FARO GRANIZADO, FARO DE CUENTO, FARO HECHIZADO.
17 de abril
Juliusplate (D) - Hanstholm (DK)
805 kms
No es por chulear, pero tiene pinta de que hoy me lo voy a pasar bien.
Me asomo a la ventana y veo el cielo azul radiante, la playa y el río Weser. Bueno, alguna nube se ve.
Como no puedo cruzar el río desde el muelle que tengo delante tiro por mi orilla hasta que encuentre un puente. O un ferry.
Es curioso, porque ahora el cielo sigue azul pero allí a lo lejos se ven unas nubes bien gordas. Qué risas, el Tomtom me manda directo a la nube (a ver si he puesto mal el destino).
Como no podía ser de otra forma, empieza a llover. Pero no todo el rato, a veces también graniza.
Llego a Bremerhaven que doy pena.
Me acerco al faro Loschen, el principal. No es un faro común, es tétrico, gótico (bueno, gótico no es), oscuro y está mojado, como toda la ciudad, como yo.
Hago las fotos sin quitarme los guantes que, como sigue lloviendo, si se me mojan las manos es un rollo volver a ponérselos.
A pocos metros hay un barco velero de la armada. Voy a hacerle fotos.
A pocos metros hay un faro torcido, como la torre de Pisa.
No está. Ni rastro. No lo han arreglado ni mantenido inclinado (qué poca visión turística tienen estos germanos). Se lo han cargado, con el pequeño muelle en el que estaba.
* esta foto la he cogido de internet. Es lo que yo quería ver.
*esto es lo que vi. El dique no es el de la izquierda, sino la continuación de donde estoy.
Empieza a nevar ¿de verdad ya estoy viendo nieve?
Me voy.
Tocan 300 kilómetros de autopista. Paro en Hamburgo a poner gasolina y comer algo. Aquí todas las comidas son hamburguesas (jeje, qué chiste tan malo, lo sé, no he podido evitarlo). No me he atrevido a comer con guantes. Indefectiblemente me los he tenido que quitar.
En el servicio no hay secador sino papel. Nada de poner los guantes al aire calentito. Se ha mojado el forro de la chaqueta, ya va a dar igual que lo cambie, voy a seguir mojado.
Pago 5,25€ por un café y sigo, mojado y frío. Quizás tenía que haber esperado un par de horitas para que no se me cortara la digestión. En fin, venga, tira.
Antes de llegar a Kiel sale el sol. Así, sí.
Me gusta ver a los alemanes con sus Porsches. Es como beber txakoli en Guetaria, lo típico, lo que hay en el lugar. Aquí lo mismo, se conduce lo que hay en el lugar. Y se les ve contentos.
Llego a Kiel y, con la promesa de volver a visitar la ciudad con mucho más tiempo, voy directo al faro Holtenau Nord.
Está en una de las orillas de la bahía, rodeado de jardines y paseos. Veo por la comisura de los ojos que el acceso rodado es solamente para autorizados, pero al ser por la comisura no cuenta y tiro “palante”.
Tarde primaveral a orillas del báltico. Hay gente tomando el sol en la hierba, parejas paseando, instagramers haciéndose fotos y un motero viajero sonriendo.
Me asomo al interior del faro y hay una preciosa rosa de los vientos. El faro de Kiel y yo tenemos el mismo alma, que lo sepa todo el mundo.
Me encanta este faro, este lugar y este momento. Es como un cuento. Me dan ganas de llevarme el faro a casa o de sentarme apoyado en él y pasar la tarde comiendo pipas. Hablando o en silencio, da igual, como con los buenos amigos.
Pero lo dejé allí.
Sigo hacia Dinamarca y vuelve la lluvia.
Aquí las multas tienen que ser muy fuertes o es que son muy educados, no sé bien, pero nadie corre.
Abandono la autovía y todo parece ir mejor, menos el tiempo.
Hay mucho coche eléctrico por aquí. Pero mucho.
Vuelvo a cambiar de mar, otra vez a la orilla del mar del Norte. Paso por algún pueblo que conozco cibernéticamente y que me gustaría visitar pero, para variar, voy tarde.
Llego a Esbjerg y voy directo a la playa de Saeding. Allí se encuentra el monumento Men at Sea. 4 hombres de 9 metros, de hormigón blanco, sentados mirando el mar. Bonita existencia la suya.
Me gusta mucho el lugar aunque con la lluvia no disfruto tanto como me inspira. Se me moja el móvil, se apaga, se enciende, y más tarde veo que algunas fotos se han borrado. No importa. El rato en el que fuimos 5 hombres mirando al mar no me lo quita nadie.
Aunque yo fuera el pequeñito.
Como decía Machado, “La verdad será cualquiera. Lo hermoso es el instante, que se va.”
Busco hotel más al note. Cerca de Hirsthals, que mañana embarco a Noruega.
Deja de llover y lo aprovecho.
Cuando llego al hotel, ya sin lluvia, se está poniendo el sol y veo que a medio kilómetro hay otro faro. Con éste no contaba. Voy a saludarlo. Qué momento tan mágico. El sol se pone y el faro empieza a trabajar.
Llego al hotel y mientras en la tele ponen el Manchester City - Real Madrid paso una hora en la piscina.
¡Qué día! ¡Me explota la cabeza!
De emoción.