Conrad
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El viaje que os cuento aquí fue especial para mí por dos motivos. Para empezar, será la primera vez que haga una ruta larga completamente en solitario, seremos mi Drakkar y yo durante 5.000km. Por otro lado, será la primera vez que lleve la cuenta de los gastos al dedillo, costumbre sanísima que os he visto a muchos del foro y que hasta entonces no me había tomado en serio. Gracias a ello podré acompañar la crónica con una lista detallada de la inversión. Veréis que no soy ningún portento del ahorro mal que me pese.
4 años atrás tuve ocasión de hacer una ruta circular por Escocia en mini. Aquí os dejo un resumen:
:
Quedé prendado de aquellas tierras y con la espina de no haber subido más al norte de Inverness, cosa que me sirvió de excusa para montar la ruta que os traigo a continuación. Soy de organizar poco y no muy en serio, siempre abierto a cambios que surjan sobre la marcha. Tan solo tenía tres cosas claras, pasar por Londres para una visita social, por Edimburgo para hacer un trabajo y por John o'Groats para ponerme la medallita. Lo demás ya se iría improvisando.
Empiezo: La primera gran duda que se me presenta es cómo llegar a las islas. Llevo unas semanas convencido de meterme el tute atravesando Francia pero es un país que me encanta y no disfruto nada cruzándolo sin poder sacarle partido, por lo que acabo decidiéndome por el ferry con Brittany desde Santander hasta Plymouth apenas dos días antes de salir. Es la tercera vez que me muevo en este tipo de barcos, las otras dos fueron con Grimaldi por el Mediterráneo, y comparado con aquellas ocasiones este trayecto es un crucero de placer. No hay colas para comer, ni malos olores, ni gente tirada por cualquier parte, ni baños inutilizados a las pocas horas de zarpar...un gustazo. Hay actuaciones en el salón y actividades en cubierta, como avistamiento de cetáceos con monitores asistiendo a unos pasajeros totalmente volcados en su tarea. Así el trayecto de unas 18 horas se hace mucho más llevadero.
Llego el jueves 13 de julio sin novedad a Plymouth, donde desembarco puntual a las 16.30 rodeado de motos británicas mucho mejor preparadas que la mía. Me hacen parecer aún más novato. Mi primera preocupación una vez en tierra es no columpiarme con el carril de circulación. Ya en el primer viaje me llevé un par de sustos, y ahora no tengo la asimetría de un coche para ayudarme a saber por dónde ir. En los preparativos tuve la idea de marcar con un lazo el retrovisor que debe estar siempre en el lado del arcén, pero no llegaré a hacerlo en todo el viaje. Lo que sigue son 4 horas de conducción continua para llegar directo a Londres, donde me esperan. Me encanta la libertad de poder usar los datos de mi teléfono gracias a la nueva normativa europea, es casi como circular por casa. Pasaré la noche en un backpackers y el día siguiente por Londres entre trabajo y ocio.
El día 16 amanezco en la diminuta habitación de un B&B al norte de Londres que reúne dos requisitos por los que pago con gusto lo que cuesta: Vistas a las encantadoras casitas inglesas (vivo rodeado por kilómetros de apartamentos, normal que me gusten) y un calentador de agua con variedad de tés y chocolates...no hay cosa que me haga más feliz tras un día en ruta, y será una alegría que por suerte me llevaré más de una vez en este viaje.
Ahora sí, empieza el camino que me llevará al norte de Escocia. El plan para hoy...conducir mapa arriba a ver hasta dónde llego. Voy por carreteras principales, no quiero entretenerme mucho en Inglaterra.
Llega el mediodía y decido parar en Cambridge para estirar las piernas y comer algo. Acabo echando un par de horas allí, rodeado de millenials guapísimos y aún más inteligentes que se mueven en bicicleta desde sus casas idílicas de ladrillo hasta sus facultades de película.
De todos los que me encuentro me quedo sin duda con un grupo de activistas de Anonymous for de voiceless, que estaban allí no solo posando con las caretas mostrando unos vídeos durísimos, sino también debatiendo con quien estuviera interesado en hablar de su causa, ya fuera en contra o a favor. Jóvenes y mayores, posiciones opuestas pero hablándose siempre con el mayor de los respetos, exponiendo sus argumentos y dejando que los demás hagan lo mismo. Otro mundo.
Para las dos y media empieza a llover y salgo de allí, de nuevo hacia el norte. 150 aburridos kilómetros después se despeja y me encuentro con el castillo de Newark, que me sorprende por inesperado y decido visitar. De la fortaleza sólo queda en pie el lado que da al río, que sigue luciendo imponente. Lo que fuera su interior es ahora un parque. Tras un ratejo por allí vuelvo a la moto y al minuto de estar sobre ella me doy cuenta de que estoy yendo por el carril equivocado cuando voy a incorporarme a un cruce y me topo con un coche de frente. Por la conmoción meto mal la marcha un par de veces, con el pobre conductor esperando pacientemente y sin pitarme una sola ver a que arranque y salga de su camino. Como dato curioso, allí al lado hay un par de policías locales. Juraría que me ven meter la pata hasta el fondo, pero no me hacen mucho caso.
Son casi las 6 de la tarde y me busco habitación en Durham, a 4 horas de allí. Quiero quitarme tantos kilómetros como pueda y amanecer a un pasito de Escocia. Sin embargo me animo a hacer una última parada, ya que veo en el mapa que paso al lado de York y por lo visto tiene una catedral tocha. Son casi las 8 cuando llego y por supuesto está cerrada, pero la visión del edificio no decepciona. Un paseito rápido por los alrededores y vuelta a la montura, son casi las 10 de la noche cuando me planto en el hotel.
Amanezco el 17 de julio con ganas, hoy pasaré a Escocia. Al fin se terminan las grandes carreteras y no tardo en llevarme la primera alegría, son las 10 de la mañana y de pronto, como de la nada, me topo con el mismísimo Muro de Adriano asomando en medio de un campo. Parón y a disfrutarlo, no esperaba encontrármelo tan accesible y sin embargo allí lo tenía, inmóvil desde hace casi 1900 años. Lo miro, lo fotografío, lo acaricio...es hermoso.
Más adelante llego al fuerte romano de Housesteads, mucho más amplio de lo que esperaba. Por supuesto sólo quedan los cimientos, pero son suficientes para hacer una reconstrucción fiel de lo que sería aquella guarnición del muro.
Allí mismo me encuentro el punto de vista que me fascinó cuando empecé a leer sobre el muro, esa serpiente de lomo verde que se pierde a la vista sobre las colinas del horizonte. El muro está mejor conservado de lo que esperaba, y se puede recorrer a pie de un lado a otro en una ruta senderista que en aquel momento me comprometo a hacer en un futuro próximo.
Contento con la visita al fuerte pongo rumbo oeste. Pasaré varios kilómetros en paralelo al muro hasta que desaparece en la campiña. Yo no me bajaré de la moto hasta casi 4 horas después cuando llegue al Mull of Galloway, el punto más al sur de Escocia, desde donde puedes ver la isla de Man, Inglaterra e Irlanda.
Me dan las 6 de la tarde y decido ir buscando alojamiento más al norte. Acabaré en un encantador B&B en Girvan regentado por una pareja acostumbrada a tratar con españoles, por lo visto suelen ir ingenieros de energías renovables de alguna empresa que tiene tratos por allí. Para despedir el día me salgo al jardín con un té y me quedo charlando con el dueño. Me comenta algo sobre unos "midges" que yo interpreto como historias de duendes y le sigo el rollo. Más adelante sabré en propia piel lo que realmente son los midges.
Dejo aquí la introducción, en la siguiente entrega ya sí que podré hablaros de la Escocia que fui a recorrer y que me regaló la que sea posiblemente la ruta más bonita que he hecho hasta la fecha.
Gastos hasta ahora:
263€ para el ferry
59€ del backpackers de Londres
46€ del B&B al norte de Londres
44€ del hotel al norte de Inglaterra
40€ del B&B al sur de Escocia
46€ en gasolina
20€ en comida de supermercado
4 años atrás tuve ocasión de hacer una ruta circular por Escocia en mini. Aquí os dejo un resumen:
Quedé prendado de aquellas tierras y con la espina de no haber subido más al norte de Inverness, cosa que me sirvió de excusa para montar la ruta que os traigo a continuación. Soy de organizar poco y no muy en serio, siempre abierto a cambios que surjan sobre la marcha. Tan solo tenía tres cosas claras, pasar por Londres para una visita social, por Edimburgo para hacer un trabajo y por John o'Groats para ponerme la medallita. Lo demás ya se iría improvisando.
Empiezo: La primera gran duda que se me presenta es cómo llegar a las islas. Llevo unas semanas convencido de meterme el tute atravesando Francia pero es un país que me encanta y no disfruto nada cruzándolo sin poder sacarle partido, por lo que acabo decidiéndome por el ferry con Brittany desde Santander hasta Plymouth apenas dos días antes de salir. Es la tercera vez que me muevo en este tipo de barcos, las otras dos fueron con Grimaldi por el Mediterráneo, y comparado con aquellas ocasiones este trayecto es un crucero de placer. No hay colas para comer, ni malos olores, ni gente tirada por cualquier parte, ni baños inutilizados a las pocas horas de zarpar...un gustazo. Hay actuaciones en el salón y actividades en cubierta, como avistamiento de cetáceos con monitores asistiendo a unos pasajeros totalmente volcados en su tarea. Así el trayecto de unas 18 horas se hace mucho más llevadero.
Llego el jueves 13 de julio sin novedad a Plymouth, donde desembarco puntual a las 16.30 rodeado de motos británicas mucho mejor preparadas que la mía. Me hacen parecer aún más novato. Mi primera preocupación una vez en tierra es no columpiarme con el carril de circulación. Ya en el primer viaje me llevé un par de sustos, y ahora no tengo la asimetría de un coche para ayudarme a saber por dónde ir. En los preparativos tuve la idea de marcar con un lazo el retrovisor que debe estar siempre en el lado del arcén, pero no llegaré a hacerlo en todo el viaje. Lo que sigue son 4 horas de conducción continua para llegar directo a Londres, donde me esperan. Me encanta la libertad de poder usar los datos de mi teléfono gracias a la nueva normativa europea, es casi como circular por casa. Pasaré la noche en un backpackers y el día siguiente por Londres entre trabajo y ocio.
El día 16 amanezco en la diminuta habitación de un B&B al norte de Londres que reúne dos requisitos por los que pago con gusto lo que cuesta: Vistas a las encantadoras casitas inglesas (vivo rodeado por kilómetros de apartamentos, normal que me gusten) y un calentador de agua con variedad de tés y chocolates...no hay cosa que me haga más feliz tras un día en ruta, y será una alegría que por suerte me llevaré más de una vez en este viaje.
Ahora sí, empieza el camino que me llevará al norte de Escocia. El plan para hoy...conducir mapa arriba a ver hasta dónde llego. Voy por carreteras principales, no quiero entretenerme mucho en Inglaterra.
Llega el mediodía y decido parar en Cambridge para estirar las piernas y comer algo. Acabo echando un par de horas allí, rodeado de millenials guapísimos y aún más inteligentes que se mueven en bicicleta desde sus casas idílicas de ladrillo hasta sus facultades de película.
De todos los que me encuentro me quedo sin duda con un grupo de activistas de Anonymous for de voiceless, que estaban allí no solo posando con las caretas mostrando unos vídeos durísimos, sino también debatiendo con quien estuviera interesado en hablar de su causa, ya fuera en contra o a favor. Jóvenes y mayores, posiciones opuestas pero hablándose siempre con el mayor de los respetos, exponiendo sus argumentos y dejando que los demás hagan lo mismo. Otro mundo.
Para las dos y media empieza a llover y salgo de allí, de nuevo hacia el norte. 150 aburridos kilómetros después se despeja y me encuentro con el castillo de Newark, que me sorprende por inesperado y decido visitar. De la fortaleza sólo queda en pie el lado que da al río, que sigue luciendo imponente. Lo que fuera su interior es ahora un parque. Tras un ratejo por allí vuelvo a la moto y al minuto de estar sobre ella me doy cuenta de que estoy yendo por el carril equivocado cuando voy a incorporarme a un cruce y me topo con un coche de frente. Por la conmoción meto mal la marcha un par de veces, con el pobre conductor esperando pacientemente y sin pitarme una sola ver a que arranque y salga de su camino. Como dato curioso, allí al lado hay un par de policías locales. Juraría que me ven meter la pata hasta el fondo, pero no me hacen mucho caso.
Son casi las 6 de la tarde y me busco habitación en Durham, a 4 horas de allí. Quiero quitarme tantos kilómetros como pueda y amanecer a un pasito de Escocia. Sin embargo me animo a hacer una última parada, ya que veo en el mapa que paso al lado de York y por lo visto tiene una catedral tocha. Son casi las 8 cuando llego y por supuesto está cerrada, pero la visión del edificio no decepciona. Un paseito rápido por los alrededores y vuelta a la montura, son casi las 10 de la noche cuando me planto en el hotel.
Amanezco el 17 de julio con ganas, hoy pasaré a Escocia. Al fin se terminan las grandes carreteras y no tardo en llevarme la primera alegría, son las 10 de la mañana y de pronto, como de la nada, me topo con el mismísimo Muro de Adriano asomando en medio de un campo. Parón y a disfrutarlo, no esperaba encontrármelo tan accesible y sin embargo allí lo tenía, inmóvil desde hace casi 1900 años. Lo miro, lo fotografío, lo acaricio...es hermoso.
Más adelante llego al fuerte romano de Housesteads, mucho más amplio de lo que esperaba. Por supuesto sólo quedan los cimientos, pero son suficientes para hacer una reconstrucción fiel de lo que sería aquella guarnición del muro.
Allí mismo me encuentro el punto de vista que me fascinó cuando empecé a leer sobre el muro, esa serpiente de lomo verde que se pierde a la vista sobre las colinas del horizonte. El muro está mejor conservado de lo que esperaba, y se puede recorrer a pie de un lado a otro en una ruta senderista que en aquel momento me comprometo a hacer en un futuro próximo.
Contento con la visita al fuerte pongo rumbo oeste. Pasaré varios kilómetros en paralelo al muro hasta que desaparece en la campiña. Yo no me bajaré de la moto hasta casi 4 horas después cuando llegue al Mull of Galloway, el punto más al sur de Escocia, desde donde puedes ver la isla de Man, Inglaterra e Irlanda.
Me dan las 6 de la tarde y decido ir buscando alojamiento más al norte. Acabaré en un encantador B&B en Girvan regentado por una pareja acostumbrada a tratar con españoles, por lo visto suelen ir ingenieros de energías renovables de alguna empresa que tiene tratos por allí. Para despedir el día me salgo al jardín con un té y me quedo charlando con el dueño. Me comenta algo sobre unos "midges" que yo interpreto como historias de duendes y le sigo el rollo. Más adelante sabré en propia piel lo que realmente son los midges.
Dejo aquí la introducción, en la siguiente entrega ya sí que podré hablaros de la Escocia que fui a recorrer y que me regaló la que sea posiblemente la ruta más bonita que he hecho hasta la fecha.
Gastos hasta ahora:
263€ para el ferry
59€ del backpackers de Londres
46€ del B&B al norte de Londres
44€ del hotel al norte de Inglaterra
40€ del B&B al sur de Escocia
46€ en gasolina
20€ en comida de supermercado
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