McBauman
Curveando
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Lo bueno y lo malo de Alicante es que está ahí al lado. Al estar tan cerca me puedo escapar cualquier fin de semana. Al estar tan cerca no voy nunca.
Pero para no liarnos mucho empezaremos por el principio de los tiempos:
A Jaba se le había ocurrido que podíamos quedar en Alicante, a medio camino entre Ibiza y Almería, y yo nunca sé decir que no.
El día que pueda organizar un viaje como las personas me voy a volver loco: dos días antes de ir aún no sabía si podría hacerlo por cuestiones laborales (en efecto, el Sultán también trabaja); el día antes no sabía si podría ir por no haber plazas disponibles en ningún barco que yo pudiera coger… pero finalmente pude, pero finalmente lo cogí, pero finalmente fui. Como casi siempre.
El día de autos salgo de casa con todo preparado y noto que me saludan muchos conductores, algo bastante inusual en Ibiza… están contentos porque me voy?
15 kms más tarde veo que la tapa de la maleta va abierta, de ahí los saludos. Creo que no he perdido nada pero se ha doblado y no cierra. Visita de urgencia al taller.
Mientras oigo los martillazos tomo una coca-cola a ver si me refresco.
Llego al puerto. Horror han encerrado al mar!!!!
Buff, es sólo un susto.
Embarco. Termina el estrés. Comienzan los sueños
Llego a Denia. Ya es de noche pero todavía hace mucho calor. El campo base está situado en Santa Pola. Estoy a casi hora y media. Tardaré menos de una.
En el peaje de la autopista el ticket sale volando y se mete en la ranura del asiento. Lo desmonto, lo encuentro, me pillo un dedo al cerrarlo, monto una caravana de consideración.
Llego a Santa Pola. Me pierdo entre Polonia y Noruega (eso ponía en los nombres de las calles). Son más de las 12 de la noche. Al doblar una esquina veo a lo lejos a Jaba y a su hermana. Tenía que haberlo imaginado antes: cuando eran pequeños, el día en el que iban a repartir las sonrisas Jaba se quedó metiendo un gol a Brasil (con la playstation, se entiende) y por eso ahora no puede sonreír. Y por eso su hermana tiene una sonrisa el doble de grande.
(No hay foto. Listos, que sois unos listos)
Ana nos esperaba vigilando que las cervezas no se calentaran.
Después de un arco, un pasillo, una puerta, un primer espejo, un segundo espejo, un murito y un montón de flores se encuentra la ducha. Me hago fuerte en ella. Con el día que llevaba y lo fresquito que me encontraba estuve a punto de esposarme allí mismo para que no pudieran sacarme ni a empujones. Pero iba a ser complicado dar explicaciones así que, finalmente, desistí y salí “motu propio” de debajo del agua fresquita.
Y como por arte de magia comenzaron a salir jarras heladas llenas de cerveza por todos los rincones. Y una cena estupenda. Y con los mojitos algo falló (eso me pasa por intentar ayudar). Y entre tantas atenciones, sonrisas amables y conversaciones agradables comencé a sospechar que éstos habían creído que soy realmente un sultán… ya si eso, mañana les cuento la verdad, pensé.
Y después de pegarme un buen cabezazo contra una pared, me dormí.
Pero para no liarnos mucho empezaremos por el principio de los tiempos:
A Jaba se le había ocurrido que podíamos quedar en Alicante, a medio camino entre Ibiza y Almería, y yo nunca sé decir que no.
El día que pueda organizar un viaje como las personas me voy a volver loco: dos días antes de ir aún no sabía si podría hacerlo por cuestiones laborales (en efecto, el Sultán también trabaja); el día antes no sabía si podría ir por no haber plazas disponibles en ningún barco que yo pudiera coger… pero finalmente pude, pero finalmente lo cogí, pero finalmente fui. Como casi siempre.
El día de autos salgo de casa con todo preparado y noto que me saludan muchos conductores, algo bastante inusual en Ibiza… están contentos porque me voy?
15 kms más tarde veo que la tapa de la maleta va abierta, de ahí los saludos. Creo que no he perdido nada pero se ha doblado y no cierra. Visita de urgencia al taller.
Mientras oigo los martillazos tomo una coca-cola a ver si me refresco.
Llego al puerto. Horror han encerrado al mar!!!!
Buff, es sólo un susto.
Embarco. Termina el estrés. Comienzan los sueños
Llego a Denia. Ya es de noche pero todavía hace mucho calor. El campo base está situado en Santa Pola. Estoy a casi hora y media. Tardaré menos de una.
En el peaje de la autopista el ticket sale volando y se mete en la ranura del asiento. Lo desmonto, lo encuentro, me pillo un dedo al cerrarlo, monto una caravana de consideración.
Llego a Santa Pola. Me pierdo entre Polonia y Noruega (eso ponía en los nombres de las calles). Son más de las 12 de la noche. Al doblar una esquina veo a lo lejos a Jaba y a su hermana. Tenía que haberlo imaginado antes: cuando eran pequeños, el día en el que iban a repartir las sonrisas Jaba se quedó metiendo un gol a Brasil (con la playstation, se entiende) y por eso ahora no puede sonreír. Y por eso su hermana tiene una sonrisa el doble de grande.
(No hay foto. Listos, que sois unos listos)
Ana nos esperaba vigilando que las cervezas no se calentaran.
Después de un arco, un pasillo, una puerta, un primer espejo, un segundo espejo, un murito y un montón de flores se encuentra la ducha. Me hago fuerte en ella. Con el día que llevaba y lo fresquito que me encontraba estuve a punto de esposarme allí mismo para que no pudieran sacarme ni a empujones. Pero iba a ser complicado dar explicaciones así que, finalmente, desistí y salí “motu propio” de debajo del agua fresquita.
Y como por arte de magia comenzaron a salir jarras heladas llenas de cerveza por todos los rincones. Y una cena estupenda. Y con los mojitos algo falló (eso me pasa por intentar ayudar). Y entre tantas atenciones, sonrisas amables y conversaciones agradables comencé a sospechar que éstos habían creído que soy realmente un sultán… ya si eso, mañana les cuento la verdad, pensé.
Y después de pegarme un buen cabezazo contra una pared, me dormí.