Las maletas de aluminio

También fue mala suerte.
Yo tenía que haber comprado mi primera BMW más tarde. Mucho más tarde.
Pero no, saqué mi carnet de conducir motocicletas cuando me fui a vivir a Ibiza y por avatares del destino (y por un asiento amarillo) mi primera moto fue una BMW F 650 GS Dakar. “Sultana” se llamó. Ideal para conocer la isla. Y parte de la Península.

Pero 3 años y 76.000 kilómetros más tarde, presentaron la GS 1200 Adventure, la primera, la refrigerada por aire. Amor a primera vista.
Hecha a mi medida por estética, prestaciones y filosofía.
La compré, claro… y ya nada fue lo mismo.

Con "Mamut" en Marruecos Con "Mamut" en Marruecos

Mi primera Adventure fue “Mamut”. Qué sensación tan buena, qué aplomo, qué presencia, qué respuesta, qué capacidad de carga, qué fiabilidad, qué bien iba por las pistas… y por las autopistas.
Con ella fui por primera vez a Marruecos, di la vuelta a la península Ibérica, por la costa, en cuatro días e hice un “de sol a sol”, desayunando en Denia y cenando en Sangenjo. 
Pero después de 53.000 kilómetros en algo más de un año nos topamos con un coche que conducía de frente, por nuestro carril. “Mamut” murió en el acto y a los dos que íbamos encima aún nos quedan secuelas, casi veinte años después.
En ese momento estuve tentado de meter el carnet de moto en el congelador, pero todavía no había dejado las muletas cuando fui a ver a mi amigo Jaume, de Ciclosport, a pedirle presupuesto para llevarme al garaje una preciosa 1200 RT. 
¡No me mires así, Jaume, tampoco me voy a pasar la vida sobre una Adventure!

No me atreví.

"Simba" pasando un febrero en Suiza "Simba" pasando un febrero en Suiza

Se llamó “Simba” mi segunda Adventure, la de 105 caballos.
¡Qué espectacular fue esa moto!
¡Qué viajes tan buenos hicimos juntos!
A Alpes en invierno, a Irlanda y Escocia, a Estambul, a Cabo Norte en octubre… fue la primera moto que me aguantó 100.000 kilómetros. Pasamos juntos algo más de dos años hasta que se quedó sin frenos bajando el Portet d´Aspet. Mal momento aquel.
Lo mío fueron unas cuantas costillas y el orgullo, lo suyo fue siniestro total.

A esas alturas de mi vida ya había abandonado la Isla para regresar a las tierras de los vascones que me vieron nacer.
Esta vez sí, fui a Bikar totalmente convencido y di la señal de reserva por la RT, mientras me recuperaba.
Me duró el convencimiento lo que tardé en llegar a casa y coger el teléfono.

"Ayrun" en el Edna "Ayrun" en el Edna

Estrené mi tercera Adventure, “Auryn”, de 110 caballos y doble árbol de levas, enlazando Pirineos con Alpes primero y con los Cárpatos después, para que se fuera acostumbrando.
A la Isla de Man también fuimos, claro. 
Y a Islandia y a Noruega.
A Estonia, a Rusia, a Albania a Malta, también.

"Sestriona", ¡Ay "Sestriona! en Cadaqués "Sestriona", ¡Ay "Sestriona! en Cadaqués

Un par de años más tarde me dio un calentón y pensé que las GS son para gente mayor así que me traje a “Sestriona” para casa, una preciosa K 1600 GT que compartió garaje con “Auryn” que ya sumaba casi 130.000 kilómetros.

Duraron juntas tres meses, lo que tardé en comprobar que esa manera de comer neumáticos no iba con mi forma de viajar y, especialmente, lo que tardó BMW en presentar la 1200 Adventure con refrigeración líquida. 
La mía se llamó “Billow”.

Con "Billow" y Gengis-Khan Con "Billow" y Gengis-Khan

Me enfadé bastante con ella porque volvió de Senegal hecha unos zorros, así que la puse a la venta con menos de medio año.

460.000 kilómetros más tarde todavía está en el garaje. Cuando estamos en casa, claro.
Dakar, Córcega, Cedeña… Azerbaiyán, Túnez, Irlanda, Mongolia, Noruega en invierno, Nordkapp en abril, Turquía, unas cuantas veces a Suiza y cositas así hacen que uno se encariñe con su moto.

Y por todo esto te hablaba de mi mala suerte. Llegué demasiado pronto a mi moto ideal, la Adventure de turno.

Aunque me han dejado motos de muchas marcas, nunca he tenido una Suzuki, una KTM, una Harley, una Triumph o cualquiera de esas motos que uno tiene antes de descubrir BMW. Y cada vez veo más difícil que vaya a tener alguna.

Eso sí, como casi todos los años, éste también llevaré a casa unos cuantos catálogos de motos de cualquier marca y estilo, aunque Marta no me haga mucho caso cuando se los enseño.
Y es que, como dice mi amigo Urtzi, yo soy más Adventure que las maletas de aluminio.

Por MacBauman

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