Santiago40
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Como en todas las ocasiones en que he podido hacer un viaje en moto con algo de ambición en los últimos años, me gusta devolver en forma de crónica algo de lo mucho útil que he encontrado en este foro para prepararlo. Así que aquí tenéis, por si a alguien le da alguna pista, un relato corto de una escapada, igualmente corta, hasta Escocia.
Fueron ocho días, a finales de mayo y comienzos de junio de este 2016, con un tiempo magnífico excepto al cruzar Francia. Iba con mi K100 del 89. Sin ningún preparativo especial ni ninguna reserva.
Me encontré un país que, como sabéis los que ya habéis estado por allí, es un gran destino para viajar en dos ruedas. Lo confirmaban los muchísimos colegas europeos rodando por allí (aunque no vi ni una matrícula española). En el extremo más lejano, por paisajes y por soledades, hasta podía evocarse en algunos momentos la experiencia mototurística que ofrece Escandinavia en la subida a Cabo Norte.
28 de mayo. Zaragoza-Rouen. Pretendía alcanzar Calais, para dormir ya junto a la entrada del Eurotúnel y poder pasar al Reino Unido temprano al día siguiente. Pero Francia me mostró su lado más antipático. Desde que crucé la frontera, me afectó una huelga que mantenía sin suministro algunas gasolineras y que obligaba a repostar en cuanto hubiera ocasión, lo cual me ralentizaba. Y más o menos desde mitad de recorrido, la lluvia fue continua, arreciando de vez en cuando con varias tormentas (he cruzado el país casi de punta a punta en moto en seis ocasiones y en todas ellas he tenido que lidiar con mucha agua). Para colmo, me fueron surgiendo otros “problemillas”: una caída en parado en una estación de servicio por un charco de aceite, un embellecedor de la moto que se resistía a seguir en su sitio de vez en cuando y me obligó a improvisar más de una chapuza, la cerradura de una de las maletas que no ajustaba bien, la cremallera de la chaqueta de cordura que también fallaba de vez en cuando y se abría (imaginaos el resultado en mitad del chaparrón)… Total, que la jornada se acabó antes de lo previsto,en Rouen, empapado, anocheciendo, sin tiempo ni ganas más que para buscar refugio en un hotel barato de las afueras, malcenar e intentar poner en orden la máquina y la equipación antes de echarme a dormir.
29 de mayo. Rouen-Manchester. En la víspera había avanzado más de 1.100 kilómetros, pero no lo esperado, así que hoy tocaba hacer otro tramo francés antes de cruzar el Canal de la Mancha. De nuevo, bajo una fuerte lluvia. Llegado a Calais por fin, enseguida te encuentras embarcando en el tren que va por el Eurotúnel. Los trámites son sencillos, pero el billete es muy caro si no se ha reservado previamente (a la vuelta no cometeré el mismo error y me ahorro un dinero con sólo comprar por Internet un día antes). En el trayecto, da tiempo a almorzar algo. Al otro lado, ya en la isla, el día cambia: luce el sol y hace una jornada primaveral maravillosa para seguir avanzando hacia el norte, siempre por autovía. Con el retraso acumulado, no llegaré a Escocia, así que decido detenerme en Manchester y dar una vuelta por la ciudad, muy animada en esa tarde de domingo.
30 de mayo. Manchester-Fort William. Tras otra tirada, entro en Escocia. Dejo atrás Glasgow, que queda pendiente para otro viaje, y por fin las autovías, y paro a comer en el lago Lomond, con las primeras estampas típicas que se esperan de este país.
Hace calor, tirando hacia el noroeste los paisajes y las carreteras son cada vez mejores,y abundan las motos. Comienza lo mejor del viaje. Apuro y disfruto la jornada y la termino en Fort William, una población costera que no está mal para hacer escala.
31 de mayo. Fort William-Inverness. Pasando de camino por Plockton, Ullapool y Durness. Es la etapa reina, larga y de un continuo disfrute. Con todo lo que se espera de Escocia: los castillos, las carreteras sinuosas y de un solo carril, la soledad. Y unos paisajes alucinantes: dulces, amables, al comienzo en la costa; sobrecogedores al adentrarse en las Tierras Altas de camino al norte del país, circulando primero entre brezos en flor y luego ya sin apenas vegetación, dejando vagar la mirada entre lagos y montañas rocosas; inquietantes más tarde al descender por el páramo, entre brumas, por el interior, hasta el final de etapa.
Merece la pena haber viajado hasta aquí sólo por disfrutar de esta jornada. Llego a Inverness ya de noche. A pesar de la gran oferta de alojamiento que hay en esta turística localidad, está a tope y me cuesta lo suyo encontrar un bed & breakfast.
1 de junio: Inverness-Edimburgo. Comienzo el día en el cercano lago Ness, el cual bordeo por sus dos márgenes: el más 'freak', con su museo y sus tiendas de baratijas dedicadas al monstruo, y luego por el oriental, pasando por Fort Augustus, en un magnífico recorrido que me lleva más adelante a atravesar el parque nacional de Cairngorms, antes de llegar a la capital escocesa.
Edimburgo tiene su atractivo y yo dispongo de una tarde libre para recorrer la ciudad.
2 de junio: Edimburgo-Nottingham. En algún sitio hay que parar cuando llevas muchas horas sobre la moto, se te echa la noche encima y estás circulando con unos 5 grados de temperatura, y es en Nottingham, que me parece una ciudad anodina más de la Inglaterra que apura la campaña del 'brexit'. Ha sido salir de Escocia y comenzar a poblarse el cielo de nubes y a desplomarse las temperaturas; el mundo al revés. Antes, por la mañana, había dado otra vuelta por Edimburgo y visitado la Capilla Rosslyn, a unos pocos kilómetros.
Luego, tras decidir evitar las vías rápidas, y dejándome guiar por el GPS, el país del norte me había regalado unos muy buenos últimos kilómetros de despedida.
3 de junio: Nottingham-Poitiers. Más y más kilómetros de autopista,acompañados de nuevo esporádicamente por la lluvia tras pasar del Eurotúnel de vuelta. Voy muy justo de frenos (culpa mía porque ni siquiera le había hecho una revisión básica a la moto antes de salir y las pastillas se han agotado; en fin…) y el trayecto, a pesar de mi afición a darme buenas panzadas de carretera, se me acaba haciendo algo pesado.
4 de junio: Poitiers-Zaragoza. Vuelvo cruzando los Pirineos, ágil, de nuevo con sol, y llego poco después del mediodía. Cansado, pero con ganas de moto, dedicando los últimos kilómetros a elucubrar ya sobre próximos destinos.
Fueron ocho días, a finales de mayo y comienzos de junio de este 2016, con un tiempo magnífico excepto al cruzar Francia. Iba con mi K100 del 89. Sin ningún preparativo especial ni ninguna reserva.
Me encontré un país que, como sabéis los que ya habéis estado por allí, es un gran destino para viajar en dos ruedas. Lo confirmaban los muchísimos colegas europeos rodando por allí (aunque no vi ni una matrícula española). En el extremo más lejano, por paisajes y por soledades, hasta podía evocarse en algunos momentos la experiencia mototurística que ofrece Escandinavia en la subida a Cabo Norte.
28 de mayo. Zaragoza-Rouen. Pretendía alcanzar Calais, para dormir ya junto a la entrada del Eurotúnel y poder pasar al Reino Unido temprano al día siguiente. Pero Francia me mostró su lado más antipático. Desde que crucé la frontera, me afectó una huelga que mantenía sin suministro algunas gasolineras y que obligaba a repostar en cuanto hubiera ocasión, lo cual me ralentizaba. Y más o menos desde mitad de recorrido, la lluvia fue continua, arreciando de vez en cuando con varias tormentas (he cruzado el país casi de punta a punta en moto en seis ocasiones y en todas ellas he tenido que lidiar con mucha agua). Para colmo, me fueron surgiendo otros “problemillas”: una caída en parado en una estación de servicio por un charco de aceite, un embellecedor de la moto que se resistía a seguir en su sitio de vez en cuando y me obligó a improvisar más de una chapuza, la cerradura de una de las maletas que no ajustaba bien, la cremallera de la chaqueta de cordura que también fallaba de vez en cuando y se abría (imaginaos el resultado en mitad del chaparrón)… Total, que la jornada se acabó antes de lo previsto,en Rouen, empapado, anocheciendo, sin tiempo ni ganas más que para buscar refugio en un hotel barato de las afueras, malcenar e intentar poner en orden la máquina y la equipación antes de echarme a dormir.
29 de mayo. Rouen-Manchester. En la víspera había avanzado más de 1.100 kilómetros, pero no lo esperado, así que hoy tocaba hacer otro tramo francés antes de cruzar el Canal de la Mancha. De nuevo, bajo una fuerte lluvia. Llegado a Calais por fin, enseguida te encuentras embarcando en el tren que va por el Eurotúnel. Los trámites son sencillos, pero el billete es muy caro si no se ha reservado previamente (a la vuelta no cometeré el mismo error y me ahorro un dinero con sólo comprar por Internet un día antes). En el trayecto, da tiempo a almorzar algo. Al otro lado, ya en la isla, el día cambia: luce el sol y hace una jornada primaveral maravillosa para seguir avanzando hacia el norte, siempre por autovía. Con el retraso acumulado, no llegaré a Escocia, así que decido detenerme en Manchester y dar una vuelta por la ciudad, muy animada en esa tarde de domingo.
30 de mayo. Manchester-Fort William. Tras otra tirada, entro en Escocia. Dejo atrás Glasgow, que queda pendiente para otro viaje, y por fin las autovías, y paro a comer en el lago Lomond, con las primeras estampas típicas que se esperan de este país.
Hace calor, tirando hacia el noroeste los paisajes y las carreteras son cada vez mejores,y abundan las motos. Comienza lo mejor del viaje. Apuro y disfruto la jornada y la termino en Fort William, una población costera que no está mal para hacer escala.
31 de mayo. Fort William-Inverness. Pasando de camino por Plockton, Ullapool y Durness. Es la etapa reina, larga y de un continuo disfrute. Con todo lo que se espera de Escocia: los castillos, las carreteras sinuosas y de un solo carril, la soledad. Y unos paisajes alucinantes: dulces, amables, al comienzo en la costa; sobrecogedores al adentrarse en las Tierras Altas de camino al norte del país, circulando primero entre brezos en flor y luego ya sin apenas vegetación, dejando vagar la mirada entre lagos y montañas rocosas; inquietantes más tarde al descender por el páramo, entre brumas, por el interior, hasta el final de etapa.
Merece la pena haber viajado hasta aquí sólo por disfrutar de esta jornada. Llego a Inverness ya de noche. A pesar de la gran oferta de alojamiento que hay en esta turística localidad, está a tope y me cuesta lo suyo encontrar un bed & breakfast.
1 de junio: Inverness-Edimburgo. Comienzo el día en el cercano lago Ness, el cual bordeo por sus dos márgenes: el más 'freak', con su museo y sus tiendas de baratijas dedicadas al monstruo, y luego por el oriental, pasando por Fort Augustus, en un magnífico recorrido que me lleva más adelante a atravesar el parque nacional de Cairngorms, antes de llegar a la capital escocesa.
Edimburgo tiene su atractivo y yo dispongo de una tarde libre para recorrer la ciudad.
2 de junio: Edimburgo-Nottingham. En algún sitio hay que parar cuando llevas muchas horas sobre la moto, se te echa la noche encima y estás circulando con unos 5 grados de temperatura, y es en Nottingham, que me parece una ciudad anodina más de la Inglaterra que apura la campaña del 'brexit'. Ha sido salir de Escocia y comenzar a poblarse el cielo de nubes y a desplomarse las temperaturas; el mundo al revés. Antes, por la mañana, había dado otra vuelta por Edimburgo y visitado la Capilla Rosslyn, a unos pocos kilómetros.
Luego, tras decidir evitar las vías rápidas, y dejándome guiar por el GPS, el país del norte me había regalado unos muy buenos últimos kilómetros de despedida.
3 de junio: Nottingham-Poitiers. Más y más kilómetros de autopista,acompañados de nuevo esporádicamente por la lluvia tras pasar del Eurotúnel de vuelta. Voy muy justo de frenos (culpa mía porque ni siquiera le había hecho una revisión básica a la moto antes de salir y las pastillas se han agotado; en fin…) y el trayecto, a pesar de mi afición a darme buenas panzadas de carretera, se me acaba haciendo algo pesado.
4 de junio: Poitiers-Zaragoza. Vuelvo cruzando los Pirineos, ágil, de nuevo con sol, y llego poco después del mediodía. Cansado, pero con ganas de moto, dedicando los últimos kilómetros a elucubrar ya sobre próximos destinos.
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