No se puede uno fiar de los meteorologos...
Tenia el finde del 15 de agosto completamente libre, muchos destinos posibles que, con los avisos de ola de calor que salian en todos los medios se limitaron a quedarme por el norte, con lo que el destino acabó siendo Galicia, lo que popularmente se entiende como apostar sobre seguro.
Salí del trabajo como si estuviera huyendo de algo muy malo camino de Santiago por la via mas rápida. La tan temida ola de calor se tradujo en unos agradables veintipico grados durante todo el trayecto, salvo algo por encima de los 32º en Villalba y la consabida niebla de Mondoñedo.
Planté la tienda en el camping San Marcos de Santiago y mi gozo en un pozo, piscina cerrada. Sorprendentemente estoy casi solo en el camping, apenas 4 tiendas más hay.
Bajo a Santiago y paseo por sus calles, con bastante menos turista que la ultima vez, no todo va a ser malo con el covid.
Cuando vuelvo a la tienda, la niebla ha llegado a Santiago, no se ve ni para cantar y la humedad es tanta que las hojas de los arboles gotean y éstas golpean la lona de la tienda como si fuera lluvia fuerte con lo cual no me queda otra que poner tapones para poder dormir.
A la mañana siguiente bien temprano me pongo en marcha, está hasta fresco con la niebla y la humedad, que no desaparecen hasta que llego cerca de Ézaro, que me sorprende muy gratamente, tantos kilometros y sigo encontrando tesoros cerca de casa.
Ézaro es todo un conjunto de pequeñas maravillas: el mirador sobre el pueblo, la empinada bajada, la cascada que cae al mar, la antigua central eléctrica... Tras deleitarme un rato continuo camino hacia Finisterre, donde ya abunda el turismo y es mas dominguero.
De Finisterre voy tranquilamente, disfrutando de la temperatura perfecta, hasta el Cementerio de los Ingleses. Soy consciente de que dejo mucho por ver por el camino pero es mi viaje y asi tengo excusa para volver en otras ocasiones. A este cementerio, testigo del naufragio del Serpent (172 muertos de 175 tripulantes, los 3 que se salvaron llevaban chalecos salvavidas, lo que motivó que la marina inglesa lo hiciera obligatorio en sus barcos) se llega por una pista sencilla, arrimadita al mar, con unas vistas envidiables, no es capaz uno de centrarse y mirar para el camino.
Aprovecho la paradina para comer mirando al mar infinito y continuo camino. La salida por la parte norte de la pista es algo mas complicada por empinada y por los regatos que la recorren, que con una moto mas baja podrian dar problemas, pero con la GS es un paseo militar.
De ahi, tiro directo por donde el GPS tiene a bien llevarme, hacia San Andres de Teixido y los acantilados que lo rodean.
Me resulta curioso ir sin tener idea de por donde estoy yendo, solamente siguiendo al GPS pero finalmente acabo llegando al pueblo-santuario, que dista mucho de lo que esperaba pero no es en absoluto feo. Es simplemente pequeño y muy rural, pero tambien abunda el turismo…
El tiempo sigue siendo sencillamente perfecto, pero en apenas 2kms, en cuanto salgo del pueblo y me encamino a los acantilados me sumerjo en un mar de niebla que no se de donde ha salido, estando como estaba antes tan despejado. El caso es que la temperatura baja escandalosamente, la circulacion se vuelve peligrosa y no queda otra que bajar hacia Cariño, quedandome sin ver las vistas del acantilado.
La sensacion es muy similar a pasar el Negron, donde antes era todo sol y calorín, ahora son nubes y fresco. No queda otra que ir tirando porque en este entorno no apetece quedar. Tampoco hay campings. El unico camping es el de Viveiro pero la situacion es la misma, fresco y nublado. Son las 6 de la tarde y estoy a dos horas de casa, asi que decido tirar para dormir en mi cama. El camino no es sencillo, quise hacer un viaje con equipaje minimo, por tanto sin ropa de abrigo y desde Viveiro hasta Aviles me llueve, vaya mierda de ola de calor. Tengo que arreglarme con otra camiseta que habia llevado para limitar una mojadura que se hace notar hasta que llego a casa.
Fue un “viaje” corto pero me dejó sensacion de satisfaccion plena, buenos paisajes, buena comida, he visto un par de sitios que tenía en la lista de sitios a ver y apunté otros tantos para viajes futuros.
No hace falta mas para disfrutar de la moto...
Tenia el finde del 15 de agosto completamente libre, muchos destinos posibles que, con los avisos de ola de calor que salian en todos los medios se limitaron a quedarme por el norte, con lo que el destino acabó siendo Galicia, lo que popularmente se entiende como apostar sobre seguro.
Salí del trabajo como si estuviera huyendo de algo muy malo camino de Santiago por la via mas rápida. La tan temida ola de calor se tradujo en unos agradables veintipico grados durante todo el trayecto, salvo algo por encima de los 32º en Villalba y la consabida niebla de Mondoñedo.
Planté la tienda en el camping San Marcos de Santiago y mi gozo en un pozo, piscina cerrada. Sorprendentemente estoy casi solo en el camping, apenas 4 tiendas más hay.
Bajo a Santiago y paseo por sus calles, con bastante menos turista que la ultima vez, no todo va a ser malo con el covid.
Cuando vuelvo a la tienda, la niebla ha llegado a Santiago, no se ve ni para cantar y la humedad es tanta que las hojas de los arboles gotean y éstas golpean la lona de la tienda como si fuera lluvia fuerte con lo cual no me queda otra que poner tapones para poder dormir.
A la mañana siguiente bien temprano me pongo en marcha, está hasta fresco con la niebla y la humedad, que no desaparecen hasta que llego cerca de Ézaro, que me sorprende muy gratamente, tantos kilometros y sigo encontrando tesoros cerca de casa.
Ézaro es todo un conjunto de pequeñas maravillas: el mirador sobre el pueblo, la empinada bajada, la cascada que cae al mar, la antigua central eléctrica... Tras deleitarme un rato continuo camino hacia Finisterre, donde ya abunda el turismo y es mas dominguero.
De Finisterre voy tranquilamente, disfrutando de la temperatura perfecta, hasta el Cementerio de los Ingleses. Soy consciente de que dejo mucho por ver por el camino pero es mi viaje y asi tengo excusa para volver en otras ocasiones. A este cementerio, testigo del naufragio del Serpent (172 muertos de 175 tripulantes, los 3 que se salvaron llevaban chalecos salvavidas, lo que motivó que la marina inglesa lo hiciera obligatorio en sus barcos) se llega por una pista sencilla, arrimadita al mar, con unas vistas envidiables, no es capaz uno de centrarse y mirar para el camino.
Aprovecho la paradina para comer mirando al mar infinito y continuo camino. La salida por la parte norte de la pista es algo mas complicada por empinada y por los regatos que la recorren, que con una moto mas baja podrian dar problemas, pero con la GS es un paseo militar.
De ahi, tiro directo por donde el GPS tiene a bien llevarme, hacia San Andres de Teixido y los acantilados que lo rodean.
Me resulta curioso ir sin tener idea de por donde estoy yendo, solamente siguiendo al GPS pero finalmente acabo llegando al pueblo-santuario, que dista mucho de lo que esperaba pero no es en absoluto feo. Es simplemente pequeño y muy rural, pero tambien abunda el turismo…
El tiempo sigue siendo sencillamente perfecto, pero en apenas 2kms, en cuanto salgo del pueblo y me encamino a los acantilados me sumerjo en un mar de niebla que no se de donde ha salido, estando como estaba antes tan despejado. El caso es que la temperatura baja escandalosamente, la circulacion se vuelve peligrosa y no queda otra que bajar hacia Cariño, quedandome sin ver las vistas del acantilado.
La sensacion es muy similar a pasar el Negron, donde antes era todo sol y calorín, ahora son nubes y fresco. No queda otra que ir tirando porque en este entorno no apetece quedar. Tampoco hay campings. El unico camping es el de Viveiro pero la situacion es la misma, fresco y nublado. Son las 6 de la tarde y estoy a dos horas de casa, asi que decido tirar para dormir en mi cama. El camino no es sencillo, quise hacer un viaje con equipaje minimo, por tanto sin ropa de abrigo y desde Viveiro hasta Aviles me llueve, vaya mierda de ola de calor. Tengo que arreglarme con otra camiseta que habia llevado para limitar una mojadura que se hace notar hasta que llego a casa.
Fue un “viaje” corto pero me dejó sensacion de satisfaccion plena, buenos paisajes, buena comida, he visto un par de sitios que tenía en la lista de sitios a ver y apunté otros tantos para viajes futuros.
No hace falta mas para disfrutar de la moto...