Nuestro viaje de novios

ABRAXAS

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Introducción:

Esto no es solamente un viaje en moto, en realidad es el producto de dos factores anteriores.

El primero, la semilla del mismo es hace unos años, lejos de aquí y de Turquía. En Berlín, donde se encuentra el Altar de Pérgamo, un impresionante edificio para el que han construido un museo entero. Cuando lo vimos nos entró la curiosidad por ver dónde estará ese sitio y qué más habrá allí.

Tras consultar al todopoderoso Google localizamos el susodicho en Turquía y, navegando un poco más vemos que no solamente ese, sino muchos de los sitios conocidos de la antigua Grecia están también allí. Nombres de sitios relacionados con las siete maravillas del mundo antiguo, con nombres como Platón o Aristóteles u Homero… Habrá que ir a verlo.

La segunda es una decisión de embarcarnos en un viaje que durará mucho tiempo y promete acaparar muchos recursos. Nos planteamos tener familia, lo que no nos permitirá viajar juntos en moto durante una temporada. Así que hay que hacer un viaje especia, a modo de despedida.

Tiene que se en Mayo, no tenemos ganas de que el calor sofocante le reste disfrute al mismo, pero hay que conseguir que en nuestros respectivos trabajos nos dejen coger tres semanas de vacaciones en estas fechas, ya que en ambas empresas el periodo preferente es Julio – Agosto. De aquí se desprende la decisión de casarnos y hacer de este nuestro viaje de novios, eso siempre ayuda.

Estos factores, que a priori puedan parecer gratuitos y fuera de contexto, son importantes para entender el espíritu con el que se emprende en viaje ya que, junto con otros acontecimientos influyen en el modo en que se percibe el entorno.

Los protagonistas
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Preparativos

Como ya se ha comentado es un “viaje de novios” y por lo tanto es posterior a una boda. La nuestra no ha sido convencional, pero ha requerido preparativos. Así que los preparativos del viaje se han mezclado con los de la “boda” y la sensación de ansiedad se ha duplicado conforme se acercaba la fecha.

Las tareas de preparación están perfectamente definidas:

Paula, como navegante y parte pensante en esta pareja se ha encargado de programar rutas estudiar sitios de interés y aprender cuatro palabras en Turco.

La ruta propuesta:
1ª Parte: Valencia – Barcelona – Ferry – Civitavecchia – Terni – Ancona – Ferry – Split.
2ª Parte: Split – Kraljevo – Plovdiv – Canakale
3ª Parte: Canakale – Urgup (y a lo que surja por el camino)
4ª Urgup – Ankara – Estambul
5ª Estambul – Tesalónica – Igoumenitsa – Ferry – Bari – Civitavecchia – Ferry – Barcelona - Valencia

David, como parte ejecutora del equipo, puesta a punto de la moto, descarga de mapas para el GPS y planteamiento de equipaje imprescindible.

Las actuaciones sobre la moto: Kit de arrastre, ruedas, pastillas delanteras y traseras, aceite y filtros.

En cuanto al equipaje, no hemos añadido nada especial, básicamente lo mismo que me llevaría a un fin de semana en Teruel (teniendo en cuenta que son tres semanas) más los pasaportes.

Una semana antes de salir, un triste acontecimiento nos deja helados, elimina por completo la euforia por el inminente viaje y añade un factor más que va a influir en la manera de vivir todo lo que está a punto de pasarnos.

El viaje.

DIA 1.

Es día 23 de Mayo, llevamos un día casados y nos levantamos con resaca, nos espera un ferry en Barcelona que nos llevará hasta Civitavecchia. Terminamos todo lo que no hemos tenido ganas de preparar durante la semana. Un último vistazo que no nos dejemos nada y arrancamos la moto demasiado tarde para poder hacer una ruta hasta Barcelona, todo autopista. No importa, vamos a tener muchos días de moto cruzando sitios desconocidos para nosotros, con curvas que nunca hemos hecho… En resumen que nos vamos a hartar.

A la altura de Sitges no podemos remediarlo y abandonamos la aburrida autopista, tenemos tiempo. Al final llegamos a Barcelona, sacamos las tarjetas de embarque y a dar una vuelta por el Borne hasta la hora del embarque.
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Dia 2

Madrugamos pero poco, el ferry no llega a Civitavecchia hasta las 7 de la tarde, así que nos espera un día de poca actividad. Nos sentamos al sol a leer un rato, es difícil concentrarse y no estar divagando y perderse en todas las aventuras que están por llegar, podemos sentir cómo fluye la adrenalina.

Llegamos a Civitavecchia, salimos del barco y tomamos dirección Terni siguiendo al pie de la letra las indicaciones del Tom Tom. El paisaje es bonito y la carretera tiene un trazado divertido, pero hay mucha densidad de tráfico, estamos cruzando una zona rural y esto parece la Gran Vía.

Sorprende el calor que hace y son las 8 de la tarde. Nosotros que nos hemos tenido que casar para poder hacer el viaje en Mayo y llegamos a Italia en plena ola de calor.

Esta noche hemos quedado con Chiara, una integrante de hospitalityclub, un foro de acogida de Internet en el que participamos hace años. Acoges a viajeros de paso en tu casa y encuentras quién te acoja en cualquier parte. La experiencia en ambos sentidos siempre es gratificante.

La ruta:
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Llegamos a Terni pasadas las 9 de la noche. Chiara nos lleva a dar una vuelta a ver el pueblo y a cenar una impresionante pizza por dos duros. Terni es una ciudad de unos 100.000 habitantes. A pesar de ser domingo por la noche, hay mucha vida en la calle e invita a tomar una caña en cualquiera de las terrazas. Me pareció un sitio agradable.

El momento de la llegada:
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Chiara Resulta ser una persona muy interesante. Vive con cuatro gatos, es cantante de jazz, y tiene una espectacular colección de películas y otra de comics. Toda una freak.

Dia 3

Chiara nos ha indicado algunos sitios para ver en nuestro camino hacia Ancona, una es un salto de agua que parece ser que es la estrella en el turismo de la zona. Es artificial, construido por los romanos hace mucho, y no está siempre activo. En este viaje no nos cuadran las horas, por lo que decidimos no visitarlo. Como segunda opción nos da Spoleto, que está en nuestro camino.

Estamos atravesando una zona montañosa, con lo que la carretera es muy interesante. Hay tráfico, pero dada la peculiar forma de conducir de los italianos esto no es problema, se puede adelantar en cualquier sitio, simplemente hay que tener en cuenta que los que vienen de frente piensan lo mismo.

Spoleto es bonito, con interesantes edificios representativos del Románico Italiano. Paseamos algo por sus calles, pero la ola de calor, con temperaturas de hasta 38ºC nos deja sin ganas de caminar, vestidos como vamos con la ropa de moto. Dan ganas de rodar otra vez y que por lo menos nos dé el aire.

En este momento, Paula mete la cabeza debajo del chorro de una fuente intentando refrescarse, sin darse cuenta de que lleva una de las cámaras de fotos colgada al cuello. El desenlace lógico llega y la cámara decide darse un baño. La sacamos del agua y le quitamos tarjeta y batería. Ahora solo queda cruzar los dedos y esperar un milagro.

Alguna foto de Spoleto:
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Seguimos ruta hacia Ancona con la esperanza de que el aire nos refresque un poco. El calor sigue siendo sofocante, y uno se ahoga dentro del casco, así que decidimos bajar el ritmo y abrir la mentonera. El viento caliente tampoco es muy agradable, es como si te enchufasen un secador a la cara, pero es mejor que la sensación de ahogo que produce el casco cerrado.

La carretera es bastante bacheada. Esto, aparte de descolocarnos todos los huesos, provoca que el soporte del GPS no aguante y se me suelte. En este punto conviene aclarar que me pasé de listo y llevo montado un soporte universal de coche, 5 € en los chinos de la esquina. Lo cierto es que ha aguantado varios viajes. El GPS va atado por seguridad en previsión de que esto pudiera pasar, con lo que no se pierde del todo, pero sí se lleva un buen golpe que lo deja colgado. Hay que reiniciarlo.

En realidad es un Pocket PC con antena GPS y esto, para los no iniciados, quiere decir que si lo reinicias pierdes el software que hayas instalado. Moraleja: ya no hay TomTom.

Para animar más el viaje, se rompe la clavija que une el intercomunicador con el casco de Paula, así que hay que cortar y empalmar. Esta será la primera de una larga serie de intervenciones a las que ha habido que someter el aparato en cuestión.

Al final llegamos a Ancona y nos preparamos para tomar el ferry que nos llevará a Split. Fuera de la Unión Europea, final de esta primera etapa del viaje y principio de la siguiente. En el ferry hay más motos que cualquier otro vehículo, de toda Europa.

La ruta:
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No han sido muchos kilómetros, pero el calor nos ha dejado completamente destrozados, es como si hubiésemos hecho miles. En el ferry, conocemos a un Alemán que viaja solo con su R1150R y se une a nosotros en la cena. Va a hacer una ruta por la costa Croata en solitario. Como buen propietario de moto japonesa defiendo orgulloso mi elección basándola en precios mantenimientos, etc… Totalmente de acuerdo conmigo, me dice que en su pueblo, Frankfurt la hora de taller para la BMW tiene un precio de 120 €. O son muy rápidos trabajando o en dos sesiones pagas una nueva. Todavía me queda la duda de si no sería un problema idiomático

Dia 4

Es 26 de Mayo y es mi cumpleaños, pero eso no importa. Lo verdaderamente importante es que nos espera una tirada de algo más de 600 Km por carreteras secundarias, con muchas curvas y tocaremos 3 países.

La idea es atravesar Croacia y Bosnia i Herzegovina para llegar a Kraljevo, en Serbia. El ferry llega a Split a las 7 AM, con lo que tenemos todo el día y no parece difícil.

Llegada al puerto de Split:
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Hay que tener en cuenta que la ruta propuesta por ViaMichelin y por el TomTom es subir hasta Zagreb y coger allí la autopista que lleva hasta la frontera de Bulgaria con Turquía. Pero estamos sitios nuevos para nosotros, y si lo único que vamos a hacer es atravesarlos, nos resistimos a que sea por autopista, tenemos tiempo por ahora.

Pasamos la frontera y con nuestro sello en el pasaporte, que siempre queda bonito, dejamos Split dirección Sur – Dubrovnik.

Hace años hicimos esta misma ruta en coche y en Agosto, viendo montones de moteros italianos y alemanes y babeando de envidia. Esta vez nos toca a nosotros. La carretera es como la recordábamos, muy bonita, buenas curvas y bonitos paisajes, pero las medias no salen. En un pueblecito paramos y comprobamos, llevamos 3 horas y hemos hecho apenas 180 km. Tememos que a este ritmo no llegamos. De todas formas son todavía las 10 y queda todo el día.
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Por el camino vamos adelantando tanto solitarios como grupos de moteros, y nos van adelantando otros. En cada una de estas maniobras se forman grupos temporales, a todos nos gusta rodar en grupo. Ahora sigues un rato a una Varadero con matrícula holandesa, le adelantas y te sigue él otro rato para luego volver a su ritmo y dejarte ir. Ahora te adelanta un grupo alemán y te das cuenta de que has hecho lo mismo, adaptando tu ritmo al suyo.

En la parada que hacemos decidimos que hay que dar un poco más de gas si queremos cumplir con la etapa, así que nos ponemos en marcha y prácticamente sin darnos cuenta hemos llegado a la frontera con Bosnia. En esta no nos hacen ni caso, ven la matrícula y nos dejan pasar, no hay sellito esta vez.

El paisaje ha cambiado, se vuelve de un verde más continental y aparecen las primeras mezquitas
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Y llegamos a Mostar, primer hito en la etapa de hoy. Cuando pensamos en Mostar a todos nos viene a la cabeza palabras como genocidio o masacre. Pero ofrece algo más, aparte de algún resto de la guerra que se conserva como recordatorio, o como ejemplo de hasta dónde puede llegar la estupidez humana. Tiene un casco antiguo muy bonito y acogedor, que se extiende a ambas orillas de un río. Una de las orillas es Musulmán y la otra Cristiana. Hay un puente que las une, durante muchos años culturalmente de manera aparentemente apacible y luego solo físicamente. Este puente es símbolo de la ciudad.

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De nuevo hace mucho calor para andar de turisteo, por lo que decidimos emprender viaje hacia Sarajevo y comer allí.

La ruta hacia Sarajevo atraviesa una zona montañosa, donde la mayor parte del tiempo está prohibido adelantar. Hay mucho tráfico, está prácticamente atascado. Por el espejo veo cómo se aproxima una GS con mucho equipaje. Me adelanta y se pone a mi lado. Es una pareja de Alemanes que no se lo piensa a la hora de adelantar, ya tengo mi liebre. Tiro detrás de ellos y pronto llegamos a la causa del atasco. En una curva hay una grúa retirando los restos calcinados de un camión cisterna, uno no puede evitar pensar que se ha librado por poco.

Llegamos a Sarajevo pasadas las 2. A estas alturas estamos muy cansados y hambrientos, pero no vemos nada que nos llame la atención y nadie habla nada que entendamos. Decidimos cruzarlo y buscar algún sitio en la carretera.

Hasta ahora ha sido fácil, las indicaciones tanto para Mostar como para Sarajevo eran claras y abundantes. A partir de aquí todo ha cambiado. No tenemos GPS, el mapa es una copia de la ruta de Via Michelín y para mayor gloria, los carteles están en cirílico.
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A las 3 y pico encontramos un bar en la carretera donde nos dan de comer. Ni hablan ni entienden ninguno de los idiomas que hablamos nosotros, pero para pedir comida no hace falta mucho. Otra cosa es que sepas lo que estás pidiendo. Lo nuestro estaba rico, pero un poco excesivo:
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Con ánimos renovados emprendemos la marcha hacia nuestro próximo destino: Serbia. Convencidos de que estábamos en el camino correcto. No obstante hay algunos indicios que hacen dudar de si estamos en lo cierto, la calidad de la carretera va empeorando y pasamos por túneles muy estrechos y oscuros.
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Paramos en una gasolinera y preguntamos. El gasolinero tampoco habla ningún idioma que no sea el serbio, cuando le enseñamos el mapa nos dice que sí, que por aquí se puede ir pero que tenemos 20 km de “no asfalt”. Le pregunto si con la moto se puede pasar bien, mira la moto y se deja convencer por su aspecto aventurero porque me sonríe y levanta el pulgar. Es el empujoncito que nos faltaba, ¿cómo habré podido dudar? Vamos con una todopoderosa Vstrom y somos amos del universo. Después de todo hemos llegado hasta aquí con una fotocopia del viamichelin y sin GPS. Por supuesto el hecho de que realmente estamos perdidos y este no es el camino correcto no tiene la menor importancia.

Subidos de nuevo en nuestra moto salimos dirección a ese insignificante tramo sin asfaltar. La vegetación a los lados de la carretera es tremendamente espesa y el cielo está nublado, pero todavía no llueve. Por fin llegamos al tramo “no asfalt”, hay un cartel que lo indica, con recomendaciones de velocidad y un texto en cirílico que no entendemos. El terreno parece bastante compacto, así que tiramos.

Llegamos a un tramo en obras, donde los operarios están ya recogiendo, parece que se ha hecho tarde. Por supuesto nos miran con extrañeza, no estamos seguros de cómo interpretar la mirada. Estamos un poco tensos y de repente sale de detrás de n camión un tipo enorme gritando y quitándose la camiseta. La verdad es que interpretamos el gesto como hostil, abrí gas y salimos de allí pitando. Por el espejo veo cómo el resto hace aspavientos y dudamos, pero la inseguridad y el miedo se ha instalado en nosotros y decidimos ignorarles.

Lo siguiente es un túnel muy oscuro y en el que hay barro. No puedo verlo pero noto cómo la rueda delantera va por donde le parece, viene a la cabeza la primera experiencia con el trail y eso fue en Guara (Huesca), esto es Bosnia. La aventura ha dejado de ser divertida.
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Por último, nos encontramos en una bifurcación del camino sin señales de ningún tipo. No tenemos un mapa en condiciones, el GPS ha muerto, son las 6 de la tarde y llevamos en la moto desde las 7. Como hemos comentado, los últimos 10 minutos ya no han sido divertidos.

Decidimos dar la vuelta, recorrer los 40 km atrás, volver a Sarajevo y buscar un buen hotel. Pasamos otra vez por el túnel y nos enfrentamos a la posible hostilidad de los bárbaros.

Al pasar de nuevo por delante de ellos no nos hacen ni caso, lo cuál nos hace sentirnos ridículos y avergonzados por nuestro absurdo prejuicio. Supongo que todavía se ríen cuando se lo cuentan a sus amigos delante de una cerveza. Realmente es una buena idea retroceder, descansar y recuperar algo de sentido común.

El camino de vuelta, bajo la lluvia y meditando sobre lo que nos ha pasado y sobre cómo lo hemos vivido.

Ya en Sarajevo nos encontramos con una ciudad agradable, las terrazas están llenas de gente tomando cañas y es acogedora. Cenamos cualquier cosa y a descansar, que mañana hay que recuperar lo que hoy no hemos podido hacer. Turquía nos espera.

Dia 5

Son las 7 y estamos en pie, con las maletas recogidas y preparados para desayunar y salir rumbo a Turquía. Para cumplir con el plan establecido debemos llegar a Plovdiv, lo que significa hacer 748 km. A pesar de la experiencia del día anterior, en el que 360 km nos costaron casi 12 horas y acabamos reventados, seguimos convencidos de que es posible. De todas maneras, si hay que cambiar de planes, ya lo haremos.

La carretera correcta no es como la del día anterior, se nota que es una vía más importante, tiene un buen asfalto. Como entrante tenemos un fantástico puerto de montaña con mucha vegetación y con poco tráfico que desemboca en una preciosa meseta para luego enlazar con un valle por el que discurre paralela a un rio. Parece que hoy sí van a salir los kilómetros y de manera muy placentera.
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Y de esta manera llegamos a la frontera con Serbia. En esta sí miran los pasaportes y la documentación de la moto. En ese momento uno se plantea que ni en Croacia ni en Bosnia les importa demasiado si entras con un vehículo robado o sin seguro

En Seria todo ha cambiado. La carretera es bastante recta y sería aburrida si no fuese por la particular forma de conducir de los serbios. Las incorporaciones por los laterales las hacen encomendándose a Dios, los adelantamientos en cualquier momento y con coches del paleolítico que los hacen eternos. Yo voy buscando liebres, alguien a quien seguir, que me sirva de referencia y que me cubra en los adelantamientos. Así cruzamos Serbia, sin mucho más que contar, y llegamos a Bulgaria.

La frontera de Bulgaria es divertida, paras en una caseta, apuntan datos y los graban en un pendrive que debes entregar en la siguiente caseta, donde repetirán la operación, y así hasta un total de 5 casetas. No plantea ningún problema, pero digo yo que no debe ser tan complicado establecer una red entre las cinco casetas.

Una vez en Bulgaria hay autopista hasta Sofía. Decidimos que puede ser un lugar interesante para pasar la noche, son las 5, así que podremos hacer un poco de turismo.

Llegados al centro, nos acordamos de Javi y su Rumbo a Tartaria. Hay un tremendo atasco en el que nos pasamos 1 hora rodeados de coches de lujo decorados con globitos, y adolescentes saliendo por las ventanillas y gritando. ¿Sofía debe ser siempre así?
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En realidad, según nos comentan, el evento en cuestión es la celebración de la mayoría de edad de los niños y niñas y dura un par de semanas. Por el día se dedican a dar vueltas en coche y por la noche a ir a fiestas. No parece un mal plan… para un par de días. Pero así durante dos semanas parece demasido. Lo que no alcanzamos a entender es si va por barrios o distritos o es todos con todos. La fiesta de esta noche en el Sheraton, creo que no nos esperan. Al final, entre buscar un hotel y el atasco no nos queda demasiado tiempo para hacer turismo, pero ha sido un bonito día de moto y estamos satisfechos. Además aquí podemos comunicarnos con los camareros en inglés, y eso descansa mucho.

También aprovecho para conectarme en un cibercafe y pedirle a un compañero que me mande el Tomtom a una dirección de gmail para recuperarlo.

Cenamos abundantemente, un paseo y a dormir. Mañana más

La ruta:
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Dia 6.

Se repite el madrugón habitual ya en este viaje, y es que parece que va a ser la tónica. Desayunamos como solamente lo hacemos los que no estamos acostumbrados a los hoteles con buffet en el desayuno. Lo que es muy parecido a decir que no estamos acostumbrados a los hoteles. Nos falta echar los restos al bolso.

Salir de Sofía es un infierno de tráfico, nos cuesta casi una hora llegar a la carretera. Ya en ruta, al principio es autopista, pero luego se convierte en una recta parecida al día anterior. El paisaje tampoco es nada del otro mundo, es un llano sin más. Atravesamos muchos pueblos donde se ve bajo nivel de vida que contrasta con el lujo de Sofía. La gente aquí parece menos feliz que en Croacia, Bosnia o Serbia. Esto no deja de ser una percepción particular, estoy seguro de que hay otros contrastes y hay mucha Bulgaria por descubrir más allá de los márgenes de esta carretera, pero no nos entró curiosidad.

Nos centramos en buscar la pegatina para las maletas, el CV de la moto, pero es difícil de explicar qué es lo que queremos sin tener ni idea de búlgaro. Al final conseguimos que una mujer que orgullosa nos ha puesto al teléfono con su hija que habla inglés, nos escriba en un papel lo que queremos. Ahora es más fácil, en las gasolineras enseñamos el papel confiando en la buena voluntad de la señora. Nadie nos golpea, por lo que parece que no es ningún improperio, pero aun así llegamos a la frontera sin pegatina.

Cerca de la frontera coincidimos en un bar con un grupo de ingleses que vienen de Turquía, ya en viaje de vuelta. Es el grupo más heterogéneo que he visto en mi vida. A saber: Una GSAdv, una GS, dos BMW clásicas (1960 y 1970) y, lo mejor de todo, una Lambretta. ¿Os imagináis cruzar Europa subido en una Adventure al ritmo de una lambretta? La amistad puesta a prueba. Por favor ruego a mis amigos que no me pidan nunca un favor así.

Os dejo una foto que perfectamente podría ser un vídeo. Esto es más o menos lo que vimos de Bulgaria.
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Llegamos a la frontera Turca, es mucho más moderna y equipada que las que hemos visto hasta el momento. Piden y estudian detenidamente la documentación y registran datos. Hay que pagar un visado de 15 € por persona que dura hasta Noviembre. A pesar de venir desde un país en el que no está el euro como es Bulgaria, y entrar en otro que tampoco lo tiene, el precio está directamente en Euros y es la moneda que aceptan.

Aparte de los viajes de caseta en caseta, no presenta ninguna complicación y no se tarda demasiado tiempo. Una vez en Turquía nos invade por primera vez esa impresión de haberlo conseguido, estamos en Turquía y hemos venido con nuestra moto.

Nos dirigimos hacia Eceabat, punto en el que cogemos el ferry que cruza el estrecho de Dardanelos para pasar a Asia.

Conforme nos alejamos de la frontera, el paisaje vuelve a ser interesante, así como la carretera. El Estrecho tiene mucho tráfico de barcos, ya que une el mar Egeo con el de Mármara. Hace mucho viento y estamos ansiosos por llegar, ni fotos, ni paradas estamos viendo Asia al otro lado.

Ya en Eceabat lo primero es comprar el pasaje del ferry. Tenemos algunas monedas turcas, ya que los ingleses nos han dado todo lo que les había sobrado, así que compramos los billetes y a esperar el barco.

Alrededor de la moto se junta una congregación a estudiarla, nos sentimos como unos seres que han venido en una nave espacial de otro mundo y me pregunto si esto va a ser siempre así. Afortunadamente no ha vuelto a ser así. Sí que les llama la atención, pero poco más.

En el ferry disfrutamos de una preciosa puesta de sol, con la emoción de estar casi en Asia, y conocemos a una pareja de australianos que vienen desde Chipre con una Honda Steed. Son muy majos así que quedamos con ellos a tomar una cerveza.
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El tipo resulta ser un crack, se ha pasado la vida trabajando lo justo para juntar algo de dinero y luego viajar hasta que se le acaba. La manera en que se mezcla con la gente y consigue cosas es impresionante.

Nos quedamos en el bar hasta que nos tiran y decidimos compartir ruta con ellos al día siguiente.

De Turquía sí tenemos mapa, guía y hasta un pequeño glosario, así que el hotel de hoy es bueno bonito y barato. Para más alegría, consigo reinstalar el Tomtom.
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Día 7

No toca madrugar, hemos quedado con nuestros nuevos amigos Savva y Susi a las 11, con lo que con calma nos levantamos, recogemos equipaje, colocamos las maletas, un buen desayuno y acudimos a nuestra cita.

Lo más cercano a Canakale es Troya. Lo que hemos leído al respecto no nos ha convencido demasiado, parece ser que los restos requieren mucha imaginación para ver lo que realmente fue. Por otro lado, hay corrientes a favor y en contra de la autenticidad del yacimiento y que sea realmente Troya. Lo que sí que está en la entrada es el caballo que hicieron para la película, pero no está Brad Pitt, lo que le resta interés.

Decidimos pasar de largo e ir directamente a Asos. En Asos es donde Aristóteles fundó la “Academia”, de donde parte la semilla de muchos de los razonamientos de hoy en día, así como de la forma de organizarnos en sociedad.

Vamos con mucha calma, a Savva le cazó un radar hace un par de días y le tocó pagar 100 € de multa. En esta multa todo es sospechoso. En primer lugar le dijeron que la velocidad para coches y camiones era de 90 y para las motos 80, como le cogieron a 100, la multa era de 200 TYL, que equivale a 100 €. En segundo lugar, aceptaron el pago en €. En comercios privados es habitual el pago en euros, pero en algo como una multa, que se le paga al estado lo veo extraño. Para acabar bien la historia, ni siquiera le dieron recibo, ni extracto, dos palmaditas en la espalda y a correr, pero poco.

El caso es que estaba escarmentado, con lo que nuestra velocidad era de 80, una nueva sensación ver cómo te adelantan trailers por la carretera yendo con moto.
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Paramos a tomar un café y refrescarnos un poco en una terraza. Son todo hombres del campo y nos miran con interés. No obstante el interés no les dura mucho y vuelven a lo suyo Savva entra como Pedro por su casa, nos busca un sitio en una mesa ya ocupada y mantiene un extraño diálogo con nuestros colegas de mesa. Digo extraño porque ninguno de los dos comparte idioma, sin embargo parece que se entienden perfectamente. Al final le lía para que le acompañe a por una sandía. Cuando vuelve consigue un cuchillo, la corta y empieza a repartir por todo el bar. Si antes nos miraban con dudas, ahora se han disipado, efectivamente somos deficientes. En cuanto se acaba la sandía volvemos a dejar de ser interesantes.
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Tras este pequeño descanso en el que hemos tomado todas las notas posibles de cómo profundizar con la gente de los sitios donde pasas y enriquecerte de lo que puedan aportarte, seguimos dirección a la Academia.

La carretera que va desde la general hacia el pueblo de Behramkale, donde se encuentran las ruinas, es muy sinuosa tanto vertical como horizontalmente. No invita a correr sino más bien a la calma y la contemplación, es más un camino asfaltado que una carretera.

Las ruinas de Asos no son espectaculares, pero el enclave sí, justo en frente se ve la isla de Lesbos, la broma fácil sobre sus habitantes está servida.
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Invita a sentarse, contemplar y dejar que la mente vaya donde le plazca. Se acerca un anciano del lugar con un manojo de Te salvaje y nos ofrece un ramillete. Paula y yo os ponemos a la defensiva, recordando las gitanas que ofrecen romero en España, pero el hombre insiste y dice “no para”, Savva nos traduce, “para” es dinero en turco. Lo que está haciendo es regalarnos el Té, otra vez nuestros prejuicios nos condicionan y nos hacer cerrarnos y perdernos algo. Aceptamos el té y escuchamos la historia que nos está contando. No entendemos el turco, pero tiene una bonita voz y es relajante, aparte gesticula mucho, podemos hasta entender que habla de la tierra, del entorno y del té.
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Comemos en un sitio muy cutre pero con unas vistas muy bonitas, pedimos una especie de empanadas fritas porque es lo único de lo que nos fiamos. Cuando pedimos la cuenta nos dice “fortín” (catorce), Savva saca un billete de veinte y yo solo llevo de cincuenta. El del bar coge los dos y le decimos que cobre del de 20 y que ya haremos cuentas. Ahora parece que no le habíamos entendido y que en realidad son “forti” (cuarenta). Tras una discusión sin acaloramientos y sin llegar a mostrarle lo que de verdad pensamos de él se queda en 20.

Continuamos el camino hacia el sur por una carretera en la que me alegro de tener una Maxitrail, es un continuo bache, cada vez que pienso en Susi, de paquete en la custom sufro. En las paradas me confirma que le está matando. En este camino pasamos por un camping donde hay una concentración de Aprilia Caponord, parece el sitio perfecto.

Tras unas cuantas paradas para que Susi se recupere, llegamos a Ayvalik, un pueblecito de pescadores donde pasaremos la noche.

Cenamos en un restaurante regentado por un Kurdo. Tras la cena viene el Raki (anis) y se nos une un grupo de amigos del cocinero que están celebrando un cumpleaños, eso sí, después de dejar a las mujeres en casa. Solamente hablan inglés dos de ellos, pero eso no importa. Ha sido una de las mejores veladas de todo el viaje.
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Hasta las 3 de la mañana bebiendo, cantando e incluso nos marcamos u baile. Eso sí, en esta parte de Turquía solo bailan los hombres.
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Dia 8
Anoche Savva y Susi estuvieron convenciéndonos para acompañarles a Lesbos, ya que el ferry sale desde Ayvalik y está muy cerca.

Estuvimos valorando los puntos a favor y en contra de esta desviación de nuestros planes. Por un lado, con ellos estamos viviendo el viaje de manera más intensa, son una pareja con una euforia y un entusiasmo por todo lo que les rodea que nos tiene enamorados, con los que entras hasta la cocina y te mezclas con la gente y te sientes más viajero que turista. Pero no salen los kilómetros, no hay manera de avanzar. Primero por la velocidad, que no pasamos de 80, y después precisamente por esa capacidad de relacionarse con todos, en cada parada estamos aproximadamente media hora.

Nosotros tenemos un plan y nos apetece seguirlo. Queremos ver Éfeso, Afrosdisias, Pamukale y llegar a Capadocia, pero poder cambiar el plan da una especial sensación de libertad, todo esos sitios van a estar allí muchos más años.

Al final decidimos que vamos con ellos, un par de noches más y seguiremos con nuestro plan hasta Capadocia.

Después de desayunar en la terraza del hotel, con unas maravillosas vistas de nuestro siguiente destino, Paula va a preguntar por el ferry y yo me doy una vuelta por el pueblo para buscar un tornillo de la pantalla que perdí de la V con tanto bache y traqueteo.
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Paula viene con malas noticias, son casi 400 euros el ferry ida y vuelta, demasiado para un solo día. Savva vuelve con nuestro nuevo amigo del restaurante de la noche anterior y consigue 240. De todas formas sigue siendo un precio excesivo para pasar solamente un día en la isla, con lo que decidimos no ir y seguir adelante con nuestro plan.

Con ello, salimos dirección a Pergamo, el detonante de nuestro viaje. Con las contínuas paradas y el ritmo lento, llegamos allí a las 15, la mejor hora para hacer turismo de ruinas.

A estas alturas ya hemos decidido renunciar a la seguridad. No aguantamos más con los pantalones de cordura, y han sido desplazados por los vaqueros. Generalmente no lo hago, no me gusta ir en moto sin ropa específica, pero el calor me está matando.

En Pérgamo hay dos zonas, por supuesto se paga en las dos. En la zona baja está el Asclepión, un hospital – balneario donde acudían los emperadores a curarse de sus enfermedades y de los excesos cometidos.
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En la parte alta está lo que fue la ciudad. No queda mucho en pié, pero suficiente para hacerse una idea.
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Tras este pequeño baño de cultura nos dirigimos a Foca, una localidad costera turística con cierto encanto. Por el camino uno se espera todo menos un pueblo bonito, cruzamos una zona industrial con acerías, plantas de gas y una central térmica que asusta. Al final del camino el paisaje cambia totalmente y el pueblo es realmente encantador.
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En la pensión, como estamos recién casados nos ofrecen la habitación del ático, con salida directa a una magnífica terraza con vistas a la bahía, y nos dan algunos consejos para el resto del viaje. El precio, 50 TYL.

La cena, en la que no faltó de nada, incluso sacaron un pan recién hecho con los nombres de Susi y Paula escritos con sésamo, costó 100 TYL, (50 €) los cuatro.

Dia 9

Nos levantamos a las 7 AM, queremos salir pronto para ir a ver Éfeso y no queremos que se nos haga muy tarde. Por lo menos no las 15 y asarnos durante la visita.

Antes de desayunar bajamos a la playa, llevamos unos días ya viendo el Egeo, con sus aguas cristalinas y sin haber tenido oportunidad de darnos un baño. A pesar de la hora, ya hace calor, hoy el día promete ser caluroso.

Tras el desayuno recogemos todo el equipaje y lo montamos, estamos listos. No obstante, debemos esperar a nuestros nuevos amigos, que no tienen tanta prisa. Al final salimos pasadas las 10.

Tras un breve recorrido por la carretera secundaria desde Foca hasta la principal que nos lleva a Izmir, viene un tramo menos interesante. Izmir es una inmensa ciudad de más de 5 millones de habitantes, con un tráfico totalmente caótico. Al cruzarla perdemos a nuestros compañeros de viaje en un cruce. Después de esperarles un poco, decidimos seguir nuestro camino.

Nos queda un rastro de mala conciencia, a pesar de que les hemos cogido mucho cariño, tenemos ritmos de viaje totalmente distintos. No es solamente por la velocidad de crucero de unos y otros, a veces su calma nos desespera. En cierto modo nos sentimos liberados cuando los pedemos, por eso tenemos mala conciencia, como si lo hubiésemos hecho a posta.

De Izmir a Éfeso hay autopista. El precio es irrisorio, y casi se agradece, hace varios días que no meto sexta en la moto y ya tenía ganas. El trayecto pasa pronto y llegamos a Éfeso.

Éfeso está en un valle que desciende algunos metros, y es lineal. Si se entra por la misma puerta que se sale hay que recorrerlo en ambos sentidos por el mismo sitio.

En previsión, el gobierno local ha dispuesto un servicio gratuito de autobuses que te recogen en la parte baja y te llevan a la alta, así solamente tienes que descender. Realmente merece la pena.

Mientras estamos esperando, aparecen nuestros amigos, nos alegramos sinceramente de verlos y visitamos juntos el yacimiento.

El “precio” a pagar por el servicio de autobús es que primero te llevan a un outlet de piel. No es obligatorio comprar, solamente mirar y no te agobian demasiado. Un apunte, aunque los precios parezcan buenos, no están en TYL sino en Euros, con lo que es el doble de lo que uno supone cuando lo ve.

Tras comprobar el pequeño truco comercial, por llamarlo de alguna manera salimos corriendo del lugar y seguimos hasta Éfeso.

Éfeso es realmente una maravilla, las fotos hablan por sí solas aunque no son capaces de reflejar lo que se siente allí. Como no podía ser de otra manera, son las tres de la tarde.
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Tras la visita son despedimos definitivamente de nuestros amigos, ha sido bonito mientras ha durado, pero debemos seguir cada uno nuestro viaje y a nuestra manera.

Nosotros volvemos hacia atrás, hacia Izmir. La empresa de Paula tiene una oficina allí y se conocen por teléfono. Sus compañeros nos han dado algunos consejos para preparar el viaje, y nos apetece hacerles una visita.

En Izmir, buscamos un buen hotel, con vistas a la bahía y cerca de las oficinas. La moto duerme en la calle, lo que, teniendo en cuenta el tamaño de la ciudad no me tranquiliza demasiado. No obstante, por lo que he visto en Turquía, tengo la sensación de que es un sitio muy seguro en general. En la mayoría de los sitios, hemos dejado el casco colgando del espejo y las chaquetas en el asiento mientras hemos hecho turismo y en ningún caso ha faltado nada. De todas formas no tengo muchas opciones y no me pienso amargar, así que ahí se queda.
 
Día 10

Sin prisas, tenemos todo el día, aprovechamos el magnífico desayuno para contrarrestar el hambre de la pasada noche. Esta vez no acertamos con el restaurante.

Sí acertamos con el hotel, realmente las vistas desde la habitación son increíbles.
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Hacemos la visita de rigor a la oficina. Las compañeras de Paula resultan ser dos guapas chicas jóvenes que la / nos llevan de compras al bazar. Por supuesto Paula peca en varias ocasiones bajo mi inquisidora mirada que poco efecto hace.
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Y así pasa la mañana hasta que nos llevan a probar el auténtico doner kebab tal como lo conocemos aquí, pero con variaciones.

El plato en cuestión consta de una base de pan de pita que previamente han puesto en la base del tocho de carne, recibiendo toda la grasilla que éste rezuma. Encima vienen las ya conocidas tiras de carne, una salsa de tomate picante y, justo cuando estás pensando dónde vas a meter semejante bomba, echan un poco de mantequilla derretida por encima.

Tras haber degustado este ligero manjar nos despedimos de Gokcen y Ceren (son nombres, lo juro) y tomamos rumbo al sur para girar luego hacia el interior, la Turquía Profunda.

El destino final de hoy es Pamukale, conocido por las piscinas naturales donde el blanco es el protagonista. En el camino está la antigua ciudad de Afrodisias, que recibe su nombre de la diosa Afrodita. En nuestros planes estaba una parada en este sitio, dado que Afrodita es la diosa del amor carnal, queríamos ofrecerle libaciones con vino para que nunca nos falte. No obstante, debemos declinar, se nos ha hecho tarde, así que debemos pasar de largo en el desvío y llegar a Pamukale.

Una vez más el calor ha sido el protagonista. El último tramo hasta Pamukale es muy bacheado. Empezamos a acusar la sobredosis de moto, nos deja reventados.

Pamukale es un sitio turístico, muy turístico, nada más llegar te acosan por todas partes con ofertas de alojamiento. Pero nosotros llevamos una guía que ha acertado por el momento, así que vamos directos. Por desgracia nuestra elección se encuentra en reformas, nos ofrecen alojamiento, pero el sitio es de todo menos agradable.

En la misma puerta nos ofrecen una alternativa, nos hemos desinflado y estamos cansados, así que nos dejamos llevar. Resulta ser un buen sitio. Tiene piscina, me dejan meter la moto y está limpio y cuidado. Los dueños son gente atenta y amable, así que no buscamos más.
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Esa misma noche nos acercamos a la zona de las piscinas para echar un primer vistazo. Las luces al atardecer dan mucho juego, hicimos miles de fotos. Dejo un par:
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Leyendo el libro de visitas de la pensión donde la gente ha escrito muy bien sobre la comida hemos decidido encargar la cena. Hasta entonces, un par de cervezas en una terraza donde suena buen rock. Este sitio tiene poco de Turquía Profunda, pero no está nada mal.

Día 11.

Dejamos la moto y el equipaje listo en la pensión y subimos a las piscinas. En realidad es toda una ladera. En lo alto de la montaña nace agua a unos 30 ºC muy rica en sales. Cuando cae por la ladera de la montaña se evapora rápidamente y deja el sedimento que es lo que crea una blancura irreal. Todo un espectáculo de la naturaleza.

Ahora no es tal y como se ve en las postales de Turquía, ya que han creado diques y de las tres laderas que tienen este efecto solo tiene agua una cada día. Esto ha sido necesario para conservarlo tal como está. La avalancha de turistas y los destrozos hechos a mediados del siglo XX amenazan con acabar con esta maravilla.

A pesar de esta condición, no defrauda ni lo más mínimo:
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Pero esto no es todo. Cuando llegas a la cima te encuentras con Hierápolis, una ciudad romana destruida por un terremoto en 1345 y que abandonaron tal cuál quedó.

Carece por completo de trabajos de restauración, pero es toda una aventura para la imaginación pasear entre sus ruinas.
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Ahora toca volver a bajar la ladera blanca. Entre la humedad, el calor del ambiente y el sol que se refleja en el blanco como si fuera un espejo, llegamos a la pensión que lo último que apetece es enfundarse en la ropa de moto y subirse.

Afortunadamente el dueño, acorde con lo que hemos leído, es un tipo majo y nos ofrece bañarnos en la piscina y una habitación para ducharnos y cambiarnos. Emprendemos de nuevo el viaje algo más fresquitos.

Nuestro próximo destino, Ergidir. Un pequeño pueblo a la orilla de un gran lago donde nuestro anfitrión nos ha recomendado una pensión de un conocido suyo.
Por la carretera Paula va mojándonos con una botella de agua para soportar el calor hasta que llegamos a nuestro destino.

Por el camino nos encontramos con Isparta. Una ciudad dedicada al cultivo de Rosas para hacer Agua de Rosas, que parece ser que tiene buenas propiedades para la piel. Para nuestra decepción, no vimos los campos de rosas. Sí vimos campos de amapolas blancas, de las de tallo alto, pero no nos atrevimos a hacer fotos. Entramos en la ciudad y Paula intenta comprar un frasco, pero los precios son disuasorios. Esta vez mi mirada inquisidora sí surte efecto. Isparta nos pareció una ciudad agradable, pero nuestro destino estaba un poco más allá.

Ergidir resulta ser un sitio feo en un entorno bonito. Parte de la falta de encanto se debe a que es un sitio para temporada alta, que se llena en Julio y Agosto, pero ahora está muerto. La pensión que nos ha recomendado dista mucho de tener la calidad de la que hemos dejado, pero la gente es igual de maja.
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Día 12

Hoy es cuando tenemos planeado llegar prácticamente a Capadocia, Aksaray, que es la puerta de entrada.

Anoche estuvimos charlando con la gente del hotel, como ya he dicho es muy maja, y nos propusieron una ruta alternativa, mucho más interesante que la directa.

En el mapa aparece como “ruta menor”, dado el estado en el que hemos visto las “carreteras principales” desconfiamos bastante. Le preguntamos repetidas veces ¿good asfalt? Y asegura que sí, que la carretera llega hasta un lago al que va a pescar a menudo.

No me creo nada, pero decido darle un voto de confianza. Desayunamos pues, nos despedimos de nuestros anfitriones y tomamos la dirección según nos han indicado.
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La ruta es muy bonita, empezamos a subir un puerto de montaña y el paisaje es sobrecogedor. Ni la escasa calidad el asfalto ni los habitantes de la carretera invitan a quemar carbonilla. Está lleno de vacas, no es propiamente un rebaño, son vacas sueltas a lo largo del camino, puede haber una detrás de cualquier curva. No tengo ninguna prisa, el calor de estos días ha dado paso a una fresca brisa, huele a monte y tengo todo el día.
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En cierto momento nos encontramos con unas obras y un tramo de tierra, me recuerda al incidente en Bosnia. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En ese caso debe ser que los hay que ninguna, y se ha hecho la media, porque yo esas dos las veo y las doblo.

Decidimos que, como seguramente será solo un tramo, podemos continuar. Además, llevamos una Maxitrail, que puede con todo esto y con mucho más.
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Tras unos pocos kilómetros vuelve el asfalto, hemos triunfado. Además nos cruzamos con algunos camiones, lo que nos hace pensar que la carretera no será del todo intransitable.

Pero dura poco el asfalto y llegamos a una pista forestal. Tiene el terreno bastante compacto, simplemente algo de gravilla, pero nada que pueda pararnos. Volvemos a ser los amos del universo.
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La pista sube, y sube y sigue subiendo. Me hubiera gustado saber a qué altitud estuvimos. No paso de 40-50. La pista podría permitir ir bastante más rápido, pero sigue habiendo habitantes de la carretera, más vacas y me han contado que la gravilla no es lo más apropiado para frenadas de emergencia.
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Para tranquilizarnos y que veamos que en realidad es una carretera, hay hasta señales de tráfico...¿realmente habrá alguien a quien adelantar?
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Ya hemos llegado arriba del todo, ahora hay que bajar y eso siempre es menos divertido que subir, a no ser que vayas en bici. Hay tramos con fuerte pendiente en los que voy inseguro. Lo mío ha sido siempre el asfalto y las reacciones de la moto en tierra me desconciertan.

Cuando ya estamos los dos bastante tensos, nos encontramos con una patrulla del ejército que nos da el alto. Se acerca el que lleva galones y nos suelta una gran parrafada en turco de la que no entendemos nada. Una vez ha terminado con su discurso, parece que me toca a mí. Todo lo que se me ocurre es decir ¿passport?. El oficial asiente y confirma: Passport.

Saco los pasaportes y se los doy. Empieza a marearlos, página arriba y página abajo, con cara de pocos amigos. Me mira e inicia otro discurso, por supuesto en turco. La pelota vuelve a estar en mi tejado, pero esta vez tengo claro lo que pide ¿visa?.

Vuelve a confirmar: Visa

Me devuelve los pasaportes y localizo la página en la que está el visado que pusieron en la frontera y que sus galones no han sido capaces de localizar, se los devuelvo.

Examina los dos y vuelve a la página donde están los datos personales estudia todas las líneas o hace como que las lee, no creo que entienda nada de lo que pone, pero hace bien su papel.

Sigue sin devolvernos los pasaportes y empezamos a ponernos nerviosos, realmente es difícil de explicar qué demonios hacemos aquí. Vuelve a hablar, y esta vez reconocemos el nombre de Antalya, es una de las posibles entradas. Ahora nos toca a nosotros, nos ponemos a hablar sin parar en castellano, contándole nuestro viaje: Antalya no, Edirne, luego Canakkale, Izmir, Egirdir y vamos hacia Capadocia. Tremendo viaje, muchos kilómetros... Y toda una disertación sobre nuestro viaje. Parece que se relaja, solo somos un par de colgados que seguramente se han perdido. Se acerca uno de sus subordinados, pide permiso y se dirige a nosotros en inglés. Lo que pasa es que lo que dice no tiene ningún sentido para nosotros. Traducido viene a ser “Parar, para ayudar a nosotros”(refiriéndose a ellos)[Stop, help us]

Intentamos razonar en inglés, pero seguimos sin entender nada, ¿problem? No problem, ¿ok with the motora? OK, No necesitamos más, parece que todo está bien. ¿entonces por qué su jefe no nos devuelve los pasaportes?

Al final nos dirigimos al jefe ¿ok?, ok, le tiendo la mano solicitando mi documentación, me la da, y salimos de allí temblando.

Han sido unos 15 minutos que han durado horas. Ahora el camino es de lo más sencillo a pesar de que todavía nos tiembla todo. Afortunadamente el tramo de pista, en que ya llevamos 40 km pronto da paso a uno con asfalto. No es que sea precisamente una autovía, pero asfalto al fin y al cabo. Paramos a descansar y observar lo que hemos pasado. La sensación de aventura ha sido plena, suficiente por hoy.
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A pesar de que, en algunos momentos, he tenido ganas de volver y dar un puñetazo en la cara al gracioso del “good asfalt” el balance, incidente diplomático incluido, es positivo. He disfrutado con mi V, ahora sí tiene aspecto aventurero.
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La carretera atraviesa ahora una zona de lagos, (en esto sí acertó el gracioso) hay en el ambiente un intenso olor a cilantro que da hasta hambre, y así llegamos a Beysehir. Comprobamos en el mapa que hemos atravesado un parque natural, y el pico nevado que se ve en las fotos tiene 2.992 mts.

En Beysehir, Paula tiene su primer encuentro con el machismo musulmán. En un café en el que hemos parado a descansar y saborear nuestra aventura una vez más acompañada de una taza de té hemos conocido a Ramazan. Cuando nos hemos presentado, Paula ha tendido la mano y él, aunque respetuosamente, le ha negado el contacto. Luego ha puesto dos sillas juntas para él y para mí y al otro lado de la mesa una para Paula. Nos quiere enseñar una mezquita muy famosa que hay en la zona y luego invitarnos a comer.

Si Paula hubiese podido disfrutar del plan y no solamente yo habríamos aceptado, pero Capadocia nos espera.

El hombre me dice que está buscando mujer pero que las mujeres solo quieren dinero y joyas. Después de lo que he visto y del aspecto que tiene, creo que no puede ofrecer mucho más:
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Seguimos dirección Konya, donde paramos a comer y hacer una visita a la Mezquita de Mevlana, poeta místico y fundador de la orden de los Derviches Voladores. Es una ciudad con un ambiente mucho más religioso que lo que hemos visto hasta ahora. Es raro ver a una mujer sin el pañuelo.
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Konya es una ciudad del tamaño de Valencia. A priori no me apetece quedarme, la idea es seguir hasta Aksaray, pero resulta ser un sitio agradable. Además hemos conocido a Pablo y Elena, que están haciendo un viaje parecido al nuestro pero en sentido inverso y en un coche alquilado. Así que nos quedamos y compartimos con ellos cena e información acerca de los sitios visitados
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Dia 13

Nos despertamos bastante pronto, estamos muy emocionados porque hoy es el día que llegamos a nuestro destino, lo más lejos que vamos a llegar con la moto. Esta noche dormiremos en Urgup, estaremos en Capadocia, de la que tantas fotografías hemos visto.

Salimos de Konya sin dificultades e iniciamos la pesadilla. Lo he definido así porque es precisamente la pesadilla de cualquier motero, nos enfrentamos a una carretera de doble sentido en la que, en 70 km no hay ni la más ligera curva. Una recta infinita atravesando un llano infinito. A veces está sembrado y a veces no, y esta es la mayor variación que ofrece el paisaje.

Pero puede empeorar, nos encontramos con que hay tramos limitados a 50 km/h, supuestamente por obras, lo que no vemos son las obras y tampoco señales de fin de prohibición. Y esto no es todo, la fiesta se acaba de animar cuando nos avisan de que hay radar y vemos el control en sentido contrario. En un tramo bastante largo, ponen un control en cada sentido marcando los extremos y un radar móvil que va de un punto a otro.

Bajo estas condiciones, uno puede imaginar que el rato se hace eterno. Posteriormente nos comentaron que es un tramo de muchos accidentes porque la gente se duerme al volante. Cuando llevamos aproximadamente 60 interminables kilómetros, nos damos cuenta de que se nos han olvidado los pasaportes en el hotel. Hay que volver.

En total 180 Km de recta con limitaciones de velocidad. Es una bonita forma de empezar el día. No pasa nada, esta noche dormimos en Capadocia y volveremos a tener esa sensación de haberlo conseguido.

Una vez pasado este tramo, por tercera vez, llegamos a un Kervanseray restaurado. Son las “ventas” donde paraban las caravanas en la ruta de la seda. De hecho, desde Izmir estamos siguiendo el recorrido de la Ruta de la Seda, saberlo aumenta el placer, pero la última recta no se la perdono.
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Tras la visita al Kervanseray y refrescarnos en el bar de enfrente, seguimos dirección a Aksaray. Esta ciudad, a simple vista no ofrece nada especial, nos alegramos de haber cambiado los planes el día anterior. Paramos a comer en un sitio donde le ponen picante hasta en la ensalada. ¿Cómo alivias el ardor de la boca cuando has dado un hambriento bocado a la carne y está endemoniadamente picante? Pues comiendo ensalada con avidez. ¿Y si la ensalada pica todavía más? Solo queda llorar, porque cerveza no sirven.

Una vez nos han bajado los calores del picante, seguimos dirección Nevsehir, pero decidimos tomar un camino algo más largo para pasar por Ilhara, uno de los sitios emblemáticos de Capadocia.

Algo no hemos hecho bien, porque el GPS se ha vuelto un poco loco y no sabemos muy bien dónde estamos, pero lejos de Ilhara y de Urgup. Al final encontramos el camino, hemos bordeado uno de los valles recomendados y se hace tarde. Decidimos seguir al pie de la letra al TomTom, que nos lleve directos.

Cuando vemos uno de los tres volcanes responsables de que Capadocia sea como es, ya empezamos a saborear la victoria.
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Por el camino empezamos a ver las formaciones rocosas típicas de Capadocia, paramos para hacernos fotos, a pesar de que tenemos por delante tres días de estar rodeados de ellas.
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A última hora llegamos al hotel. Este es el único que habíamos reservado desde casa porque nos había gustado lo visto en la web y las respuestas del dueño al contactar.

La habitación no defrauda, es una antigua capilla ortodoxa. Nos da morbo ser irreverentes y pecar en una capilla. Pero caemos en la cuenta de que estamos casados y queremos hijos, con lo que, hagamos lo que hagamos estaremos dentro de la ley de Dios. El precio de la habitación, 35 € con desayuno.
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Para cenar nos dejamos aconsejar por la guía y probamos un guiso de cordero hecho de una manera especial.

Meten el cordero troceado con verduras en una vasija de barro y la tapan con una masa de harina. Luego lo meten en un horno de leña y lo dejan durante 5 horas. Para servirlo rompen el cuello de la vasija. Todo un lujo.
 
Dia 14

Nos hemos levantado a las 5 de la mañana. La razón es que hemos contratado un viaje en globo. Lo que habíamos leído antes de venir y de lo que nos ha ido contando la gente por el camino nos ha convencido. Es una actividad de totalmente de guiri, pero nos lo ha recomendado gente de todo tipo. Yo lo recomiendo. No es barato y te pegas el madrugón, pero merece la pena. Las fotos, por muchas que hayamos hecho, no captan lo que se siente.
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El viaje dura una hora. En cuanto nos dejan en el hotel volvemos a dormir un rato.

Salimos hacia Ortahisar. Donde hay un castillo excavado en la roca. Lamentablemente hay un cartel en la entrada que advierte del peligro de derrumbamientos. Hemos aparcado la moto delante de una tienda de cosas, varias. Se acerca el dueño y me dice que me la cambia por la suya que es una escúter. Le digo que me encantaría pero que su gobierno no me dejaría salir si no es con la moto que he entrado. Le hace gracia y nos ofrece un café.

Mientras tomamos el café nos muestra orgulloso un dossier en el que hay un recorte de prensa en el que está con la Reina Sofía. El resto del dossier son poemas que escribe él. Amigos se lo han traducido a muchos idiomas, hay en castellano, inglés, francés o alemán. No soy experto en poesía, pero me gusta lo que leo. Le pido que los recite, no hay como escuchar un poema en la voz del autor. Primero lo hace en inglés para que entendamos lo que dice y luego en turco para escuchar la sonoridad. Nos deja con la boca abierta y una agradable sensación de paz interior. El personaje resulta ser bastante conocido en la zona, se hace llamar Crazy Ali.
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En pocos kilómetros encontramos la iglesia, por supuesto excavada en la roca como todo por aquí, en la que tengo mi primer contacto con los túneles. El dato importante aquí es que sufro de una ligera claustrofobia. No llega a ser realmente una fobia, porque lo puedo soportar, pero lo paso muy mal. Este túnel, en lugar de hacerlo encorvado, lo hago entero en cuclillas, lo que me va a provocar unas agujetas que me durarán cuatro días. El guía de esta cueva iglesia evidentemente nos invita a té y nos cuenta su historia.
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La siguiente visita es el parque de Goreme. Es una ciudad entera en la que los edificios son la propia roca con formas naturales que recuerdan a Gaudí. Excavadas también en la roca se encuentran las iglesias bizantinas con una riqueza en frescos que nos dejan boquiabiertos.
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Es un el sitio con más turistas que hemos visitado hasta el momento, y van en grupos grandes y ruidosos. No permite quedarse y recrearse con el entorno. Hacemos la visita, es algo que hay que ver, y realmente merece la pena, pero creo que lo disfruto más ahora con las imágenes grabadas en la memoria y con la ayuda de las fotos que en el momento.

Comemos en Goreme y vamos a visitar Avanos, su encanto reside en que parece más real, quizá porque es más fea y por ello menos turística.

Después de un reparador te, que debe ser el quinto del día, nos dedicamos a pasear en nuestra moto por la región. En cada cruce decidimos si nos apetece ir a la izquierda, a la derecha o recto, simplemente dedicar un par de horas a pasear y disfrutar de lo que nos vamos encontrando.
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Llegados al hotel, nuestro anfitrión Omer nos propone otra actividad turística, una cena organizada con espectáculo de bailes tradicionales incluido.

No sorprende en absoluto, es exactamente lo que nos habíamos imaginado: una tomadura de pelo para turistas. La comida mala, recalentada y el espectáculo tiene poco de tradicional, con bailarines poco profesionales. El único momento interesante es cuando una guapísima moza que hace el baile del vientre me saca a bailar. Paula se lo pasa bien porque se echa unas risas, y yo tengo que recordarme a mí mismo que soy un hombre felizmente casado en varias ocasiones.

Ha sido en definitiva el día más turístico del viaje, y va a acabar con la guinda perfecta.

Omer viene a recogernos al restaurante y por el camino “se encuentra” a un amigo que hace tiempo que no veía y aprovecha para acercarse a saludarlo. Intercambian unas palabras y nos comenta que nos quiere invitar a te. Curiosamente y estoy seguro de que es casualidad, su amigo vende alfombras. Por supuesto salimos de allí, tras dos tazas de té y una agradable negociación que ha durado algo más de una hora, con un killim porque alfombra no cabe en la moto. Yo me dedico a las compras, con lo que he considerado el evento como un buen entrenamiento, y he disfrutado en la negociación. Además Paula ya venia con la idea de comprar una alfombra o un kilim. A pesar de esto me ofende la manera en que Omer nos ha enredado. De todas formas tampoco tiene la mayor importancia.

Realmente se puede ser turista más típico, pero para eso hay que tener los ojos rasgados.

Dia 15

Tras la dosis de turisteo de ayer, seguimos con la lista de actividades que uno debe hacer en Capadocia. Visitar una ciudad subterránea y el valle de Ilhara.

Tenemos el sentido de la orientación totalmente trastornado, encontrar la salida de Urgup hacia Mustafapasa nos cuesta tres intentos fallidos. Llegados a Mustafapasa nos cuesta cuatro intentos fallidos encontrar el camino hacia Kaymakli. Con lo que nos ha costado 1 hora hacer 5 kilómetros.

Al final encontramos el camino y llegamos a Kaimakli. Hay una ciudad subterránea, se bajan 7 pisos y 40 mts de profundidad. Mi claustrofobia junto con mis agujetas hacen de algo tan sencillo como bajar unas escaleras toda una aventura.

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Hay en Capadocia varias de estas ciudades, los habitantes las usaban en tiempos de guerra para esconderse y protegerse. Kaimakli no es de las más impresionantes, pero sí es la menos claustrofóbica
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De allí vamos a Guzelyork a comer y luego a Ilhara.

Se trata de un río que trascurre por un cañón con iglesias excavadas en sus paredes. Es como un parque de atracciones donde se combina el senderismo con el descubrimiento de cuevas con pinturas. Para llegar hay que descender por una escalera de 380 escalones. ¿he dicho que tenía agujetas?

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Ya de vuelta a Urgup repetimos menú pero no sitio. Cenamos en una terraza con un pianista de jazz al que se le ha unido un espontáneo. Un inglés que estaba cenando con su mujer y es pianista, con lo que nos dedican un concierto a dúo. Impresionante ver a artistas en pleno proceso creativo y teniendo alguien con quién medirse.

Dia 16

Empezamos la vuelta, se acabó viajar hacia el Este, volvemos a Occidente. Hasta Estambul son algo más de 700 km. Todo el mundo que hemos consultado nos ha dicho que no se puede en un día. Del total, 300 hasta Ankara son por carretera, pero de Ankara a Estambul es todo autopista.

La idea es llegar hasta un lago que hay a unos 150 Km de Estambul, para mañana madrugar y entrar pronto en Europa.

Es domingo y hemos conseguido salir pronto, no hay mucho tráfico y la carretera es bastante recta y con visibilidad, con lo que decido apretar un poco.

A las 12 estamos ya en Ankara, ni lo dudamos, acabamos de ganar una noche en Estambul.

La entrada en Estambul es una locura, realmente toda la autopista. Se trata de tres carriles y se mezclan coches del cuaternario que no pasan de 70 con fitipaldis que van a 170. Si a ello le unimos gente que cruza andando o los vehículos de todo tipo que paran a dejar y recoger gente en los arcenes. Confirmo que sigo hablando de una Autopista, de peaje.

Además los coches cuando adelantan a una moto buscan el contacto generalmente hace falta frenar cuando deciden volver al carril que uno ocupa en una demostración de perfecto control de las medidas de su coche. Quiero pensar que esto es porque salen del gran premio de Turquía y salen encendidos, pero creo que es siempre así.

En estas condiciones llegamos al puente sobre el Bósforo, vienen a la cabeza las palabras del poeta: “a un lado Asia, al otro Europa y allá en su frente: Estambul”
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Hemos reservado habitación en el hotel Nomade en Sultanhammed, con una maravillosa terraza con vistas a la Santa Sofía. Realmente ha sido Paula y no me quiere decir el precio.

En la entrada de la calle, justo delante de la parada de tranvía de Sultanhammed, me toca la maleta en un bolardo de los de la acera y allá que nos vamos, moto y yo al suelo. Por suerte Paula ya había bajado.

No hay consecuencias físicas, pero haberme caído en uno de los puntos más turísticos del mundo un domingo de Junio a las 6 de la tarde es un buen golpe moral.

Dejo la moto en un parking que más bien es un descampado. Se va a pasar allí tres días, así que no me voy a agobiar. No obstante, cada vez que salimos del hotel o regresamos, me acerco a echar un vistazo.

Dias 17 –18.

Estamos en Estambul, una de las capitales del mundo, y eso se nota. De la lista de imprescindibles, como son Santa Sofía, Mezquita Azul, las cisternas, bazares, el paseo en barco por el Bósforo, o por el Cuerno de Oro, solo fallamos en los paseos en Barco. Pero vamos a volver. Estambul enamora, por la vida, por la gente. Para ver esta vida y esta gente hay que salir de la península donde está Santa Sofía, que es demasiado turístico una zona y demasiado fundamentalista la otra.
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La zona entre el Bósforo y el Cuerno de Oro, es donde está la zona de ocio. Los alrededores de la plaza Taksim son una fiesta continua, sin importar el día de la semana que es. Todos los bares, restaurantes, tascas etc.. están llenos de gente, en su mayor parte habitantes de Estambul, hasta altas horas.

En algunos suena música tradicional turca en directo y la gente se lanza a bailar en la calle.
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La última noche volvemos a quedar con Pablo y Elena que conocimos en Konya, para cenar y tomar una cerveza por esta zona, hay una juerga increíble, pero al día siguiente debemos seguir nuestra vuelta. Ahora sí vamos contra el reloj, ya que los ferrys de vuelta están ya contratados.
 
Dia 19

Dejamos Estambul y su caos circulatorio dirección Grecia. Ha empezado la vuelta de verdad. Tenemos la intención de visitar Meteora, así que todo lo que avancemos hoy será tiempo que ganemos mañana para disfrutar de ella.

Llegamos a la frontera sin que haya nada que destacar de esta parte del viaje. En la frontera, salir es igual que a la entrada, miran, remiran y vuelven a mirar papeles, caras y matrícula, pero es fluido hasta que llegamos al último control y parece que nos hemos saltado el primero.

A la entrada en Grecia nos encontramos con una impresionante autopista, parece como un alarde de poderío, poco tráfico para tanta pista. Nos cruzamos con muchas motos, en solitario y en grupo y tenemos nuestras primeras impresiones que luego se confirmarán.
A los griegos les gustan las supersport y sacarle el máximo rendimiento, y no devuelven nunca el saludo.

Nuestro viaje transcurre sin mucho que contar hasta un pueblo de playa a las faldas del monte Olimpo, al sur de Tesalónica, donde nos alojamos en el hotel Ira, porque nos gusta el nombre..
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Un baño al pie de la casa de los dioses, cena y pronto a dormir que mañana parece que vamos a poder pasar por Meteora

Día 20

Esta noche debemos estar en Igoumenitsa para embarcar camino de Bari, así que la dirección esta clara. Más o menos a mitad de camino hay una zona donde se han construido monasterios encima de formaciones rocosas totalmente verticales, es como si estuviesen en pedestales de casi cien metros. No queremos pasar por Grecia sin visitar esto. Al principio el camino transcurre por una zona montañosa, donde la carretera es bastante sinuosa, pero es una caravana continua en ambos sentidos, con lo que la velocidad ronda los 50 la mayor parte del tiempo.

Tras este tramo, viene un llano con poco atractivo y con temperaturas como las que todos imaginamos en Grecia en verano.

En una gasolinera conocemos a una pareja de austriacos, él con una Teneré y ella con la pequestrom que vienen de Igoumenitsa y han pasado por Meteora. Cuando habla de la carretera entre ellas me dice que es alucinante. Al decirlo se le salen los ojos de las órbitas y se le agua la boca, lo que provoca que se acelere el corazón solo de pensar lo que debe ser. MILES DE CURVAS.

Con ansia salimos a la búsqueda de este paraíso capaz de provocar un orgasmo solo al recordarlo.

El camino hasta Meteora no da la más mínima prueba de ello, sigue siendo recto. Hay una limitación a 50 – 70 dependiendo del tramo, y un radar fijo cada kilómetro y medio. Pero no veo que nadie los respete, ni siquiera frenan a la altura del poste. Estoy convencido de que las cajas están vacías. Nosotros, que nos adaptamos al entorno, hacemos lo propio. Si funcionan debo tener todo un book en Grecia. En esta parte, a lo mencionado de los moteros griegos hay que añadir que no conocen el casco. Debe haber una prohibición o algo así, porque no lo lleva nadie, no solamente en ciudad, nos adelantan motos a más de 140 sin casco.

Meterora es lo que nos esperábamos tras haber visto las fotos, no quiero decir que le falte sorpresa, es tan impresionante como te lo puedas imaginar. Curioso, para defenderse en Turquía excavaban en la tierra y aquí buscan el punto más alto.

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Y se acabó la última visita turística del viaje. A partir de aquí, a piñón hasta casa. La carretera que nos había contado la pareja es verdaderamente un orgasmo de curvas. En algo más de 250 km creo que subes y luego vuelves a bajar unos cinco puertos de montaña, curva, contracurva, arriba, abajo.

Están construyendo una autovía y la ruta natural te lleva hacia ella. De hecho hay un momento en que entramos sin saber muy bien si es la única. Desde la autovía, durante unos 40-50 km vamos viendo la carretera como trasncurre por las faldas de la montaña que llevamos a los lados. La miro con tristeza, pero no me atrevo a arriesgar y perderme. Paula no me ve la cara pero ve cómo el casco se gira continuamente y ve lo mismo que yo. Insiste en tomar la primera salida y buscar como sea la carretera. Es bueno compartir la responsabilidad.
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Volvemos a la carretera y vuelve el festival de curvas y puertos. Además no hay casi tráfico.
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Paramos a comer en un pueblo a las orillas de un lago que resulta ser un sitio bastante interesante. Aprovechamos para pegarnos una ducha con el aspersor de un jardín, con toda la ropa puesta, que alivia el calor.
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Voy totalmente concentrado en la trazada y lo que me queda es para disfrutar el paisaje. En estas condiciones he descuidado el cuadro de la moto y para cuando me acuerdo, está en la segunda reserva. Llevo 290 km, pero en Grecia no me lo han llenado hasta arriba en ninguna gasolinera que he parado, y tampoco sé cuánto tiempo llevo con la segunda reserva. No estoy lejos de Igoumenitsa, total 30 km, pero iría más tranquilo con gasolina en el tanque. Aprovecho que estoy en la bajada de un puerto para hacerlo en 3ª con el motor desembragado, solo embrago cuando hay alguna curva. Al final del puerto, tras 10 km de bajada, llega la gasolinera. Le entran 19 lts. Como he dicho, no lo llenan nunca hasta el tope, pero me parece que no le faltan todavía los tres teóricos. Parece que ha sido una falsa alarma.

Tras esta última bajada lo que queda hasta el puerto de Igoumenitsa está bastante habitado, y ya hemos tenido una abundante dosis de moto en su mejor faceta. Así que paseando llegamos al puerto.

El ferry se retrasa y no llega hasta la una, cuando vamos a subir, el marinero que pide los billetes nos dice que la moto no está incluida. Es posible que se nos pasara, ya que los compramos a través de su web, pero algo se podrá hacer. Todavía tarda unos interminables minutos en volver y decirnos que tenemos que pagar 25 €, que si estamos de acuerdo podemos subir. ¿estás de coña? Es la una, tengo sueño, necesito una ducha y mi moto va donde yo voy.

Mañana será otro día, y otro país.

Día 21

Amanecemos en Bari, tenemos el día completo para llegar a Civitavecchia y tomar el último ferry, que nos devolverá a nuestro país. El camino es fácil, autopista y todo recto dirección Roma. No obstante nos resistimos a que nuestro viaje se acabe, así que decidimos que vamos a pasar por Sorrento, en Nápoles a ver a un viejo amigo y comer con él. Total serán un par de cientos de kilómetros más. Como vamos bien de tiempo intentamos hacer algo de la Costiera Amalfitana, siguiendo la autopista hasta Salerno. Pero no nos salen bien las cuentas, Salerno no está en la costa, es feo y además no vemos los búfalos por ninguna parte, así que volvemos a la autopista y tomamos la salida que toca.

Sorrento es un pueblecito de turismo de lujo, uno de los sitios más bonitos que haya visitado, está justo en frente de Capri. Pero esta vez no nos toca parar mucho, solo queremos saludar a Tonino, que nos obsequia con tres botellas de limonchelo para las que hacemos lo imposible por buscar hueco en nuestro equipaje.

Bastante más tarde de lo que me hubiera gustado, salimos dirección Roma. No da tiempo a parar para descansar y hay que apretar si queremos llegar a tiempo. Llegamos al ferry con algo de holgura pero somos los últimos en embarcar.

El ferry está lleno de motos, caemos en la cuenta de que vamos a estar en Barcelona durante el MotoGP de Montmeló, no es un mal fin de fiesta.

Día 22-23

De estos días solamente destacar que uno de nuestros regalos de boda ha sido una suite en el Majestic de Paseo de Gracia. Un 5 estrellas Gran Lujo. Para que descansemos de todas nuestras vicisitudes. Con ello, no hemos hecho mucho turismo en Barcelona.

El domingo, con calma vuelta a casa, procesando todo lo que hemos vivido y, cómo no, preparando el siguiente.
 
La cronica del viaje y las fotos cojonudas,con estos viajes de novios yo me casaba todos los dias ;D ;D




Un saludo ;)
 
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Gracias ¿paisano? por las fotos y la crónica..., pedazo de viaje. ;)

He tomado buena nota del estado de las carreteras y del calor que habeis pasado en MAYO..., nosotros salimos a final de mes para hacer el mismo viaje que vosotros pero justo al contrario, Meteora lo veremos a la ida. :)

Supongo que la carretera que dices llena de curvas orgasmicas, es la que va de Igoumenitsa a Meteora..., tomo buena nota.

No estaria demás que me dijeras el hotel-capilla ese donde dormisteis en la Capadocia, y la población.

Por otro lado, también queremos hacer la excursión del globo..., hummm, creo que será mejor que quedemos un día y me lo cuentes todo con una cerveza delante *;)

V'ssssssssssssss *
 
Última edición:
Una crónica muy detallada y con bonitas fotos. Muchas gracias por el trabajo de publicarla…
 
Vaya pedazo viaje de novios motero.La cronica chula, pero las fotos espectaculares.Gracias por compartirlo, con el curro que te ha llevado todo esto,para  que los que estamos en casa podamos viajar virtualmente.


V,ssssssssssss a todos.
 
eerrantee dijo:
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Supongo que la carretera que dices llena de curvas orgasmicas, es la que va de Igoumenitsa a Meteora..., tomo buena nota.

V'ssssssssssssss

Exactamente, hay dos formas de hacer el trayecto, por autopista y esta carretera. Muy aconsejable

eerrantee dijo:


No estaria demás que me dijeras el hotel-capilla ese donde dormisteis en la Capadocia, y la población.

V'ssssssssssssss

Hotel Cave Inn, Urgup: omer@urgupinncavehotel.com

El viaje en globo te lo organiza el del hotel y más barato que por tu cuenta.

Cuando quieras nos vemos y te doy doy los datos que quieras.

Un saludo
 
Estupendo relato. Con tu permiso me voy a retirar a descansar ya que con tu relato me he trasladado durante un buen rato a esas tierras y estoy un poco cansado por el viaje. Todavia me dura la tension de lo de Bosnia. :D

Enhorabuena !!!
 
Bueno, bueno ya se donde quuiero ir cuando me case. Impresioantes las fotos y la currada de la cronica. La zona de Ortahisar es una pasada.

Felicidades por el viaje de novios.

SALUDOS
 
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