BOTIRT
Allá vamos
En esta ocasión, el viaje a los Alpes no se presenta como una experiencia vital como la del año pasado, carece de la tremenda emoción, preocupación, temor e intensidad de un viaje en solitario y por primera vez, por el contrario, se trata más bien de una confirmación, de una reconquista.
Así que este año partía con refuerzos, uniéndose a la expedición Manuel, que ha demostrado ser buen compañero y un rudo motero donde los haya, incansable, capaz de cabalgar largas horas sin siquiera parar a tomar un bocado, sin protestar ni quejarse nunca y con fe ciega en las rutas y la filosofía de viaje que yo había planteado.
De tal modo que el lunes día 20 de junio, a las cuatro de la madrugada, hora motera por excelencia, jejeje, partimos con nocturnidad y mucha ilusión, desde Alboraya el compañero Manuel (Solisman) y Fernando (Boti) servidor, desde Benicásim, a la reconquista de los Alpes, cabalgando una Vstrom DL 650, a la que él bautizó como Babieca, y mi fiel RT, a la que yo llamo Bucéfalo.
Las dos monturas han tenido un comportamiento impecable, y sorprendente en el caso de la Vitrónica, porque a la Rt se le suponen las virtudes ruteras, pero es que la Vstrom no ha perdido la cara en ningún momento, con un comportamiento fiable e intachable, y un consumo extraordinario en ambos casos, que ha resultado casi calcado, y por debajo de los 5 litros de media, y eso que no hemos ido de paseo precisamente. Cierto es que el conjunto moto-piloto era claramente desfavorable en mi caso, con un centenar largo de kilos extras, pero aún así el comportamiento de esa moto es increíble.
En previsión de que el “tío del tiempo alpino” quisiera vengarse de mí, por mis inusuales y afortunados seis días consecutivos de sol del pasado año, cosa que daba por hecha, partí con unos Michelín PR3, con los que he obtenido un resultado extraordinario, su comportamiento en agua ha sido estupendo, como ya presuponía y tuve ocasión de probar, todavía recuerdo el día que bajábamos el Fluelapass con un tiempo de perros y Manuel me comentaba la gran cantidad de agua que desplazaba en mi avance, pero es que en seco también se han portado de fábula, y la guinda está siendo la duración, que de momento promete, y está siendo superior a todo lo que he probado hasta ahora, así que muy contento con ellos.
Debo confesar que además de la reconquista alpina, había un oculto motivo más, y era descubrir en qué remoto lugar, que yo estaba convencido, se hallaba en alguna alta cumbre de aquellos lares, se regalaban las Gs y las Adventure, jejeje. Creo que no es exagerado decir que de cada tres motos con las que te cruzas, y son unos cuantos cientos, una por lo menos es una Bmw de las citadas. Pero debo confesar que no encontramos el sitio, parada, tenderete, cuchitril o lo que sea, donde se produce tan generoso donativo, jejeje.
La idea de este año era hacer parte del recorrido del pasado, añadiendo algunos puertos que no hice, intentando hacer otros en sentido contrario, especialmente el Sustenpass, el Nufenenpass y sobre todo el tito Stelvio, que queríamos hacer por la parte complicada de los 48 tornantis, y llegar a los Dolomitas, concretamente el punto más lejano era Cortina D'Ampezzo, para lo que había diseñado nueve etapas.
Bueno al lío que me lío, jejeje.
Primera etapa, día 20/06/2011, Alboraya-Benicásim(España) – Briançon(Francia) 1.157 kms.
http://maps.google.es/maps?saddr=Av...lAA&mra=mi&mrsp=12&sz=16&z=13
Enfilamos rápidamente la autopista y nos ponemos al monótono ritmo de 110 kms/h, cuanta genialidad mal aprovechada hay en este país, €¬#@¬¡&
La primera parada cerca de Barcelona, para repostar y estirar las piernas.
No hay mucho que destacar de los primeros tres cuartos de etapa, que transcurrían por autopista, tan solo agradecer al dios Eolo su benevolencia, pues tuvo a bien no soplarnos en todo el día, lo cual no es fácil, atravesando la zona noreste de España y el sureste de Francia, eso sí, el calor y algún ratillo de cola en los peajes franceses fueron inevitables.
El compañero tuvo sus más y sus menos en los primeros peajes de la autopista, hay que ir muy bien organizado para ese menester, pero al cabo de tres o cuatro ya fue pillando la mecánica al asunto y efectuábamos la dolorosa operación con bastante avío. En España desde luego le hubieran obsequiado con alguna que otra pitada, en Francia, afortunadamente no dejas nunca de constatar el gran respeto que se tiene para con las motos.
Y una gran noticia, por fin se puede viajar por Francia en festivos y/u horarios intempestivos, ya que las tarjetas de crédito con chip funcionan tanto en autopista como en las gasolineras automáticas, probé en la autopista una de débito y a pesar de llevar chip no funcionó, pero ningún problema con las de crédito, ALEHLUYA¡¡¡¡¡¡¡¡
Ya de lleno en Francia, el calor aprieta, parada para comer algo y nuevo descanso. Por cierto hay que ver que cantidad de gente hay en las áreas de servicio de las autopistas francesas, un lunes cualquiera de junio, parece aquello un circo, jejeje.
Seguimos camino, y al poco de pasar la ciudad de Aix-en-Provence, abandonamos por fin la aburrida autopista, por suerte al no haber sufrido el castigo del viento, hemos podido circular durante mucho rato a 130 y eso después de hacer el tramo español a 110 parecía una velocidad estratosférica, que hizo que nos cundiera bastante.
En este punto buscamos la población de Castellane, atravesando la zona de las Gorgues du Verdon, una auténtica pasada, y es que Francia te sorprende a cada paso. Ahora bien, cuando piensas lo concurrido que está todo aquello un lunes de mediados de junio, cayendo un sol de justicia, y en horas en las que se supone que los franceses están reposando la comida del mediodía, no quiero ni pensar la masificación que se puede dar, pongamos por ejemplo, un fin de semana de julio y agosto, bufffffff.
Unas pequeñas muestras.
Que preciosidad.
Una bonita Gorgue.
Al fondo innumerables canoas, disfrutando.
La zona es realmente espectacular.
Lástima de tanto tráfico como había.
Porque la carretera era divertida, un poco al estilo de Combe Laval en el Vercors.
Tras un rato de serpentear por las carreteras de la zona, iniciamos la ascensión al Col d'Allos, el primer puerto serio del viaje, que con sus más de 2.000 metros ya nos sumergía de lleno en los Alpes. El puerto es entretenido y lo coges con muchas ganas, pero la calidad del asfalto es algo deficiente, así que nos dedicamos a disfrutar de las vistas y del agradecido descenso térmico.
Seguimos dirección Barcelonnette y Jausiers para atacar el Col de Vars, éste con un asfalto en mejores condiciones, que ya nos permitió disfrutar algo más de la conducción.
Un descanso antes de subir el Col de Vars.
En plena ascensión al Col de Vars.
Y otra más de la subida.
El afoteador afoteado jejeje, Col de Vars.
Otra sin el “obstáculo” delante, mucho mejor.
Iniciamos el descenso, y al fondo ya se ve el bonito pueblo de Guillestre.
Nada más pasar Guillestre, nos encontramos con otra zona preciosa, la Combe du Queyras.
Tras un tramo muy entretenido, de esos con gran cantidad de curvas medias y rápidas, y bonitos paisajes, llegamos al cruce del Col d'Izoard, desde el que se divisa el Chateau du Queyras.
A los que hayan leído mi crónica del año pasado les sonarán algunas fotos, es curioso la de veces que he ido a detenerme exactamente en el mismo sitio, sin pretenderlo.
Aquí una de las criaturas, jejeje.
Y aquí la otra.
A partir de aquí iniciamos la subida y bajada del Col d’Izoard, que nos llevaría hasta nuestro destino de esta primera etapa, Briançon.
Si, si, ya sé que hay algo que desmerece la foto, pero de donde no hay …..
Un descanso para el grupo, en plena ascensión al Izoard.
Este puerto probablemente sea el que más me gusta de todos los que hemos hecho en los Alpes franceses, tiene muy buen asfalto, curvas medias y rápidas al principio, con mucha vegetación y arbolado, para cambiar a medida que ganas altura, van apareciendo los garrotes, y un poco antes de coronar cambia el paisaje de manera drástica, de repente estás en Marte, no deja de sorprenderme.
Una muestra del aspecto descarnado de la cima.
Aquí Manuel posando para la posteridad, jejeje.
Yo también estaba.
Ale vámonos que se nos hace tarde.
Tras la divertida bajada llegamos a Briançon, sobre las 20:30 horas, bastante tarde como siempre, y como siempre, no encontramos habitación al primer intento.
Así que recurrí a mi viejo amigo, el hotel Vauban, donde conseguimos habitación.
Después de instalarnos, salimos a buscar sitio para cenar, era tarde, serían ya casi las 22 horas, pero tuvimos suerte, encontramos una brasería-pizzería abierta y fuimos a un valor seguro, deux bieres, otras deux bieres (es que el viaje había sido largo y duro, jejeje) et deux pizzes.
Después de la cena un pequeño paseo por Briançon y a momir que mañana viene lo bueno.
Segunda etapa, día 21/06/2011, Briançon(Francia) – Martigny(Suiza) 390 kms
http://maps.google.es/maps?saddr=Av...sAA&mra=dme&mrsp=0&sz=13&z=10
Después de un buen desayuno tipo buffet, partimos el segundo día con un tiempo espectacular.
Parking del hotel Vauban, en Briançon.
Abandonamos la concurrida zona de Briançon y los pueblos cercanos, y al cabo de unos kms empieza la subida, muy suave, al Col de Lautaret, es una carretera con buen asfalto, con curvas bastante rápidas en su mayor parte, aquí el Bucéfalo se despereza y comienza a cabalgar con “alegría”, y Babieca tiene que apretar los dientes, en este tipo de terrenos y con las monturas cargadas la Rt es como una locomotora lanzada, y a la pequeñina le cuesta un poco seguir el ritmo, jejeje.
En la cima del Col de Latauret.
La cámara no da abasto a todo lo fotografiable.
Aquí se ha colado un intruso, jejeje.
Casi a punto de llegar al cruce del Galibier, nos adelantan varios alemanes con sus Ktms Adventures, sin contemplaciones, sin saludo, inmediatamente Bucy resopla nervioso, quiere desviarse por el Galibier en pos de los ofensores, jajaja, tengo que calmarlo, en otra ocasión será, nos espera un mito, el Alpe d’Huez.
Preparando la cámara para filmar la ascensión al Alpe d’Huez.
Aquí os dejo un trocito de la subida, que es espectacular, el único pero es la tremenda suciedad que hay en sus famosas 21 curvas, llenas de marcas de neumático, pintadas y manchas de todo tipo.
http://youtu.be/ho3vDd57GQY
Aquí el compañero Manuel con cara de satisfacción después de la subida, hemos despegatinao a un montón de ciclistas, jajaja.
La estación de esquí.
Panorámica tomada en el descenso del Alpe d’Huez.
Afoteando sin bajar de la moto, llega un momento que no tienes más remedio, de lo contrario no harías ni cien kms diarios.
Complicado parar con tanta pendiente eh Manuel.
Reanudamos la marcha en dirección Grenoble, para desviarnos al rato en busca del col du Glandon, parada para descansar y comer un poco, aprovechando estas magníficas y refrescantes vistas.
Estos dos son los penitentes, jejeje.
Tras la pausa, subimos el Col du Glandón, cuyo asfalto no estaba en perfectas condiciones, pero como siempre los paisajes compensan sobradamente.
Un poco antes de la cima, nueva parada a tomarnos un café en la terraza de un bar, el día seguía espléndido.
Cerca de la cima del Glandon, de repente parecían los Dolomitas, no?.
En la terraza del bar, Manuel al verme tan estresado, se empeñó en hacerme un foto, jejeje.
Después de coronar el puerto, la cantidad de ciclistas que hay en Francia es impresionante, y hacerse una foto con un cartel despejado, misión imposible.
La bajada del Col du Glandón se hace interminable, es un descenso en el que apenas pasados los primeros kms, se vuelve muy suave y transcurre por una zona con una densísima vegetación, vas enlazando curva tras curva, sin parecer acabarse nunca.
El asfalto como ocurre muchas veces por aquí no es perfecto, lo cual contribuye a que se puedan contemplar los paisajes, jejeje, una auténtica gozada, en caso contrario es bastante difícil, necesitas un ojo para la contemplación y otro para la conducción, y se te amontona el trabajo.
Las panorámicas son bestiales, y como siempre la cámara intentando reflejar mínimamente la grandiosidad de aquellos parajes.
Prácticamente sin descanso, nada más acabado el Glandón, y tras unos pocos kms, nos enfrentamos con el Col de la Madeleine.
Preparando las cámaras para una nueva filmación.
Como siempre al poco de iniciar las subidas a los grandes puertos, se obtienen magníficas vistas.
Aquí os dejo el enlace de la subida a la Madeleine, con el sol de cara, así que la calidad no es mucha, pero es lo que hay, jejeje.
http://youtu.be/jaI933BBZMU
Ya en la cima de la Madeleine, extraños ciclistas estos eh, jejeje. Y digo yo, aparco mi Bucéfalo delante de las señales? no claro, en fin, en todas partes hay personas que solo piensan en sí mismas.
Vistas desde la cima de la Madeleine, el cielo empezaba a ponerse feo.
Este puerto es bastante divertido, aunque tiene mucho mejor asfalto haciéndolo en sentido contrario al que nosotros lo hicimos, especialmente los primeros kms de la bajada en los que el asfalto está en buenas condiciones.
Bajando la Madeleine.
Tras el descenso nos fuimos a buscar Bourg Sant Maurice y de allí a por el Cormet de Roselend, este puerto me encantó, buen asfalto, mucha vegetación, poco tráfico, y unas horquillas la mar de interesantes y divertidas, el tiempo acompañaba por momentos, poniéndose el cielo cada vez más gris, y dejando atrás los calores del resto de la jornada.
Antes de la subida, pasamos por Bourg St. Maurice.
Bonito pueblo, como todos por allí, son tan diferentes.
En plena ascensión al Cormet de Roselend.
En este punto, lo único que se me ocurre decir es aquello de, "que verde era mi valle", jejeje.
Este puerto fue de los más tranquilos, como no tiene tanta fama, fue una gozada, con el cielo gris y el tiempo fresco, que de la un toque especial en contraste con esos verdes tan intensos.
Divertidísimo el Cormet de Roselend.
En la cima, por fin una foto sin ciclistas, sin bicicletas, y sin aglomeraciones, no entiendo porqué es menos conocido, a mí me dejó una gratísima impresión.
Manuel estuvo allí.
Y Boti también.
Tras un pequeño descanso para reponer fuerzas, descendemos el Cormet de Roselend y nos vamos en busca del Col de les Saisies, donde el cielo empezó a ponerse muy negro. Parecía que mi buena racha con el tiempo en los Alpes se acababa al fin, cachis.
Así que tras subir el Col de les Saisies, puerto muy divertido que ya hice el último día de mi viaje el año pasado, con frondosa vegetación y buen asfalto, como casi todos los que se quedan por debajo de los 2.000 metros, tocó pertrecharnos con los chubasqueros, y armarnos de paciencia, ya que durante un par de horas, entre la lluvia, el tráfico y los innumerables pueblecitos que hay antes de llegar a Chamonix, hicieron que el ritmo fuera bastante lento.
De hecho llegamos a plantearnos el quedarnos en esta última localidad, en el hotel en el que estuve el año pasado, porque a todo esto no teníamos reservado ningún hotel, íbamos haciendo camino según las circunstancias.
Al final decidimos aventurarnos y llegar hasta el destino previsto, Martigny, ya en Suiza, para no alterar las rutas planificadas, siempre que ello fuera posible.
Y la verdad es que acertamos, porque después de hacer la subida y casi toda la bajada del bonito puerto de la Forclaz, casi llegando ya a Martigny, dejó de llover y salió el sol, regalándonos estas imágenes.
Cada una de las fotos con una cámara distinta.
Martigny al fondo y el arco iris escondiéndose.
Otra más de Martigny y su ladera llena de viñas.
Manuel contemplando absorto el espectáculo.
Y llegamos a Martigny, destino final de este segundo día, con nubes y claros en el horizonte.
Al llegar y buscar el primer hotel que tenía mirado desde casa, hotel Garny City, nos llevamos una buena sorpresa.
Lo encontramos, paramos y la puerta de entrada estaba cerrada, y además parecía un poco descuidado, busco otra entrada que hay al lado, pero parece un bar, cuando ya me daba la vuelta para irme hacia la moto, aparece una señorita que me indica esa puerta, entra ella y yo detrás, y me quedo alucinado porque veo unas cuentas mujeres sentadas en la barra de un bar, con muy poquita luz, y la señorita empieza a arrimarse ofreciéndome masajes y servicios diversos, era un burdel, si es que no te puedes fiar del internete este, jajaja, así que los suizos también se gastan estas cosas pensé, jejeje, lógicamente salimos de allí a toda prisa.
Después de un par de vueltas, encontramos habitación en el Hotel Alpes-Rhone, y cenamos en el bistrot mismo del hotel, tanto las habitaciones como la cena fueron aceptables, y como estábamos en la parte francófona todavía conseguíamos entendernos más o menos bien, jejeje.
Después de cenar un paseíto por Martigny hasta que empezó a llover, !!!!hummmmm¡¡¡¡¡ malos presagios para mañana.
Este edificio y su peculiar iluminación nos hicieron gracia.
continuará.....
Así que este año partía con refuerzos, uniéndose a la expedición Manuel, que ha demostrado ser buen compañero y un rudo motero donde los haya, incansable, capaz de cabalgar largas horas sin siquiera parar a tomar un bocado, sin protestar ni quejarse nunca y con fe ciega en las rutas y la filosofía de viaje que yo había planteado.
De tal modo que el lunes día 20 de junio, a las cuatro de la madrugada, hora motera por excelencia, jejeje, partimos con nocturnidad y mucha ilusión, desde Alboraya el compañero Manuel (Solisman) y Fernando (Boti) servidor, desde Benicásim, a la reconquista de los Alpes, cabalgando una Vstrom DL 650, a la que él bautizó como Babieca, y mi fiel RT, a la que yo llamo Bucéfalo.
Las dos monturas han tenido un comportamiento impecable, y sorprendente en el caso de la Vitrónica, porque a la Rt se le suponen las virtudes ruteras, pero es que la Vstrom no ha perdido la cara en ningún momento, con un comportamiento fiable e intachable, y un consumo extraordinario en ambos casos, que ha resultado casi calcado, y por debajo de los 5 litros de media, y eso que no hemos ido de paseo precisamente. Cierto es que el conjunto moto-piloto era claramente desfavorable en mi caso, con un centenar largo de kilos extras, pero aún así el comportamiento de esa moto es increíble.
En previsión de que el “tío del tiempo alpino” quisiera vengarse de mí, por mis inusuales y afortunados seis días consecutivos de sol del pasado año, cosa que daba por hecha, partí con unos Michelín PR3, con los que he obtenido un resultado extraordinario, su comportamiento en agua ha sido estupendo, como ya presuponía y tuve ocasión de probar, todavía recuerdo el día que bajábamos el Fluelapass con un tiempo de perros y Manuel me comentaba la gran cantidad de agua que desplazaba en mi avance, pero es que en seco también se han portado de fábula, y la guinda está siendo la duración, que de momento promete, y está siendo superior a todo lo que he probado hasta ahora, así que muy contento con ellos.
Debo confesar que además de la reconquista alpina, había un oculto motivo más, y era descubrir en qué remoto lugar, que yo estaba convencido, se hallaba en alguna alta cumbre de aquellos lares, se regalaban las Gs y las Adventure, jejeje. Creo que no es exagerado decir que de cada tres motos con las que te cruzas, y son unos cuantos cientos, una por lo menos es una Bmw de las citadas. Pero debo confesar que no encontramos el sitio, parada, tenderete, cuchitril o lo que sea, donde se produce tan generoso donativo, jejeje.
La idea de este año era hacer parte del recorrido del pasado, añadiendo algunos puertos que no hice, intentando hacer otros en sentido contrario, especialmente el Sustenpass, el Nufenenpass y sobre todo el tito Stelvio, que queríamos hacer por la parte complicada de los 48 tornantis, y llegar a los Dolomitas, concretamente el punto más lejano era Cortina D'Ampezzo, para lo que había diseñado nueve etapas.
Bueno al lío que me lío, jejeje.
Primera etapa, día 20/06/2011, Alboraya-Benicásim(España) – Briançon(Francia) 1.157 kms.
http://maps.google.es/maps?saddr=Av...lAA&mra=mi&mrsp=12&sz=16&z=13
Enfilamos rápidamente la autopista y nos ponemos al monótono ritmo de 110 kms/h, cuanta genialidad mal aprovechada hay en este país, €¬#@¬¡&
La primera parada cerca de Barcelona, para repostar y estirar las piernas.
No hay mucho que destacar de los primeros tres cuartos de etapa, que transcurrían por autopista, tan solo agradecer al dios Eolo su benevolencia, pues tuvo a bien no soplarnos en todo el día, lo cual no es fácil, atravesando la zona noreste de España y el sureste de Francia, eso sí, el calor y algún ratillo de cola en los peajes franceses fueron inevitables.
El compañero tuvo sus más y sus menos en los primeros peajes de la autopista, hay que ir muy bien organizado para ese menester, pero al cabo de tres o cuatro ya fue pillando la mecánica al asunto y efectuábamos la dolorosa operación con bastante avío. En España desde luego le hubieran obsequiado con alguna que otra pitada, en Francia, afortunadamente no dejas nunca de constatar el gran respeto que se tiene para con las motos.
Y una gran noticia, por fin se puede viajar por Francia en festivos y/u horarios intempestivos, ya que las tarjetas de crédito con chip funcionan tanto en autopista como en las gasolineras automáticas, probé en la autopista una de débito y a pesar de llevar chip no funcionó, pero ningún problema con las de crédito, ALEHLUYA¡¡¡¡¡¡¡¡
Ya de lleno en Francia, el calor aprieta, parada para comer algo y nuevo descanso. Por cierto hay que ver que cantidad de gente hay en las áreas de servicio de las autopistas francesas, un lunes cualquiera de junio, parece aquello un circo, jejeje.
Seguimos camino, y al poco de pasar la ciudad de Aix-en-Provence, abandonamos por fin la aburrida autopista, por suerte al no haber sufrido el castigo del viento, hemos podido circular durante mucho rato a 130 y eso después de hacer el tramo español a 110 parecía una velocidad estratosférica, que hizo que nos cundiera bastante.
En este punto buscamos la población de Castellane, atravesando la zona de las Gorgues du Verdon, una auténtica pasada, y es que Francia te sorprende a cada paso. Ahora bien, cuando piensas lo concurrido que está todo aquello un lunes de mediados de junio, cayendo un sol de justicia, y en horas en las que se supone que los franceses están reposando la comida del mediodía, no quiero ni pensar la masificación que se puede dar, pongamos por ejemplo, un fin de semana de julio y agosto, bufffffff.
Unas pequeñas muestras.
Que preciosidad.
Una bonita Gorgue.
Al fondo innumerables canoas, disfrutando.
La zona es realmente espectacular.
Lástima de tanto tráfico como había.
Porque la carretera era divertida, un poco al estilo de Combe Laval en el Vercors.
Tras un rato de serpentear por las carreteras de la zona, iniciamos la ascensión al Col d'Allos, el primer puerto serio del viaje, que con sus más de 2.000 metros ya nos sumergía de lleno en los Alpes. El puerto es entretenido y lo coges con muchas ganas, pero la calidad del asfalto es algo deficiente, así que nos dedicamos a disfrutar de las vistas y del agradecido descenso térmico.
Seguimos dirección Barcelonnette y Jausiers para atacar el Col de Vars, éste con un asfalto en mejores condiciones, que ya nos permitió disfrutar algo más de la conducción.
Un descanso antes de subir el Col de Vars.
En plena ascensión al Col de Vars.
Y otra más de la subida.
El afoteador afoteado jejeje, Col de Vars.
Otra sin el “obstáculo” delante, mucho mejor.
Iniciamos el descenso, y al fondo ya se ve el bonito pueblo de Guillestre.
Nada más pasar Guillestre, nos encontramos con otra zona preciosa, la Combe du Queyras.
Tras un tramo muy entretenido, de esos con gran cantidad de curvas medias y rápidas, y bonitos paisajes, llegamos al cruce del Col d'Izoard, desde el que se divisa el Chateau du Queyras.
A los que hayan leído mi crónica del año pasado les sonarán algunas fotos, es curioso la de veces que he ido a detenerme exactamente en el mismo sitio, sin pretenderlo.
Aquí una de las criaturas, jejeje.
Y aquí la otra.
A partir de aquí iniciamos la subida y bajada del Col d’Izoard, que nos llevaría hasta nuestro destino de esta primera etapa, Briançon.
Si, si, ya sé que hay algo que desmerece la foto, pero de donde no hay …..
Un descanso para el grupo, en plena ascensión al Izoard.
Este puerto probablemente sea el que más me gusta de todos los que hemos hecho en los Alpes franceses, tiene muy buen asfalto, curvas medias y rápidas al principio, con mucha vegetación y arbolado, para cambiar a medida que ganas altura, van apareciendo los garrotes, y un poco antes de coronar cambia el paisaje de manera drástica, de repente estás en Marte, no deja de sorprenderme.
Una muestra del aspecto descarnado de la cima.
Aquí Manuel posando para la posteridad, jejeje.
Yo también estaba.
Ale vámonos que se nos hace tarde.
Tras la divertida bajada llegamos a Briançon, sobre las 20:30 horas, bastante tarde como siempre, y como siempre, no encontramos habitación al primer intento.
Así que recurrí a mi viejo amigo, el hotel Vauban, donde conseguimos habitación.
Después de instalarnos, salimos a buscar sitio para cenar, era tarde, serían ya casi las 22 horas, pero tuvimos suerte, encontramos una brasería-pizzería abierta y fuimos a un valor seguro, deux bieres, otras deux bieres (es que el viaje había sido largo y duro, jejeje) et deux pizzes.
Después de la cena un pequeño paseo por Briançon y a momir que mañana viene lo bueno.
Segunda etapa, día 21/06/2011, Briançon(Francia) – Martigny(Suiza) 390 kms
http://maps.google.es/maps?saddr=Av...sAA&mra=dme&mrsp=0&sz=13&z=10
Después de un buen desayuno tipo buffet, partimos el segundo día con un tiempo espectacular.
Parking del hotel Vauban, en Briançon.
Abandonamos la concurrida zona de Briançon y los pueblos cercanos, y al cabo de unos kms empieza la subida, muy suave, al Col de Lautaret, es una carretera con buen asfalto, con curvas bastante rápidas en su mayor parte, aquí el Bucéfalo se despereza y comienza a cabalgar con “alegría”, y Babieca tiene que apretar los dientes, en este tipo de terrenos y con las monturas cargadas la Rt es como una locomotora lanzada, y a la pequeñina le cuesta un poco seguir el ritmo, jejeje.
En la cima del Col de Latauret.
La cámara no da abasto a todo lo fotografiable.
Aquí se ha colado un intruso, jejeje.
Casi a punto de llegar al cruce del Galibier, nos adelantan varios alemanes con sus Ktms Adventures, sin contemplaciones, sin saludo, inmediatamente Bucy resopla nervioso, quiere desviarse por el Galibier en pos de los ofensores, jajaja, tengo que calmarlo, en otra ocasión será, nos espera un mito, el Alpe d’Huez.
Preparando la cámara para filmar la ascensión al Alpe d’Huez.
Aquí os dejo un trocito de la subida, que es espectacular, el único pero es la tremenda suciedad que hay en sus famosas 21 curvas, llenas de marcas de neumático, pintadas y manchas de todo tipo.
http://youtu.be/ho3vDd57GQY
Aquí el compañero Manuel con cara de satisfacción después de la subida, hemos despegatinao a un montón de ciclistas, jajaja.
La estación de esquí.
Panorámica tomada en el descenso del Alpe d’Huez.
Afoteando sin bajar de la moto, llega un momento que no tienes más remedio, de lo contrario no harías ni cien kms diarios.
Complicado parar con tanta pendiente eh Manuel.
Reanudamos la marcha en dirección Grenoble, para desviarnos al rato en busca del col du Glandon, parada para descansar y comer un poco, aprovechando estas magníficas y refrescantes vistas.
Estos dos son los penitentes, jejeje.
Tras la pausa, subimos el Col du Glandón, cuyo asfalto no estaba en perfectas condiciones, pero como siempre los paisajes compensan sobradamente.
Un poco antes de la cima, nueva parada a tomarnos un café en la terraza de un bar, el día seguía espléndido.
Cerca de la cima del Glandon, de repente parecían los Dolomitas, no?.
En la terraza del bar, Manuel al verme tan estresado, se empeñó en hacerme un foto, jejeje.
Después de coronar el puerto, la cantidad de ciclistas que hay en Francia es impresionante, y hacerse una foto con un cartel despejado, misión imposible.
La bajada del Col du Glandón se hace interminable, es un descenso en el que apenas pasados los primeros kms, se vuelve muy suave y transcurre por una zona con una densísima vegetación, vas enlazando curva tras curva, sin parecer acabarse nunca.
El asfalto como ocurre muchas veces por aquí no es perfecto, lo cual contribuye a que se puedan contemplar los paisajes, jejeje, una auténtica gozada, en caso contrario es bastante difícil, necesitas un ojo para la contemplación y otro para la conducción, y se te amontona el trabajo.
Las panorámicas son bestiales, y como siempre la cámara intentando reflejar mínimamente la grandiosidad de aquellos parajes.
Prácticamente sin descanso, nada más acabado el Glandón, y tras unos pocos kms, nos enfrentamos con el Col de la Madeleine.
Preparando las cámaras para una nueva filmación.
Como siempre al poco de iniciar las subidas a los grandes puertos, se obtienen magníficas vistas.
Aquí os dejo el enlace de la subida a la Madeleine, con el sol de cara, así que la calidad no es mucha, pero es lo que hay, jejeje.
http://youtu.be/jaI933BBZMU
Ya en la cima de la Madeleine, extraños ciclistas estos eh, jejeje. Y digo yo, aparco mi Bucéfalo delante de las señales? no claro, en fin, en todas partes hay personas que solo piensan en sí mismas.
Vistas desde la cima de la Madeleine, el cielo empezaba a ponerse feo.
Este puerto es bastante divertido, aunque tiene mucho mejor asfalto haciéndolo en sentido contrario al que nosotros lo hicimos, especialmente los primeros kms de la bajada en los que el asfalto está en buenas condiciones.
Bajando la Madeleine.
Tras el descenso nos fuimos a buscar Bourg Sant Maurice y de allí a por el Cormet de Roselend, este puerto me encantó, buen asfalto, mucha vegetación, poco tráfico, y unas horquillas la mar de interesantes y divertidas, el tiempo acompañaba por momentos, poniéndose el cielo cada vez más gris, y dejando atrás los calores del resto de la jornada.
Antes de la subida, pasamos por Bourg St. Maurice.
Bonito pueblo, como todos por allí, son tan diferentes.
En plena ascensión al Cormet de Roselend.
En este punto, lo único que se me ocurre decir es aquello de, "que verde era mi valle", jejeje.
Este puerto fue de los más tranquilos, como no tiene tanta fama, fue una gozada, con el cielo gris y el tiempo fresco, que de la un toque especial en contraste con esos verdes tan intensos.
Divertidísimo el Cormet de Roselend.
En la cima, por fin una foto sin ciclistas, sin bicicletas, y sin aglomeraciones, no entiendo porqué es menos conocido, a mí me dejó una gratísima impresión.
Manuel estuvo allí.
Y Boti también.
Tras un pequeño descanso para reponer fuerzas, descendemos el Cormet de Roselend y nos vamos en busca del Col de les Saisies, donde el cielo empezó a ponerse muy negro. Parecía que mi buena racha con el tiempo en los Alpes se acababa al fin, cachis.
Así que tras subir el Col de les Saisies, puerto muy divertido que ya hice el último día de mi viaje el año pasado, con frondosa vegetación y buen asfalto, como casi todos los que se quedan por debajo de los 2.000 metros, tocó pertrecharnos con los chubasqueros, y armarnos de paciencia, ya que durante un par de horas, entre la lluvia, el tráfico y los innumerables pueblecitos que hay antes de llegar a Chamonix, hicieron que el ritmo fuera bastante lento.
De hecho llegamos a plantearnos el quedarnos en esta última localidad, en el hotel en el que estuve el año pasado, porque a todo esto no teníamos reservado ningún hotel, íbamos haciendo camino según las circunstancias.
Al final decidimos aventurarnos y llegar hasta el destino previsto, Martigny, ya en Suiza, para no alterar las rutas planificadas, siempre que ello fuera posible.
Y la verdad es que acertamos, porque después de hacer la subida y casi toda la bajada del bonito puerto de la Forclaz, casi llegando ya a Martigny, dejó de llover y salió el sol, regalándonos estas imágenes.
Cada una de las fotos con una cámara distinta.
Martigny al fondo y el arco iris escondiéndose.
Otra más de Martigny y su ladera llena de viñas.
Manuel contemplando absorto el espectáculo.
Y llegamos a Martigny, destino final de este segundo día, con nubes y claros en el horizonte.
Al llegar y buscar el primer hotel que tenía mirado desde casa, hotel Garny City, nos llevamos una buena sorpresa.
Lo encontramos, paramos y la puerta de entrada estaba cerrada, y además parecía un poco descuidado, busco otra entrada que hay al lado, pero parece un bar, cuando ya me daba la vuelta para irme hacia la moto, aparece una señorita que me indica esa puerta, entra ella y yo detrás, y me quedo alucinado porque veo unas cuentas mujeres sentadas en la barra de un bar, con muy poquita luz, y la señorita empieza a arrimarse ofreciéndome masajes y servicios diversos, era un burdel, si es que no te puedes fiar del internete este, jajaja, así que los suizos también se gastan estas cosas pensé, jejeje, lógicamente salimos de allí a toda prisa.
Después de un par de vueltas, encontramos habitación en el Hotel Alpes-Rhone, y cenamos en el bistrot mismo del hotel, tanto las habitaciones como la cena fueron aceptables, y como estábamos en la parte francófona todavía conseguíamos entendernos más o menos bien, jejeje.
Después de cenar un paseíto por Martigny hasta que empezó a llover, !!!!hummmmm¡¡¡¡¡ malos presagios para mañana.
Este edificio y su peculiar iluminación nos hicieron gracia.
continuará.....