Las carreteras en Senegal, al menos las de alguna relevancia, están asfaltadas y en buen estado en general. Únicamente hay un largo tramo de autopista (peaje) en el país, en el acceso norte a Dakar, lo que se agradece y es más que recomendable usar para llegar a la capital, ya que el camino se hace lento y pesado, atrevesando pueblos y ciudades en atasco permanente, tanto de vehículos como de personas, con “lomos de burro” que ralentizan aún más la travesía, y animales domésticos sueltos por doquier. La arena también inunda muchas calles, lo cual termina por convertir el camino en un desafío de equilibrios y paciencia.
Desde Saint Louis a Dakar hay 4h de ruta por la N2 y la A1, y todo el día si te desvías para visitar la ciudad sagrada de Touba, situada en el centro del país. Fundada por Ahmadou Bamba en 1887, líder religioso en el final de la colonización francesa, fundador de una versión del islamismo (muridismo) que asimila costumbres de la cultura local Wolf, y enterrado a su muerte como santo en la “Grande Mosquée de Touba”. La fiesta de celebración anual, variable su fecha como el Ramadán, reúne a millones de senegalís. El enorme conjunto es una edificación de acuerdo a cánones del islamismo, construida entre 1931 y 1962 en base a donaciones, y actualmente en rehabilitación, por no decir “magnificación”, en un derroche de mármoles italianos, madera de ébano, artesanos marroquíes y dinero, sorprendente en este país. Para visitar dentro de la valla exterior, se ha de ir acompañado de guía que se contrata en la propia mezquita (disponibles en castellano), no siendo accesibles los recintos sagrados a no creyentes. Obligatorio también un “donativo” por la visita, de precio considerable. Salvo curiosidad especial, visita técnica o ser creyente, visita al interior es prescindible.
Dakar es la capital del país desde su independencia, con una población “oficial” de unos 2,5millones de personas (la quinta parte de la población del país) y unos contrastes urbanos considerables, entre el área representativa y de grandes hoteles de La Corniche, el área populosa de Yoff, y los inmensos y descontrolados extraradios. Del caos circulatorio permanente, apenas se libra la zona de la Corniche.
La Corniche es la zona privilegiada y más cuidada de la ciudad, embajadas, sedes de multinacionsales, playas límpias y hoteles de lujo, así como la Mezquita de la Divinidad, el Monumento de la Renaissance, o el cercano Obelisco.
Tanto la N-1 como la N-3, dirección Sur, confluyen en la misma ciudad, Kaolack, a orillas del río Saloum, navegable, lo que genera actividad en la ciudad. Entre otros productos, Kaolack es la capital del cacahuete africano. Estamos ya en zona de ríos sesteando sobre la gran planicie y formando manglares tanto más amplios cuanto más cerca estemos del océano. Inconveniente…no he visto tantos mosquitos en mi vida; enanos de tamaño, asesinos declarados por la reacción que producen en la piel a los “guiris” propensos a ello, y también como propagadores de la malaria. Estar medicado contra la malaria, imprescindible en Senegal.
Toda la región ofrece turismo alternativo, con hoteles en lugares insospechados, a los que se llega por pistas más o menos decentes, y que te permiten ver el Senegal rural auténtico. Los niños se vuelven locos al ver motos europeas por estos lugares. Y los moteros agradecen un par de días de descanso y disfrute, apartados de la locura de las ciudades. Así lo vivimos en un lugar que nos costó encontrar, de nombre Kabakoto Safari. Para volver.
Apartados de la ruta principal y descansados, el wifi presente en todas partes, nos permitió situarnos: atravesando una zona boscosa y poco aconsejable por la sucesión de zonas húmedas, apenas estábamos a unos 20km de nuestro destino final: Gambia.
Hicimos lo más razonable, retornar a la N-4 para ir a la frontera de Farafenni, y descubrir que Kabakoto casi había sido un sueño. Gambia se mostró enseguida en toda su dura realidad.
El contraste con lo vivido en Senegal se resume en un país que sorprende a cada momento, sea por miseria o corrupción evidente, como por una naturaleza que te introduce de lleno en lo auténtico de Africa.
Conviviendo con obras potentes sobre el río Gambia.
El agua por todas partes. Isla de los boababs
Gambia, un país rodeado por Senegal, sometido a la corona inglesa en medio del imperio colonial francés, y que sigue debiendo cierta prosperidad a ingleses, holandeses y nórdicos en general, gracias a ese turismo que llega en avión a la zona de Senegambia-Kololi, para disfrutar de playa y sol lejos del saturado Mediterráneo.
Faltaba el “incidente” del viaje. Quienes seguís esta crónica recordareis la etapa mauritana y las tormentas de arena. En la rueda trasera, el rodamiento izquierdo comenzó a decir basta a 40km de Banjul, con un ruido en la transmisión, no fácil de identificar pues se hizo de noche y el paisaje y paisanaje urbano de míseros extraradios no aconsejaban parar para hacer de mecánicos improvisados. Los últimos 30km fueron 2h interminables y una apuesta de o llegábamos o la moto se quedaba en el camino, con la rueda prácticamente bloqueada, sabiendo cual era el problema y temiendo que mi viaje terminase allí mismo.
El destino era el lugar llamado Kololi que antes he citado. En estas situaciones llevar compañía es un tesoro. Y un poco de suerte también. El hotel era de otra danesa amiga de Ib, y eso ya fue una ayuda clave; como la colaboración desde la distancia de “Iggy” y “Lenda”, moteros amigos que ya antes habían viajado a esta zona y desde Bilbao propusieron alternativas. Como de Juanjo (BMW Nordkapp, Bilbao) que por mail de inmediato me facilitó características del rodamiento para buscar repuesto.
A estas alturas hay que decir que volví a descubrir una vez más, que en lo que llamamos “tercer mundo” hay que moverse y actuar no con nuestra mentalidad, sino con la suya…y así las situaciones complicadas las viviremos mejor. En 1 hora tenía varios rodamientos a elegir en un almacén de repuestos sorprendentemente bien equipado. Y en 3 horas más la moto estaba arreglada y plenamente operativa. Baye el mecánico, era el hermano de un taxista conocido del hotel, y no había tocado una BMW en su vida…ni falta que le hacía. Están acostumbrados a reparar lo que haga falta con los medios de que disponen…siempre que no sea aparatos cargados de electrónica, esos que tanto gustan a los europeos.
Os presento a Baye, y su taller bajo un gran árbol en un lugar que sería incapaz de volver a encontrar en medio del inmenso enjambre humano del extrarradio de la ciudad. Pero tengo su teléfono. Nunca se sabe…
Las fotos, Baye y su hermano, demostrando su buen surtido de herramientas; rematando la faena de colocar rodamientos, y quien escribe al poco de llegar a su “taller”, tratando de entender que hacía yo en ese lugar (incrédulo y tonto a la vez)
Y llegó el momento de iniciar la vuelta a casa, con un regusto diverso sobre Gambia, pero sin duda con una de esas experiencias en las que aprendes…y no se olvidan.
Pasamos Senegal, y Mauritania tras entrar por Diama…y para curarse de problemas de moto y rutas destrozadas, un tramo a Nuatchok las motos viajaron en camioneta, y descubrimos que hay cocodrilos mauritanos.
Y por último, en zona de desierto, el último encuentro inesperado: este grupo de italianos. Algunos exmoteros que han cambiado las 2 ruedas por 4x4, dispuestos a una larga travesía africana, con mucho humor y…¿Quién dijo miedo?
Punto final al viaje y a esta crónica.
Resumen de esta etapa, en lo que también es el último video.
F I N