C
CO1637P
Invitado
CAFÉ CON CHURROS
Dos leones huyeron de un zoológico.
En la huída cada uno partió con rumbo diferente. Uno fue para el monte y el otro para el centro de la ciudad. Los buscaron por todos lados y nadie los encontró.
Después de una semana, y para sorpresa de todos, volvió el león que había huido al monte. Regresó flaco, famélico y con fiebre. Fue reconducido a la jaula.
Pasaron tres meses y nadie se acordó del león que se había ido para el
centro de la ciudad hasta que un día fue capturado y llevado al zoo. Estaba gordo, sano, desbordante de salud.
Al ponerlos juntos, el león que huyó al monte le pregunta a su colega: ¿cómo estuviste en la ciudad tanto tiempo y regresas tan bien de salud? Yo fui al monte y, pese a la época de veda, no hay un solo bicho para comer. Muerto de hambre, decidí entregarme.
El otro león le explicó: a mí me pasó todo lo contrario. Estoy en España, me dije, voy a un lugar donde difícilmente me busquen, y me escondí en los Ministerios. Cada día me manducaba a un funcionario y nadie advertía su ausencia.
Y ¿por qué te pescaron? ¿Se acabaron los funcionarios?
Nada de eso. Los funcionarios públicos nunca se acaban. Sucede que
cometí un error gravísimo. Ya había comido a 20 asesores, 8 directores, 5 coordinadores, 22 secretarias privadas, 20 sindicalistas, 15 jefes de zona, y nadie notó que habían desaparecido. Pero el día que me comí al ordenanza, que se encargaba de servir los churros y el café, se jorobó todo.
Dos leones huyeron de un zoológico.
En la huída cada uno partió con rumbo diferente. Uno fue para el monte y el otro para el centro de la ciudad. Los buscaron por todos lados y nadie los encontró.
Después de una semana, y para sorpresa de todos, volvió el león que había huido al monte. Regresó flaco, famélico y con fiebre. Fue reconducido a la jaula.
Pasaron tres meses y nadie se acordó del león que se había ido para el
centro de la ciudad hasta que un día fue capturado y llevado al zoo. Estaba gordo, sano, desbordante de salud.
Al ponerlos juntos, el león que huyó al monte le pregunta a su colega: ¿cómo estuviste en la ciudad tanto tiempo y regresas tan bien de salud? Yo fui al monte y, pese a la época de veda, no hay un solo bicho para comer. Muerto de hambre, decidí entregarme.
El otro león le explicó: a mí me pasó todo lo contrario. Estoy en España, me dije, voy a un lugar donde difícilmente me busquen, y me escondí en los Ministerios. Cada día me manducaba a un funcionario y nadie advertía su ausencia.
Y ¿por qué te pescaron? ¿Se acabaron los funcionarios?
Nada de eso. Los funcionarios públicos nunca se acaban. Sucede que
cometí un error gravísimo. Ya había comido a 20 asesores, 8 directores, 5 coordinadores, 22 secretarias privadas, 20 sindicalistas, 15 jefes de zona, y nadie notó que habían desaparecido. Pero el día que me comí al ordenanza, que se encargaba de servir los churros y el café, se jorobó todo.