Antonio_RT
Acelerando
Hola amigos,
me gustaria compartir con todos vosotros el viaje que hicimos mi mujer y yo en el verano del 2008 a la Bretaña francesa, Normandía y los castillos del Loira.
Espero que os guste y os sirva de ayuda.
Un saludo.
Antonio
PRIMERA PARTE: BRETAÑA
1º Día. Madrid – La Rochelle.
Suena el despertador, son las 3 de la madrugada del día 2 de agosto, empieza nuestra aventura…
La poca gente que hay en la calle nos mira extrañados al ir colocando todo el equipaje en la moto a estas horas. Los nervios de la partida aumentan cuando por fin nos colocamos los cascos, empieza nuestra aventura en solitario.
Son las 4 de la madrugada cuando nos despedimos de nuestro hijo que nos observa desde la ventana y arrancamos, el escaso trafico ayuda a calmar los nervios e irnos acostumbrado a la moto cargada hasta los topes.
Teníamos previsto la primera parada a la salida de Madrid para repostar y abrigarnos un poco ante la previsible bajada de temperatura en el Puerto de Somosierra.
En la gasolinera llamamos la atención de una pareja de la Guardia Civil que se acerco a ver la moto y preguntarnos a que destino teníamos previsto, tuvimos una agradable charla con ellos mientras intentaba arreglar la primera incidencia del viaje, el bluetooth del TomTom estaba guerrero y no había manera de escucharlo, tras un rato peleándome con él salimos de ruta sin sonido, despidiéndonos de la simpática pareja de Guardias Civiles.
La carretera estaba casi vacía, y menos mal, por que las luces de la moto estaban tan altas que los pocos coches que adelantamos o nos cruzamos nos hacían señales para que quitáramos las largas, algunos educadamente, otros un poco mas “capullos” El resultado fue que incrementamos el ritmo para molestar lo menos posible, con lo que llegamos a Aranda de Duero antes de las 6 de la mañana y claro no había nada abierto para desayunar, por lo que continuamos el camino a ver si en Burgos teníamos mas suerte. La temperatura era bastante fresquita, bueno mas bien fría, con los que los dos estábamos bastante destemplados al llegar a Burgos con las primeras luces del alba.
Por fin encontramos un área de servicio abierta parando para desayunar y esperar que saliera el sol, para que subiera la temperatura, se quitara la neblina que había y evitar los deslumbramientos de nuestro faro.
Con los primeros rayos del sol y un par de cafés en el cuerpo reanudamos la marcha mucho más animados, con lo que los kilómetros iban cayendo apenas sin esfuerzo, disfrutando del paisaje y de la subida de la temperatura.
Cerca de la frontera de Irun paramos para llenar el deposito a precio Español y estirar las piernas, por si pillábamos algo de atasco para cruzar la frontera. A esta altura de la mañana el sol se había cubierto de nubes pero la temperatura era muy agradable para montar en moto.
Cruzar la frontera no fue mas que un mero tramite, sin atascos ni retenciones, en un momento ya estábamos en suelo Francés. A partir de ese momento empezaron los peajes y nosotros a coincidir con otra pareja motera, con la que aprovechábamos para hablar en las colas de los mismos hasta que nuestros caminos se separaron.
El trafico era bastante intenso, pero ni mucho menos que en dirección a España, en ese sentido el atasco era total y durante muchos kilómetros la visión del atasco nos acompaño. Pero nosotros tampoco nos libramos de las retenciones, entre Bayona y Burdeos sufrimos paradas ocasionales, con lo que en una de ellas paramos en un Área para comer y descansar un poco y ver si el atasco se volvía mas fluido.
Tras reponer fuerzas nos incorporamos de nuevo a la carretera, con un trafico bastante mas fluido y tras cruzar Burdeos mucho menos intenso. La temperatura era muy agradable pero unas oscuras y amenazantes nubes cubrían el cielo, y según avanzábamos hacia el norte la cosa empeoraba, hasta el punto de que cerca de Rochefort tuvimos que parar debajo de un puente de la carretera para ponernos los chubasqueros ante el diluvio que nos estaba cayendo. Así continuamos el viaje con lluvia y viento hasta la entrada a La Rochelle, en donde la lluvia paro y la temperatura se volvió asfixiante. Para colmo el GPS se volvió majara y en vez de llevarnos al hotel nos hizo recorrer la ciudad de cabo a rabo mandándonos siempre dar la vuelta por donde habíamos venido. Por fin decidimos parar para preguntar y quitarnos los chubasqueros, nada mas acabar de guardar los chubasqueros empezó a llover otra vez pero ya estábamos tan cansados que nos dio igual y gracias a las indicaciones de una simpática francesa encontramos enseguida el hotel y pudimos aparcar la moto en el garaje, y nosotros echarnos una pequeña siesta ya que todavía no eran ni las 5:30 de la tarde.
Tras la siesta y la ducha de rigor salimos a visitar la ciudad con la ayuda de las indicaciones de la atenta recepcionista del hotel, que nos indico los puntos mas interesantes en un mapa y nos sugirió donde cenar, por suerte ya no llovía.
La Rochelle es una bonita y animada ciudad costera con mucho ambiente, un bonito casco antiguo, y muchos restaurantes en donde el marisco y el pescado son los platos estrella.
Empleamos las ultimas fuerzas que nos quedaban en visitar casi todo lo interesante
y buscar donde cenar en la amplia variedad de restaurantes. Tuvimos suerte en la elección y cenamos bastante bien, y tras la cena volvimos paseando al hotel disfrutando de la agradable temperatura y la brisa del mar.
2º Día. La Rochelle – Nantes – Vannes – Carnac.
Amanece la mañana con un gris plomizo, pero ni llueve, ni hace viento, nos levantamos perezosamente pero con ganas de continuar el viaje, hoy la etapa es mucho más corta y además a partir de hoy entraremos en la Bretaña. Tras un buen desayuno y las fotos de rigor partimos por las solitarias calles de La Rochelle.
El viaje hasta Nantes discurrió sin problemas ni incidentes, el tiempo era nublado pero con una temperatura muy agradable para circular en moto, con lo que Pili y yo nos dedicamos a disfrutar del verde paisaje que iba mostrando a cada curva del camino mientras charlábamos por lo nuevos intercomunicadores que estrenábamos para este viaje.
Al fin llegamos a Nantes, una gran ciudad, con un complicado trazado para llegar hasta su centro histórico, pero con escaso trafico, lo que facilita mucho el ir pendiente del GPS y de las señales indicativas. Tras un par de vueltas de mas a alguna glorieta llegamos a una gran plaza
junto a la catedral de Saint Pierre, donde pudimos aparcar la moto, como llevábamos las maletas a tope tuvimos que cargar con los cascos, las cámaras y la bolsa sobredeposito, ¡gracias que seguía nublado y hacia fresquito!
Como era cerca de la una empezamos a buscar un restaurante para comer, cosa que en principio no pensamos que fuera complicado, siendo domingo y en una zona turística, pero al poco rato nos dimos cuenta de que en estas tierras los domingos algunos restaurantes cierran como el comercio normal, por lo que había poco donde elegir y además llenos hasta la bola. Como poco a poco se empezaba a pasar la hora de la comida decidimos meternos en el primero que nos dieran mesa y tras un par de intentos por fin en uno nos dijeron que si, sentarnos en una mesa tan pequeñita, y junta a las otras, como están en los restaurantes franceses, con todo el traje de la moto, cascos y bolsas fue toda una odisea, hasta el punto de que cortábamos todo el paso al restaurante, por lo que tuvieron que guardarnos los cascos, la bolsa y las cámaras en un cuarto del restaurante. Tras acomodarnos llego el momento de pedir la comida, algo un poco complicado si no hablas francés perfectamente, ya que en esta zona es difícil encontrar alguien que hable español… Pero con los conocimientos de francés de Pili, los míos de ingles, un poco de italiano de ambos y muchos gestos conseguimos hacernos entender para pedir la comida y la bebida.
Siendo totalmente sincero tengo que confesar que comí mejor de lo que esperaba, la comida estaba muy buena y el camarero siempre estuvo atento de nosotros para explicarnos en la medida de lo posible lo que habíamos pedido.
Cuando estábamos tomando ya el café empezó a llover, no demasiado fuerte, pero si molesto, por lo que estuvimos haciendo tiempo hasta que escampo un poco, y con los dedos cruzados para que no lloviera mas nos pusimos a recorrer la cuidad a pie.
Visitamos el castillo de los duques de Bretaña,
una gran fortaleza protegida por fosos en cuyo interior se encuentra el palacio gubernamental
que acogió numerosos torneos. Cuando nos cansamos de subir y bajar escaleras, recorrer fosos y hacer fotos desde sus murallas, nos encaminamos a visitar la catedral cuya fachada estaba en obras y afeaba un poco la vista de su entrada. Tras la visita a su interior decidimos que había llegado la hora de marcharnos ya que todavía nos quedaban bastantes kilómetros para llega a nuestro destino.
El tiempo seguía juguetón y tan pronto empezaba a caer una fina lluvia como salía el sol con lo que era complicado decidir si nos poníamos los chubasqueros o no, ya que la temperatura era muy agradable con el traje de verano, pero agobiante con los chubasqueros, por lo que al final nos arriesgamos a no ponérnoslos.
Salir de Nantes fue bastante mas sencillo que entrar y casi sin darnos cuenta estábamos en la autopista camino de Vannes, por el camino nos llovió un par de veces pero no lo suficiente para hacernos parar.
Llegamos a Vannes y al contrario que en Nantes aquí él trafico era muy denso y una larga caravana de coches con la misma dirección que nosotros nos obligaba a circular muy despacio y con numerosas paradas. Por fin llegamos al puerto y pudimos aparcar la moto en la Plaza de la República, muy cerca de la zona antigua de la ciudad.
Otra vez cargados con todos los trastos empezamos a visitar la ciudad vieja, que en verdad es muy bonita y bien conservada, paseando por el interior de sus muros te da la sensación de haber retrocedido en el tiempo y encontrarte en la edad media, las casas y los comercios contribuyen a esa atmósfera medieval.
Las calles estaban muy animadas y llenas de visitantes por lo que era complicado moverse con soltura, por lo que decidimos visitar el puerto y los jardines
que se encuentran fuera de las murallas, y en eso estábamos cuando empezó a llover bastante mas copiosamente, lo que nos hizo desistir de hacer una visita mas completa y encaminarnos hacia la moto para marcharnos de Vannes.
La lluvia no amaino y con la moto empapada tuvimos que ponernos los trajes de lluvia y salir de la ciudad con un intenso aguacero que nos acompaño casi hasta Carnac.
Con algo de viento y lluvia por la autopista llegamos a la salida hacia carnac y por una estrecha carretera rodeada de frondosos bosques por fin avistamos la ciudad y emprendimos la labor de encontrar el hotel de Tumulus, que por una vez y sin que sirva de precedente, logramos con apenas dificultad.
El hotel se encuentra en la parte alta del pueblo, junto a un gran túmulo funerario más antiguo que las pirámides de Egipto, aparcamos la moto en el aparcamiento y tras una breve pero complicada charla en recepción, ya que nadie hablaba español, nos encaminamos cargados de maletas a nuestra suite.
Cuando pasábamos por delante de nuestra habitación, ya que era en el jardín, como una especie de bungalows
de una planta adosados, en una de las ventanas, que supuestamente pensé que era de nuestros vecinos colindantes, vi el rostro de una mujer mayor que nos observaba con una mirada bastante desagradable, no le di mayor importancia y solo pense que vaya tía borde nos había tocado justo al lado. Pero mi sorpresa vino a continuación cuando la recepcionista del hotel que nos acompañaba abrió la puerta de nuestro cuarto y pude comprobar que era mucho mas grande de lo que pensaba y que la ventana en la que yo había visto a esa mujer se encontraba dentro de nuestra habitación. Nada mas que la recepcionista nos dejo solo empece a buscar si había otra puerta o ventana trasera, que no la había, por debajo de la cama y en los armarios sin encontrar a nadie. Salí a la calle a comprobar si era realmente en nuestra ventana en donde había cruzado la mirada con la mujer y si que lo era. Entretanto Pili me empezó a preguntar que hacia con tanto mirar por todos sitios y estar tan serio, por lo que la comente lo que creía haber visto pero que me había confundido con la venta del bungalow de al lado. No pareció asustarse demasiado hasta que estando yo fuera haciendo unas fotos al jardín la vi salir corriendo con la cara pálida y desencajada diciéndome que había oído un ruido muy raro dentro al correr las cortinas de la mencionada ventana, tras entrar para comprobarlo resulto que sin querer había rozado un poco las cortinas y el rozamiento de las anillas metálicas sobre una barra del mismo material hacia un ruido bastante tenebroso, con lo que al fin conseguí convencerla de que no había pasado nada y la vista me había jugado una mala pasada…
Tras una reconfortante ducha decidimos cenar en el restaurante del hotel para no andar cogiendo mas la moto, y tras una agradable y apetitosa cena, nos fuimos a dormir.
me gustaria compartir con todos vosotros el viaje que hicimos mi mujer y yo en el verano del 2008 a la Bretaña francesa, Normandía y los castillos del Loira.
Espero que os guste y os sirva de ayuda.
Un saludo.
Antonio
PRIMERA PARTE: BRETAÑA
1º Día. Madrid – La Rochelle.
Suena el despertador, son las 3 de la madrugada del día 2 de agosto, empieza nuestra aventura…
La poca gente que hay en la calle nos mira extrañados al ir colocando todo el equipaje en la moto a estas horas. Los nervios de la partida aumentan cuando por fin nos colocamos los cascos, empieza nuestra aventura en solitario.
Son las 4 de la madrugada cuando nos despedimos de nuestro hijo que nos observa desde la ventana y arrancamos, el escaso trafico ayuda a calmar los nervios e irnos acostumbrado a la moto cargada hasta los topes.
Teníamos previsto la primera parada a la salida de Madrid para repostar y abrigarnos un poco ante la previsible bajada de temperatura en el Puerto de Somosierra.
En la gasolinera llamamos la atención de una pareja de la Guardia Civil que se acerco a ver la moto y preguntarnos a que destino teníamos previsto, tuvimos una agradable charla con ellos mientras intentaba arreglar la primera incidencia del viaje, el bluetooth del TomTom estaba guerrero y no había manera de escucharlo, tras un rato peleándome con él salimos de ruta sin sonido, despidiéndonos de la simpática pareja de Guardias Civiles.
La carretera estaba casi vacía, y menos mal, por que las luces de la moto estaban tan altas que los pocos coches que adelantamos o nos cruzamos nos hacían señales para que quitáramos las largas, algunos educadamente, otros un poco mas “capullos” El resultado fue que incrementamos el ritmo para molestar lo menos posible, con lo que llegamos a Aranda de Duero antes de las 6 de la mañana y claro no había nada abierto para desayunar, por lo que continuamos el camino a ver si en Burgos teníamos mas suerte. La temperatura era bastante fresquita, bueno mas bien fría, con los que los dos estábamos bastante destemplados al llegar a Burgos con las primeras luces del alba.
Por fin encontramos un área de servicio abierta parando para desayunar y esperar que saliera el sol, para que subiera la temperatura, se quitara la neblina que había y evitar los deslumbramientos de nuestro faro.
Con los primeros rayos del sol y un par de cafés en el cuerpo reanudamos la marcha mucho más animados, con lo que los kilómetros iban cayendo apenas sin esfuerzo, disfrutando del paisaje y de la subida de la temperatura.
Cerca de la frontera de Irun paramos para llenar el deposito a precio Español y estirar las piernas, por si pillábamos algo de atasco para cruzar la frontera. A esta altura de la mañana el sol se había cubierto de nubes pero la temperatura era muy agradable para montar en moto.
Cruzar la frontera no fue mas que un mero tramite, sin atascos ni retenciones, en un momento ya estábamos en suelo Francés. A partir de ese momento empezaron los peajes y nosotros a coincidir con otra pareja motera, con la que aprovechábamos para hablar en las colas de los mismos hasta que nuestros caminos se separaron.
El trafico era bastante intenso, pero ni mucho menos que en dirección a España, en ese sentido el atasco era total y durante muchos kilómetros la visión del atasco nos acompaño. Pero nosotros tampoco nos libramos de las retenciones, entre Bayona y Burdeos sufrimos paradas ocasionales, con lo que en una de ellas paramos en un Área para comer y descansar un poco y ver si el atasco se volvía mas fluido.
Tras reponer fuerzas nos incorporamos de nuevo a la carretera, con un trafico bastante mas fluido y tras cruzar Burdeos mucho menos intenso. La temperatura era muy agradable pero unas oscuras y amenazantes nubes cubrían el cielo, y según avanzábamos hacia el norte la cosa empeoraba, hasta el punto de que cerca de Rochefort tuvimos que parar debajo de un puente de la carretera para ponernos los chubasqueros ante el diluvio que nos estaba cayendo. Así continuamos el viaje con lluvia y viento hasta la entrada a La Rochelle, en donde la lluvia paro y la temperatura se volvió asfixiante. Para colmo el GPS se volvió majara y en vez de llevarnos al hotel nos hizo recorrer la ciudad de cabo a rabo mandándonos siempre dar la vuelta por donde habíamos venido. Por fin decidimos parar para preguntar y quitarnos los chubasqueros, nada mas acabar de guardar los chubasqueros empezó a llover otra vez pero ya estábamos tan cansados que nos dio igual y gracias a las indicaciones de una simpática francesa encontramos enseguida el hotel y pudimos aparcar la moto en el garaje, y nosotros echarnos una pequeña siesta ya que todavía no eran ni las 5:30 de la tarde.
Tras la siesta y la ducha de rigor salimos a visitar la ciudad con la ayuda de las indicaciones de la atenta recepcionista del hotel, que nos indico los puntos mas interesantes en un mapa y nos sugirió donde cenar, por suerte ya no llovía.
La Rochelle es una bonita y animada ciudad costera con mucho ambiente, un bonito casco antiguo, y muchos restaurantes en donde el marisco y el pescado son los platos estrella.
Empleamos las ultimas fuerzas que nos quedaban en visitar casi todo lo interesante
y buscar donde cenar en la amplia variedad de restaurantes. Tuvimos suerte en la elección y cenamos bastante bien, y tras la cena volvimos paseando al hotel disfrutando de la agradable temperatura y la brisa del mar.
2º Día. La Rochelle – Nantes – Vannes – Carnac.
Amanece la mañana con un gris plomizo, pero ni llueve, ni hace viento, nos levantamos perezosamente pero con ganas de continuar el viaje, hoy la etapa es mucho más corta y además a partir de hoy entraremos en la Bretaña. Tras un buen desayuno y las fotos de rigor partimos por las solitarias calles de La Rochelle.
El viaje hasta Nantes discurrió sin problemas ni incidentes, el tiempo era nublado pero con una temperatura muy agradable para circular en moto, con lo que Pili y yo nos dedicamos a disfrutar del verde paisaje que iba mostrando a cada curva del camino mientras charlábamos por lo nuevos intercomunicadores que estrenábamos para este viaje.
Al fin llegamos a Nantes, una gran ciudad, con un complicado trazado para llegar hasta su centro histórico, pero con escaso trafico, lo que facilita mucho el ir pendiente del GPS y de las señales indicativas. Tras un par de vueltas de mas a alguna glorieta llegamos a una gran plaza
junto a la catedral de Saint Pierre, donde pudimos aparcar la moto, como llevábamos las maletas a tope tuvimos que cargar con los cascos, las cámaras y la bolsa sobredeposito, ¡gracias que seguía nublado y hacia fresquito!
Como era cerca de la una empezamos a buscar un restaurante para comer, cosa que en principio no pensamos que fuera complicado, siendo domingo y en una zona turística, pero al poco rato nos dimos cuenta de que en estas tierras los domingos algunos restaurantes cierran como el comercio normal, por lo que había poco donde elegir y además llenos hasta la bola. Como poco a poco se empezaba a pasar la hora de la comida decidimos meternos en el primero que nos dieran mesa y tras un par de intentos por fin en uno nos dijeron que si, sentarnos en una mesa tan pequeñita, y junta a las otras, como están en los restaurantes franceses, con todo el traje de la moto, cascos y bolsas fue toda una odisea, hasta el punto de que cortábamos todo el paso al restaurante, por lo que tuvieron que guardarnos los cascos, la bolsa y las cámaras en un cuarto del restaurante. Tras acomodarnos llego el momento de pedir la comida, algo un poco complicado si no hablas francés perfectamente, ya que en esta zona es difícil encontrar alguien que hable español… Pero con los conocimientos de francés de Pili, los míos de ingles, un poco de italiano de ambos y muchos gestos conseguimos hacernos entender para pedir la comida y la bebida.
Siendo totalmente sincero tengo que confesar que comí mejor de lo que esperaba, la comida estaba muy buena y el camarero siempre estuvo atento de nosotros para explicarnos en la medida de lo posible lo que habíamos pedido.
Cuando estábamos tomando ya el café empezó a llover, no demasiado fuerte, pero si molesto, por lo que estuvimos haciendo tiempo hasta que escampo un poco, y con los dedos cruzados para que no lloviera mas nos pusimos a recorrer la cuidad a pie.
Visitamos el castillo de los duques de Bretaña,
una gran fortaleza protegida por fosos en cuyo interior se encuentra el palacio gubernamental
que acogió numerosos torneos. Cuando nos cansamos de subir y bajar escaleras, recorrer fosos y hacer fotos desde sus murallas, nos encaminamos a visitar la catedral cuya fachada estaba en obras y afeaba un poco la vista de su entrada. Tras la visita a su interior decidimos que había llegado la hora de marcharnos ya que todavía nos quedaban bastantes kilómetros para llega a nuestro destino.
El tiempo seguía juguetón y tan pronto empezaba a caer una fina lluvia como salía el sol con lo que era complicado decidir si nos poníamos los chubasqueros o no, ya que la temperatura era muy agradable con el traje de verano, pero agobiante con los chubasqueros, por lo que al final nos arriesgamos a no ponérnoslos.
Salir de Nantes fue bastante mas sencillo que entrar y casi sin darnos cuenta estábamos en la autopista camino de Vannes, por el camino nos llovió un par de veces pero no lo suficiente para hacernos parar.
Llegamos a Vannes y al contrario que en Nantes aquí él trafico era muy denso y una larga caravana de coches con la misma dirección que nosotros nos obligaba a circular muy despacio y con numerosas paradas. Por fin llegamos al puerto y pudimos aparcar la moto en la Plaza de la República, muy cerca de la zona antigua de la ciudad.
Otra vez cargados con todos los trastos empezamos a visitar la ciudad vieja, que en verdad es muy bonita y bien conservada, paseando por el interior de sus muros te da la sensación de haber retrocedido en el tiempo y encontrarte en la edad media, las casas y los comercios contribuyen a esa atmósfera medieval.
Las calles estaban muy animadas y llenas de visitantes por lo que era complicado moverse con soltura, por lo que decidimos visitar el puerto y los jardines
que se encuentran fuera de las murallas, y en eso estábamos cuando empezó a llover bastante mas copiosamente, lo que nos hizo desistir de hacer una visita mas completa y encaminarnos hacia la moto para marcharnos de Vannes.
La lluvia no amaino y con la moto empapada tuvimos que ponernos los trajes de lluvia y salir de la ciudad con un intenso aguacero que nos acompaño casi hasta Carnac.
Con algo de viento y lluvia por la autopista llegamos a la salida hacia carnac y por una estrecha carretera rodeada de frondosos bosques por fin avistamos la ciudad y emprendimos la labor de encontrar el hotel de Tumulus, que por una vez y sin que sirva de precedente, logramos con apenas dificultad.
El hotel se encuentra en la parte alta del pueblo, junto a un gran túmulo funerario más antiguo que las pirámides de Egipto, aparcamos la moto en el aparcamiento y tras una breve pero complicada charla en recepción, ya que nadie hablaba español, nos encaminamos cargados de maletas a nuestra suite.
Cuando pasábamos por delante de nuestra habitación, ya que era en el jardín, como una especie de bungalows
de una planta adosados, en una de las ventanas, que supuestamente pensé que era de nuestros vecinos colindantes, vi el rostro de una mujer mayor que nos observaba con una mirada bastante desagradable, no le di mayor importancia y solo pense que vaya tía borde nos había tocado justo al lado. Pero mi sorpresa vino a continuación cuando la recepcionista del hotel que nos acompañaba abrió la puerta de nuestro cuarto y pude comprobar que era mucho mas grande de lo que pensaba y que la ventana en la que yo había visto a esa mujer se encontraba dentro de nuestra habitación. Nada mas que la recepcionista nos dejo solo empece a buscar si había otra puerta o ventana trasera, que no la había, por debajo de la cama y en los armarios sin encontrar a nadie. Salí a la calle a comprobar si era realmente en nuestra ventana en donde había cruzado la mirada con la mujer y si que lo era. Entretanto Pili me empezó a preguntar que hacia con tanto mirar por todos sitios y estar tan serio, por lo que la comente lo que creía haber visto pero que me había confundido con la venta del bungalow de al lado. No pareció asustarse demasiado hasta que estando yo fuera haciendo unas fotos al jardín la vi salir corriendo con la cara pálida y desencajada diciéndome que había oído un ruido muy raro dentro al correr las cortinas de la mencionada ventana, tras entrar para comprobarlo resulto que sin querer había rozado un poco las cortinas y el rozamiento de las anillas metálicas sobre una barra del mismo material hacia un ruido bastante tenebroso, con lo que al fin conseguí convencerla de que no había pasado nada y la vista me había jugado una mala pasada…
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