ABRAXAS
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Introducción:
Esto no es solamente un viaje en moto, en realidad es el producto de dos factores anteriores.
El primero, la semilla del mismo es hace unos años, lejos de aquí y de Turquía. En Berlín, donde se encuentra el Altar de Pérgamo, un impresionante edificio para el que han construido un museo entero. Cuando lo vimos nos entró la curiosidad por ver dónde estará ese sitio y qué más habrá allí.
Tras consultar al todopoderoso Google localizamos el susodicho en Turquía y, navegando un poco más vemos que no solamente ese, sino muchos de los sitios conocidos de la antigua Grecia están también allí. Nombres de sitios relacionados con las siete maravillas del mundo antiguo, con nombres como Platón o Aristóteles u Homero… Habrá que ir a verlo.
La segunda es una decisión de embarcarnos en un viaje que durará mucho tiempo y promete acaparar muchos recursos. Nos planteamos tener familia, lo que no nos permitirá viajar juntos en moto durante una temporada. Así que hay que hacer un viaje especia, a modo de despedida.
Tiene que se en Mayo, no tenemos ganas de que el calor sofocante le reste disfrute al mismo, pero hay que conseguir que en nuestros respectivos trabajos nos dejen coger tres semanas de vacaciones en estas fechas, ya que en ambas empresas el periodo preferente es Julio – Agosto. De aquí se desprende la decisión de casarnos y hacer de este nuestro viaje de novios, eso siempre ayuda.
Estos factores, que a priori puedan parecer gratuitos y fuera de contexto, son importantes para entender el espíritu con el que se emprende en viaje ya que, junto con otros acontecimientos influyen en el modo en que se percibe el entorno.
Los protagonistas
Preparativos
Como ya se ha comentado es un “viaje de novios” y por lo tanto es posterior a una boda. La nuestra no ha sido convencional, pero ha requerido preparativos. Así que los preparativos del viaje se han mezclado con los de la “boda” y la sensación de ansiedad se ha duplicado conforme se acercaba la fecha.
Las tareas de preparación están perfectamente definidas:
Paula, como navegante y parte pensante en esta pareja se ha encargado de programar rutas estudiar sitios de interés y aprender cuatro palabras en Turco.
La ruta propuesta:
1ª Parte: Valencia – Barcelona – Ferry – Civitavecchia – Terni – Ancona – Ferry – Split.
2ª Parte: Split – Kraljevo – Plovdiv – Canakale
3ª Parte: Canakale – Urgup (y a lo que surja por el camino)
4ª Urgup – Ankara – Estambul
5ª Estambul – Tesalónica – Igoumenitsa – Ferry – Bari – Civitavecchia – Ferry – Barcelona - Valencia
David, como parte ejecutora del equipo, puesta a punto de la moto, descarga de mapas para el GPS y planteamiento de equipaje imprescindible.
Las actuaciones sobre la moto: Kit de arrastre, ruedas, pastillas delanteras y traseras, aceite y filtros.
En cuanto al equipaje, no hemos añadido nada especial, básicamente lo mismo que me llevaría a un fin de semana en Teruel (teniendo en cuenta que son tres semanas) más los pasaportes.
Una semana antes de salir, un triste acontecimiento nos deja helados, elimina por completo la euforia por el inminente viaje y añade un factor más que va a influir en la manera de vivir todo lo que está a punto de pasarnos.
El viaje.
DIA 1.
Es día 23 de Mayo, llevamos un día casados y nos levantamos con resaca, nos espera un ferry en Barcelona que nos llevará hasta Civitavecchia. Terminamos todo lo que no hemos tenido ganas de preparar durante la semana. Un último vistazo que no nos dejemos nada y arrancamos la moto demasiado tarde para poder hacer una ruta hasta Barcelona, todo autopista. No importa, vamos a tener muchos días de moto cruzando sitios desconocidos para nosotros, con curvas que nunca hemos hecho… En resumen que nos vamos a hartar.
A la altura de Sitges no podemos remediarlo y abandonamos la aburrida autopista, tenemos tiempo. Al final llegamos a Barcelona, sacamos las tarjetas de embarque y a dar una vuelta por el Borne hasta la hora del embarque.
Dia 2
Madrugamos pero poco, el ferry no llega a Civitavecchia hasta las 7 de la tarde, así que nos espera un día de poca actividad. Nos sentamos al sol a leer un rato, es difícil concentrarse y no estar divagando y perderse en todas las aventuras que están por llegar, podemos sentir cómo fluye la adrenalina.
Llegamos a Civitavecchia, salimos del barco y tomamos dirección Terni siguiendo al pie de la letra las indicaciones del Tom Tom. El paisaje es bonito y la carretera tiene un trazado divertido, pero hay mucha densidad de tráfico, estamos cruzando una zona rural y esto parece la Gran Vía.
Sorprende el calor que hace y son las 8 de la tarde. Nosotros que nos hemos tenido que casar para poder hacer el viaje en Mayo y llegamos a Italia en plena ola de calor.
Esta noche hemos quedado con Chiara, una integrante de hospitalityclub, un foro de acogida de Internet en el que participamos hace años. Acoges a viajeros de paso en tu casa y encuentras quién te acoja en cualquier parte. La experiencia en ambos sentidos siempre es gratificante.
La ruta:
Llegamos a Terni pasadas las 9 de la noche. Chiara nos lleva a dar una vuelta a ver el pueblo y a cenar una impresionante pizza por dos duros. Terni es una ciudad de unos 100.000 habitantes. A pesar de ser domingo por la noche, hay mucha vida en la calle e invita a tomar una caña en cualquiera de las terrazas. Me pareció un sitio agradable.
El momento de la llegada:
Chiara Resulta ser una persona muy interesante. Vive con cuatro gatos, es cantante de jazz, y tiene una espectacular colección de películas y otra de comics. Toda una freak.
Dia 3
Chiara nos ha indicado algunos sitios para ver en nuestro camino hacia Ancona, una es un salto de agua que parece ser que es la estrella en el turismo de la zona. Es artificial, construido por los romanos hace mucho, y no está siempre activo. En este viaje no nos cuadran las horas, por lo que decidimos no visitarlo. Como segunda opción nos da Spoleto, que está en nuestro camino.
Estamos atravesando una zona montañosa, con lo que la carretera es muy interesante. Hay tráfico, pero dada la peculiar forma de conducir de los italianos esto no es problema, se puede adelantar en cualquier sitio, simplemente hay que tener en cuenta que los que vienen de frente piensan lo mismo.
Spoleto es bonito, con interesantes edificios representativos del Románico Italiano. Paseamos algo por sus calles, pero la ola de calor, con temperaturas de hasta 38ºC nos deja sin ganas de caminar, vestidos como vamos con la ropa de moto. Dan ganas de rodar otra vez y que por lo menos nos dé el aire.
En este momento, Paula mete la cabeza debajo del chorro de una fuente intentando refrescarse, sin darse cuenta de que lleva una de las cámaras de fotos colgada al cuello. El desenlace lógico llega y la cámara decide darse un baño. La sacamos del agua y le quitamos tarjeta y batería. Ahora solo queda cruzar los dedos y esperar un milagro.
Alguna foto de Spoleto:
Seguimos ruta hacia Ancona con la esperanza de que el aire nos refresque un poco. El calor sigue siendo sofocante, y uno se ahoga dentro del casco, así que decidimos bajar el ritmo y abrir la mentonera. El viento caliente tampoco es muy agradable, es como si te enchufasen un secador a la cara, pero es mejor que la sensación de ahogo que produce el casco cerrado.
La carretera es bastante bacheada. Esto, aparte de descolocarnos todos los huesos, provoca que el soporte del GPS no aguante y se me suelte. En este punto conviene aclarar que me pasé de listo y llevo montado un soporte universal de coche, 5 € en los chinos de la esquina. Lo cierto es que ha aguantado varios viajes. El GPS va atado por seguridad en previsión de que esto pudiera pasar, con lo que no se pierde del todo, pero sí se lleva un buen golpe que lo deja colgado. Hay que reiniciarlo.
En realidad es un Pocket PC con antena GPS y esto, para los no iniciados, quiere decir que si lo reinicias pierdes el software que hayas instalado. Moraleja: ya no hay TomTom.
Para animar más el viaje, se rompe la clavija que une el intercomunicador con el casco de Paula, así que hay que cortar y empalmar. Esta será la primera de una larga serie de intervenciones a las que ha habido que someter el aparato en cuestión.
Al final llegamos a Ancona y nos preparamos para tomar el ferry que nos llevará a Split. Fuera de la Unión Europea, final de esta primera etapa del viaje y principio de la siguiente. En el ferry hay más motos que cualquier otro vehículo, de toda Europa.
La ruta:
No han sido muchos kilómetros, pero el calor nos ha dejado completamente destrozados, es como si hubiésemos hecho miles. En el ferry, conocemos a un Alemán que viaja solo con su R1150R y se une a nosotros en la cena. Va a hacer una ruta por la costa Croata en solitario. Como buen propietario de moto japonesa defiendo orgulloso mi elección basándola en precios mantenimientos, etc… Totalmente de acuerdo conmigo, me dice que en su pueblo, Frankfurt la hora de taller para la BMW tiene un precio de 120 €. O son muy rápidos trabajando o en dos sesiones pagas una nueva. Todavía me queda la duda de si no sería un problema idiomático
Dia 4
Es 26 de Mayo y es mi cumpleaños, pero eso no importa. Lo verdaderamente importante es que nos espera una tirada de algo más de 600 Km por carreteras secundarias, con muchas curvas y tocaremos 3 países.
La idea es atravesar Croacia y Bosnia i Herzegovina para llegar a Kraljevo, en Serbia. El ferry llega a Split a las 7 AM, con lo que tenemos todo el día y no parece difícil.
Llegada al puerto de Split:
Hay que tener en cuenta que la ruta propuesta por ViaMichelin y por el TomTom es subir hasta Zagreb y coger allí la autopista que lleva hasta la frontera de Bulgaria con Turquía. Pero estamos sitios nuevos para nosotros, y si lo único que vamos a hacer es atravesarlos, nos resistimos a que sea por autopista, tenemos tiempo por ahora.
Pasamos la frontera y con nuestro sello en el pasaporte, que siempre queda bonito, dejamos Split dirección Sur – Dubrovnik.
Hace años hicimos esta misma ruta en coche y en Agosto, viendo montones de moteros italianos y alemanes y babeando de envidia. Esta vez nos toca a nosotros. La carretera es como la recordábamos, muy bonita, buenas curvas y bonitos paisajes, pero las medias no salen. En un pueblecito paramos y comprobamos, llevamos 3 horas y hemos hecho apenas 180 km. Tememos que a este ritmo no llegamos. De todas formas son todavía las 10 y queda todo el día.
Por el camino vamos adelantando tanto solitarios como grupos de moteros, y nos van adelantando otros. En cada una de estas maniobras se forman grupos temporales, a todos nos gusta rodar en grupo. Ahora sigues un rato a una Varadero con matrícula holandesa, le adelantas y te sigue él otro rato para luego volver a su ritmo y dejarte ir. Ahora te adelanta un grupo alemán y te das cuenta de que has hecho lo mismo, adaptando tu ritmo al suyo.
En la parada que hacemos decidimos que hay que dar un poco más de gas si queremos cumplir con la etapa, así que nos ponemos en marcha y prácticamente sin darnos cuenta hemos llegado a la frontera con Bosnia. En esta no nos hacen ni caso, ven la matrícula y nos dejan pasar, no hay sellito esta vez.
El paisaje ha cambiado, se vuelve de un verde más continental y aparecen las primeras mezquitas
Y llegamos a Mostar, primer hito en la etapa de hoy. Cuando pensamos en Mostar a todos nos viene a la cabeza palabras como genocidio o masacre. Pero ofrece algo más, aparte de algún resto de la guerra que se conserva como recordatorio, o como ejemplo de hasta dónde puede llegar la estupidez humana. Tiene un casco antiguo muy bonito y acogedor, que se extiende a ambas orillas de un río. Una de las orillas es Musulmán y la otra Cristiana. Hay un puente que las une, durante muchos años culturalmente de manera aparentemente apacible y luego solo físicamente. Este puente es símbolo de la ciudad.
De nuevo hace mucho calor para andar de turisteo, por lo que decidimos emprender viaje hacia Sarajevo y comer allí.
La ruta hacia Sarajevo atraviesa una zona montañosa, donde la mayor parte del tiempo está prohibido adelantar. Hay mucho tráfico, está prácticamente atascado. Por el espejo veo cómo se aproxima una GS con mucho equipaje. Me adelanta y se pone a mi lado. Es una pareja de Alemanes que no se lo piensa a la hora de adelantar, ya tengo mi liebre. Tiro detrás de ellos y pronto llegamos a la causa del atasco. En una curva hay una grúa retirando los restos calcinados de un camión cisterna, uno no puede evitar pensar que se ha librado por poco.
Llegamos a Sarajevo pasadas las 2. A estas alturas estamos muy cansados y hambrientos, pero no vemos nada que nos llame la atención y nadie habla nada que entendamos. Decidimos cruzarlo y buscar algún sitio en la carretera.
Hasta ahora ha sido fácil, las indicaciones tanto para Mostar como para Sarajevo eran claras y abundantes. A partir de aquí todo ha cambiado. No tenemos GPS, el mapa es una copia de la ruta de Via Michelín y para mayor gloria, los carteles están en cirílico.
A las 3 y pico encontramos un bar en la carretera donde nos dan de comer. Ni hablan ni entienden ninguno de los idiomas que hablamos nosotros, pero para pedir comida no hace falta mucho. Otra cosa es que sepas lo que estás pidiendo. Lo nuestro estaba rico, pero un poco excesivo:
Con ánimos renovados emprendemos la marcha hacia nuestro próximo destino: Serbia. Convencidos de que estábamos en el camino correcto. No obstante hay algunos indicios que hacen dudar de si estamos en lo cierto, la calidad de la carretera va empeorando y pasamos por túneles muy estrechos y oscuros.
Paramos en una gasolinera y preguntamos. El gasolinero tampoco habla ningún idioma que no sea el serbio, cuando le enseñamos el mapa nos dice que sí, que por aquí se puede ir pero que tenemos 20 km de “no asfalt”. Le pregunto si con la moto se puede pasar bien, mira la moto y se deja convencer por su aspecto aventurero porque me sonríe y levanta el pulgar. Es el empujoncito que nos faltaba, ¿cómo habré podido dudar? Vamos con una todopoderosa Vstrom y somos amos del universo. Después de todo hemos llegado hasta aquí con una fotocopia del viamichelin y sin GPS. Por supuesto el hecho de que realmente estamos perdidos y este no es el camino correcto no tiene la menor importancia.
Subidos de nuevo en nuestra moto salimos dirección a ese insignificante tramo sin asfaltar. La vegetación a los lados de la carretera es tremendamente espesa y el cielo está nublado, pero todavía no llueve. Por fin llegamos al tramo “no asfalt”, hay un cartel que lo indica, con recomendaciones de velocidad y un texto en cirílico que no entendemos. El terreno parece bastante compacto, así que tiramos.
Llegamos a un tramo en obras, donde los operarios están ya recogiendo, parece que se ha hecho tarde. Por supuesto nos miran con extrañeza, no estamos seguros de cómo interpretar la mirada. Estamos un poco tensos y de repente sale de detrás de n camión un tipo enorme gritando y quitándose la camiseta. La verdad es que interpretamos el gesto como hostil, abrí gas y salimos de allí pitando. Por el espejo veo cómo el resto hace aspavientos y dudamos, pero la inseguridad y el miedo se ha instalado en nosotros y decidimos ignorarles.
Lo siguiente es un túnel muy oscuro y en el que hay barro. No puedo verlo pero noto cómo la rueda delantera va por donde le parece, viene a la cabeza la primera experiencia con el trail y eso fue en Guara (Huesca), esto es Bosnia. La aventura ha dejado de ser divertida.
Por último, nos encontramos en una bifurcación del camino sin señales de ningún tipo. No tenemos un mapa en condiciones, el GPS ha muerto, son las 6 de la tarde y llevamos en la moto desde las 7. Como hemos comentado, los últimos 10 minutos ya no han sido divertidos.
Decidimos dar la vuelta, recorrer los 40 km atrás, volver a Sarajevo y buscar un buen hotel. Pasamos otra vez por el túnel y nos enfrentamos a la posible hostilidad de los bárbaros.
Al pasar de nuevo por delante de ellos no nos hacen ni caso, lo cuál nos hace sentirnos ridículos y avergonzados por nuestro absurdo prejuicio. Supongo que todavía se ríen cuando se lo cuentan a sus amigos delante de una cerveza. Realmente es una buena idea retroceder, descansar y recuperar algo de sentido común.
El camino de vuelta, bajo la lluvia y meditando sobre lo que nos ha pasado y sobre cómo lo hemos vivido.
Ya en Sarajevo nos encontramos con una ciudad agradable, las terrazas están llenas de gente tomando cañas y es acogedora. Cenamos cualquier cosa y a descansar, que mañana hay que recuperar lo que hoy no hemos podido hacer. Turquía nos espera.
Dia 5
Son las 7 y estamos en pie, con las maletas recogidas y preparados para desayunar y salir rumbo a Turquía. Para cumplir con el plan establecido debemos llegar a Plovdiv, lo que significa hacer 748 km. A pesar de la experiencia del día anterior, en el que 360 km nos costaron casi 12 horas y acabamos reventados, seguimos convencidos de que es posible. De todas maneras, si hay que cambiar de planes, ya lo haremos.
La carretera correcta no es como la del día anterior, se nota que es una vía más importante, tiene un buen asfalto. Como entrante tenemos un fantástico puerto de montaña con mucha vegetación y con poco tráfico que desemboca en una preciosa meseta para luego enlazar con un valle por el que discurre paralela a un rio. Parece que hoy sí van a salir los kilómetros y de manera muy placentera.
Y de esta manera llegamos a la frontera con Serbia. En esta sí miran los pasaportes y la documentación de la moto. En ese momento uno se plantea que ni en Croacia ni en Bosnia les importa demasiado si entras con un vehículo robado o sin seguro
En Seria todo ha cambiado. La carretera es bastante recta y sería aburrida si no fuese por la particular forma de conducir de los serbios. Las incorporaciones por los laterales las hacen encomendándose a Dios, los adelantamientos en cualquier momento y con coches del paleolítico que los hacen eternos. Yo voy buscando liebres, alguien a quien seguir, que me sirva de referencia y que me cubra en los adelantamientos. Así cruzamos Serbia, sin mucho más que contar, y llegamos a Bulgaria.
La frontera de Bulgaria es divertida, paras en una caseta, apuntan datos y los graban en un pendrive que debes entregar en la siguiente caseta, donde repetirán la operación, y así hasta un total de 5 casetas. No plantea ningún problema, pero digo yo que no debe ser tan complicado establecer una red entre las cinco casetas.
Una vez en Bulgaria hay autopista hasta Sofía. Decidimos que puede ser un lugar interesante para pasar la noche, son las 5, así que podremos hacer un poco de turismo.
Llegados al centro, nos acordamos de Javi y su Rumbo a Tartaria. Hay un tremendo atasco en el que nos pasamos 1 hora rodeados de coches de lujo decorados con globitos, y adolescentes saliendo por las ventanillas y gritando. ¿Sofía debe ser siempre así?
En realidad, según nos comentan, el evento en cuestión es la celebración de la mayoría de edad de los niños y niñas y dura un par de semanas. Por el día se dedican a dar vueltas en coche y por la noche a ir a fiestas. No parece un mal plan… para un par de días. Pero así durante dos semanas parece demasido. Lo que no alcanzamos a entender es si va por barrios o distritos o es todos con todos. La fiesta de esta noche en el Sheraton, creo que no nos esperan. Al final, entre buscar un hotel y el atasco no nos queda demasiado tiempo para hacer turismo, pero ha sido un bonito día de moto y estamos satisfechos. Además aquí podemos comunicarnos con los camareros en inglés, y eso descansa mucho.
También aprovecho para conectarme en un cibercafe y pedirle a un compañero que me mande el Tomtom a una dirección de gmail para recuperarlo.
Cenamos abundantemente, un paseo y a dormir. Mañana más
La ruta:
Dia 6.
Se repite el madrugón habitual ya en este viaje, y es que parece que va a ser la tónica. Desayunamos como solamente lo hacemos los que no estamos acostumbrados a los hoteles con buffet en el desayuno. Lo que es muy parecido a decir que no estamos acostumbrados a los hoteles. Nos falta echar los restos al bolso.
Salir de Sofía es un infierno de tráfico, nos cuesta casi una hora llegar a la carretera. Ya en ruta, al principio es autopista, pero luego se convierte en una recta parecida al día anterior. El paisaje tampoco es nada del otro mundo, es un llano sin más. Atravesamos muchos pueblos donde se ve bajo nivel de vida que contrasta con el lujo de Sofía. La gente aquí parece menos feliz que en Croacia, Bosnia o Serbia. Esto no deja de ser una percepción particular, estoy seguro de que hay otros contrastes y hay mucha Bulgaria por descubrir más allá de los márgenes de esta carretera, pero no nos entró curiosidad.
Nos centramos en buscar la pegatina para las maletas, el CV de la moto, pero es difícil de explicar qué es lo que queremos sin tener ni idea de búlgaro. Al final conseguimos que una mujer que orgullosa nos ha puesto al teléfono con su hija que habla inglés, nos escriba en un papel lo que queremos. Ahora es más fácil, en las gasolineras enseñamos el papel confiando en la buena voluntad de la señora. Nadie nos golpea, por lo que parece que no es ningún improperio, pero aun así llegamos a la frontera sin pegatina.
Cerca de la frontera coincidimos en un bar con un grupo de ingleses que vienen de Turquía, ya en viaje de vuelta. Es el grupo más heterogéneo que he visto en mi vida. A saber: Una GSAdv, una GS, dos BMW clásicas (1960 y 1970) y, lo mejor de todo, una Lambretta. ¿Os imagináis cruzar Europa subido en una Adventure al ritmo de una lambretta? La amistad puesta a prueba. Por favor ruego a mis amigos que no me pidan nunca un favor así.
Os dejo una foto que perfectamente podría ser un vídeo. Esto es más o menos lo que vimos de Bulgaria.
Llegamos a la frontera Turca, es mucho más moderna y equipada que las que hemos visto hasta el momento. Piden y estudian detenidamente la documentación y registran datos. Hay que pagar un visado de 15 € por persona que dura hasta Noviembre. A pesar de venir desde un país en el que no está el euro como es Bulgaria, y entrar en otro que tampoco lo tiene, el precio está directamente en Euros y es la moneda que aceptan.
Aparte de los viajes de caseta en caseta, no presenta ninguna complicación y no se tarda demasiado tiempo. Una vez en Turquía nos invade por primera vez esa impresión de haberlo conseguido, estamos en Turquía y hemos venido con nuestra moto.
Nos dirigimos hacia Eceabat, punto en el que cogemos el ferry que cruza el estrecho de Dardanelos para pasar a Asia.
Conforme nos alejamos de la frontera, el paisaje vuelve a ser interesante, así como la carretera. El Estrecho tiene mucho tráfico de barcos, ya que une el mar Egeo con el de Mármara. Hace mucho viento y estamos ansiosos por llegar, ni fotos, ni paradas estamos viendo Asia al otro lado.
Ya en Eceabat lo primero es comprar el pasaje del ferry. Tenemos algunas monedas turcas, ya que los ingleses nos han dado todo lo que les había sobrado, así que compramos los billetes y a esperar el barco.
Alrededor de la moto se junta una congregación a estudiarla, nos sentimos como unos seres que han venido en una nave espacial de otro mundo y me pregunto si esto va a ser siempre así. Afortunadamente no ha vuelto a ser así. Sí que les llama la atención, pero poco más.
En el ferry disfrutamos de una preciosa puesta de sol, con la emoción de estar casi en Asia, y conocemos a una pareja de australianos que vienen desde Chipre con una Honda Steed. Son muy majos así que quedamos con ellos a tomar una cerveza.
El tipo resulta ser un crack, se ha pasado la vida trabajando lo justo para juntar algo de dinero y luego viajar hasta que se le acaba. La manera en que se mezcla con la gente y consigue cosas es impresionante.
Nos quedamos en el bar hasta que nos tiran y decidimos compartir ruta con ellos al día siguiente.
De Turquía sí tenemos mapa, guía y hasta un pequeño glosario, así que el hotel de hoy es bueno bonito y barato. Para más alegría, consigo reinstalar el Tomtom.
Esto no es solamente un viaje en moto, en realidad es el producto de dos factores anteriores.
El primero, la semilla del mismo es hace unos años, lejos de aquí y de Turquía. En Berlín, donde se encuentra el Altar de Pérgamo, un impresionante edificio para el que han construido un museo entero. Cuando lo vimos nos entró la curiosidad por ver dónde estará ese sitio y qué más habrá allí.
Tras consultar al todopoderoso Google localizamos el susodicho en Turquía y, navegando un poco más vemos que no solamente ese, sino muchos de los sitios conocidos de la antigua Grecia están también allí. Nombres de sitios relacionados con las siete maravillas del mundo antiguo, con nombres como Platón o Aristóteles u Homero… Habrá que ir a verlo.
La segunda es una decisión de embarcarnos en un viaje que durará mucho tiempo y promete acaparar muchos recursos. Nos planteamos tener familia, lo que no nos permitirá viajar juntos en moto durante una temporada. Así que hay que hacer un viaje especia, a modo de despedida.
Tiene que se en Mayo, no tenemos ganas de que el calor sofocante le reste disfrute al mismo, pero hay que conseguir que en nuestros respectivos trabajos nos dejen coger tres semanas de vacaciones en estas fechas, ya que en ambas empresas el periodo preferente es Julio – Agosto. De aquí se desprende la decisión de casarnos y hacer de este nuestro viaje de novios, eso siempre ayuda.
Estos factores, que a priori puedan parecer gratuitos y fuera de contexto, son importantes para entender el espíritu con el que se emprende en viaje ya que, junto con otros acontecimientos influyen en el modo en que se percibe el entorno.
Los protagonistas
Preparativos
Como ya se ha comentado es un “viaje de novios” y por lo tanto es posterior a una boda. La nuestra no ha sido convencional, pero ha requerido preparativos. Así que los preparativos del viaje se han mezclado con los de la “boda” y la sensación de ansiedad se ha duplicado conforme se acercaba la fecha.
Las tareas de preparación están perfectamente definidas:
Paula, como navegante y parte pensante en esta pareja se ha encargado de programar rutas estudiar sitios de interés y aprender cuatro palabras en Turco.
La ruta propuesta:
1ª Parte: Valencia – Barcelona – Ferry – Civitavecchia – Terni – Ancona – Ferry – Split.
2ª Parte: Split – Kraljevo – Plovdiv – Canakale
3ª Parte: Canakale – Urgup (y a lo que surja por el camino)
4ª Urgup – Ankara – Estambul
5ª Estambul – Tesalónica – Igoumenitsa – Ferry – Bari – Civitavecchia – Ferry – Barcelona - Valencia
David, como parte ejecutora del equipo, puesta a punto de la moto, descarga de mapas para el GPS y planteamiento de equipaje imprescindible.
Las actuaciones sobre la moto: Kit de arrastre, ruedas, pastillas delanteras y traseras, aceite y filtros.
En cuanto al equipaje, no hemos añadido nada especial, básicamente lo mismo que me llevaría a un fin de semana en Teruel (teniendo en cuenta que son tres semanas) más los pasaportes.
Una semana antes de salir, un triste acontecimiento nos deja helados, elimina por completo la euforia por el inminente viaje y añade un factor más que va a influir en la manera de vivir todo lo que está a punto de pasarnos.
El viaje.
DIA 1.
Es día 23 de Mayo, llevamos un día casados y nos levantamos con resaca, nos espera un ferry en Barcelona que nos llevará hasta Civitavecchia. Terminamos todo lo que no hemos tenido ganas de preparar durante la semana. Un último vistazo que no nos dejemos nada y arrancamos la moto demasiado tarde para poder hacer una ruta hasta Barcelona, todo autopista. No importa, vamos a tener muchos días de moto cruzando sitios desconocidos para nosotros, con curvas que nunca hemos hecho… En resumen que nos vamos a hartar.
A la altura de Sitges no podemos remediarlo y abandonamos la aburrida autopista, tenemos tiempo. Al final llegamos a Barcelona, sacamos las tarjetas de embarque y a dar una vuelta por el Borne hasta la hora del embarque.
Dia 2
Madrugamos pero poco, el ferry no llega a Civitavecchia hasta las 7 de la tarde, así que nos espera un día de poca actividad. Nos sentamos al sol a leer un rato, es difícil concentrarse y no estar divagando y perderse en todas las aventuras que están por llegar, podemos sentir cómo fluye la adrenalina.
Llegamos a Civitavecchia, salimos del barco y tomamos dirección Terni siguiendo al pie de la letra las indicaciones del Tom Tom. El paisaje es bonito y la carretera tiene un trazado divertido, pero hay mucha densidad de tráfico, estamos cruzando una zona rural y esto parece la Gran Vía.
Sorprende el calor que hace y son las 8 de la tarde. Nosotros que nos hemos tenido que casar para poder hacer el viaje en Mayo y llegamos a Italia en plena ola de calor.
Esta noche hemos quedado con Chiara, una integrante de hospitalityclub, un foro de acogida de Internet en el que participamos hace años. Acoges a viajeros de paso en tu casa y encuentras quién te acoja en cualquier parte. La experiencia en ambos sentidos siempre es gratificante.
La ruta:
Llegamos a Terni pasadas las 9 de la noche. Chiara nos lleva a dar una vuelta a ver el pueblo y a cenar una impresionante pizza por dos duros. Terni es una ciudad de unos 100.000 habitantes. A pesar de ser domingo por la noche, hay mucha vida en la calle e invita a tomar una caña en cualquiera de las terrazas. Me pareció un sitio agradable.
El momento de la llegada:
Chiara Resulta ser una persona muy interesante. Vive con cuatro gatos, es cantante de jazz, y tiene una espectacular colección de películas y otra de comics. Toda una freak.
Dia 3
Chiara nos ha indicado algunos sitios para ver en nuestro camino hacia Ancona, una es un salto de agua que parece ser que es la estrella en el turismo de la zona. Es artificial, construido por los romanos hace mucho, y no está siempre activo. En este viaje no nos cuadran las horas, por lo que decidimos no visitarlo. Como segunda opción nos da Spoleto, que está en nuestro camino.
Estamos atravesando una zona montañosa, con lo que la carretera es muy interesante. Hay tráfico, pero dada la peculiar forma de conducir de los italianos esto no es problema, se puede adelantar en cualquier sitio, simplemente hay que tener en cuenta que los que vienen de frente piensan lo mismo.
Spoleto es bonito, con interesantes edificios representativos del Románico Italiano. Paseamos algo por sus calles, pero la ola de calor, con temperaturas de hasta 38ºC nos deja sin ganas de caminar, vestidos como vamos con la ropa de moto. Dan ganas de rodar otra vez y que por lo menos nos dé el aire.
En este momento, Paula mete la cabeza debajo del chorro de una fuente intentando refrescarse, sin darse cuenta de que lleva una de las cámaras de fotos colgada al cuello. El desenlace lógico llega y la cámara decide darse un baño. La sacamos del agua y le quitamos tarjeta y batería. Ahora solo queda cruzar los dedos y esperar un milagro.
Alguna foto de Spoleto:
Seguimos ruta hacia Ancona con la esperanza de que el aire nos refresque un poco. El calor sigue siendo sofocante, y uno se ahoga dentro del casco, así que decidimos bajar el ritmo y abrir la mentonera. El viento caliente tampoco es muy agradable, es como si te enchufasen un secador a la cara, pero es mejor que la sensación de ahogo que produce el casco cerrado.
La carretera es bastante bacheada. Esto, aparte de descolocarnos todos los huesos, provoca que el soporte del GPS no aguante y se me suelte. En este punto conviene aclarar que me pasé de listo y llevo montado un soporte universal de coche, 5 € en los chinos de la esquina. Lo cierto es que ha aguantado varios viajes. El GPS va atado por seguridad en previsión de que esto pudiera pasar, con lo que no se pierde del todo, pero sí se lleva un buen golpe que lo deja colgado. Hay que reiniciarlo.
En realidad es un Pocket PC con antena GPS y esto, para los no iniciados, quiere decir que si lo reinicias pierdes el software que hayas instalado. Moraleja: ya no hay TomTom.
Para animar más el viaje, se rompe la clavija que une el intercomunicador con el casco de Paula, así que hay que cortar y empalmar. Esta será la primera de una larga serie de intervenciones a las que ha habido que someter el aparato en cuestión.
Al final llegamos a Ancona y nos preparamos para tomar el ferry que nos llevará a Split. Fuera de la Unión Europea, final de esta primera etapa del viaje y principio de la siguiente. En el ferry hay más motos que cualquier otro vehículo, de toda Europa.
La ruta:
No han sido muchos kilómetros, pero el calor nos ha dejado completamente destrozados, es como si hubiésemos hecho miles. En el ferry, conocemos a un Alemán que viaja solo con su R1150R y se une a nosotros en la cena. Va a hacer una ruta por la costa Croata en solitario. Como buen propietario de moto japonesa defiendo orgulloso mi elección basándola en precios mantenimientos, etc… Totalmente de acuerdo conmigo, me dice que en su pueblo, Frankfurt la hora de taller para la BMW tiene un precio de 120 €. O son muy rápidos trabajando o en dos sesiones pagas una nueva. Todavía me queda la duda de si no sería un problema idiomático
Dia 4
Es 26 de Mayo y es mi cumpleaños, pero eso no importa. Lo verdaderamente importante es que nos espera una tirada de algo más de 600 Km por carreteras secundarias, con muchas curvas y tocaremos 3 países.
La idea es atravesar Croacia y Bosnia i Herzegovina para llegar a Kraljevo, en Serbia. El ferry llega a Split a las 7 AM, con lo que tenemos todo el día y no parece difícil.
Llegada al puerto de Split:
Hay que tener en cuenta que la ruta propuesta por ViaMichelin y por el TomTom es subir hasta Zagreb y coger allí la autopista que lleva hasta la frontera de Bulgaria con Turquía. Pero estamos sitios nuevos para nosotros, y si lo único que vamos a hacer es atravesarlos, nos resistimos a que sea por autopista, tenemos tiempo por ahora.
Pasamos la frontera y con nuestro sello en el pasaporte, que siempre queda bonito, dejamos Split dirección Sur – Dubrovnik.
Hace años hicimos esta misma ruta en coche y en Agosto, viendo montones de moteros italianos y alemanes y babeando de envidia. Esta vez nos toca a nosotros. La carretera es como la recordábamos, muy bonita, buenas curvas y bonitos paisajes, pero las medias no salen. En un pueblecito paramos y comprobamos, llevamos 3 horas y hemos hecho apenas 180 km. Tememos que a este ritmo no llegamos. De todas formas son todavía las 10 y queda todo el día.
Por el camino vamos adelantando tanto solitarios como grupos de moteros, y nos van adelantando otros. En cada una de estas maniobras se forman grupos temporales, a todos nos gusta rodar en grupo. Ahora sigues un rato a una Varadero con matrícula holandesa, le adelantas y te sigue él otro rato para luego volver a su ritmo y dejarte ir. Ahora te adelanta un grupo alemán y te das cuenta de que has hecho lo mismo, adaptando tu ritmo al suyo.
En la parada que hacemos decidimos que hay que dar un poco más de gas si queremos cumplir con la etapa, así que nos ponemos en marcha y prácticamente sin darnos cuenta hemos llegado a la frontera con Bosnia. En esta no nos hacen ni caso, ven la matrícula y nos dejan pasar, no hay sellito esta vez.
El paisaje ha cambiado, se vuelve de un verde más continental y aparecen las primeras mezquitas
Y llegamos a Mostar, primer hito en la etapa de hoy. Cuando pensamos en Mostar a todos nos viene a la cabeza palabras como genocidio o masacre. Pero ofrece algo más, aparte de algún resto de la guerra que se conserva como recordatorio, o como ejemplo de hasta dónde puede llegar la estupidez humana. Tiene un casco antiguo muy bonito y acogedor, que se extiende a ambas orillas de un río. Una de las orillas es Musulmán y la otra Cristiana. Hay un puente que las une, durante muchos años culturalmente de manera aparentemente apacible y luego solo físicamente. Este puente es símbolo de la ciudad.
De nuevo hace mucho calor para andar de turisteo, por lo que decidimos emprender viaje hacia Sarajevo y comer allí.
La ruta hacia Sarajevo atraviesa una zona montañosa, donde la mayor parte del tiempo está prohibido adelantar. Hay mucho tráfico, está prácticamente atascado. Por el espejo veo cómo se aproxima una GS con mucho equipaje. Me adelanta y se pone a mi lado. Es una pareja de Alemanes que no se lo piensa a la hora de adelantar, ya tengo mi liebre. Tiro detrás de ellos y pronto llegamos a la causa del atasco. En una curva hay una grúa retirando los restos calcinados de un camión cisterna, uno no puede evitar pensar que se ha librado por poco.
Llegamos a Sarajevo pasadas las 2. A estas alturas estamos muy cansados y hambrientos, pero no vemos nada que nos llame la atención y nadie habla nada que entendamos. Decidimos cruzarlo y buscar algún sitio en la carretera.
Hasta ahora ha sido fácil, las indicaciones tanto para Mostar como para Sarajevo eran claras y abundantes. A partir de aquí todo ha cambiado. No tenemos GPS, el mapa es una copia de la ruta de Via Michelín y para mayor gloria, los carteles están en cirílico.
A las 3 y pico encontramos un bar en la carretera donde nos dan de comer. Ni hablan ni entienden ninguno de los idiomas que hablamos nosotros, pero para pedir comida no hace falta mucho. Otra cosa es que sepas lo que estás pidiendo. Lo nuestro estaba rico, pero un poco excesivo:
Con ánimos renovados emprendemos la marcha hacia nuestro próximo destino: Serbia. Convencidos de que estábamos en el camino correcto. No obstante hay algunos indicios que hacen dudar de si estamos en lo cierto, la calidad de la carretera va empeorando y pasamos por túneles muy estrechos y oscuros.
Paramos en una gasolinera y preguntamos. El gasolinero tampoco habla ningún idioma que no sea el serbio, cuando le enseñamos el mapa nos dice que sí, que por aquí se puede ir pero que tenemos 20 km de “no asfalt”. Le pregunto si con la moto se puede pasar bien, mira la moto y se deja convencer por su aspecto aventurero porque me sonríe y levanta el pulgar. Es el empujoncito que nos faltaba, ¿cómo habré podido dudar? Vamos con una todopoderosa Vstrom y somos amos del universo. Después de todo hemos llegado hasta aquí con una fotocopia del viamichelin y sin GPS. Por supuesto el hecho de que realmente estamos perdidos y este no es el camino correcto no tiene la menor importancia.
Subidos de nuevo en nuestra moto salimos dirección a ese insignificante tramo sin asfaltar. La vegetación a los lados de la carretera es tremendamente espesa y el cielo está nublado, pero todavía no llueve. Por fin llegamos al tramo “no asfalt”, hay un cartel que lo indica, con recomendaciones de velocidad y un texto en cirílico que no entendemos. El terreno parece bastante compacto, así que tiramos.
Llegamos a un tramo en obras, donde los operarios están ya recogiendo, parece que se ha hecho tarde. Por supuesto nos miran con extrañeza, no estamos seguros de cómo interpretar la mirada. Estamos un poco tensos y de repente sale de detrás de n camión un tipo enorme gritando y quitándose la camiseta. La verdad es que interpretamos el gesto como hostil, abrí gas y salimos de allí pitando. Por el espejo veo cómo el resto hace aspavientos y dudamos, pero la inseguridad y el miedo se ha instalado en nosotros y decidimos ignorarles.
Lo siguiente es un túnel muy oscuro y en el que hay barro. No puedo verlo pero noto cómo la rueda delantera va por donde le parece, viene a la cabeza la primera experiencia con el trail y eso fue en Guara (Huesca), esto es Bosnia. La aventura ha dejado de ser divertida.
Por último, nos encontramos en una bifurcación del camino sin señales de ningún tipo. No tenemos un mapa en condiciones, el GPS ha muerto, son las 6 de la tarde y llevamos en la moto desde las 7. Como hemos comentado, los últimos 10 minutos ya no han sido divertidos.
Decidimos dar la vuelta, recorrer los 40 km atrás, volver a Sarajevo y buscar un buen hotel. Pasamos otra vez por el túnel y nos enfrentamos a la posible hostilidad de los bárbaros.
Al pasar de nuevo por delante de ellos no nos hacen ni caso, lo cuál nos hace sentirnos ridículos y avergonzados por nuestro absurdo prejuicio. Supongo que todavía se ríen cuando se lo cuentan a sus amigos delante de una cerveza. Realmente es una buena idea retroceder, descansar y recuperar algo de sentido común.
El camino de vuelta, bajo la lluvia y meditando sobre lo que nos ha pasado y sobre cómo lo hemos vivido.
Ya en Sarajevo nos encontramos con una ciudad agradable, las terrazas están llenas de gente tomando cañas y es acogedora. Cenamos cualquier cosa y a descansar, que mañana hay que recuperar lo que hoy no hemos podido hacer. Turquía nos espera.
Dia 5
Son las 7 y estamos en pie, con las maletas recogidas y preparados para desayunar y salir rumbo a Turquía. Para cumplir con el plan establecido debemos llegar a Plovdiv, lo que significa hacer 748 km. A pesar de la experiencia del día anterior, en el que 360 km nos costaron casi 12 horas y acabamos reventados, seguimos convencidos de que es posible. De todas maneras, si hay que cambiar de planes, ya lo haremos.
La carretera correcta no es como la del día anterior, se nota que es una vía más importante, tiene un buen asfalto. Como entrante tenemos un fantástico puerto de montaña con mucha vegetación y con poco tráfico que desemboca en una preciosa meseta para luego enlazar con un valle por el que discurre paralela a un rio. Parece que hoy sí van a salir los kilómetros y de manera muy placentera.
Y de esta manera llegamos a la frontera con Serbia. En esta sí miran los pasaportes y la documentación de la moto. En ese momento uno se plantea que ni en Croacia ni en Bosnia les importa demasiado si entras con un vehículo robado o sin seguro
En Seria todo ha cambiado. La carretera es bastante recta y sería aburrida si no fuese por la particular forma de conducir de los serbios. Las incorporaciones por los laterales las hacen encomendándose a Dios, los adelantamientos en cualquier momento y con coches del paleolítico que los hacen eternos. Yo voy buscando liebres, alguien a quien seguir, que me sirva de referencia y que me cubra en los adelantamientos. Así cruzamos Serbia, sin mucho más que contar, y llegamos a Bulgaria.
La frontera de Bulgaria es divertida, paras en una caseta, apuntan datos y los graban en un pendrive que debes entregar en la siguiente caseta, donde repetirán la operación, y así hasta un total de 5 casetas. No plantea ningún problema, pero digo yo que no debe ser tan complicado establecer una red entre las cinco casetas.
Una vez en Bulgaria hay autopista hasta Sofía. Decidimos que puede ser un lugar interesante para pasar la noche, son las 5, así que podremos hacer un poco de turismo.
Llegados al centro, nos acordamos de Javi y su Rumbo a Tartaria. Hay un tremendo atasco en el que nos pasamos 1 hora rodeados de coches de lujo decorados con globitos, y adolescentes saliendo por las ventanillas y gritando. ¿Sofía debe ser siempre así?
En realidad, según nos comentan, el evento en cuestión es la celebración de la mayoría de edad de los niños y niñas y dura un par de semanas. Por el día se dedican a dar vueltas en coche y por la noche a ir a fiestas. No parece un mal plan… para un par de días. Pero así durante dos semanas parece demasido. Lo que no alcanzamos a entender es si va por barrios o distritos o es todos con todos. La fiesta de esta noche en el Sheraton, creo que no nos esperan. Al final, entre buscar un hotel y el atasco no nos queda demasiado tiempo para hacer turismo, pero ha sido un bonito día de moto y estamos satisfechos. Además aquí podemos comunicarnos con los camareros en inglés, y eso descansa mucho.
También aprovecho para conectarme en un cibercafe y pedirle a un compañero que me mande el Tomtom a una dirección de gmail para recuperarlo.
Cenamos abundantemente, un paseo y a dormir. Mañana más
La ruta:
Dia 6.
Se repite el madrugón habitual ya en este viaje, y es que parece que va a ser la tónica. Desayunamos como solamente lo hacemos los que no estamos acostumbrados a los hoteles con buffet en el desayuno. Lo que es muy parecido a decir que no estamos acostumbrados a los hoteles. Nos falta echar los restos al bolso.
Salir de Sofía es un infierno de tráfico, nos cuesta casi una hora llegar a la carretera. Ya en ruta, al principio es autopista, pero luego se convierte en una recta parecida al día anterior. El paisaje tampoco es nada del otro mundo, es un llano sin más. Atravesamos muchos pueblos donde se ve bajo nivel de vida que contrasta con el lujo de Sofía. La gente aquí parece menos feliz que en Croacia, Bosnia o Serbia. Esto no deja de ser una percepción particular, estoy seguro de que hay otros contrastes y hay mucha Bulgaria por descubrir más allá de los márgenes de esta carretera, pero no nos entró curiosidad.
Nos centramos en buscar la pegatina para las maletas, el CV de la moto, pero es difícil de explicar qué es lo que queremos sin tener ni idea de búlgaro. Al final conseguimos que una mujer que orgullosa nos ha puesto al teléfono con su hija que habla inglés, nos escriba en un papel lo que queremos. Ahora es más fácil, en las gasolineras enseñamos el papel confiando en la buena voluntad de la señora. Nadie nos golpea, por lo que parece que no es ningún improperio, pero aun así llegamos a la frontera sin pegatina.
Cerca de la frontera coincidimos en un bar con un grupo de ingleses que vienen de Turquía, ya en viaje de vuelta. Es el grupo más heterogéneo que he visto en mi vida. A saber: Una GSAdv, una GS, dos BMW clásicas (1960 y 1970) y, lo mejor de todo, una Lambretta. ¿Os imagináis cruzar Europa subido en una Adventure al ritmo de una lambretta? La amistad puesta a prueba. Por favor ruego a mis amigos que no me pidan nunca un favor así.
Os dejo una foto que perfectamente podría ser un vídeo. Esto es más o menos lo que vimos de Bulgaria.
Llegamos a la frontera Turca, es mucho más moderna y equipada que las que hemos visto hasta el momento. Piden y estudian detenidamente la documentación y registran datos. Hay que pagar un visado de 15 € por persona que dura hasta Noviembre. A pesar de venir desde un país en el que no está el euro como es Bulgaria, y entrar en otro que tampoco lo tiene, el precio está directamente en Euros y es la moneda que aceptan.
Aparte de los viajes de caseta en caseta, no presenta ninguna complicación y no se tarda demasiado tiempo. Una vez en Turquía nos invade por primera vez esa impresión de haberlo conseguido, estamos en Turquía y hemos venido con nuestra moto.
Nos dirigimos hacia Eceabat, punto en el que cogemos el ferry que cruza el estrecho de Dardanelos para pasar a Asia.
Conforme nos alejamos de la frontera, el paisaje vuelve a ser interesante, así como la carretera. El Estrecho tiene mucho tráfico de barcos, ya que une el mar Egeo con el de Mármara. Hace mucho viento y estamos ansiosos por llegar, ni fotos, ni paradas estamos viendo Asia al otro lado.
Ya en Eceabat lo primero es comprar el pasaje del ferry. Tenemos algunas monedas turcas, ya que los ingleses nos han dado todo lo que les había sobrado, así que compramos los billetes y a esperar el barco.
Alrededor de la moto se junta una congregación a estudiarla, nos sentimos como unos seres que han venido en una nave espacial de otro mundo y me pregunto si esto va a ser siempre así. Afortunadamente no ha vuelto a ser así. Sí que les llama la atención, pero poco más.
En el ferry disfrutamos de una preciosa puesta de sol, con la emoción de estar casi en Asia, y conocemos a una pareja de australianos que vienen desde Chipre con una Honda Steed. Son muy majos así que quedamos con ellos a tomar una cerveza.
El tipo resulta ser un crack, se ha pasado la vida trabajando lo justo para juntar algo de dinero y luego viajar hasta que se le acaba. La manera en que se mezcla con la gente y consigue cosas es impresionante.
Nos quedamos en el bar hasta que nos tiran y decidimos compartir ruta con ellos al día siguiente.
De Turquía sí tenemos mapa, guía y hasta un pequeño glosario, así que el hotel de hoy es bueno bonito y barato. Para más alegría, consigo reinstalar el Tomtom.