No sé si creéis en duendes, fantasmas, espíritus y brujas. Os adelanto que yo no. Soy tremendamente esceptico cuando se tratan esos temas. Pero os voy a contar un caso que me sucedió hace unos diez años cuando montaba en moto y al que todavía no le encuentro expilcación alguna, aunque sin duda debe tenerla.
Rodaba un día con mi GS 100 por un carril con otros dos compañeros cuando llegamos a una de esas cancelas que hay que abrir para poder seguir el camino.
Me paré al llegar a la cancela, me bajo de la moto, la abro y le digo a los dos amigos que sigan ellos que yo cerraría la cancela.
Cuando pasan ellos vuelvo a coger la moto, paso la cancela y paro de nuevo para cerrarla.
La pata de cabra de la GS 100 era larga y robusta y la moto quedaba apoyada firmemente sobre ella e inclinada hacia la izquierda. El carril era llano y sin baches y no había pendiente alguna.
Bueno pués como os iba contando paro la moto, saco la pata de cabra dejo la moto perfectamente apoyada en ella e inclinada hacia el lado izquierdo.
Cuando estoy cerrando la cancela oigo un ruido y deduzco que la moto se ha caido al suelo.
En ese momento estaba cerrando la cadena y no miré hacia la moto y la verdad es que me extrañó que se hubiese caido la moto porque yo la había dejado perfectamente apoyada, pero pensé que podría haber dejado la pata de cabra mal colocada o que se hubiese roto, o vete tú a saber qué.
Mi sorpresa fué mayúscula cuando me vuelvo y veo la moto efectivamente en el suelo, pero no caída hacia el lado izquierdo como sería lo lógico si no caída hacia la derecha con su cilindro derecho tocando el suelo y la pata de cabra extendida y mirando al cielo en la parte izquierda de la moto.
No hacía viento, no había nadie alrededor (mis compañeros ya habían pasado y ya rodaban muchos metros por delante) y el piso era llano y liso.
Para que la moto se hubiese caído hacia el lado derecho habría que haber levantado la moto de la inclinación que le da la pata de cabra (una GS pesa casi 200 kilos) haberla puesto vertical y haberla empujado hacia la derecha.
Pues bien, llegué hasta la moto, le dí dos vueltas alrededor intentando encontrar alguna explicación y como no la encontré, levanté la moto del suelo y me largué de allí convencido de que algún duende motero había decidido divertirse conmigo aquella tarde.
Ya sé que pesaréis que venía de un fiestorro y me había puesto bien de vino y cubatas, pero os aseguro que no llevaba ni un solo milígramo de alcohol en sangre y llevaba todo el día montando en moto.
Rodaba un día con mi GS 100 por un carril con otros dos compañeros cuando llegamos a una de esas cancelas que hay que abrir para poder seguir el camino.
Me paré al llegar a la cancela, me bajo de la moto, la abro y le digo a los dos amigos que sigan ellos que yo cerraría la cancela.
Cuando pasan ellos vuelvo a coger la moto, paso la cancela y paro de nuevo para cerrarla.
La pata de cabra de la GS 100 era larga y robusta y la moto quedaba apoyada firmemente sobre ella e inclinada hacia la izquierda. El carril era llano y sin baches y no había pendiente alguna.
Bueno pués como os iba contando paro la moto, saco la pata de cabra dejo la moto perfectamente apoyada en ella e inclinada hacia el lado izquierdo.
Cuando estoy cerrando la cancela oigo un ruido y deduzco que la moto se ha caido al suelo.
En ese momento estaba cerrando la cadena y no miré hacia la moto y la verdad es que me extrañó que se hubiese caido la moto porque yo la había dejado perfectamente apoyada, pero pensé que podría haber dejado la pata de cabra mal colocada o que se hubiese roto, o vete tú a saber qué.
Mi sorpresa fué mayúscula cuando me vuelvo y veo la moto efectivamente en el suelo, pero no caída hacia el lado izquierdo como sería lo lógico si no caída hacia la derecha con su cilindro derecho tocando el suelo y la pata de cabra extendida y mirando al cielo en la parte izquierda de la moto.
No hacía viento, no había nadie alrededor (mis compañeros ya habían pasado y ya rodaban muchos metros por delante) y el piso era llano y liso.
Para que la moto se hubiese caído hacia el lado derecho habría que haber levantado la moto de la inclinación que le da la pata de cabra (una GS pesa casi 200 kilos) haberla puesto vertical y haberla empujado hacia la derecha.
Pues bien, llegué hasta la moto, le dí dos vueltas alrededor intentando encontrar alguna explicación y como no la encontré, levanté la moto del suelo y me largué de allí convencido de que algún duende motero había decidido divertirse conmigo aquella tarde.
Ya sé que pesaréis que venía de un fiestorro y me había puesto bien de vino y cubatas, pero os aseguro que no llevaba ni un solo milígramo de alcohol en sangre y llevaba todo el día montando en moto.