TAILANDIA ¿la carretera con más curvas del mundo?

jaimeleonu

Curveando
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Atrás dejamos la ciudad de Mae Sai y tomamos una carretera secundaria. Al poco de comenzar a circular por ella hemos encontrado una barrera y un puesto de control vigilado por el ejército. Me temo que, como mínimo, esto nos va a suponer parar, enseñar documentaciones y dar entre otras explicaciones, por qué nos empeñamos en ir por esta carretera existiendo otra con un trazado más nuevo, lógico y sencillo. Temiendo lo peor aflojo el acelerador. Pero sorprendéntemente un militar se acerca a la barrera, la levanta y con una sonrisa hace un gesto para que continuemos. Menos mal, desde hace 4 ó 5 días que recogí la moto, viajo sin mi pasaporte... No tengo tiempo para pensar en la suerte que acabamos de tener con los militares, la carretera requiere toda mi atención. Una curva, otra, otra, cuestas trazadas por un loco...Justo antes del final de una de esas pendientes, que a simple vista y sin necesidad de ninguna señal que lo indique, debe tener un desnivel bastante por encima del 20%, la carretera se divide en dos. "Ya estamos. ¿Y ahora? ¿Izquierda o derecha?". Aprieto los frenos, el embrague, apoyo mi pié izquierdo en el asfalto, y nos detenemos para decidir qué dirección tomar. De repente noto una sensación extraña, como si alguien tirara desde detrás de la moto...Oigo exclamar a Conchi:

- ¡¡ Eh, que nos estamos yendo para atrás !!

"¡ Joder! es verdad ¿ Cómo es posible? ". Aprieto la maneta y el pedal con más fuerza, aunque ya estaban a haciendo tope. Las ruedas están frenadas pero la pendiente es tal que lentamente nos estamos yendo carretera abajo....Rápidamente acelero, hago patinar el embrague y volvemos a avanzar....Algunas veces, circulando por el campo, te empeñas en subir cuestas imposibles y se te presentan situaciones similares, pero en una carretera asfaltada es la primera vez que me ocurre algo así.

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Mae Sai se encuentra en el norte de Tailandia y presenta el aspecto de la mayoría de las ciudades fronterizas. Llegas y sólo encuentras una larga avenida de unos 2-3 km de longitud, repleta a un lado y a otro de almacenes y tiendas, con una frenética actividad. Al final de la avenida, si no te fijas un poco, te encuentras metido de lleno en la aduana para cruzar a Myanmar, pero nuestra ruta no pasa por ese país. A la salida de Mae Sai, casi oculta por los árboles, vi la entrada a esta carretera. La vegetación es tan tupida que forma un arco sobre ella. Según mi mapa es la nº 1149, figura en color amarillo, lo que ya indica que quizás sea mejor continuar por la principal. Pero recuerdo, cuando preparaba nuestro itinerario, haber leído que es una antigua pista que hasta hace pocos años usaban los contrabandistas y los traficantes de opio, y que a lo largo de sus 50 km se retuerce una y otra vez entre las montañas que separan a los dos países, Myanmar y Tailandia. Hace poco que la han asfaltado, y si vienes por aquí, y tienes tiempo, que no se te pase por alto, merece la pena conducir por ella. Seguramente encontrarás los desniveles más impresionantes que has visto nunca, y si la mañana presenta algo de bruma disfrutarás de unos paisajes casi irreales. Pero recuerda, no pares nunca en mitad de una de sus cuestas.

Sin duda la carretera 1149 es la que presenta los desniveles más brutales, y está repleta de curvas, pero no es la que más tiene, no. Ese honor queda reservado para la conocida como "Mae Hong Son Loop", situada en el noroeste del país. Discurre entre montañas, cascadas, lagos, bosques, pequeñas aldeas habitadas por las tribus de las montañas, un mosaico de chinos, tibetanos, birmanos, tailandeses... Dicen de ella que es la carretera de más longitud del mundo que presenta el mayor número de curvas por kilómetro. Sea o no verdad, y después de haber recorrido otras muchas de este tipo, lo cierto es que no seré yo quien lo ponga en duda. Oficialmente en sus primeros 220 km, tiene 1.864 curvas ( si es que hay alguien que se haya entretenido en contarlas), que ya son curvas. Pero es que partiendo de Chiang Mai, subiendo a Mae Hong Son por Khun Yuam y regresando de nuevo a Chian Mai, esta vez pasando por Pai, que es el circuito completo, los números son de ¡¡ 3.870 curvas en 450 km !!.

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Quizás así estás cifras no te dicen mucho, pero piensa que vas a encontrarte con casi 9 curvas por kilómetro (el mítico Stelvio tiene unas 2/km) o si lo prefieres ¡¡ cada 80 mt tienes una curva...!!. Las hay de todo tipo, en subida, en bajada, abiertas, cerradas, muy cerradas…más cerradas todavía. Con grandes desniveles en el centro de la misma y con unos peraltes que yo nunca había visto en una carretera abierta al tráfico. Después de todo esto ya puedes imaginar que durante mucho tiempo vas a estar circulando en primera y segunda, y habrá muchos kilómetros en los que no tendrás tiempo ocasión de cambiar de marcha. Te acercas a una curva, frenas, reduces, al final es tan lenta que la tienes que negociar en primera. Tomas la curva, aceleras y cuando ya estás a punto de meter segunda, llegas a otra, toca frenar y empezar de nuevo. ¿Qué significa esto? que la velocidad media, añadiendo las inevitables paradas, va a ser ridículamente baja, muy baja, tanto que no tuve interés en conocer la nuestra.

Además, si quieres hacer algo más que tomar curvas, tienes que dedicar varios días a su recorrido (mínimo 3-4) ya que a lo largo de la "Mae Hong Son Loop" hay muchos lugares que merecen una visita. Pero a quién le importa lo que se tarda cuando vas a poder disfrutar de unos lugares y de una experiencia maravillosa. Aunque te aseguro que llegará el momento en que suspires por una recta, aunque no sea muy larga.

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Continuará...
 
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Magnífico relato del viaje Jaime; te aseguro que vamos a estar muy pendientes vuestro periplo por ese maravilloso y espectacular país.
Gracias por mostrarnos esa parte del Mundo.
Saludos cordiales.
 
Bonita crónica y bonitas fotos. :)

Yo conozco esa zona y te diré que estuve conduciendo un Suzuki Jimny alquilado por lugares como Chiang Mai, Chiang Rai y por Mae Hong Son. :)

También visitamos a las mujeres jirafa en uno de esos tramos. :shocked: :D

Muy bonita la zona y las gasolineras muy auténticas. :rolleyes2: :D

Me estas poniendo los dientes largos con la crónica. :)
 
Última edición:
Hola

Pedro y los demás, que no , que no quiero alargar esto, yo también quiero acabar cuanto antes...

Enseguida continuo con el viaje, en cuanto prepare las fotos de la siguiente entrega

Irko, entonces te resultarán familiares muchos de los lugares de nuestro viaje, veremos si coincidimos en las apreciaciones

saludos
 
Ale otra parte, y ésta ya más larga...


Tailandia y sus cosas…


A las pocas horas de haber llegado a este país varios detalles llamaron nuestra atención, vamos con ellos.

Como en otros lugares del mundo los scooters han significado una revolución social y económica. El transporte de personas y productos a pequeña escala, hace años que pasó de realizarse con animales a hacerlo en bicicletas y de éstas a las pequeñas motos, reduciendo así distancias y tiempo. Una de las zonas donde esto es más visible es en todo el sudeste asiático, y en Tailandia en particular. La moto se utiliza para todo, para transportar pequeños productos pero también cosas más voluminosas y pesadas. Las madres la usan para llevar y recoger a sus hijos (y a los de la vecina si es necesario) de la escuela, los agricultores para acarrear sus productos a los puntos de venta, los almacenistas para sacar y meter las mercancías por las estrechos callejones que llevan a los mercados, incluso hay negocios, como los puestos ambulantes de comida y bebida, que literalmente son adosados a un scooter. Y además son conducidos, en la misma proporción, tanto por hombres como por mujeres.

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La primera vez que veas a una mujer llevando a dos, tres, o incluso cuatro niños pequeños en la moto inevitablemente girarás la cabeza. Pero esta escena pronto te resultará tan habitual como que aquí casi nadie use el casco, o que quien lo usa, al aparcar la moto, lo deje despreocupadamente colgando del manillar sin el menor temor a que se lo roben. Hay motos a miles, todas de marcas japonesas, coreanas o chinas. Las tiendas son enormes, en cualquiera de ellas, de cualquier pequeña ciudad, tienen más motos para la venta que en todas las tiendas de Salamanca juntas, señal de que se venden casi tanto como cualquier producto de primera necesidad.

En las guías de viaje de Tailandia comentan que una forma económica de recorrer pequeñas distancias es alquilando un scooter, aunque algunas suelen ser reacias a la hora de recomendárselo a los occidentales. Según ellas, conducir por aquí es peligroso y todos los años decenas de turistas sufren accidentes de mayor o menor gravedad. Y aunque en muchas ocasiones las recomendaciones de las guías hay que tomarlas “con pinzas”, en esta ocasión tienen algo de razón. Para un occidental que no esté acostumbrado a conducir un scooter, quizás éste no sea el mejor lugar para iniciarse. Pero la mezcla de su bajo precio de alquiler (unos 4-6 euros/día), la cantidad de ellos que hay, el buen tiempo, la libertad que representan…para cualquier joven extranjero resulta una tentación muy grande. Pero hacerlo en las condiciones que vimos, muchos en pantalón corto, con chanclas, cargados con una enorme mochila, sin saber si ese botón que tienen delante de las narices es para los intermitentes, la bocina o para qué, haciendo “el tonto” con los colegas por medio de la carretera…es ir pidiendo a gritos tener un accidente. No vimos ninguna situación de peligro en los otros conductores locales. Nadie se cayó de la moto delante de nosotros, ni se chocó, y, por imposible que parezca, no vimos a ninguna madre a la que se la cayera un niño en marcha, y los había que iban delante, agarrados al manillar, y seguro que todavía estaban aprendiendo a andar. Los únicos sustos que tuvimos vinieron por parte de conductores “no locales”, si, esos que parecen querer que su nombre figure en la lista anual de extranjeros accidentados en moto.

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Otro vehículo que en las ciudades se encuentra por centenares, son los que aquí se les conoce con el nombre de “Tuc-tuc”. Los que ya tenemos algunos años, cuando todavía circulaban por España, recordamos que los llamábamos “moto-carros”. Vehículos carrozados de tres ruedas con motor y mandos de moto. Sustituyen a los tradicionales taxis, y resultan el método más barato y rápido para desplazarte dentro de las ciudades.

Aquí probando el de un amigo.

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Pero si vas a conducir por Tailandia es mejor que te habitúes cuanto antes a ciertas particularidades que en España pondrían los pelos de punta. Si una madre va a la escuela a buscar a su hijo y tiene más de uno en edad escolar, o la vecina la ha encargado que recoja también alguno suyo ¿qué va a hacer? ¿echar más de un viaje pudiendo llevarlos a todos en uno solo?. O cuándo por las carreteras de las montañas tomas una curva y te encuentras en medio de ella a un vehículo incorporándose a la misma ¿qué haces? pues ir más atento y frenar (si te da tiempo, claro). Viajando por las autopistas, que hay muchas más de las que te puedas imaginar, es habitual encontrar coches, motos, camionetas… pero circulando en sentido contrario al tuyo. Espera, no pongas todavía el “grito en el cielo”, que son prudentes y lo hacen por el arcén. Si el próximo cambio de sentido se encuentra a 3-4 km de distancia y ese vehículo sólo va a circular en dirección contraria unos centenares de metros, o a lo sumo algún kilómetro así, y nadie le va a recriminar, ni multar ¿qué va a hacer su conductor?. Pues lo más sencillo, cómodo y rápido…circular por el arcén, con un poco de cuidado eso sí. Y supongo que casi nunca pasará nada...

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Normalmente, en viajes de este tipo, siempre es recomendable llevar en la moto algo de bebida y comida. Nunca sabes si a lo largo del día y la ruta las encontrarás fácilmente, pero en este viaje sólo tomamos esa precaución el primer día. Y ésta es otra cosa que nos resultó llamativa. Por todas partes y a todas horas encontrarás decenas y decenas de puestos en los que venden comida, no me refiero solamente a comida fría, hablo de comida caliente que te preparan al momento. Viajes por dónde viajes, incluso cuando la carretera cruza pueblos realmente pequeños, encontrarás muchos de estos puestos. Comer en ellos es muy barato, normalmente nos costaba entre 3 y 6 euros para los dos, incluyendo las bebidas. Pero no pienses que los viajeros son sus principales clientes, a cualquier hora del día están llenos de tailandeses. Unos comen allí mismo, pero hay muchos que se acercan a comprar la comida familiar y llevársela. Conclusión que sacamos, “aquí prácticamente nadie cocina en su casa”.
Evidentemente el menú es asiático, muy variado sí, pero asiático. Luego si eres un poco “tiquis-miquis”, con la comida no vas a disfrutar mucho. Y menos si en algunos puestos te empeñas en mirar como te la preparan o en examinar, con los estándares europeos, los utensilios, el entorno…etc.

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Un consejo, acostúmbrate a las variadas sopas de “noodels” (la pasta hecha con harina de arroz), el pollo picante, el arroz en mil formas diferentes, las costillas de cerdo, el Pad Tai con gambas o con cualquier otra cosa de las muchas con las que acompañan este popular plato. Aprende a manejar los palillos, olvídate del pan y a disfrutar. Ah, y si quieres probar los más variados “bichitos” fritos, también es buena ocasión, aunque por lo que vimos eran más solicitados por los extranjeros que por los propios tailandeses.

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¿Sabes quién es Bhumibol Adulyade?. No, ¿verdad? yo tampoco lo sabía, pero seguro que si te doy algunas pistas, lo vas a acertar. Su retrato aparece por toda Tailandia. Le verás a la entrada de los templos, en grandes carteles junto a la carretera, coronando los arcos de acceso a pueblos y ciudades, en las tiendas, en los edificios públicos… Exacto, es el rey de Tailandia, también conocido como Rama IX. Está por todas partes y pronto te acostumbras a sus diferentes poses. Con una cámara fotográfica (dicen que su gran pasión) en la mano, montando a caballo, posando con la familia, en ropa de sport, en traje de gala… Para mi la favorita es una en la que está con cara pensativa y el dedo índice de la mano derecha ligeramente levantado, como diciendo: “Hey, tailandeses, acabo de tener una gran idea”…Vayas dónde vayas, pares dónde pares, tendrás la impresión de que siempre te estará mirando… Ah! Y aunque no creo que esto lo lea la casa real tailandesa, todo lo anterior está “dicho desde el respeto”, ya que las penas por burlas, agravios, menosprecios y demás ofensas hacia la figura de Rama IX son muy severas.

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Pero los miles de scooters, los “tuc-tus”, los puestos de comida o las gigantescas fotografías del rey no es lo único que nos sorprendió, hay más cosas. La presencia de la religión por todas partes, cientos de coloridos y cuidados templos budistas, los monjes con su cabeza rapada y sus túnicas anaranjadas, el respeto de la gente a todos los elementos relacionados con el budismo, las marañas de cables del tendido eléctrico colgando por todas partes que sorprendentemente no provocan continuos incendios, ni cortes de electricidad, ni nada parecido…

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Próximo día "Alquilar moto en Tailandia"

saludos
 
Alquilar moto en Tailandia

Al preparar un viaje en moto por cualquier lugar, es fundamental escoger la fecha apropiada. La mayoría de las veces la diferencia entre una experiencia agradable o un lamentable viaje se basa en la climatología, y Tailandia no es una excepción. En este caso lo ideal es hacerlo entre diciembre y marzo. Las lluvias han terminado y las temperaturas, aunque en el centro y el sur son altas, todavía son llevaderas. Conociendo este dato, marcamos desde mediados de diciembre hasta mediados de enero las fechas de inicio y final de nuestro viaje, y acertamos de pleno, no tuvimos ni un solo día con lluvia o amenaza de ella.

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Desde nuestro viaje a Polonia en 2005, Conchi y yo no habíamos vuelto a viajar miles de km en una sola moto, pero, como cuento más adelante, en este caso iba a ser la opción más sensata. Tecleas en Google “Tailandia rent motorbike” y encontrarás un largo listado con páginas que se dedican a ello. Pero cuando comienzas a mirar ves que una gran cantidad solamente alquilan motos de baja cilindrada y que el resto de las empresas, que disponen de motos sobre 500-700 c.c, éstas no suelen estar lo bien equipadas que te gustaría para poder llevar cómodamente a dos personas y su equipaje durante unos cuantos días. O bien no tienen maletas, o éstas son muy pequeñas. Según nos explicaron es debido a que las empresas de alquiler prefieren hacer tours guiados para grupos, y de este modo llevar una pick-up con los equipajes, a realizar alquileres de forma individual.

Después de mucho mirar, y descartar un buen número de Kawasaki´s Versys y Honda´s CB500X, especialmente por el tema de las maletas, encontré en Thailand Motorcycle Tours - Motorcycle Tours of Thailand, Laos, Cambodia, China, Vietnam, and more dos BMW 800 GS equipadas con maletas y top case de aluminio y bolsa depósito. Tras intercambiar varios mails con el propietario, Reed Resnikoff, había dos problemas. Conchi ya ha viajado por Sudamérica y Centroamérica llevando las 700 GS, y aunque también ha probado algunas 800 GS, por peso y especialmente por la altura del asiento, no es una moto con la que se sienta tan segura como en las 650 y las 700, y para un viaje largo eso es primordial. Además hacia poco que se había lesionado la mano izquierda, así que decidimos viajar los dos en una 800 y problema resuelto. A por el siguiente.

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Para sacar la moto de Tailandia y pasar a Laos, había que dejar un depósito que equivalía al precio de más de media moto nueva. Otro problema menos, pasaríamos a Laos sin la moto, una visita de unas horas y listo.
Y ya que hablamos de dinero… Todos los artículos que se fabrican en Europa resultan muy caros en Tailandia. Por la calle sólo ves Toyotas, Hyundais, Hondas, Mazdas…por cierto, si no lo sabías en Tailandia se fabrican anualmente más coches que en España y está entre los 10 mayores productores del mundo. Bueno a lo que íbamos, ver un Audi, Mercedes o Bmw es muy raro, marcas europeas más generalistas ya es imposible. En comparación con las asiáticas, y especialmente con las que tienen factorías en Tailandia, resultan muy caras, y por supuesto también sus recambios, ¿a dónde quiero llegar con esto?. Pues que alquilar una moto de forma “individual” y además una BMW resulta alrededor de un 30% más caro que cuando lo hemos hecho en otros países. El precio oficial de la 800 GS son 170 dólares por día, luego ya entra el tema de la negociación, aunque ya te adelanto que tampoco es como en otros lugares y no esperes grandes descuentos.

Al menos Reed es un tío serio, la moto estaba impecable, equipada tal y como nos había dicho y con la entrega y recogida en nuestro hotel a la hora que le dijimos. Y además sabe guardar muy bien un pasaporte durante días…Y un último apunte, a diferencia de algunos otros países aquí las empresas de alquiler de motos solamente tienen delegación en una ciudad, por lo que la moto hay que recogerla y devolverla en el mismo sitio, con lo que esto condiciona a la hora de preparar un itinerario.



O moto o pasaporte, escoge.

Lo más interesante de Tailandia, para nosotros que íbamos a viajar en moto, se encuentra en el norte, dentro del triángulo que limita al este con Laos y el oeste con Myanmar. Es una zona muy montañosa y de momento resiste sin recibir la gran cantidad de turistas que te vas a encontrar tanto en la bulliciosa Bangkok como en las populares playas del sur. Pero vayas a una u otra zona lo primero será tomar un vuelo de unas 12 horas desde Madrid hasta Bangkok. En nuestro caso, como Chiang Mail, principal ciudad del norte, está separada de la capital por unos 1.000 km, para llegar a ella lo que nos resultó más rápido y barato fue tomar otro vuelo más.

A la ahora acordada vemos llegar a la puerta de nuestro hotel a Reed conduciendo la BMW. Tras los saludos iniciales pasamos al tema del papeleo y primera sorpresa. Todos sabemos que cuando viajas por el extranjero, si hay algo que nunca debes perder de vista es tu pasaporte, y que lo tienes que tener siempre a mano porque no es extraño que a lo largo del viaje tengas que mostrarlo en más de una ocasión. Bien, pues hay países en los que esta norma no es tan estricta…

-Me falta tu pasaporte…

-Ya te mandé una copia por mail, junto con al carné Internacional de conducir- le respondo.

-No, me refiero el original. Ya viste en las condiciones del alquiler que me lo tienes que entregar hasta que devuelvas la moto.

En efecto, él me había mandado las condiciones, pero como generalmente son las mismas en todo el mundo, sólo las eché un vistazo por encima. Como es lógico yo no estaba dispuesto a entregarle mi pasaporte y viajar casi dos semanas indocumentado. “Si hombre, estás tu listo. A ti te voy a dar el pasaporte”. Pero había que escoger, o una cosa o la otra…y habíamos venido a viajar en moto.

-¿Y si me para la policía? ¿Y si quiero pasar a Laos? ¿Si me lo piden en los hoteles?- pregunté

-Por la policía no te preocupes. En los controles de carreteras nunca paran a los extranjeros, los policías no saben casi nada de inglés…. A Laos ya sabes que no puedes pasar con la moto, y para entrar unas pocas horas no te van a pedir el pasaporte. En último caso, con el contrato de alquiler te bastará para demostrar porqué viajas sin pasaporte.

-De acuerdo, pero guárdalo como si fuera de oro.

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continuará...
 
Templos, contrabandistas, montañas… (I)

Nuestro viaje, con salida y regreso a Chiang Mai era un bucle, de unos 1.500 km, en dirección anti-horaria. Una autopista permite dejar atrás la ciudad sin muchos problemas, y pronto enfilamos una carretera de montaña que debía llevarnos hasta la ciudad de Chiang Rai. Lo primero que llama la atención, aparte de lo frondosa y verde que es la vegetación y que debes conducir por la izquierda, es el estado de la carretera. Buen asfalto, ancha, con carriles de adelantamiento, poco tráfico…”Si todo el recorrido es así, nos vamos a divertir.”

Algo que nadie que viaje hasta Chian Rai (no confundir con Chiang Mai) no debe perderse, es el “Templo blanco” (Wat Rong khun), diferente a cualquier otro templo budista que puedas ver en Tailandia. Llegando desde el sur se encuentra unos 10 km antes de la ciudad, a la izquierda de la carretera. Hay que ir atento, porque como muchas otras cosas, no es está muy bien indicado. Llegar, verlo desde la moto y exclamar ¡qué maravilla! fue todo uno. Y antes de fijarnos con más detalle en lo espectacular de su construcción, nos dimos cuenta de dos cosas habituales en el país, y que iban a hacer que nuestro viaje fuera más agradable. La primera que con la moto te permiten llegar prácticamente hasta la misma entrada de todos los templos, y la segunda que la visita a ellos, excepto casos muy puntuales, es siempre gratuita.

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El “Templo blanco” en realidad es un conjunto de edificios, algunos todavía en construcción, rodeados de lagos y fuentes y que hacen honor a su nombre. Bajo la luz del sol, y al estar recubierto por pequeños espejos, el intenso brillo de su color casi llega a dañar la vista. Para pasar a su interior, como en todos los templos, lo primero es descalzarse. Y ya dentro, aparte de la imagen de Buda, llama la atención una serie de pinturas en las paredes que son de lo más surrealistas. En ellas se mezcla el pasado, el presente y el futuro, Gozilla, Bush, Bin Laden, Matrix, las Torres Gemelas, Nemo, Michael Jackson…Y los jardines que le rodean también merecen la atención, con esculturas tan llamativas como la decoración interior del templo.

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“Sop Ruak” se encuentra unos 100 km al norte de Chiang Rai y es el punto donde el famoso río Mekong y su afluente, el Ruak, forman una frontera natural entre Myanmar, Laos y Tailandia. Este lugar se conoce también con el nombre de “Triángulo del oro”. Hace décadas era una de las zonas del mundo con mayor producción de opio, del que se extrae la heroína. Los dos ríos, las tres fronteras y la entonces agitada situación política de la zona, facilitaban la labor y los negocios de los traficantes. Las transacciones se pagaban con oro, de ahí que los americanos se refirieran a esta zona con ese nombre. Hoy en día toda la zona vive del turismo y solamente en la parte correspondiente a Myanmar se continua con la producción de opio, aunque en mucha menor cantidad que hace años.

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Imposible pasarlo de largo, una gigantesca estatua dorada de Buda contemplando el Mekong, se ve desde lejos. A sus pies se ha levantado un pequeño templo donde miles de budistas acuden cada día. Pasar a Myanmar o Laos desde aquí resulta muy sencillo, unas pequeñas lanchas están continuamente conectando los tres países. Y Reed tenía razón, pude entrar en Laos sin mi pasaporte. En el mismo pueblo se puede visitar un museo dedicado al opio, donde está muy bien explicado todo el tema de la historia del lugar, el cultivo, el proceso, sus formas de uso…es muy completo, aunque alguno echará en falta una zona con “degustación gratuita”. Además, como la mayoría de los museos del resto del país, su entrada es gratuita. Cuando ya estaba atardeciendo tomamos una corta pero empinada carretera que subía hasta una colina. Desde lo alto tuvimos una espectacular vista de los tres países, los dos ríos y de los últimos rayos del sol reflejándose en el Buda gigante. Aquella imagen trajo a nuestra memoria otro atardecer con un paisaje muy similar, el que vivimos en Puerto Iguazú (Argentina), donde las aguas del río Iguazú y el Paraná delimitan a Brasil, Argentina y Paraguay.

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Si hasta aquí habíamos venido alternando llanuras y suaves montañas, a partir de Mae Sai, y siempre teniendo a nuestra derecha la frontera con Myanmar, es cuando realmente vamos a viajar por la zona más montañosa y remota de Tailandia. Las curvas ya empiezan a ser numerosas, las cuestas más pronunciadas, las localidades más pequeñas y el tráfico más escaso. El paisaje esta repleto de decenas de cadenas montañosas, no son muy altas, si altura oscila entre los 1.000 y los 2.000 m pero si son muy numerosas. El clima también es distinto, las temperaturas son más bajas que hasta ahora, aunque en las horas centrales los días son templados y el termómetro de la moto ronda los 25º. ¿Y las noches? ¡Ay!, eso ya es otra cosa, normalmente bajan hasta los 4º-5º, y no nos engañemos, eso es frío. Para que tengamos el pack completo, en algunas zonas, especialmente a primera hora de la mañana, son habituales las nieblas.

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También cambian los rasgos físicos de la gente, por aquí habitan las llamadas “tribus de las montañas”. La más numerosa es la de los Hmong procedentes de Mongolia y Siberia, también hay muchos Akha llegados desde China, y para no aburrir con nombres sólo añadiré a los Karen, que debido a las represiones políticas que sufrieron en su Myanmar natal, buscaron refugio en estas montañas. Estos últimos son los más conocidos, en especial sus mujeres, las llamadas “mujeres jirafas”. Todas estas tribus han intentado conservar su cultura y tradiciones, su estilo de vida, su forma de vestir…Pero el paulatino aumento de visitantes está haciendo que vayan adoptando elementos externos, y también que su trato con los extranjeros sea más abierto.

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Viajar de forma independiente, y de manera particular en moto, a diario nos permite entrar en contacto con la gente más directa y frecuentemente que haciéndolo en otros medios. Llevamos unos cuantos días de viaje y ya nos hemos hecho una idea de cómo son los tailandeses, lógicamente está visión está basada en nuestra propia experiencia. Generalmente son abiertos y amables, pero sin llegar a cruzar nunca la delgada línea que hay entre la amabilidad y el agobio. Y como ocurre en casi todas las partes del mundo, la gente de las zonas rurales y los pueblos, cuando se presenta la oportunidad de hablar o ayudar a algún extranjero, ganan por goleada a los de las ciudades. No son nada interesados, ni ven en el forastero alguien a quién sacarle su dinero por todos los medios posibles.

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Son tranquilos, hablan en un tono bajo y dan las gracias por todo. Fuera de las ciudades y en espacial en el norte, no es muy corriente que hablen inglés, eso sí, cuando les hablamos en este idioma siempre nos dedican una sonrisa y un gesto de afirmación con la cabeza como si hubieran entendido algo, cuando la realidad es que, en la mayoría de las ocasiones, no se han enterado de nada. Dos hechos que se repitieron siempre que decíamos nuestro lugar de procedencia, y que creo no nos había pasado ni siquiera en Mongolia. Lo primero que casi nadie sabía por dónde queda España. Y lo segundo, y que es más extraño y agradable a la vez, nunca nos llegaron a preguntar si éramos del Real Madrid o del Barcelona, o quién nos parecía mejor jugador, si Cristiano Ronaldo o Messi. De todos modos imagino que muchos españoles tampoco sabrían colocar a Tailandia en un mapa…pero sigamos viajando.

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Pasan los días, por el contrario las retorcidas carreteras hacen que parezca que no pasan los kilómetros. Viajamos por una carretera secundaria que abandonamos para conocer la aldea de Mae Salong. Por primera y única vez nos mandan parar en un control militar. No nos piden ningún documento, solamente nos advierten que no dejemos el asfalto. Las pistas que pasan a Myanmar son usadas por los contrabandistas, y generalmente se desplazan en moto. La zona es continuamente punto de conflicto entre los dos países y no quieren, y nosotros tampoco, que nos confundan con lo que no somos. Pero nosotros sólo estamos interesados en llegar hasta Mae Salong para conocer el paisaje que la rodea y la gente que la habita. Al detener la moto en la calle principal empezamos a dudar si involuntariamente no habremos entrado en Myanmar. Mae Salong es totalmente diferente a los pueblos que hemos visto hasta aquí, nos parece haber llegado a otro país y estar visitando un poblado chino.

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Todos sus habitantes son de la tribu Akha, y son descendientes de los soldados Kuomitang que en 1941, en su huida del régimen comunista chino, fueron acogidos por el gobierno tailandés. Todo está rotulado en chino, todos los productos también proceden de allí, la gente continúan vistiendo sus ropas, sombreros y adornos tradicionales, y su modo de ganarse la vida es con el incipiente turismo y la agricultura. Las laderas de las montañas que rodean Mae Salong están repletas de plantaciones de té, aunque no siempre fue así. Los primeros Akha que llegaron se dedicaron a lo cultivar lo que les era más conocido, sencillo y además les proporcionaba más ganancias que cualquier otro producto, el opio. Hasta que en la década de los 70, y debido a las presiones estadounidenses para la eliminación del cultivo de esta droga en toda Tailandia, el gobierno les dio un ultimátum: “ Hasta aquí hemos llegado, o plantáis otra cosa o fuera del país…” . A la fuerza obligan.

A lo largo de unos 60 km las montañas se abren y viajamos por un precioso valle. Nos detenemos en Thaton y decidimos pasar la noche en un hotel de reciente inauguración, con unas bonitas vistas al río Kok. Como tenemos tiempo y el lugar nos gusta, decidimos quedarnos un día más y desde aquí hacer un recorrido por el valle. Subimos a una montaña en cuya cima se encuentra un templo y una escuela budista. La vista del valle y de los pequeños pueblos que contemplamos desde su cima se resume con una palabra, espectacular. Nos acercamos también hasta Fang, porque cerca de este pueblo se encuentra un campo geotérmico que nos han recomendado visitar. Es bonito, tiene sus fumarolas, algún geiser, su típico olor a azufre…pero si ya has visto los de Nueva Zelanda o el del Tatio en Los Andes, éste te parecerá pequeño y con poca actividad, pero en cualquier caso merece la visita.

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Hoy ya nos incorporamos a la carretera principal, aquella que días atrás, y acertadamente, no tomamos a la salida de Mae Sai. Después de recorrer unos 50 km el GPS, imprescindible en este viaje ya que muchos indicadores están rotulados en el idioma Tai con una caligrafía indescifrable para nosotros, nos indica que debemos tomar la carretera nº 1095. Es la que veníamos buscando, la que todos conocen como “Mae Hong Son Loop”. La carretera de las tres mil y pico curvas, de la que dicen que hay ocasiones que incluso los conductores se marean, aquella de la que hablaba al principio y que no hace falta recordar el por qué de su fama. Justo dejar atrás la ciudad de Mae Taeng, a la izquierda aparece el desvío hacia Pai y empieza esta carretera.

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Pai es el pueblo al que tenemos pensado llegar para pasar la nochebuena y el día de Navidad. Resulta curioso como Pai y San Pedro de Atacama (Chile), con paisajes totalmente opuestos y separados por miles de km, en el fondo son tan parecidos, o al menos su evolución en los últimos años. En ambos lugares un buen día se dejaron caer unos mochileros, con su kit completo a cuestas, el pelo con rastas, barba rala, ropa de un color indefinido, calzando las viejas zapatillas, con poco dinero pero con mucho tiempo. Les gustó el sitio, se quedaron y corrieron la voz a otros colegas que acudieron a su llamada. Qué si vivir en este lugar es muy barato, qué si parece la nueva Shangri-la, qué si el buen rollito…Hasta que empezaron a venir otros viajeros, de los de ducha diaria, tarjeta de crédito y con más dinero para gastar. Y los primeros comenzaron a ver de que forma podían sacar el dinero a los segundos.

Cada año venía más gente, por lo que había que ofrecer diferentes alojamientos aptos para todos los bolsillos. Ambos pueblos crecieron y crecieron y sus calles se llenaron de restaurantes, hoteles, pensiones, bares, tenderetes, agencias que comenzaron a ofrecer todo tipo de actividades….Y de aquellos dos pueblos sólo queda el nombre. Aunque todavía si te alejas unos km de ellos y miras el entorno, siempre que no te sobresalte la llegada de algún grupo de turistas, comprendes qué fue lo que atrajo a aquellos primeros mochileros.

Como es 24 de diciembre decidimos darnos algún capricho extra, aunque pasar los días de navidad con esta temperatura ya es un lujo, y nos alojamos en uno de los mejores hoteles de Pai, The Quarter. Es un error calificar a un hotel de caro o barato en función solamente de su precio, siempre hay que compararlo con otros. Quizás, en este viaje, el hotel por el que más dinero pagamos por una habitación fuera éste de Pai, pero comparado con otros que nos costaron 2 ó 3 veces menos, The Quarter fue barato.

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Sabía de otra pareja española que también estaba viajando en moto por esta zona, y como era claro que en algún momento nuestras rutas se iban a cruzar, llevábamos unos días en contacto para ver dónde coincidiríamos. El día de navidad compartimos en Pai cena, cervezas y experiencias viajeras con Javier y Diana (conocidos en este foro). Estaban haciendo el viaje de su vida. Hacía 7 meses que habían salido de Madrid y no tenían muy claro hasta donde les llevaría su viaje. Quizás hasta Australia, y si las circunstancias se lo permitían continuarían luego hacia América o Africa. Por suerte para ellos, su ruta estaba totalmente abierta y por definir. Pasamos unas agradables horas con ellos y quedamos, para dentro de unos meses o unos años, en volver a vernos en España.



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Pai y Mae Hong Son están separadas por sólo 120 km significa que por esta carretera son como mínimo unas 3 horas de viaje, a las que hay que añadir las paradas, algunas obligatorias. Junto a la carretera vimos que en ciertas granjas tenían elefantes, nos detuvimos en una de ellas. Por suerte no era de esos lugares, que abundan en Tailandia, en los que utilizan estos animales para ofrecer espectáculos de dudoso gusto, tales como hacer simulacros de futbol con un balón gigante y cosas similares. La tentación de cambiar el asiento de la moto por el lomo de uno de estos animales era grande., y lo del lomo literal. Aunque muchos elefantes están equipados con esas feas cestas para dar paseos a los turistas, en aquella todavía los utilizaban para mover troncos. La casualidad hizo que nos ofrecieran dar un paseo sobre uno de ellos, por supuesto que aceptamos.

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Continuará...
 
Templos, contrabandistas, montañas… (y II)


Teníamos otra parada obligatoria antes de alcanzar Mae Hong Son, la llamada Tham Lod Cave o “ la cueva de los murciélagos”. Una espectacular formación dentro de una montaña cuya visita no se debe dejar de hacer. Es de los pocos monumentos naturales de Tailandia por el que hay que pagar para visitarlo, el costo del tícket también incluye el uso de una balsa, ya que para acceder a su interior hay que hacerlo por el río que la cruza, el Lang, y un guía para ti solo. Definir a la cueva como grande sería un error, es de unas proporciones gigantescas, casi 2 km de larga. La compañía del guía es imprescindible, en el interior la oscuridad es completa y con su farol y una linterna, te va iluminando el camino por las rudimentarias pasarelas de madera para llegar a alcanzar las espectaculares formaciones rocosas que hay en su interior. Por supuesto también se encargará de señalarte algunas rocas que a veces su forma asemeja ciertas figuras. “Esto se llama la mujer durmiendo”, tú lo miras por un lado por otro, y para no desairar al guía le dices: “Uy, sí. Perece increíble”. Aunque en realidad haya que echarle mucha imaginación para llegar a pensar que aquella roca asemeja lo que el guía te comenta. Mucho más fácil es ver los miles de murciélagos que ocupan las bóvedas de la cueva.

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Aparte de conocida por ser el punto central de la “Mae Hong Son Loop”, por las montañas y el paisaje que la rodea, el pueblo también es famoso porque cerca de el se encuentran varias aldeas habitadas por las “mujeres jirafas”, las Long Neck (cuello largo). Seguro que las conoces por documentales donde has visto mujeres que, a medida que crecen, a lo largo de su cuello las van insertando unos aros dorados de latón en espiral. Estos van hundiendo sus clavículas dándolas el aspecto de tener un cuello exageradamente largo, y de ahí su nombre. En la década de los 90, y debido al conflicto militar birmano, muchas de ellas se refugiaron en el norte de Tailandia. Comprobaron que su imagen atraía a los turistas y vieron en ello un buen negocio.

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Antes del viaje había leído diversas opiniones acerca de la visita a estos poblados. Que tener que soportar miles de flashes cada día constituía una degradación para sus habitantes, que si estas aldeas parecen zoos humanos, que si por parte del gobierno tailandés son obligadas a seguir con esa tradición y cosas similares. No estábamos muy seguros de si debíamos o no ir a conocer alguno, pero lo hicimos. Solamente el recorrido que hicimos hasta el que decidimos visitar, ya mereció la pena.
La carretera, unas veces asfaltada y otras pista, atraviesa unos paisajes muy bonitos, con mucha selva a los lados, incluso con algunos vadeos. El poblado está enclavado entre montañas, y ya sólo por su ubicación la visita merece la pena. Al llegar lo primero es pagar una pequeña cantidad por la entrada, que te venden como una ayuda al pueblo birmano en el exilio y tal y tal. Recorriendo su pequeña y única calle, a ambos lados se encuentran pequeños talleres de artesanía donde están las Long Neck. Amables, sonrientes, dispuestas a atender a los visitantes, mostrarles su orfebrería y coloridas telas tejidas allí mismo. Intentando hacerse entender en un inglés muy básico y siempre con una sonrisa dibujada en su rostro y preparadas para cualquier solicitud de fotografiarlas. Saben bien que de su simpatía depende que los turistas compren o no.

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Mientras deshacíamos el camino hasta Mae Hong Son iba pensando en que no me arrepentía de la visita. Bajo mi punto de vista, el aspecto y la situación de esas mujeres no me había parecido un espectáculo de mal gusto ni tampoco denigrante. O no más de lo que se puede ver en muchos otros lugares del mundo (incluido occidente), donde ciertos pueblos o razas, con tradiciones, según con qué ojos se miren, humillantes, hacen también algo similar. Utilizar esas tradiciones con el único fin de atraer turismo y con el su dinero. Quizás también influyó en mi razonamiento que, seguramente por casualidad, el rato que allí pasamos allí fuimos los únicos visitantes. Los habitantes de la aldea estaban cada uno con sus quehaceres cotidianos, nuestra presencia y actitud en ningún momento pareció importunarles y su comportamiento con nosotros fue de lo más natural y hospitalario.

Lo anterior me hizo pensar, una vez más, que en ocasiones nos formamos una imagen equivocada y alejada de la realidad acerca de lugares que generalmente sólo aparecen en los medios de comunicación debido a algún desastre natural, alguna agitación política, o por lo colorido de alguna de sus tradiciones. A pesar de que últimamente Tailandia es un destino turístico y más cada día más conocido, yo había caído en ese error. Pese a su tamaño, similar al de España, Tailandia cuenta con una aceptable red de carreteras. Su entorno natural está bastante bien cuidado y conservado. Generalmente no encuentras basura ni vertederos incontrolados, ni tampoco animales abandonados ni atropellados en sus carreteras. Estos simples detalles ya indican bastante más de lo que a primera vista puede parecer.

Y respecto a su situación económica también hay indicadores, más allá de las cifras oficiales de crecimiento, empleo, P.I.B…, que a diario puedes observar en tu viaje. Excepto en algunos puntos concretos de Bangkok, nunca vimos gente malviviendo ni pidiendo limosna por las calles. Quizás sea como dice el ex-presidente uruguayo, José Mugica, “no soy pobre, si bien es cierto que tengo pocas cosas, pero son las que necesito”. Aunque no me crea la tasa oficial de paro (2´5 %) la verdad es que por todas partes vimos una gran actividad comercial. Nadie estaba ocioso y en cualquier lugar había negocios de todo tipo y tamaño. Y una cosa, de las muchas que llamaron nuestra atención, al salir de las escuelas, tanto rurales como urbanas, lo primero que hacían casi todos los niños, y de cualquier edad, era ponerse a manejar sus “tablets”, prácticamente cada uno tenía la suya. Pero volvamos a la carretera.

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A partir de Mae H.S. nuestro camino toma dirección sur. Las curvas no cesan, la belleza de los paisajes tampoco, lo único que va en aumento es el calor. Pero a medida que avanza el día poco a poco atrás vamos dejando las montañas. Ahora ya si, las curvas están más separadas y cada vez es más habitual que el termómetro marque casi los 30º. Pero antes de regresar a Chiang Mai y devolver nuestra moto, nos queda otra visita obligada, el parque Nacional Doi Inthanon. Aquí se encuentra la montaña más alta de Tailandia. Tiene el mismo nombre que el parque, o lo que es más probable, el parque ha tomado el nombre de la montaña. Tiene una altura de 2.565 m y conduciendo puedes llegar hasta su cima.

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Cuando creíamos que no volveríamos a ver tantas curvas, ni pendientes con los desniveles que habíamos dejado atrás, de nuevo nos encontramos ascendiendo por una carretera inolvidable. Con un asfalto de primera, pero también con un tráfico de la misma categoría. Este parque es muy popular entre los tailandeses, en la cima de la montaña hay un par de pagodas modernas que atraen a un gran número de visitantes. Si a esto sumamos las vistas, los paisajes, las cascadas, que además es domingo y precisamente no un domingo cualquiera, ya que ayer comenzó en todo el país la semana de vacaciones por el fin de año, tenemos todos los ingredientes para que las carreteras del parque estén a rebosar. ¡Qué le vamos a hacer! Un poco más de atención, paciencia y un poco menos de velocidad.

Los 80 km que separan Doi Inthanon de Chiang Mai pasan rápido. A media tarde aparcamos a la puerta de nuestro hotel y minutos después aparece Reed.

-¿Todo bien?. Seguro que ningún problema por viajar sin tu pasaporte. Por cierto, aquí le tienes.

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Nuestro recorrido por el país no terminó aquí. Todavía nos quedaban por delante unos 1.500 km para cruzar todo el país y conocer alguno de los puntos más turísticos de Tailandia. No podíamos tomárnoslo con mucha calma, queríamos alcanzar las playas del sur antes del 31 de diciembre y celebrar allí la llegada del nuevo año. En Chiang Mai cambiamos la BMW por un 4x4, exageradamente grande para nosotros dos, pero era el que único vehículo de este tipo que había disponible. Por lo que esta segunda parte del viaje fue de un modo más “convencional”.

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La primera etapa nos llevó hasta las bellas y grandiosas ruinas del antiguo reino de Sukhothai que existió entre los siglos XIII y XIV, y que en su día fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad. Desde aquí seguimos hasta Lopburi y sus templos Jemeres, que tienen como mayor reclamo los cientos de monos que habitan allí. Al estar acostumbrados a los visitantes, no te tienen ningún respeto, se te suben por todas partes y les encanta meter las manos en tus bolsillos.

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Ayutahhaya es otra de las paradas imprescindibles en nuestro viaje hacia el sur. Fue este reino el que absorbió al de Sukhotai y que, con su expansión, formó el famoso reino de Siam, que más tarde dio lugar a la actual Tailandia. Ayutahhaya es también Patrimonio de la Humanidad y visitando los restos de su antiguo palacio y las pagodas en tan buen estado de conservación, entiendes, al igual que sucede con las ruinas de Sukhotai, lo justo de estas distinciones.
Nuestra visita a los monumentos de Ayutahhaya tuvo algo muy especial, totalmente prohibido y por ese motivo pudo habernos costado un disgusto. La llamada de lo prohíbo siempre es muy tentadora, y a veces es bueno sucumbir a ella. Por esas coincidencias que afortunadamente a menudo suceden en los viajes, un contacto que te lleva a otro, la persona adecuada que se cruza en tu camino en el momento oportuno, o quizás fue el viejo Buda quien pensó que, con tantas visitas que levábamos hechas a sus templos, merecíamos vivir una experiencia inolvidable y maravillosa. Poder visitar las ruinas cuando ya era totalmente de noche, y sus milenarias edificaciones se encontraban en la soledad más absoluta y el más inquietante silencio, es algo que nos hizo sentir que estábamos viviendo un momento único y sobrecogedor. Además nuestra visita no se limitó sólo al exterior, también pudimos acceder al interior de los edificios y recorrer pasadizos y estancias que a diario están repletas de turistas y visitantes.

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Cuando días después dejábamos el Toyota en el aeropuerto de Bangkok, y mientras esperábamos la salida de nuestro vuelo de regreso a España, vino a mi mente, algo que días atrás el bueno de Reed nos preguntó en Chinag Mai. El sabía que habíamos viajado por muchos de los lugares más llamativos del mundo y, tras intercambiar moto por pasaporte, mientras compartíamos unas cervezas, nos preguntó:

-El recorrido que habéis hecho por las montañas de Tailandia ¿está entre vuestros mejores viajes en moto?.

La respuesta era fácil...
 
Se me había pasado !!! Espectacular Jaime. Como siempre entretenida y didáctica.
 
Hola tututis, muchas gracias, me alegro te haya gustado

saludos a helen y a ver cuando nos vemos de nuevo
 
El verano pasdo nos hizimos 4500 kms por thailandia , eso si en coche por que a ultima hora tuve que anular la moto por que se apunto una amiga de mi esposa que necesitaba venirse con nosotros , pero aun asi en una de las islas del sur me pille un scooter y me quite el mono .....jajajajaja

Jaime thailandia es un buen pasi para vivitar sin miedo , lo que a la hora de conducir hay que ir con mil ojos , y ya no te digo nada en Bangkok
muy chulo jaime
 
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