EL SÍNDROME DEL CORONEL TAPIOCA

Lone Wolf

Curveando
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EL SÍNDROME DEL CORONEL TAPIOCA
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Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.

Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar. En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos. Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.

Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá –de sirios y troyanos, oí decir el otro día–. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.

Esa irreal percepción del viaje, las emociones y la aventura, alcanza extremos ridículos. Si un turista se ahoga en el golfo de Tonkín porque el junco que alquiló por cinco dólares tenía carcoma, a la familia le falta tiempo para pedir responsabilidades a las autoridades de allí –imagínense cómo se agobian éstas– y exigir, de paso, que el Gobierno español mande una fragata de la Armada a rescatar el cadáver. Todo eso, claro, mientras en el mismo sitio se hunde, cada quince días, un ferry con mil quinientos chinos a bordo. Que busquen a mi Paco en la Amazonia, dicen los deudos. O que nos indemnicen los watusi. Lo mismo pasa con voluntarios, cooperantes y turistas solidarios o sin solidarizar, que a menudo circulan alegremente, pisando todos los charcos, por lugares donde la gente se frota los derechos humanos en la punta del cimbel y una vida vale menos que un paquete de Marlboro. Donde llamas presunto asesino a alguien y tapas la cara de un menor en una foto, y la gente que mata adúlteras a pedradas o frecuenta a prostitutas de doce años se rula de risa. Donde quien maneja el machete no es el indígena simpático que sale en el National Geographic, ni el pobrecillo de la patera, ni te reciben con bonitas danzas tribales. Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.

Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet. Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos. Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa.
 
una verdad como un templo, para variar con quien lo escribe.

Yo no puedo presumir de haber viajado a sitios de conflicto ni haber dormido al arrullo de las balas como Pérez-Reverte, pero intento fijarme mucho dónde me meto y dónde no, cuándo me estoy saliendo un poco de la zona segura y cuándo me meto en la boca del lobo. Y aún así me gusta salirme de los recorridos turísticos, visitar países por libre e intentar impregnarme de la realidad que hay detrás del escaparate del todo incluído. He sentido el peligro cuando al pedir un taxi desde un hotel me dicen en el propio hotel que ellos confirmarán qué taxi cojo.

Y no hace falta irte tan lejos. La cruda realidad puede estar en el barrio de chavolas de las afueras de tu ciudad donde la policía no se atreve a entrar sin apoyo extra. La cruda realidad la puedes ver en los telediarios, como la panda de jóvenes del otro día que, machete en mano, paseaban por Haití poco antes del terremoto con intenciones menos agrícolas de lo que quisiéramos pensar. La realidad está en el patio del recreo de Europa, ahí abajo, en Marruecos, Mauritania... donde tu realidad cambia de impregnarte de su cultura y pretender echar una mano a ser moneda de cambio para sacar terroristas -presuntos o no- de las cárceles europeas. De hacernos un botín de pesca a temer por la propia vida en manos de piratas que piden un rescate. De divertirte a cagarte de miedo pero, éso sí, equipados de aventureros de Coronel Tapioca con el mapa de la agencia en una mano y la cámara de vídeo en la otra. Sin duda el progreso en el que vivimos está cada vez más lejos del nivel de desarrollo de los países exóticos que nos gusta visitar. Nosotros avanzamos tan deprisa y ellos tan despacio que, sin pretenderlo, ofendemos.

Muy buen relato.
 
7960474E5C290 dijo:
[highlight]una verdad como un templo, para variar con quien lo escribe.[/highlight]

Yo no puedo presumir de haber viajado a sitios de conflicto ni haber dormido al arrullo de las balas como Pérez-Reverte, pero [highlight]intento fijarme mucho dónde me meto y dónde no[/highlight], cuándo me estoy saliendo un poco de la zona segura y cuándo me meto en la boca del lobo. Y aún así me gusta salirme de los recorridos turísticos, visitar países por libre e intentar impregnarme de la realidad que hay detrás del escaparate del todo incluído. He sentido el peligro cuando al pedir un taxi desde un hotel me dicen en el propio hotel que ellos confirmarán qué taxi cojo.

Y no hace falta irte tan lejos. La cruda realidad puede estar en el barrio de chavolas de las afueras de tu ciudad donde la policía no se atreve a entrar sin apoyo extra. La cruda realidad la puedes ver en los telediarios, como la panda de jóvenes del otro día que, machete en mano, paseaban por Haití poco antes del terremoto con intenciones menos agrícolas de lo que quisiéramos pensar. La realidad está en el patio del recreo de Europa, ahí abajo, en Marruecos, Mauritania... donde tu realidad cambia de impregnarte de su cultura y pretender echar una mano a ser moneda de cambio para sacar terroristas -presuntos o no- de las cárceles europeas. De hacernos un botín de pesca a temer por la propia vida en manos de piratas que piden un rescate. De divertirte a cagarte de miedo pero, éso sí, equipados de aventureros de Coronel Tapioca con el mapa de la agencia en una mano y la cámara de vídeo en la otra. Sin duda el progreso en el que vivimos está cada vez más lejos del nivel de desarrollo de los países exóticos que nos gusta visitar.[highlight] Nosotros avanzamos tan deprisa y ellos tan despacio que, sin pretenderlo, ofendemos.
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Muy buen relato.   

Ciertamente, buen relato asi como las reflexiones, totalmente de acuerdo y en ese sentido yo me considero un poco cagueta, como no tenga la cosa clara......pues no voy y punto, cierto que el peligro esta a la vuelta de la esquina, pero tampoco es cuestion de ir buscandolo.....Yo he estado en paises con viajes organizados y realmente he disfrutado, si algun dia fuera a algun pais a conocer de verdad su cultura y gentes lo haria con alguien de alli, no por mi cuenta. si vas a un Safari organizado y te muerde un leon, pues tienes todo el derecho a reclamar, pero cuantos se van al safari y por su cuenta se van a tocar el rabito al leon ...y claro luego les muerde y a ver........A quien denunciamos/reclamamos, para al menos aunque manco, poder sacar cacho.
 
En Tanzania tuve un encuentro indeseado. Estábamos acampados en un parque natural, pero allí no hay barreras. Estábamos en territorio abierto y los animales pasan entre las tiendas a su antojo si se tercia. Ya te avisan de que no tengas comida en la tienda por si alguno la huele y decide intentar agarrarla. Durante la cena descubrí que los cocineros tenían un enchufe donde cargar sus móviles y les pregunté si podía enchufar el cargador de mi cámara. Me dijeron que sí. Teóricamente no deberíamos tener acceso a luz eléctrica, así que era una ocasión de oro que quise aprovechar. Fui al coche y cuando llegué a la parte trasera con mi linternita de frente -era de noche-, al girar me ví un búfalo a una distancia como de un metro de mí. Al iluminarle la cara resopló con fuerza y en "cero coma" estaba encima del techo del 4x4. Un búfalo negro en plena noche. En ese momento escuché un montón de ruido, una pequeña estampida y muchas ramas moviéndose, aunque no conseguí distinguir mucho. Debía haber unos cuantos búfalos más. El búfalo, ese herbíboro territorial que tiene el dudoso honor de ser el segundo animal que más humanos mata en África por detrás del hipopótamo (el tercero si contamos los mosquitos) ¿responsabilidad? pues no sé. ¿Un accidente? seguramente. De todos modos no pasó nada, pero el susto me lo llevé sin buscarlo. ¿Cuántas veces habremos estado a punto de ponernos en peligro sin enterarnos? nunca lo sabremos, pero no nos debería pillar tan desprevenidos, tan confiados ni tan presuntamente seguros. Incluso en países donde escoltan a los turistas, la seguridad es más aparente que real. Y vamos a millones.
 
Completamente de acuerdo con Pérez-Reverte. Es más, si supiera escribir y tuviera su experiencia, hubiera escrito lo mismo. Sin su experiencia solamente hubiera descrito el peligro que se padece desde el momento que sales de la órbita de los paises occidentales, y en éstos, ojito donde te metes, porque en mi propia ciudad hay barrios que mejor no pasear por ellos a determinadas horas si no quieres acabar en comisaría... poniendo una denuncia por robo y lesiones, o directamente en el hospital (y eso es porque aquí siempre hemos sido muy civilizados, ya que en otros países primero disparan y luego preguntan).
Y esto que digo no es un tópico.
 
Muy bueno.

A veces, un poco de "realidad" viene bién, a ver si nos despertamos.

De todas formas, para estar en peligro, como ya habeis mencionado, no hace falta ir a "esos paises de salvajes".
Yo me he visto encañonado por un suspicaz policía en Houston, por haber cometido el tremendo error de ir a prguntarle donde estaba la cancha de los Rockets cuando estaba de "mision", con la seria advertencia de que "podria perfectamente haber disparado sobre mi, sin tener que dar cuentas a nadie.

V'sss 8-) 8-)
 
Con unos amigos en coche por el interior de Castellón estuvimos a punto de atropellar a una jauría de perros de caza. Dimos un frenazo con banzados hasta detener el coche y cuando acabaron de pasar los perros, tantos que ni pudimos contarlos, apareció una escopeta que entró más de un palmo por nuestra ventanilla. Antes de que pudiéramos reaccionar nos estaban diciendo que si le llegamos a matar a un perro nos la cargábamos. Le dijimos que íbamos a denunciarle a la GC. Nos dijo: mira, lo tienes fácil porque viene uno con nosotros :o.

No hace falta irse tan lejos.
 
5E4760697B0E0 dijo:
Con unos amigos en coche por el interior de Castellón estuvimos a punto de atropellar a una jauría de perros de caza. Dimos un frenazo con banzados hasta detener el coche y cuando acabaron de pasar los perros, tantos que ni pudimos contarlos, apareció una escopeta que entró más de un palmo por nuestra ventanilla. Antes de que pudiéramos reaccionar nos estaban diciendo que si le llegamos a matar a un perro nos la cargábamos. Le dijimos que íbamos a denunciarle a la GC. Nos dijo: mira, lo tienes fácil porque viene uno con nosotros  :o.

[highlight]No hace falta irse tan lejos[/highlight].


Pues tienes razón. Solo era una referencia al auto-llamado pais mas democrático del mundo. ;)

V'ssss 8-) 8-)
 
Muy bueno el artículo, totalmente de acuerdo.

Es como al principio de quitar la mili obligatoria y se apuntaron muchos chavales como profesionales, cuando los enviaron a Irak muchas madres salían llorando que porqué los tenían que enviar a un pais en guerra. Pues señora, entiendo su dolor, pero es que su hijo a firmado un contrato, si no le gusta, que pida la cuenta.
 
212A3D22233E2E273D2A4B0 dijo:
Muy bueno el artículo, totalmente de acuerdo.

Es como al principio de quitar la mili obligatoria y se apuntaron muchos chavales como profesionales, cuando los enviaron a Irak [highlight]muchas madres salían llorando [/highlight]que porqué los tenían que enviar a un pais en guerra. Pues señora, entiendo su dolor, pero es que su hijo a firmado un contrato, si no le gusta, que pida la cuenta.

Mi mamá (que en paz descanse) también lloraba cada vez que me veía montado en la moto... el que elegía era yo.

V'sss 8-) 8-)
 
Pues lo que hablamos, quejarse por todo.....es lo que esta de moda, pero y si se quejara todo el mundo:
- Policia, le pueden dar un tiro.
- Guardia Civil, lo mismo
- Marinero, cuan duro es este trabajo, se puede hundir el barco.
- Cajero de entidad bancaria, le pueden atracar y darle el tiro.
- Bombero, se juega la vida todos los dias que trabaja.
- Taxista, le pueden atracar y darle un tiro.
etc....etc... todo el mundo tiene su riesgo, unos mas que otros, pero nadie te obliga en esta vida y en este pais, a escoger una profesion, cuantos aceptan irse a misiones de alto riesgo y el factor comun suele ser siempre el mismo ......$$$$......pocas veces por estar comprometido con la causa.....claro que solo nos acordamos de Santa Barbara cuando truena.
hace tiempo tuve yo un intercambio fuerte de opiniones al respecto, pero es lo que ahi y lo que pienso yo tambien, en el caso de los militares, si ser militar fuera hacer la instruccion e ir de maniobras, tambien lo seria yo.  :-/  :-/
 
bueno, es que lo de los militares es de coña. Cobran una pasta en tiempo de paz y si se van a un país extranjero cobran un huevo más. Y si les pasa algo les dan la medalla al mérito militar, al valor y a lo que sea, aunque hayan resultado heridos por haber volcado el jeep haciendo trompos en un descampado. Me voy de tema, pero sí, cobrar como funcionario de las fuerzas del estado es muy guay. Jugar a soldaditos es supermolón. Ir a la guerra ya no mola tanto. Claro que en el anuncio para alistarse no ponen cajitas con banderita ni madres llorando. No vende éso, igual que tampoco vende votos decir que hay que mantener la mili obligatoria. "Semos progres".
 
Lo más curioso de esto, es que mientras pocos militares caían en el frente, en España estaban cayendo 3 obreros de la construcción (al día) -dicho exáctamente con el mismo respeto- y (casi) nadie se echaba las manos a la cabeza.

De todas formas, y volviendo al hilo del tema, está claro que si quieres peces te debes de mojar el culo, no se puede pretender que el viaje o la actividad que conlleva una parte de riesgo o aventura por arte de birli-birloque pase a ser lo mismo que pasear por el Museo del Prado, aunque está claro que incluso en el Museo del Prado te puedes caer por las escaleras y quedar muy, pero que muy mal parado...
 
6E6F383D3D0D0 dijo:
Lo más curioso de esto, es que mientras pocos militares caían en el frente, en España estaban cayendo 3 obreros de la construcción (al día) -dicho exáctamente con el mismo respeto- [highlight]y (casi) nadie se echaba las manos a la cabeza.[/highlight]
De todas formas, y volviendo al hilo del tema, está claro que si quieres peces te debes de mojar el culo, no se puede pretender que el viaje o la actividad que conlleva una parte de riesgo o aventura por arte de birli-birloque pase a ser lo mismo que pasear por el Museo del Prado, aunque está claro que incluso en el Museo del Prado te puedes caer por las escaleras y quedar muy, pero que muy mal parado...

Es que a eso, mandan Hue..., nos hemos acostumbrado. Pasa con demasiada frecuencia y ha dejado de ser noticia vendible. Lo otro no.

V'sss 8-)
 
sí, con todo el revuelo que han montado también se mata más gente en la carretera que la que ha muerto con la supermegapeligrosa gripe A. Y de Malaria, tifus, hepatitis, sida y demás enfermedades ni te cuento. No todos los peligros son humanos. Fuera de las asépticas fronteras del primer mundo no hay apenas controles higiénicos, médicos ni cultura anticontagio de ningún tipo. Y te puedes traer un huevo parásito que te ha inyectado un mosquito y que crece bajo tu piel hasta que un día con fuertes dolores te sale un gusano por un agujero del tobillo, cual minúsculo Alien amenazador.
 
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