y ya vestidos de calle, dedicaríamos 3 ó 4 horas al turisteo.
Unos días antes de la partida y debido a problemas familiares, decidió que era mejor no venir, así que de nuevo me vi sólo ante el viaje.
Qué hago?, me da un poco de respeto irme solo, algunos amigos me lo desaconsejan, pero llevaba 6 meses dándole vueltas al viaje y estaba demasiado ilusionado, así que decidí, no sin cierto temor, irme solo.
Día 1. 21-06-10. Benicásim(España)-Briançon(Francia). 970 km.
http://maps.google.es/maps?f=d&...835,6.71814&spn=0.898708,2.183533&z=9
Salgo antes de las 5 de la mañana, la etapa es larga, casi 1.000 km, tengo 2-3 hoteles mirados en cada punto de destino, pero no tengo reserva en ninguno, sé que algún día lo puedo pasar mal, porque soy muy agonías, pero considero que la libertad de poder variar la ruta a mi antojo y dependiendo también de las circunstancias, es muy importante, y creo que acerté, aunque con algún sustillo.
Por tanto me propongo llegar entre las 18 y las 19 horas como muy tarde, quiero tener un margen de más de 2 horas de luz para buscar alojamiento, así que el primer tramo hasta Orange será de autopista, qué remedio, no me gusta nada, pero es necesario.
Al llegar a la zona del Delta del Ebro, como no podía ser de otra manera, empieza a soplarme un fuerte viento, vaya que pronto empezamos, con lo que me molesta el viento, tolero todo lo demás relativamente bien, pero el viento, me incordia sobremanera, y además me carga las cervicales, mi punto débil a la hora de ir en moto.
Afortunadamente sólo fueron unos 50 km., después se calmó, bien.
Llego a la zona de influencia de Barcelona y en unas horas de mucho tráfico, (tanto pensar en el viaje y este detalle se me había pasado), el sol que ha salido hace un rato me recibe de cara en esa posición tan baja que te impide ver bien, el tráfico aumenta, y por un momento, entre el sol y algunos camiones estoy a punto de equivocarme en esa maraña de carreteras y tráfico, me asaltan las dudas, si me meto dirección Barcelona, doy media vuelta y me vuelvo para casa, así de convencido iba yo, jejeje.
Afortunadamente pasada esa zona, el tráfico se descongestiona, bueno, sigamos, la cosa parece que mejora, pero no, unos 30 ó 40 kms antes de llegar a la Jonquera empieza a soplar otra vez viento fuerte, nooooooo¡¡¡¡¡ eso noooooo¡¡¡¡, paro en la Jonquera para hacer el último repostaje español y comer decentemente, son alrededor de las 9:30 horas.
Entramos en la France, y llegamos al primer peaje, que pronto no?, y el ticket?, onde está?, bueno igual es que hay que pagar ya, desenfundo la tarjeta, pero no puedo meterla por ningún sitio, y el ventarrón que no para, frenar, punto muerto, los guantes, el ticket, la tarjeta, a ver Boti, estamos de acuerdo en que cuando estudiabas francés, los dinosaurios todavía no se habían extinguido, pero es lo que hay macho, así que espabílate, ahí que pone, que se recoge el ticket y se paga en la próxima salida, pues eso, a ver si te centras, vale listo, y donde está el ticket, buenoooooo, sudores, pronto empezarán a pitarme los coches, pulso el botoncito de ayuda, y me sale una vocecita, ouiiiiii, esto, haber, hum..... le ticket?, y al cabo de unos segundos me aparece el ticket, buffff , bueno ámonos.
El vendaval me acompañó durante no menos de 300 kms, merde, kaka y de to, ahora que en la France podía rular a 130, resulta que tengo que ir a 100 por culpa del “fort-vent”, cagontó así no vamos a llegar a l’heure.
Llego a la salida de Orange, donde debía dejar la Languedocienne y coger la route du Soleil, según los expertos, hay que buscar cabina manual, que las motos pagan menos, pero resulta que no hay, todas son automáticas, buenoooooo otra vez con las mismas, meto la tarjeta y me la devuelve, nada que a los franceses no les van nada nuestras tarjetas, ni chip ni ost....., espera, busca billete, son 3 euros y pico, aquí tengo uno de 20 euros, no puedo seguir buscando, que voy a hacer tapón y se me van a enfurruñar, y el viento que amenaza con llevárselo to, la maquinita me devuelve una jartá de monedas, joerrrrrr, recojo las 14 ó 15 monedas que me había devuelto, y con todas ellas en la mano me veo en la necesidad de dar gas, no sea que me cierre la barrera y tenga que pagar otra vez, como contó uno en una crónica, ufff esto es mu complicao, frena, punto muerto, quita guante, sujétalo en esa parte de la anatomía que todos estamos pensando, busca ticket, busca tarjeta, no va, busca efectivo, recoge, uaaaaaaaaaaa yo me quiero ir a mi casa, hasta los kinders de los peajes de la autopista francesa.
Al fin abandono la autopista y el viento empieza a remitir un poco, sigo la carretera hacia Vaison la Romaine, Nyons, Serres, Gap, carretera recomendada por algunos moteros. A mi sinceramente me defraudó un poco, por lo menos hasta Nyons, bastante tráfico, muchos pueblos y carretera normalita, a partir de ahí bastante bien, pero no la destacaría, aunque seguramente yo no estaba muy receptivo, el viento me había apalizado literalmente y junto a las 8-9 horas de autopista, me habían dejado el cuerpo para pocas fiestas.
Una vez pasado Gap, ya se huelen los Alpes, el ambiente refresca y el alma motera empieza a despertar del letargo autopistero.
Lac de Serre-Ponçon, antes de Embrun
Al acercarme a Briançon, aunque no me sobra el tiempo, decido desviarme, para hacer el primer puerto alpino serio, lo necesito, así que me desvío por Guillestre y la Combe du Queyras, para hacer el Col de L’Izoard que con sus 2.360 metros me alivia el alma y me reactiva de nuevo.
Es un puerto divertido, con mucha vegetación al principio, ambiente frío y lunar en lo alto, con un cambio llamativo, en apenas dos curvas, nos encontramos con un paraje desolado y desértico.
Subiendo el Col de L'Izoard
Antes de atacar el Izoard, me encuentro con esta maravilla, el Chateau de Queyras.
Pasadas las 19 horas llegamos por fin a Briançon, digo llegamos porque íbamos tres, el incansable e inconmensurable BUCÉFALO (mi RT), SUKEN (mi navegador zumo) y servidor el Boti, el que se aprovecha de los otros dos, jejeje me dirijo al Hotel Edelweis, que tenía controlado desde casa, pienso, lunes, 21 de junio, sin problema, lo encuentro fácil gracias a SUKEN y me dice el garçon, complete, comollll???, oui oui complete, me recomienda otro hotel que no consigo encontrar, SUKEN se empeña en decirme que hemos llegao, pero yo no lo veo.
Bueno no pasa na, tengo localisao otro algo más carete, El Aurbergue de Catherine, que está en un pueblecito llamado Puy Sant Pierre, a unos 6-7 km de Briançon, encalao en lo alto una colina, me digo, este no pue fallar, llego allí, lo que me sirve para conseguir unas magníficas vistas de Briançon, pero también complete, merde, y son casi las 20 horas, primeros sudores y eso que el tiempo era fresco, Boti, vaya primer día, como sea todo así.....
Briançon al fondo.
A la izquierda y en lo alto, la ciudad antigua y amurallada de Vauban.
Y Vauban me dio suerte, ya que al volver a Briançon, paré en el céntrico Hotel Vauban, y allí encontré habitación, bufff menos mal, las 20:30 horas, que en España y en verano eso es poco más de media tarde, pero por estos lares, es muuuuu tarde ya.
Habitación y desayuno buffet, con garaje fermé pour la moto, 75 leiros, baratillos no son, pero bueno ya me daba igual.
Vista desde la habitación del Hotel.
Día 2. 22-06-10. Briançon(Francia)-Les Bovets(Suiza) 400 km.
http://maps.google.es/maps?f=d&...p;sspn=0.224099,0.545883&ie=UTF8&z=11
Después de un buen desayuno y pagar el hotel, voy a recoger la moto, y el primer contratiempo, una bombilla de la luz de cruce fundida, afortunadamente lleva dos, pero es un mal endémico de estas motos la afición que tienen a fundir bombillas. Hace apenas quince días se me fundió la otra y me empeñé en cambiarla, la cosa está complicadilla, pero en casa tranquilamente y después de más de media hora lo conseguí, pero claro ahora no estoy en casa, no creo que tenga la paciencia suficiente para cambiarla y me voy a poner nervioso, cagontó ahora que venía lo bueno, voy a estar con el síndrome de la bombilla, (a todo esto tengo que reseñar, que estas cosas eran mi principal preocupación, ya que mis habilidades mecánicas son, como decirlo, nulas, si nulas es una buena definición), así que lo voy a dejar, de momento me queda la otra.
Con la neura de las gasolineras fuera de las autopistas francesas, reposto nada más salir de Briançon, en la primera gasolinera que me encuentro, y con una autonomía de unos 450 km en este tipo de carreteras, sé que voy servido para toda la jornada, una preocupación menos.
Me encuentro con el primer puerto del día, el Col du Lautaret, de poco más de 2.000 metros, el paisaje empieza a ser verdaderamente alpino y eso me levanta el ánimo.
En un momento dado me encuentro detrás de un grupo de 10-12 motos españolas, que bien, españoles, ya tengo compañía, porque seguro que todos llevamos la misma ruta, pero no, pronto el diablo carbonilla se despierta y en cuatro curvas les adelanto a todos, les saludo y me largo, su ritmo es demasiado turístico para mi, no tengo remedio.
Después de haber modificado la ruta infinidad de veces por culpa de los amigos Galibier e Iserán, dos puertos importantes para mi, pues hasta pocos días antes estaban cerrados, me encuentro con que ambos están abiertos, así que nuevo cambio de ruta sobre la marcha y a por el Galibier, que ya son palabras mayores, ualaaaaaaaaaaaa que guapo, y que vértigo, vaya vistas, y vaya precipicios, y sin ningún tipo de protección.
Subiendo el Col du Galibier.
Aunque el último tramo estaba cerrado y tuvimos que coger el túnel mereció la pena.
Casi en la cima del Galibier.
Allí me encontré con un grupo de 5-6 bilbaínos de Bilbao y estuvimos comentando un ratillo, pero llevaban ruta diferente a la mía, pues nada a seguir solateras.
Lástima del último tramo de subida que estaba cerrado.
Después de bajar el Galibier y circular por la bonita zona de Valloire, atacamos el Col du Telegraphe, este puerto me encantó, por su menor altura discurre entre una densa vegetación, espectacular, por momentos la mañana amenazaba lluvia, poniéndose el cielo plomizo lo que le contribuía a crear ambiente, fue la primera y última vez en los 6 días de viaje, en la que el cielo alpino amenazó con mojarme, al bajar el puerto volvió a lucir el sol y así continuó hasta el fin del viaje.
Seguimos por Sant Michel de Maurienne, y por el Parc National de la Vanoise, en busca de uno de los principales objetivos del viaje, el Col de L’Iserán.
Aquí tomando aire antes de atacar el Iserán.
Que emoción, cada vez que escuchaba la canción “Vikingos” de “Tierra Santa”, me acordaba del puerto y tenía especial ilusión en cantarla mientras lo subía, manías que tiene uno, y seráaaaaaaaannnnnnnnnnn herederos del maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrr, buscaránnnnnnnnnnnnnnnn otro reino conquistarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, y seráaaaaaaaaannnnnnnnnnnnnnnnnnn herederos del marrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, ajajajaj, al final lo conseguí.
Pedazo de Col, apenas unos cientos de metros más adelante había unos remontes en funcionamiento y gente esquiando, a 22 de junio tú.
Ele ele y ele aquí está er tito Boti
Esta vista de Val d’Isere bajando el puerto es espectacular, y eso que la foto sólo consigue reflejar una mínima parte de la grandiosidad de la estampa.
Continuamos por el valle de la Vanoise, zona preciosa, hasta llegar al Col de la Rosiere, que nos sirve de calentamiento para subir el Petit Sant Bernard.
Vista panorámica desde el Col de la Rosiere.
Y otra panorámica más, impresionante al natural.
El Petit Sant Bernard es un puerto muy divertido y desde luego nada pequeño, el problema fue que durante la bajada, ya dentro de Italia me encontré algo de tráfico, lo que no me permitió disfrutarlo como se merecía.
Subimos el Petit Sant Bernard, en cuya cima abandonamos Francia
Para entrar en Italia.
Tras lo que pudo ser una divertida bajada, dejamos Courmayeur a la izquierda, a los pies del Trafforo del Monte Bianco y nos desviamos hacia Aosta, en este tramo vuelvo a encontrar bastante tráfico y algo de calor, así que no me gustó nada, pueblos uno tras otro, y mil y un intentos de meterte en la autosstrada, que no quiero más autosstrada joeerrrr que ya he acabado harto, y venga indicaciones, pero conseguí resistir.
Tras una vuelta turística por Aosta, gracias a SUKEN, porque a veces, como toda pareja, pues teníamos nuestras discusiones, ajajaja, conseguí salir y enfilar el Gran Sant Bernard, que me llevaría hasta Suiza.
El Mont Blanc desde Aosta.
Atacamos con ganas de salir de Italia, el Col del Gran Sant Bernard
Aquí compruebo aquello de que los italianos son diferentes en su manera de conducir, ya que por lo general hay poca gente que respete las líneas continuas, por lo menos cuando hay buena visibilidad.
Así que harto de esperar tras las furgonetas y de que me adelantaran algunos especímenes en línea continua, me aplico aquello de “donde fueres haz lo que vieres” y adelanto a un camión que tenía delante subiendo a ritmo lento el puerto, con tanta suerte que antes de acabar el adelantamiento me encuentro parados a la izquierda en un hueco de la carretera y mirándome, a dos carabinieri, c&$p`p@# ya la he cagao por listo, pero no, pasaron olímpicamente de mi, así que no sé cual es el secreto de la línea continua en Italia.
El Gran Sant Bernard es un puerto con zonas bastante rápidas al principio, y que a consecuencia de un accidente, se me fastidió.
Después de subir aproximadamente un tercio del puerto, nos encontramos con unos carabinieri, que nos desviaron por una pista apropiada para una Gs pero no para una RT, según creí entender porque había un camión accidentado o algo así.
Llevaríamos un par de kilómetros por aquella pista de tierra, y empiezo a pensar que no es normal, aquello no puede ser la subida al Gran San Bernard, aquello más bien parece el acceso a algún camping, sólo llevo un par de coches delante, con los que dejo un centenar de metros de distancia, tal era la polvareda que íbamos levantando, pero no veo motos, hasta que al poco rato diviso delante de los coches una Goldwing, y respiro aliviado, bueno me digo, si ese es capaz de salir de aquí, yo no voy a ser menos.
Al cabo de unos 4 kilómetros de pista de tierra volvemos al asfalto y enseguida llegamos al cruce que te desvía hacia la cima del puerto o hacia el túnel, y ahí fue la primera vez en todo el viaje que fui por donde no quería ir, me encontraba tan aturdido y sorprendido por la excursión campestre que, sin darme cuenta, me metí en el túnel, así que a pagar unos 12 euros y me perdí la parte final del Gran Sant Bernard, cachis.
Y llegamos a Suiza, por fin, inmediatamente la temperatura baja, lo cual se agradece, en Italia he pasado algo de calor y eso cansa mucho.
Primer pueblecito de Suiza y primera parada a repostar, aunque todavía tengo gasolina para unos 150 km, decido probar con las gasolineras automáticas Suizas, a ver que tal, en caso de problemas puedo seguir camino y buscar alguna manual.
Tarjeta en torreta central, marcamos pin, marcamos surtidor, nos devuelve la tarjeta y ponemos la gasolina que queremos, fácil.
Eso si, hay que tener en la tarjeta un límite disponible considerable, ya que casi todas las gasolineras suizas son automáticas y si utilizamos siempre la tarjeta, te hacen un precargo de entre 140 y 150 francos suizos, que después se regularizan con el importe realmente repostado, pero ojo, porque este proceso tarda algunos días, y se puede quedar uno sin límite, así que hay que tenerlo en cuenta, primero por el límite de la tarjeta, y segundo por el susto que te llevas si no lo sabes.
Paro en el primer bar que me encuentro a tomarme un café-creme y a comprar la vignette por sus 40 francos, bueno es una pasta, pero no tener que pasar por la odisea de los peajes en la autopista me compensa de todas todas.
Llegó a Martigny, punto que tenía establecido como destino en principio, pero como me encontraba con ganas y el depósito lleno, en lugar de ir por el valle del Valais Suizo, decido continuar y subir un poco más, dirección Les Diableretes, de la que recuerdo buenos comentarios leídos en crónicas de otros compañeros, y efectivamente es todo un acierto, la Route du Pillón es
una pasada, carretera llena de curvas, buen asfalto, poco tráfico y esa vegetación exuberante, impresionante.
Llego al Hotel du Pillón, el más caro del viaje, unos 80 euros, pero valió la pena, el hotel está muy bien, y las vistas son espectaculares.
Descargando a Bucéfalo, que bien se está portando.
Vista desde el parking.
Vista desde la habitación.
Anochece en Les Bovets, que rasca, dormir con edredón nórdico en 22 de junio, que pasote.
amenazo con continuar, ajajaj.....
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