Loormelotte
Curveando
Desde hace muchos años, tanto que ya ni me acuerdo, que Francia y yo no nos hablamos. Todo fue a raíz de un viaje en el que tuve que surcar su faz por autopista sin descanso de camino a Holanda...o Bélgica, ya ni me acuerdo.
Fue un viaje tedioso, aburrido, agotador e inhumano. Desde entonces le jure odio eterno y ella a mi me prometió lo peor de si misma. Desde aquel entonces muchas han sido las ocasiones en las que me vería obligado a atravesarla de punta a punta sin descanso. En ocasiones me recibió con frío, otras con viento, lluvia, obras interminables, atascos infinitos...Francia me daba lo que prometió, lo peor de si misma.
Así pasaron los años, los viajes iban y venían...son ya más de 100 y nuestra relación no hacía más que empeorar. Hace aproximadamente dos meses, tuve que volver a hacer un viaje cruzando de punta a punta. Desde Aachen a Valencia. La simple idea de verme cruzando de nuevo el país sin descanso me deprimía. En este juego ella llevaba las de ganar...los 1700Km pesaban sobre mi como una fría losa de mármol. Cada día estaba más cerca la fecha y la ansiedad en mi crecía. Así pues, no pude más que dar mi brazo a torcer.
- Está bien...tu ganas...te llevaré al cine, a cenar a un sitio bonito y te comprare flores-
- ¿Prometes no volverlo a hacer?-
- Lo prometo...- dije cabizbajo.
Con mi querida Edelweiss salí una mañana de cielo plomizo camino a España, pero en esta ocasión dejaba a atrás la autopista. Debía reconciliarme con Francia, recorrería los mil y pico Km de la ruta que surcaban el país por carreteras comarcales.
Si bien no pudo ser como lo tenía planeado, a mi regreso a Merkelandia, pude acabar de recorrer ese tramo del sur de Francia que limita con los Pirineos, unos 4ooKm ó 5ooKm aproximadamente, y que se me había quedado pendiente de la vez anterior. Ahora ya puedo decir que conozco la verdadera esencia y personalidad de Francia, las maravillas que encierra en ella, sus secretos más ocultos...y la amo.
La amo, por su corazón de campos amarillos que surcan el horizonte hasta el infinito, por los frondosos bosques que ocultan el cielo y abrazan la carretera, por sus vacas; marrones, blancas y negras que pacen tranquilamente, permaneciendo inmunes al tronar de mi paso. Amo a Francia...como también amo a sus agricultores cejijuntos que me saludan azada en mano a mi pasar, a los pueblos olvidados de casas herrumbrosas por el paso del tiempo, los lagos diminutos en los que los patos flotan a merced del viento. Francia es maravillosa, es hermosa, tranquila, pausada, acogedora, única. Un país de contrastes de norte a sur. Desde los castillos Cátaros, al borde de los Pirineos, hasta la región de Champagne...irrepetible.
Me queda mucho...pero mucho por descubrir de este gran país, pero por el momento nos hemos reconciliado. Prometo recorrerla a través de sus minúsculas carreteras de color amarillo y blanco que dibujan los mapas siempre que tenga ocasión. A cambio recibo la promesa de no encontrarme más atascos, obras o mal tiempo que entorpezca mi camino cada vez que tenga que usar la autopista.
La ruta que propongo es la que realicé en los dos viajes en los últimos dos meses. Labesserette fue el punto de inflexión en ambas ocasiones. A mi bajada de Merkelandia, llegué hasta esa aldea, desde la cual emprendí camino, ya en busca de la autopista hasta Valencia. A la subida, hice la primera noche en Ur, el primer pueblo francés pasado Puigcerdá, apenas 4Km de distancia. El tramo de Ur - Quillan es maravilloso, atravesando las "Gargantas de Gorges". Desde ahí la ruta que une con Labesserette, de nuevo...inolvidable.
Se dice que todos los caminos llevan a Roma, en este caso cualquier camino que escojas será bueno. Solo tienes que centrarte en que la carretera esté lo más apartada posible de las rutas principales...el resto está hecho. Quizá te sorprenderá tanto como a mi los innumerables monumentos y memoriales que encontrarás a los "Enfants de la Patrie".Hasta en los caminos más olvidados y lugares más ocultos encontrarás coronas con flores frescas y nombres esculpidos en piedra recordando aquellos que dieron su vida por un mundo mejor.
Si de algo me arrepiento, es no haber exprimido más el tiempo para recorrer con calma sus innumerables pistas. Pese a ir muy cargado, aproveché para adentrarme por más de un camino que recorría bosques insondable y plantaciones madereras...quizá la próxima vez.
NOTA: En mi blog tenéis alguna fotillo más.