ks34_forever
Curveando
Posiblemente la mejor biografia que he leido,este escritor y periodista (philip carlo) se a especializado en escribir biografias de asesinos.
Casualmente, tengo grabada una entrevista que le hicieron a Kuklinski en la prisión estatal de Trenton, New Jersey, y que fue emitida por el programa “Documentos TV” hace unos años.
Kuklinski se muestra frío, habla despacio y, a veces, muestra una leve media sonrisa. Da muestras en varias ocasiones de un humor sarcástico y negro. Fue acusado de asesinato múltiple y condenado a cadena perpetua el 25 de Mayo de 1988, finalizando así una carrera criminal que duró más de treinta años. Cuando le preguntan cuánta gente ha matado, se queda pensando un rato y, aclarando que se trata de un cálculo aproximado, dice: “más de cien”. Dice que esto no le preocupa en absoluto, que no le produce ninguna sensación en ningún sentido. Entonces el entrevistador le pregunta si alguno de sus crímenes le persigue y él contesta: “Nada me persigue. No pienso en ello. Si pensara en ello terminaría haciéndome daño a mí mismo”.
Utilizó los métodos más variados. Cuando salía de casa solía llevar tres pistolas y un cuchillo. Nunca creyó tener elección y llega a decir que, en realidad, le hubiera gustado ser distinto y tener una actitud mejor en la vida. Pero cuesta creerle.
Tuvo una infancia infeliz. Sus padres le pegaban. Aunque se crió en el catolicismo, se dio cuenta de que no creía en ello. De niño se metían con él, hasta que descubrió que era mejor dar que recibir y que si haces daño te dejan en paz.
En 1960 conoció a la que se convirtió en su mujer, Bárbara Pedrin, con la que tuvo tres hijos y que lo define como un hombre romántico y un buen padre. Dice que enterarse del trabajo real de su marido fue una conmoción, que no podía imaginarlo siquiera, aunque reconoce que no le hacía preguntas cuando tenía que salir de casa por motivos de trabajo.
En la solapa del libro se cuenta que tenía ataques de furia y que le decía a su hija Merrick que si alguna vez mataba a su madre, luego tendría que matarles a ellos también, para no dejar testigos, aunque le decía que a ella sería a la que más le costaría matar. Desde luego, en la entrevista que estoy comentando no se deja entrever ningún episodio violento dentro de la familia, pero al parecer sí que tuvieron lugar.
Ganaba mucho dinero. Por un “trabajo” cobraba al menos cinco cifras “tirando más a la mitad de arriba”. Cuenta que, en cierta ocasión, un hombre suplicaba, “por favor, por Dios”, una y otra vez, así que le dijo que le daba media hora para rezar y que si Dios bajaba, le daría el plazo que pedía… Pero Dios nunca se presentó… Y eso fue todo… Y, por fin, reconoce: “No estuvo muy bien. Es algo que no debería haber hecho”.
Lo dicho esto es solo un resumen,os vais a quedar de hielo

Casualmente, tengo grabada una entrevista que le hicieron a Kuklinski en la prisión estatal de Trenton, New Jersey, y que fue emitida por el programa “Documentos TV” hace unos años.
Kuklinski se muestra frío, habla despacio y, a veces, muestra una leve media sonrisa. Da muestras en varias ocasiones de un humor sarcástico y negro. Fue acusado de asesinato múltiple y condenado a cadena perpetua el 25 de Mayo de 1988, finalizando así una carrera criminal que duró más de treinta años. Cuando le preguntan cuánta gente ha matado, se queda pensando un rato y, aclarando que se trata de un cálculo aproximado, dice: “más de cien”. Dice que esto no le preocupa en absoluto, que no le produce ninguna sensación en ningún sentido. Entonces el entrevistador le pregunta si alguno de sus crímenes le persigue y él contesta: “Nada me persigue. No pienso en ello. Si pensara en ello terminaría haciéndome daño a mí mismo”.
Utilizó los métodos más variados. Cuando salía de casa solía llevar tres pistolas y un cuchillo. Nunca creyó tener elección y llega a decir que, en realidad, le hubiera gustado ser distinto y tener una actitud mejor en la vida. Pero cuesta creerle.
Tuvo una infancia infeliz. Sus padres le pegaban. Aunque se crió en el catolicismo, se dio cuenta de que no creía en ello. De niño se metían con él, hasta que descubrió que era mejor dar que recibir y que si haces daño te dejan en paz.
En 1960 conoció a la que se convirtió en su mujer, Bárbara Pedrin, con la que tuvo tres hijos y que lo define como un hombre romántico y un buen padre. Dice que enterarse del trabajo real de su marido fue una conmoción, que no podía imaginarlo siquiera, aunque reconoce que no le hacía preguntas cuando tenía que salir de casa por motivos de trabajo.
En la solapa del libro se cuenta que tenía ataques de furia y que le decía a su hija Merrick que si alguna vez mataba a su madre, luego tendría que matarles a ellos también, para no dejar testigos, aunque le decía que a ella sería a la que más le costaría matar. Desde luego, en la entrevista que estoy comentando no se deja entrever ningún episodio violento dentro de la familia, pero al parecer sí que tuvieron lugar.
Ganaba mucho dinero. Por un “trabajo” cobraba al menos cinco cifras “tirando más a la mitad de arriba”. Cuenta que, en cierta ocasión, un hombre suplicaba, “por favor, por Dios”, una y otra vez, así que le dijo que le daba media hora para rezar y que si Dios bajaba, le daría el plazo que pedía… Pero Dios nunca se presentó… Y eso fue todo… Y, por fin, reconoce: “No estuvo muy bien. Es algo que no debería haber hecho”.
Lo dicho esto es solo un resumen,os vais a quedar de hielo
