BOTIRT
Allá vamos
Como siempre ocurre en estos casos, después de largos meses de espera y muchísimas horas de planificación/disfrute, llega el momento esperado, la partida al ansiado viaje en moto anual.
Como podréis apreciar a lo largo de toda la crónica, la manía/dependencia de los móviles hace que ya no te plantees siquiera el coger una cámara de fotos para hacer eso, fotos, así que son todas hechas con el móvil y algunas pasadas entre los compañeros del viaje, a través del Watshap, por tanto os pido disculpas pues la calidad de las mismas no está a la altura de lo fotografiado.
La imagen inferior refleja casi a la perfección lo que había planeado y que sorprendentemente, salvo un par de pequeñas modificaciones, se cumplió a rajatabla.
Día 11 de junio de 2017. Salida desde cerca de Castellón con llegada a Barcelona. Unos 472 kms.
https://goo.gl/maps/5uGTP2UQuhE2
El grupo del viaje está formado por Angel con su Opel Astra, Arturo con su veterana Fazer 1000, Javier (Ilkhan) con su Ktm Superadventure y servidor, Fernando (Boti) con la vaca, digooooo con la Bmw GSA.
Quedamos tarde para lo que suele ser habitual en estos casos, sobre las 9 horas, dispuestos a tomar un bocado en el área de servicio mientras nos reuníamos todos, había tiempo de sobra, ya que teníamos que embarcar en el Ferry en Barcelona a las 21 horas, y que debía zarpar dirección Génova a las 23 horas del domingo, por tanto diseñamos una ruta hasta el Port de Barna que nos diera ya las primeras alegrías (curvas) del viaje.
Salimos por zona de curvas en la provincia de Castellón para subir por Morella, Monroyo, Mora d’Ebre, y fuimos haciendo camino sin más contratiempo que el calor que nos estaba castigando ya de buena mañana, toda la zona es bien conocida por nosotros.
Nos adentramos en tierras catalanas y nos marcamos unos buenos tramos por la zona del Montsant, que también nos resultan familiares, ya que llevo un par de años viviendo a caballo entre Castellón y Tarragona.
Una parada en alguna parte para descansar del intenso calor.
El calor sigue apretando cuando llegamos a las inmediaciones de Igualada y se nos presentan las primeras imágenes de las montañas de Montserrat.
A partir de aquí y por no abusar del tiempo, ya que es la primera vez que vamos a coger un ferry y todo nos resulta nuevo, la ruta discurre por la autovía hasta el puerto de Barcelona.
Llegamos sobre las 18 horas, con tiempo de sobra, pero me equivoco en una rotonda estando ya dentro del puerto y hacemos la típica excursión de 4 o 5 kms por Barcelona, con abúndame tráfico y un calor importante.
Llegamos esta vez sí a la oficina de GNV y Arturo comenta que su moto le hace cosas raras, últimamente está teniendo problemas de tipo eléctrico, y aunque revisada a fondo para el viaje, le recuerda a la última vez, no hace mucho, que le dejó tirado.
Se plantea llamar a la grúa aprovechando que todavía estamos en España y todo resultaría más sencillo, y seguir viaje con Angel en el coche, pero al final decide tirarse a la piscina y continuar esperando que le aguante.
Lo de la oficina de GNV es frustrante, llegamos sobre las 18:30 horas y estaba cerrada, había 10 o 12 personas por allí cerca, en varios grupos, pero ni un cartel que indicara algo, nada.
Se supone que debíamos embarcar a las 21 horas, pero no abren la oficina hasta las 20:30, se amontona la gente que en ese momento ya debía de haber allí como unas 50 personas, un auténtico caos porque sólo había 2 ventanillas, y aunque alguien me tache de racista, que no lo soy en absoluto, los marroquís son de otro planeta, las mínimas normas de urbanismo y orden no van con ellos, se agolpan todos en las ventanillas y nosotros a tirar de paciencia. Cuando por fin nos toca, resulta que nos piden también la documentación del vehículo, cosa de la que nadie nos había informado, así que nos vamos turnando y volvemos a las motos para recoger la documentación, todo esto vestidos de romanos, con bastante calor y tras más de dos horas de espera.
Una vez conseguidas las tarjetas, nos vamos a la zona de embarque y tras esperar otro rato, al final nos dicen que adelante, pero antes de subir al ferry otra vez te piden los papeles de la moto, que prudentemente habíamos guardado en las maletas, pues nada en medio del caos de entre 60 o 70 motos, la mayoría italianos, y ya de noche a buscar la documentación de nuevo, algo caótico esto del ferry.
Aquí el cuarteto de la expedición, de izquierda a derecha Ilkhan (Javier), Boti (Fernando), Angel (el señor Astra) y Arturo (el señor Fazer).
Esperando para embarcar.
La subida al ferry sin mayores problemas, ya en previsión me había organizado una bolsa con las cosas que podría necesitar, detalle importante ya que no se puede volver a bajar y tampoco es plan llevarte todas las maletas.
La entrada al camarote fue toda una sorpresa, se supone que teníamos dos camarotes de 3 plazas, pero en realidad eran camarotes con 4 camas (2 literas a un lado y 2 al otro), y lo primero que pensé es que menos mal que no se me ocurrió coger un solo camarote para los 4 por ahorrarnos unos euros, ya que habría sido materialmente imposible movernos y organizarnos 4 tíos con nuestros pertrechos moteros, hay que hacer algo de tetris para organizarte y no dejar embarazado al compañero, jajaj.
A todo esto pasan ya de las 23 horas cuando por fin nos hemos instalado y dado una ducha rápida, y salimos a ver que podemos cenar. Vas un poco perdido si es la primera vez, y resultan llamativos algunos horarios de los restaurantes, desde las 20 horas hasta zarpar, ahhhh anda y si acabamos de subir y resulta que el barco ya zarpa, te quedas sin cenar, en fin, incomprensible.
Al final después de unas vueltas conseguimos un bar donde nos tomamos un par de cervezas y un bocata. Yo me había tomado una biodramina en precaución, aunque he de decir que no hacía falta, aquello apenas se movía, aunque es cierto que el mar estaba en calma, así que esa noche fue la que mejor dormí de todo el viaje, nos quedamos tiesos desde la 1 hasta las 8 de la mañana, no me lo hubiera imaginado.
Y bonita estampa nocturna a bordo del ferry.
Día 12 de junio de 2017. A bordo del ferry Barcelona Génova.
Mi mayor preocupación era qué hacer desde las 8 de la mañana en que nos levantáramos hasta las 18 horas, en la que se suponía que debíamos abandonar el camarote para que pudieran limpiar, con llegada estimada a las 19 horas del lunes a Génova.
Haciendo el guiri en la popa.
Y vaaaaaa el capitánnnnnn pirataaaaaaa cantannnndo aleeeeeegre en la popaaaaaaa…. Barcelona a un lado al otro Génovaaaaaa, ………………ay no que esto no iba aquí, jejej.
El cuarteto marino.
Después de desayunar, bastante bien por cierto, dimos unas vueltas para situarnos en el ferry.
Hasta que acabamos haciéndonos fuertes en el bar de proa, con unas buenas vistas.
A las 14 horas, ya aburridos decidimos ir a comer, con la idea de descansar un rato en el camarote después, hasta el momento de preparar las cosas para dejarlo.
Pues bien, al entrar en el bar, empezamos a escuchar por megafonía algunas instrucciones, que no acabamos de entender, dicen algo de que la llegada se ha adelantado a las 16:30 y que hay que abandonar el camarote 2 horas antes, jodeerrrrrrrr, pero si son las 14 ahora mismo.
Después de toda la mañana dando tumbos y aburridos intentando matar el tiempo, nos vemos ahora con prisas, comer y recoger rápido los bártulos del camarote, pero no era una hora antes?, que poco me gusta esto del ferry y que mal organizado lo tienen.
Y así fue como tuvimos que permanecer dos horas tirados con los pertrechos moteros, en uno de los vestíbulos, mientras empezaba a acumularse gente, aquello no me parecía normal, y menos mal que el ferry iba a la mitad de su capacidad, no me quiero imaginar esto en el mes de julio o agosto, buffffff, vaya m….
Divisamos la costa genovesa, ya casi estamos, que ganas de bajar de este …..
Por fin dan la orden de bajar a la bodega, vamos todos cargados y se hace algo incómodo, por supuesto hay que bajar por las escaleras, así que cuantas menos cosas se lleven mejor.
La bajada es relativamente rápida, y en el puesto aduanero, tan sólo nos preguntan procedencia de embarque, al decir Barcelona, nos dejan pasar sin más, menos mal, había una cola importante de furgonetas cargadas hasta el techo.
La salida del puerto de Génova es un poco caótica, y como no, me equivoco, con las gafas de lejos no veo bien el navegador, así que le digo a mi compañero que pase delante, y llegamos al hotel sin mayores problemas y con tiempo hasta de turistear un poco.
Hotel Assarotti, algo antiguo, pero bastante céntrico, las motos se quedan en una especie de callejón privado que hay delante del hotel, de todas formas, la habitación es espaciosa y después del agobio del camarote, se convierte en lo más importante.
Nos instalamos, una ducha y a estirar las piernas un poco por Génova.
Una bonita vista de la ciudad, sin los "obstáculos".
Llegamos hasta la plaza principal.
Uno que hace sus pinitos como modelo.
Aunque lo que más nos apetecía era tomarnos una buena birra, a precios normales, misión imposible, así que haremos unas fotos más.
Al final tras mucho buscar decidimos entrar en un sitio, donde amablemente nos sablearon por una cerveza de barril, sus 5 euros, descubrimos que en Italia la cerveza está cara, no recordaba yo esto así, más bien parece propio de Austria, Suiza, en fin…
Volvimos sobre nuestros pasos buscando una pizzería que habíamos visto cerca del hotel.
Donde cenamos bastante bien, un par de birras y su pizza 4 formaggi, somos fáciles de conformar.
continuará ......
Como podréis apreciar a lo largo de toda la crónica, la manía/dependencia de los móviles hace que ya no te plantees siquiera el coger una cámara de fotos para hacer eso, fotos, así que son todas hechas con el móvil y algunas pasadas entre los compañeros del viaje, a través del Watshap, por tanto os pido disculpas pues la calidad de las mismas no está a la altura de lo fotografiado.
La imagen inferior refleja casi a la perfección lo que había planeado y que sorprendentemente, salvo un par de pequeñas modificaciones, se cumplió a rajatabla.
Día 11 de junio de 2017. Salida desde cerca de Castellón con llegada a Barcelona. Unos 472 kms.
https://goo.gl/maps/5uGTP2UQuhE2
El grupo del viaje está formado por Angel con su Opel Astra, Arturo con su veterana Fazer 1000, Javier (Ilkhan) con su Ktm Superadventure y servidor, Fernando (Boti) con la vaca, digooooo con la Bmw GSA.
Quedamos tarde para lo que suele ser habitual en estos casos, sobre las 9 horas, dispuestos a tomar un bocado en el área de servicio mientras nos reuníamos todos, había tiempo de sobra, ya que teníamos que embarcar en el Ferry en Barcelona a las 21 horas, y que debía zarpar dirección Génova a las 23 horas del domingo, por tanto diseñamos una ruta hasta el Port de Barna que nos diera ya las primeras alegrías (curvas) del viaje.
Salimos por zona de curvas en la provincia de Castellón para subir por Morella, Monroyo, Mora d’Ebre, y fuimos haciendo camino sin más contratiempo que el calor que nos estaba castigando ya de buena mañana, toda la zona es bien conocida por nosotros.
Nos adentramos en tierras catalanas y nos marcamos unos buenos tramos por la zona del Montsant, que también nos resultan familiares, ya que llevo un par de años viviendo a caballo entre Castellón y Tarragona.
Una parada en alguna parte para descansar del intenso calor.
El calor sigue apretando cuando llegamos a las inmediaciones de Igualada y se nos presentan las primeras imágenes de las montañas de Montserrat.
A partir de aquí y por no abusar del tiempo, ya que es la primera vez que vamos a coger un ferry y todo nos resulta nuevo, la ruta discurre por la autovía hasta el puerto de Barcelona.
Llegamos sobre las 18 horas, con tiempo de sobra, pero me equivoco en una rotonda estando ya dentro del puerto y hacemos la típica excursión de 4 o 5 kms por Barcelona, con abúndame tráfico y un calor importante.
Llegamos esta vez sí a la oficina de GNV y Arturo comenta que su moto le hace cosas raras, últimamente está teniendo problemas de tipo eléctrico, y aunque revisada a fondo para el viaje, le recuerda a la última vez, no hace mucho, que le dejó tirado.
Se plantea llamar a la grúa aprovechando que todavía estamos en España y todo resultaría más sencillo, y seguir viaje con Angel en el coche, pero al final decide tirarse a la piscina y continuar esperando que le aguante.
Lo de la oficina de GNV es frustrante, llegamos sobre las 18:30 horas y estaba cerrada, había 10 o 12 personas por allí cerca, en varios grupos, pero ni un cartel que indicara algo, nada.
Se supone que debíamos embarcar a las 21 horas, pero no abren la oficina hasta las 20:30, se amontona la gente que en ese momento ya debía de haber allí como unas 50 personas, un auténtico caos porque sólo había 2 ventanillas, y aunque alguien me tache de racista, que no lo soy en absoluto, los marroquís son de otro planeta, las mínimas normas de urbanismo y orden no van con ellos, se agolpan todos en las ventanillas y nosotros a tirar de paciencia. Cuando por fin nos toca, resulta que nos piden también la documentación del vehículo, cosa de la que nadie nos había informado, así que nos vamos turnando y volvemos a las motos para recoger la documentación, todo esto vestidos de romanos, con bastante calor y tras más de dos horas de espera.
Una vez conseguidas las tarjetas, nos vamos a la zona de embarque y tras esperar otro rato, al final nos dicen que adelante, pero antes de subir al ferry otra vez te piden los papeles de la moto, que prudentemente habíamos guardado en las maletas, pues nada en medio del caos de entre 60 o 70 motos, la mayoría italianos, y ya de noche a buscar la documentación de nuevo, algo caótico esto del ferry.
Aquí el cuarteto de la expedición, de izquierda a derecha Ilkhan (Javier), Boti (Fernando), Angel (el señor Astra) y Arturo (el señor Fazer).
Esperando para embarcar.
La subida al ferry sin mayores problemas, ya en previsión me había organizado una bolsa con las cosas que podría necesitar, detalle importante ya que no se puede volver a bajar y tampoco es plan llevarte todas las maletas.
La entrada al camarote fue toda una sorpresa, se supone que teníamos dos camarotes de 3 plazas, pero en realidad eran camarotes con 4 camas (2 literas a un lado y 2 al otro), y lo primero que pensé es que menos mal que no se me ocurrió coger un solo camarote para los 4 por ahorrarnos unos euros, ya que habría sido materialmente imposible movernos y organizarnos 4 tíos con nuestros pertrechos moteros, hay que hacer algo de tetris para organizarte y no dejar embarazado al compañero, jajaj.
A todo esto pasan ya de las 23 horas cuando por fin nos hemos instalado y dado una ducha rápida, y salimos a ver que podemos cenar. Vas un poco perdido si es la primera vez, y resultan llamativos algunos horarios de los restaurantes, desde las 20 horas hasta zarpar, ahhhh anda y si acabamos de subir y resulta que el barco ya zarpa, te quedas sin cenar, en fin, incomprensible.
Al final después de unas vueltas conseguimos un bar donde nos tomamos un par de cervezas y un bocata. Yo me había tomado una biodramina en precaución, aunque he de decir que no hacía falta, aquello apenas se movía, aunque es cierto que el mar estaba en calma, así que esa noche fue la que mejor dormí de todo el viaje, nos quedamos tiesos desde la 1 hasta las 8 de la mañana, no me lo hubiera imaginado.
Y bonita estampa nocturna a bordo del ferry.
Día 12 de junio de 2017. A bordo del ferry Barcelona Génova.
Mi mayor preocupación era qué hacer desde las 8 de la mañana en que nos levantáramos hasta las 18 horas, en la que se suponía que debíamos abandonar el camarote para que pudieran limpiar, con llegada estimada a las 19 horas del lunes a Génova.
Haciendo el guiri en la popa.
Y vaaaaaa el capitánnnnnn pirataaaaaaa cantannnndo aleeeeeegre en la popaaaaaaa…. Barcelona a un lado al otro Génovaaaaaa, ………………ay no que esto no iba aquí, jejej.
El cuarteto marino.
Después de desayunar, bastante bien por cierto, dimos unas vueltas para situarnos en el ferry.
Hasta que acabamos haciéndonos fuertes en el bar de proa, con unas buenas vistas.
A las 14 horas, ya aburridos decidimos ir a comer, con la idea de descansar un rato en el camarote después, hasta el momento de preparar las cosas para dejarlo.
Pues bien, al entrar en el bar, empezamos a escuchar por megafonía algunas instrucciones, que no acabamos de entender, dicen algo de que la llegada se ha adelantado a las 16:30 y que hay que abandonar el camarote 2 horas antes, jodeerrrrrrrr, pero si son las 14 ahora mismo.
Después de toda la mañana dando tumbos y aburridos intentando matar el tiempo, nos vemos ahora con prisas, comer y recoger rápido los bártulos del camarote, pero no era una hora antes?, que poco me gusta esto del ferry y que mal organizado lo tienen.
Y así fue como tuvimos que permanecer dos horas tirados con los pertrechos moteros, en uno de los vestíbulos, mientras empezaba a acumularse gente, aquello no me parecía normal, y menos mal que el ferry iba a la mitad de su capacidad, no me quiero imaginar esto en el mes de julio o agosto, buffffff, vaya m….
Divisamos la costa genovesa, ya casi estamos, que ganas de bajar de este …..
Por fin dan la orden de bajar a la bodega, vamos todos cargados y se hace algo incómodo, por supuesto hay que bajar por las escaleras, así que cuantas menos cosas se lleven mejor.
La bajada es relativamente rápida, y en el puesto aduanero, tan sólo nos preguntan procedencia de embarque, al decir Barcelona, nos dejan pasar sin más, menos mal, había una cola importante de furgonetas cargadas hasta el techo.
La salida del puerto de Génova es un poco caótica, y como no, me equivoco, con las gafas de lejos no veo bien el navegador, así que le digo a mi compañero que pase delante, y llegamos al hotel sin mayores problemas y con tiempo hasta de turistear un poco.
Hotel Assarotti, algo antiguo, pero bastante céntrico, las motos se quedan en una especie de callejón privado que hay delante del hotel, de todas formas, la habitación es espaciosa y después del agobio del camarote, se convierte en lo más importante.
Nos instalamos, una ducha y a estirar las piernas un poco por Génova.
Una bonita vista de la ciudad, sin los "obstáculos".
Llegamos hasta la plaza principal.
Uno que hace sus pinitos como modelo.
Aunque lo que más nos apetecía era tomarnos una buena birra, a precios normales, misión imposible, así que haremos unas fotos más.
Al final tras mucho buscar decidimos entrar en un sitio, donde amablemente nos sablearon por una cerveza de barril, sus 5 euros, descubrimos que en Italia la cerveza está cara, no recordaba yo esto así, más bien parece propio de Austria, Suiza, en fin…
Volvimos sobre nuestros pasos buscando una pizzería que habíamos visto cerca del hotel.
Donde cenamos bastante bien, un par de birras y su pizza 4 formaggi, somos fáciles de conformar.
continuará ......
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