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Curveando
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- 28 May 2005
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Hola a todos.
Es sábado, día de descanso después de un buen número de días trabajados incluyendo la Semana Santa.
La predicción meteorológica anuncia cielos despejados y agradable temperatura para todo el día.
Mi chica Ana tiene turno de tarde y se me presenta un día por delante abierto al descanso y la meditación.
Y meditando llego a la conclusión de que la mejor opción que puedo elegir es coger la moto y pasar el día rodando por carretera con mi RT, llevar la cámara de fotos preparada para inmortalizar el momento y abrir el mapa para elegir destino.
El destino elegido es ambicioso para tratarse de una salida de ida y vuelta pero las ganas de moto son muchas (vaya adicción que tengo), el tiempo anima y tengo todo el día a mi disposición.
Esta es la ruta
Salgo por la carretera de los Pantanos y aguanto los aburridos kilómetros de autovía hasta San Martín de Valdeiglesias, autodenominada “Costa de Madrid”.
A partir de aquí son todo entretenidas carreteras comarcales y nacionales de doble sentido con infinidad de curvas y buen asfalto.
Paso junto al Pantano del Burguillo que durante el invierno daba pena verlo por la poquísima cantidad de agua que le quedaba y ahora rivaliza en belleza con cualquier lago alpino
Al fondo, la Sierra de Gredos en cuyas cumbres todavía se mantienen las nieves de este pasado invierno.
Parada intermedia en Venta Rasquilla de cuya chimenea salía un olor que hacía imposible no hacer una parada para reponer fuerzas y seguir la marcha.
Sin darme casi cuenta me presento en el Barco de Avila que desde lejos se hace notar por el Castillo de Valdecorneja que domina todo el pueblo desde su privilegiada posición.
Sigo por la N-110 dirección Plasencia, ya estoy muy cerca del Puerto de Tornavacas, límite entre Avila y Cáceres donde además existe un balcón natural para admirar la belleza del Valle del Jerte.
Estamos en la época del año en la cual, la gran cantidad de cerezos que se cultivan en la zona, muestran sus flores blancas dando al valle un colorido singular.
Esto hace que a toda la comarca acudan viajeros como yo a contemplar dicho espectáculo, los pueblos están a rebosar de turistas haciendo compras de los productos típicos de la zona.
Hago una parada bajo la sombra de un cerezo pues el calor en la parte baja del valle es considerable
Tambien tengo a mano para refrescarme, el abundante agua que recorre el valle gracias al rio Jerte y sus afluentes que bajan de las montañas que todavía guardan nieve en sus cumbres.
Doy por terminado mi recorrido por el valle del Jerte y paro para demostrar que todas las flores que se ven allí no tienen por que ser blancas.
El viaje de vuelta no quiero hacerlo por el mismo sitio y la mejor opción es seguir la EX-203 "Carretera de la Vera", que para el que no la conozca y le guste el buen asfalto y las carreteras reviradas se está perdiendo un recorrido especial.
Atravesando pueblos como Cuacos de Yuste donde se encuentra el Palacio-Monasterio de Yuste en que el Emperador Carlos I de España y V de Alemania se retiró tras abdicar
Y donde tambien se encuentra el Cementerio Militar Aleman
En él están enterrados los soldados alemanes de la Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial que llegaron a las costas y tierras españolas debido a naufragios o al derribo de sus aviones.
Si habéis estado por Normandía recordareis imagenes parecidas.
El agua es una constante en esta zona
El agua del deshielo baja por la montaña y forma en algunos lugares verdaderas piscinas naturales.
En otros pueblos como Losar de la Vera, la curiosidad es el arte en recortar los setos formando figuras que llaman la atención del que por allí pasa.
En Valverde de la Vera son sus calles típicas estrechas y tortuosas para combatir el frío del invierno.
Con sus regueras que fluyen por el centro del empedrado, para distribuir el agua de riego de las huertas y facilitar la limpieza del casco urbano.
Mi última parada es en Arenas de San Pedro, junto a su conocido castillo del Condestable Dávalos que cambió su utilidad militar por funciones más pacíficas como auditorio-museo y sala de exposiciones.
Hasta aquí mi viaje de ida y vuelta.
Me quedo con un buen número de imagenes grabadas en mi cámara y en mi retina, muchos olores a naturaleza en los primeros días de primavera y a un buen numero de kilómetros disfrutados sobre la moto pues en definitiva esta era la excusa por la que inicie la ruta.
Saludos a todos y hasta la próxima.
Es sábado, día de descanso después de un buen número de días trabajados incluyendo la Semana Santa.
La predicción meteorológica anuncia cielos despejados y agradable temperatura para todo el día.
Mi chica Ana tiene turno de tarde y se me presenta un día por delante abierto al descanso y la meditación.
Y meditando llego a la conclusión de que la mejor opción que puedo elegir es coger la moto y pasar el día rodando por carretera con mi RT, llevar la cámara de fotos preparada para inmortalizar el momento y abrir el mapa para elegir destino.
El destino elegido es ambicioso para tratarse de una salida de ida y vuelta pero las ganas de moto son muchas (vaya adicción que tengo), el tiempo anima y tengo todo el día a mi disposición.
Esta es la ruta
Salgo por la carretera de los Pantanos y aguanto los aburridos kilómetros de autovía hasta San Martín de Valdeiglesias, autodenominada “Costa de Madrid”.
A partir de aquí son todo entretenidas carreteras comarcales y nacionales de doble sentido con infinidad de curvas y buen asfalto.
Paso junto al Pantano del Burguillo que durante el invierno daba pena verlo por la poquísima cantidad de agua que le quedaba y ahora rivaliza en belleza con cualquier lago alpino
Al fondo, la Sierra de Gredos en cuyas cumbres todavía se mantienen las nieves de este pasado invierno.
Parada intermedia en Venta Rasquilla de cuya chimenea salía un olor que hacía imposible no hacer una parada para reponer fuerzas y seguir la marcha.
Sin darme casi cuenta me presento en el Barco de Avila que desde lejos se hace notar por el Castillo de Valdecorneja que domina todo el pueblo desde su privilegiada posición.
Sigo por la N-110 dirección Plasencia, ya estoy muy cerca del Puerto de Tornavacas, límite entre Avila y Cáceres donde además existe un balcón natural para admirar la belleza del Valle del Jerte.
Estamos en la época del año en la cual, la gran cantidad de cerezos que se cultivan en la zona, muestran sus flores blancas dando al valle un colorido singular.
Esto hace que a toda la comarca acudan viajeros como yo a contemplar dicho espectáculo, los pueblos están a rebosar de turistas haciendo compras de los productos típicos de la zona.
Hago una parada bajo la sombra de un cerezo pues el calor en la parte baja del valle es considerable
Tambien tengo a mano para refrescarme, el abundante agua que recorre el valle gracias al rio Jerte y sus afluentes que bajan de las montañas que todavía guardan nieve en sus cumbres.
Doy por terminado mi recorrido por el valle del Jerte y paro para demostrar que todas las flores que se ven allí no tienen por que ser blancas.
El viaje de vuelta no quiero hacerlo por el mismo sitio y la mejor opción es seguir la EX-203 "Carretera de la Vera", que para el que no la conozca y le guste el buen asfalto y las carreteras reviradas se está perdiendo un recorrido especial.
Atravesando pueblos como Cuacos de Yuste donde se encuentra el Palacio-Monasterio de Yuste en que el Emperador Carlos I de España y V de Alemania se retiró tras abdicar
Y donde tambien se encuentra el Cementerio Militar Aleman
En él están enterrados los soldados alemanes de la Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial que llegaron a las costas y tierras españolas debido a naufragios o al derribo de sus aviones.
Si habéis estado por Normandía recordareis imagenes parecidas.
El agua es una constante en esta zona
El agua del deshielo baja por la montaña y forma en algunos lugares verdaderas piscinas naturales.
En otros pueblos como Losar de la Vera, la curiosidad es el arte en recortar los setos formando figuras que llaman la atención del que por allí pasa.
En Valverde de la Vera son sus calles típicas estrechas y tortuosas para combatir el frío del invierno.
Con sus regueras que fluyen por el centro del empedrado, para distribuir el agua de riego de las huertas y facilitar la limpieza del casco urbano.
Mi última parada es en Arenas de San Pedro, junto a su conocido castillo del Condestable Dávalos que cambió su utilidad militar por funciones más pacíficas como auditorio-museo y sala de exposiciones.
Hasta aquí mi viaje de ida y vuelta.
Me quedo con un buen número de imagenes grabadas en mi cámara y en mi retina, muchos olores a naturaleza en los primeros días de primavera y a un buen numero de kilómetros disfrutados sobre la moto pues en definitiva esta era la excusa por la que inicie la ruta.
Saludos a todos y hasta la próxima.