jaimeleonu
Curveando
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Hola
Como a causa de lo que todos sabemos, los temas de viajes recientes por fuera de Europa escasean y por si alguno se quiere entretener, iré poniendo la crónica del último viaje que hice antes de la pandemia. Fue en octubre de 2019, y reconozco que en esta ocasión he sido un poco perezoso y entre unas cosas y otras, hasta ahora no me he puesto con su crónica.
En el relato del viaje por Perú del año 2018 hice una introducción acerca de particularidades de la conducción por allá y de su sociedad en general,
así que en esta ocasión me saltaré lo referente a esos asuntos e iré directo al grano...
Mi intervención y colaboración dentro de la organización de una nueva edición del Encuentro Grandes Viajeros Perú, este año ya la tercera, fue el motivo que me llevó a realizar un nuevo viaje por ese país. En la tarde del jueves 10 de octubre, igual que en años anteriores mi amiga y delegada del E.G.V. en Perú, Marisol Huacac, estaba esperándome en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima. Amablemente me llevó en su coche hasta mi hotel. Este año, y debido al cambio de ubicación del E.G.V, me alojé en el barrio de Miraflores, en el bonito hotel Antigua Miraflores.
La mañana del viernes me acerqué hasta el barrio de Chorrillos, donde se ubican las instalaciones de Motoviajeros Perú. Allí me esperaban sus propietarios, Iván e Inés, para realizar los trámites de la moto que me acompañaría en este viaje, una BMW 800 GS de su flota de alquiler. Como ya somos amigos de otros años, los trámites fueron rápidos y mientras compartíamos charla y un café, nos citamos en vernos al día siguiente en el E.G.V. y acordamos, como el año pasado, que el domingo por la tarde me entregarían la moto en mi hotel, de este modo podría dejar todo preparado para el lunes abandonar Lima lo más temprano posible . La tarde-noche de ese viernes la dediqué a ultimar los detalles de la celebración del evento, y junto al equipo organizador, Gladys, Thalía, Iván y la propia Marisol vistamos el salón de la Universidad limeña de San Martín de Porres, donde el sábado se ofrecerían los audiovisuales, y dejamos todo preparado para la inauguración en la mañana del día siguiente. Por si alguno quiere saber algo más acerca del desarrollo del fin de semana del III E.G.V. Perú hay una crónica en http://encuentrograndesviajeros.com/asi-fue-el-3o-e-g-v-peru/
Mi ruta de este año combina una primera parte ya realizada en anteriores ocasiones , con otra totalmente nueva para mí. La novedad comenzará a partir de Trujillo, iré a Cajamarca, Kuelap, Chachapoyas, Chiclayo, vuelta a Trujillo para desde aquí volver a encontrar una ruta ya conocida, recorreré el impresionante cañón del Pato, intentaré la subida que tenía pendiente desde el 2018, hasta los 4.200 m donde se encuentra la laguna Parón, posterior parada en la Universidad UNASAM de Huaraz, y para terminar como siempre en Lima. Total 2 semanas y media en el Perú y unos 3.000 k de moto .
Como había aprendido bien la lección del año pasado, quería a toda costa evitar los enormes atascos que los lunes en la mañana se forman en Lima. Antes de que aparecieran los primeros rayos del sol, a eso de las 6 a.m. ya estaba recorriendo la vía rápida que atraviesa gran parte de Lima. Esta vía está prohibida a las motos, aunque a esas horas confiaba en que todavía no estuviera vigilando la policía. Mi rumbo era hacia el norte, en busca de la carretera Panamericana. Más de 500 k me separaban de la ciudad de Trujillo, mi destino para ese el primer día. La mañana se presenta soleada y la ruta me trae recuerdos el año anterior en que la realicé en sentido inverso. Es el cuarto viaje que hago por este país, por que la experiencia acumulada en cuanto a cómo se circula por aquí, hace que los kilómetros vayan pasando sin grandes contratiempos.
Lo único reseñable es el fuerte viento que me acompaña desde la ciudad de Chimbote hasta cerca de Trujillo. Tras la paradas habituales en todo viaje para desayunar, repostar y descansar, comer...Y las intrínsecas en cualquier viaje por Perú, y Sudamérica en general, tales como controles policiales, accidentes, y rodeos por reparaciones o cortes de la vía por algún desastre natural, sobre las 16 horas entro en Trujillo.
Como conozco la ciudad, no tengo dudas a la hora de buscar hotel, voy directo al Libertador, este año renombrado como Costa del Sol Trujillo, que se levanta en una esquina de la Plaza de Armas dentro de un bonito edificio colonial.
Tras los saludos a los empleados que me recuerdan del año pasado, llamo a una de mis amistades en la ciudad y quedamos para cenar juntos y ponernos al día. La sobremesa no se puede alargar mucho, mañana temprano dejaré la ciudad. A diferencia de Europa, acá las distancias en kilómetros no dejan de ser una simple cifra desconocida para la mayoría de la gente. Acá las distancias no se miden de ese modo, se miden en horas de viaje, y para mañana lo previsto, si todo va bien, son unas 6 ó 7 horas las que me esperan para recorrer los poco más de 300 k que separan Trujillo de la histórica ciudad de Cajamarca. Dejaré la costa del Pacífico, y la "fácil y sencilla" Panamericana.
Mañana me internaré por mis majestuosos, queridos y añorados, pero también, a veces para mí, temidos y complicados Andes. A partir de Trujillo será terreno desconocido para mí. Pocos kilómetros después de dejar atrás la ciudad, tengo que reducir drástricamente la velocidad. La Panamericana se convierte en una capa de asfalto ondulado y deteriorado. Afortunadamente sólo son unos 20 k, y por un cartel informativo me entero del motivo. Las fuertes lluvias que se produjeron por todo el Perú, entre enero y marzo de 2017, causadas por el recurrente fenómeno climatológico conocido como "El Niño", se cebaron especialmente en estas provincias del norte del país. En ellas hubo más de 100 muertos y casi 150.000 damnificados. A pesar del tiempo transcurrido, los desperfectos en la carretera y terrenos cercanos son bien visibles, aún así es difícil imaginar como debió quedar toda esta zona tras el paso de "El Niño" aquel año. En Pacasmayo, a la izquierda, debo tomar la carretera que me llevará a la cordillera, pero antes paro a ver uno de los habituales y coloridos mercados que se reparten por todo el país. Aprovecho y compro algo de fruta y bebida para el día de hoy.
Reposto en una gasolinera situada en el mismo cruce y pregunto a la chica que me atiende por el estado de la ruta. Seguramente ella no habrá ido nunca a Cajamarca, pero la gente que trabaja en las gasolineras casi siempre son un buen punto de información
-La ruta es complicada, muy revirada en la sierra. ¿Pero de veras va ir usted manejando hasta Cajamarca en esta moto? ¿y por qué no toma el bus?. Irá mejor que en la moto...
Ya estoy acostumbrado a que en muchos países la gente no entienda porqué uno viaja en moto pudiendo hacerlo en otros medios, así que su pregunta no me sorprende. Con el depósito lleno, y la fruta y la bebida en el topcase, arranco y pongo rumbo a Los Andes....
La soledad, el viento frío, las alturas excesivas, los paisajes increíbles, las carreteras retorciéndose una y otra vez, esto son Los Andes. A medida que asciendo el cielo se va cubriendo, aunque no tiene aspecto de que por el momento vaya a llover. Atravieso muy pocas poblaciones y no encuentro grandes inconvenientes en el camino, algún que otro corto tramo de tierra y poco más. Cerca de Cajamarca el tráfico, hasta ahora inexistente, comienza a ser más numeroso, poco a poco me interno en la ciudad. Voy derecho al mejor hotel de Cajamarca que, cómo no, se encuentra en la Plaza de Armas. ¡¡Sorpresa!! no hay habitaciones libres y me indican otro hotel cercano. En esta segunda opción ya no tengo problemas y rápidamente me instalo. Tengo que salir sin tiempo que perder, primero a almorzar y luego a conocer la ciudad, ya que mañana volveré a la carretera. A pesar de estar a casi 3.000 m. de altitud, la temperatura es agradable, pero tan pronto abandono el hotel, la lluvia comienza a caer con insistencia.
Cajamarca tiene una población de algo más de 300.000 habitantes y por lo que veo es una ciudad con una gran actividad comercial. Algo lógico ya que por aquí las ciudades con un cierto número de habitantes, están muy separadas entre si, y ellas constituyen el centro neurálgico de los negocios abarcando una gran zona. Tengo suerte y deja llover, me gusta la imagen que la ciudad me muestra. La tormenta ha dejado paso a un cielo azul y el sol se refleja en sus calles húmedas y en sus edificios.
Conocer lo qué ocurrió aquí hace siglos, es de vital importancia para entender algo más todo el devenir de la conquista del Perú. En el año 1532 sucedió un hecho clave en la historia, no sólo de Sudamérica, también de la de nuestro país. Aquí fue hecho prisionero el último rey Inca, el poderoso Atahualpa, a manos de los conquistadores españoles comandados por el hombre clave en la historia del Perú, Francisco Pizarro. El suceso ocurrió en la plaza de la ciudad, la misma que piso ahora, donde Atahualpa y su sequito fueron rodeados por los españoles. Las crónicas cuentan que tras su captura, el Inca accedió a entregar a Pizarro todo su tesoro. Atahualpa marcó una línea en la pared de la habitación donde estaba preso y se comprometió a llenarla de oro hasta esa altura, prácticamente hasta el techo. Procedente de todos los rincones del imperio Inca, durante meses fue llegando el oro. Atahualpa había cumplido su promesa.
Pero los españoles no sólo querían los tesoros de los Incas, también su imperio, y para ello lo primero era acabar con la vida de su prisionero y en su lugar nombrar a otro rey Inca con menos carácter. A pesar de haber cumplido su promesa, Atahualpa fue acusado de no querer aceptar la religión cristiana y de haber tirado al suelo, y con desprecio, una biblia que le entregó un fraile español. Evidentemente el Inca no entendía absolutamente nada, ni de lo qué le decía el fraile ni de lo qué representaba aquel libro indescifrable que le habían entregado. Tras un rápido juicio por su afrenta, Atahualpa fue ejecutado. Los Incas se quedaron sin su rey y pronto se quedarían sin su imperio, el próximo objetivo de los conquistadores sería tomar la capital del imperio, Cuzco.
En esta ciudad se produjo otro hecho que de nuevo marcó la historia, en Cajamarca se produjo el primer matrimonio mixto del Perú. Debido sin duda a su visión política, Pizarro, que contaba la edad de 54 años, tomó por esposa a una joven princesa Inca, 14 años tenía la criatura. Este hecho significó el inicio del mestizaje, de vital importancia para el desarrollo de los siguientes siglos.
Visito la supuesta habitación donde Atahualpa pasó sus últimos meses y donde trazó la famosa línea. Como todos los edificios de interés se agrupan alrededor de la Plaza, tengo tiempo de visitar la catedral de Santa Catalina, el convento de San Francisco y la iglesia de Belén. En esta última recorro uno de los primeros hospitales de Sudamérica, y también el interesante museo médico de la época que en la actualidad alberga este edificio.
Recibo una llamada de un amigo limeño, le comento mi etapa de mañana y me da una noticia que hace saltar por los aires mis previsiones. Hace un par de años él hizo ese camino en autobús y lo recuerda como una mala experiencia. Según él, tardó unas 18-20 horas en llegar hasta Chachapoyas, separada de Cajamarca por 320 km. Mi ruta de mañana no llega hasta esa ciudad, ya que quiero parar antes para visitar las ruinas de Kuelap, el pequeño "Machu Picchu", pero aún así sólo son unos 40 km. menos que a Chachapoyas. No me concuerdan las horas con los kilómetros, aunque él hiciera el recorrido en bus. O mi amigo está equivocado, o la carretera tiene que ser mucho peor de lo que imagino. Pero en el Perú ya he aprendido a no infravalorar las cifras que me dan respecto a los tiempos que demora recorrer una distancia, en este país todo es posible...
Con la incertidumbre en el cuerpo, bien temprano lleno el depósito, guardo algunas provisiones y salgo a la carretera. Al principio todo es felicidad, un asfalto increíblemente perfecto, como es habitual con mu escaso tráfico y hoy con una agradable temperatura.
“Mucho tiene que empeorar esto para que en menos de 8 horas no esté yo en Kuelap...”
Con esas falsas ilusiones voy devorando kilómetros. Pero tras unos tranquilos 40 k. y llegar al pueblo de Encañada, a partir de aquí todo va a cambiar, y de una manera que no esperaba...
Saludos !!
Como a causa de lo que todos sabemos, los temas de viajes recientes por fuera de Europa escasean y por si alguno se quiere entretener, iré poniendo la crónica del último viaje que hice antes de la pandemia. Fue en octubre de 2019, y reconozco que en esta ocasión he sido un poco perezoso y entre unas cosas y otras, hasta ahora no me he puesto con su crónica.
En el relato del viaje por Perú del año 2018 hice una introducción acerca de particularidades de la conducción por allá y de su sociedad en general,
PERÚ, brutal y sorprendente (y sin pisar Machu Picchu)
Hola Recién llegado de mi último viaje por América, y para ir abriendo boca mientras preparo la crónica, os pongo un adelanto de lo qué ha sido éste recorrido por Perú. Aunque el título es bastante explícito, un viaje por el Perú profundo, o parte de el, para el que Cuzco, Machu Picchu, el...
www.bmwmotos.com
así que en esta ocasión me saltaré lo referente a esos asuntos e iré directo al grano...
Mi intervención y colaboración dentro de la organización de una nueva edición del Encuentro Grandes Viajeros Perú, este año ya la tercera, fue el motivo que me llevó a realizar un nuevo viaje por ese país. En la tarde del jueves 10 de octubre, igual que en años anteriores mi amiga y delegada del E.G.V. en Perú, Marisol Huacac, estaba esperándome en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima. Amablemente me llevó en su coche hasta mi hotel. Este año, y debido al cambio de ubicación del E.G.V, me alojé en el barrio de Miraflores, en el bonito hotel Antigua Miraflores.
La mañana del viernes me acerqué hasta el barrio de Chorrillos, donde se ubican las instalaciones de Motoviajeros Perú. Allí me esperaban sus propietarios, Iván e Inés, para realizar los trámites de la moto que me acompañaría en este viaje, una BMW 800 GS de su flota de alquiler. Como ya somos amigos de otros años, los trámites fueron rápidos y mientras compartíamos charla y un café, nos citamos en vernos al día siguiente en el E.G.V. y acordamos, como el año pasado, que el domingo por la tarde me entregarían la moto en mi hotel, de este modo podría dejar todo preparado para el lunes abandonar Lima lo más temprano posible . La tarde-noche de ese viernes la dediqué a ultimar los detalles de la celebración del evento, y junto al equipo organizador, Gladys, Thalía, Iván y la propia Marisol vistamos el salón de la Universidad limeña de San Martín de Porres, donde el sábado se ofrecerían los audiovisuales, y dejamos todo preparado para la inauguración en la mañana del día siguiente. Por si alguno quiere saber algo más acerca del desarrollo del fin de semana del III E.G.V. Perú hay una crónica en http://encuentrograndesviajeros.com/asi-fue-el-3o-e-g-v-peru/
Mi ruta de este año combina una primera parte ya realizada en anteriores ocasiones , con otra totalmente nueva para mí. La novedad comenzará a partir de Trujillo, iré a Cajamarca, Kuelap, Chachapoyas, Chiclayo, vuelta a Trujillo para desde aquí volver a encontrar una ruta ya conocida, recorreré el impresionante cañón del Pato, intentaré la subida que tenía pendiente desde el 2018, hasta los 4.200 m donde se encuentra la laguna Parón, posterior parada en la Universidad UNASAM de Huaraz, y para terminar como siempre en Lima. Total 2 semanas y media en el Perú y unos 3.000 k de moto .
Como había aprendido bien la lección del año pasado, quería a toda costa evitar los enormes atascos que los lunes en la mañana se forman en Lima. Antes de que aparecieran los primeros rayos del sol, a eso de las 6 a.m. ya estaba recorriendo la vía rápida que atraviesa gran parte de Lima. Esta vía está prohibida a las motos, aunque a esas horas confiaba en que todavía no estuviera vigilando la policía. Mi rumbo era hacia el norte, en busca de la carretera Panamericana. Más de 500 k me separaban de la ciudad de Trujillo, mi destino para ese el primer día. La mañana se presenta soleada y la ruta me trae recuerdos el año anterior en que la realicé en sentido inverso. Es el cuarto viaje que hago por este país, por que la experiencia acumulada en cuanto a cómo se circula por aquí, hace que los kilómetros vayan pasando sin grandes contratiempos.
Lo único reseñable es el fuerte viento que me acompaña desde la ciudad de Chimbote hasta cerca de Trujillo. Tras la paradas habituales en todo viaje para desayunar, repostar y descansar, comer...Y las intrínsecas en cualquier viaje por Perú, y Sudamérica en general, tales como controles policiales, accidentes, y rodeos por reparaciones o cortes de la vía por algún desastre natural, sobre las 16 horas entro en Trujillo.
Como conozco la ciudad, no tengo dudas a la hora de buscar hotel, voy directo al Libertador, este año renombrado como Costa del Sol Trujillo, que se levanta en una esquina de la Plaza de Armas dentro de un bonito edificio colonial.
Tras los saludos a los empleados que me recuerdan del año pasado, llamo a una de mis amistades en la ciudad y quedamos para cenar juntos y ponernos al día. La sobremesa no se puede alargar mucho, mañana temprano dejaré la ciudad. A diferencia de Europa, acá las distancias en kilómetros no dejan de ser una simple cifra desconocida para la mayoría de la gente. Acá las distancias no se miden de ese modo, se miden en horas de viaje, y para mañana lo previsto, si todo va bien, son unas 6 ó 7 horas las que me esperan para recorrer los poco más de 300 k que separan Trujillo de la histórica ciudad de Cajamarca. Dejaré la costa del Pacífico, y la "fácil y sencilla" Panamericana.
Mañana me internaré por mis majestuosos, queridos y añorados, pero también, a veces para mí, temidos y complicados Andes. A partir de Trujillo será terreno desconocido para mí. Pocos kilómetros después de dejar atrás la ciudad, tengo que reducir drástricamente la velocidad. La Panamericana se convierte en una capa de asfalto ondulado y deteriorado. Afortunadamente sólo son unos 20 k, y por un cartel informativo me entero del motivo. Las fuertes lluvias que se produjeron por todo el Perú, entre enero y marzo de 2017, causadas por el recurrente fenómeno climatológico conocido como "El Niño", se cebaron especialmente en estas provincias del norte del país. En ellas hubo más de 100 muertos y casi 150.000 damnificados. A pesar del tiempo transcurrido, los desperfectos en la carretera y terrenos cercanos son bien visibles, aún así es difícil imaginar como debió quedar toda esta zona tras el paso de "El Niño" aquel año. En Pacasmayo, a la izquierda, debo tomar la carretera que me llevará a la cordillera, pero antes paro a ver uno de los habituales y coloridos mercados que se reparten por todo el país. Aprovecho y compro algo de fruta y bebida para el día de hoy.
Reposto en una gasolinera situada en el mismo cruce y pregunto a la chica que me atiende por el estado de la ruta. Seguramente ella no habrá ido nunca a Cajamarca, pero la gente que trabaja en las gasolineras casi siempre son un buen punto de información
-La ruta es complicada, muy revirada en la sierra. ¿Pero de veras va ir usted manejando hasta Cajamarca en esta moto? ¿y por qué no toma el bus?. Irá mejor que en la moto...
Ya estoy acostumbrado a que en muchos países la gente no entienda porqué uno viaja en moto pudiendo hacerlo en otros medios, así que su pregunta no me sorprende. Con el depósito lleno, y la fruta y la bebida en el topcase, arranco y pongo rumbo a Los Andes....
La soledad, el viento frío, las alturas excesivas, los paisajes increíbles, las carreteras retorciéndose una y otra vez, esto son Los Andes. A medida que asciendo el cielo se va cubriendo, aunque no tiene aspecto de que por el momento vaya a llover. Atravieso muy pocas poblaciones y no encuentro grandes inconvenientes en el camino, algún que otro corto tramo de tierra y poco más. Cerca de Cajamarca el tráfico, hasta ahora inexistente, comienza a ser más numeroso, poco a poco me interno en la ciudad. Voy derecho al mejor hotel de Cajamarca que, cómo no, se encuentra en la Plaza de Armas. ¡¡Sorpresa!! no hay habitaciones libres y me indican otro hotel cercano. En esta segunda opción ya no tengo problemas y rápidamente me instalo. Tengo que salir sin tiempo que perder, primero a almorzar y luego a conocer la ciudad, ya que mañana volveré a la carretera. A pesar de estar a casi 3.000 m. de altitud, la temperatura es agradable, pero tan pronto abandono el hotel, la lluvia comienza a caer con insistencia.
Cajamarca tiene una población de algo más de 300.000 habitantes y por lo que veo es una ciudad con una gran actividad comercial. Algo lógico ya que por aquí las ciudades con un cierto número de habitantes, están muy separadas entre si, y ellas constituyen el centro neurálgico de los negocios abarcando una gran zona. Tengo suerte y deja llover, me gusta la imagen que la ciudad me muestra. La tormenta ha dejado paso a un cielo azul y el sol se refleja en sus calles húmedas y en sus edificios.
Conocer lo qué ocurrió aquí hace siglos, es de vital importancia para entender algo más todo el devenir de la conquista del Perú. En el año 1532 sucedió un hecho clave en la historia, no sólo de Sudamérica, también de la de nuestro país. Aquí fue hecho prisionero el último rey Inca, el poderoso Atahualpa, a manos de los conquistadores españoles comandados por el hombre clave en la historia del Perú, Francisco Pizarro. El suceso ocurrió en la plaza de la ciudad, la misma que piso ahora, donde Atahualpa y su sequito fueron rodeados por los españoles. Las crónicas cuentan que tras su captura, el Inca accedió a entregar a Pizarro todo su tesoro. Atahualpa marcó una línea en la pared de la habitación donde estaba preso y se comprometió a llenarla de oro hasta esa altura, prácticamente hasta el techo. Procedente de todos los rincones del imperio Inca, durante meses fue llegando el oro. Atahualpa había cumplido su promesa.
Pero los españoles no sólo querían los tesoros de los Incas, también su imperio, y para ello lo primero era acabar con la vida de su prisionero y en su lugar nombrar a otro rey Inca con menos carácter. A pesar de haber cumplido su promesa, Atahualpa fue acusado de no querer aceptar la religión cristiana y de haber tirado al suelo, y con desprecio, una biblia que le entregó un fraile español. Evidentemente el Inca no entendía absolutamente nada, ni de lo qué le decía el fraile ni de lo qué representaba aquel libro indescifrable que le habían entregado. Tras un rápido juicio por su afrenta, Atahualpa fue ejecutado. Los Incas se quedaron sin su rey y pronto se quedarían sin su imperio, el próximo objetivo de los conquistadores sería tomar la capital del imperio, Cuzco.
En esta ciudad se produjo otro hecho que de nuevo marcó la historia, en Cajamarca se produjo el primer matrimonio mixto del Perú. Debido sin duda a su visión política, Pizarro, que contaba la edad de 54 años, tomó por esposa a una joven princesa Inca, 14 años tenía la criatura. Este hecho significó el inicio del mestizaje, de vital importancia para el desarrollo de los siguientes siglos.
Visito la supuesta habitación donde Atahualpa pasó sus últimos meses y donde trazó la famosa línea. Como todos los edificios de interés se agrupan alrededor de la Plaza, tengo tiempo de visitar la catedral de Santa Catalina, el convento de San Francisco y la iglesia de Belén. En esta última recorro uno de los primeros hospitales de Sudamérica, y también el interesante museo médico de la época que en la actualidad alberga este edificio.
Recibo una llamada de un amigo limeño, le comento mi etapa de mañana y me da una noticia que hace saltar por los aires mis previsiones. Hace un par de años él hizo ese camino en autobús y lo recuerda como una mala experiencia. Según él, tardó unas 18-20 horas en llegar hasta Chachapoyas, separada de Cajamarca por 320 km. Mi ruta de mañana no llega hasta esa ciudad, ya que quiero parar antes para visitar las ruinas de Kuelap, el pequeño "Machu Picchu", pero aún así sólo son unos 40 km. menos que a Chachapoyas. No me concuerdan las horas con los kilómetros, aunque él hiciera el recorrido en bus. O mi amigo está equivocado, o la carretera tiene que ser mucho peor de lo que imagino. Pero en el Perú ya he aprendido a no infravalorar las cifras que me dan respecto a los tiempos que demora recorrer una distancia, en este país todo es posible...
Con la incertidumbre en el cuerpo, bien temprano lleno el depósito, guardo algunas provisiones y salgo a la carretera. Al principio todo es felicidad, un asfalto increíblemente perfecto, como es habitual con mu escaso tráfico y hoy con una agradable temperatura.
“Mucho tiene que empeorar esto para que en menos de 8 horas no esté yo en Kuelap...”
Con esas falsas ilusiones voy devorando kilómetros. Pero tras unos tranquilos 40 k. y llegar al pueblo de Encañada, a partir de aquí todo va a cambiar, y de una manera que no esperaba...
Saludos !!