Hoy ha sido un día como otro cualquiera.... con varias oportunidades para perder la vida. El trayecto, como casi todos los días, ha consistido en ir al trabajo y volver a casa.
Primero una camioneta que cuando me acerco empieza a cambiar de carril, por supuesto sin poner el intermitente. Si hubiera visto que la camioneta llevaba a alguien delante, hubiera frenado a la más mínima insinuación de movimiento lateral, pero no he visto a nadie. El resultado ha sido que he tenido que esquivarla pasando casi por encima de la raya contínua donde acaba el carril izquierdo, ya que en el "arcén" no cabe ni una de las calabazas que sacó el ingeniero que hizo el proyecto. Un golpe de gas me ha permitido pasar rápido a la camioneta, antes de que me aplastara contra el guardarail.
Más adelante, ya fuera de la autovía, me he encontrado con el ya habitual coche de radar (de frente) y poco después con una pareja de la GC. Ambos me han mirado insistentemente, no sé si porque les ha gustado la moto, o porque han pensado "ahí va otro descerebrado".
Ya en la última rotonda del trayecto de ida, salgo rápido del semáforo para entrar en la rotonda, y de repento decido clavar la moto, lo cual consigo fácilmente con un solo dedo. El motivo es que delante de mí había un enlatado (con una L de "lata" detrás) parado y con el volante totalmente girado hacia la izquierda. Si este enlatado hubiera arrancado se me hubiera cruzado por delante, con el consiguiente tortazo. Así que he preferido prevenir. ¿Por qué tendría el volante girado si tenía que ir recto? En fin, hay que fijarse en todo.
En el camino de regreso, he tomado una rotonda por el carril más exterior, para evitar que me vuelvan a cerrar la salida. Y me he encontrado con el típico enlatado que se pica y que se pega a tu colín a base de atajar por el carril interior de la rotonda (y sin respetar la distancia de seguridad). Un acelerón a la salida de la rotonda y dejamos atrás este peligro potencial.
Dos rotondas más adelante, cuando ya llevo 20 metros dentro de la rotonda, veo venir por el siguiente acceso a un Seat rojo con un jovenzuelo al volante, y a una velocidad tal que era casi imposible frenar a tiempo. El rumbo era tal que me hubiese dado de lleno al pasar por esa zona de la rotonda. Así que decido frenar un poco y evitar la colisión. Por supuesto, el chaval ha entrado en la rotonda sin parar, como ya se veía venir. Después, a la salida, me he permitido ponerme en paralelo, levantando la visera y gritándole aquello de "Cabrón, ¿dónde te han regalado el carnet?", para después dejarlo atrás, no fuera a hacer otra de las suyas.
Dos rotondas más adelante, a la salida adelanto a dos coches y uno de ellos se pica y se me pega a la moto cuando pasamos por una zona de un solo carril, antes de la incorporación a la autovía. Cuando nos incorporamos, con un camión delante y tráfico en el segundo carril, pongo el intermitente a la izquierda para cambiar en cuanto pase el siguiente coche, pero como era de esperar intenta cambiar antes que yo y cerrarme el paso para demostrarme que no le va a dejar atrás una moto cualquiera. Un giro rápido del gas en segunda y evito que se me empotre por detrás este otro enlatado.
Y todo esto (y algo más) en un trayecto corto. Historia que se repite con demasiada frecuencia. Y me hace reafirmarme en mi convicción de que la única forma de circular seguro entre los coches es dejándolos atrás. Así dependo de mi capacidad de reacción y de la agilidad y buenos frenos de mi moto, y no de las infracciones de los demás. Muchas veces no hace falta saltarse límites de velocidad para esto. Basta con acelerar mucho más rápido. Pero si hay que saltarse los límites de velocidad, lo prefiero a que me mate un enlatado con sus infracciones. La seguridad ante todo.
Perdonad por el tocho, pero es que cabrea mucho que con infracciones (y malas maniobras) que no captan los radares, nos pongan en peligro constantemente.
Primero una camioneta que cuando me acerco empieza a cambiar de carril, por supuesto sin poner el intermitente. Si hubiera visto que la camioneta llevaba a alguien delante, hubiera frenado a la más mínima insinuación de movimiento lateral, pero no he visto a nadie. El resultado ha sido que he tenido que esquivarla pasando casi por encima de la raya contínua donde acaba el carril izquierdo, ya que en el "arcén" no cabe ni una de las calabazas que sacó el ingeniero que hizo el proyecto. Un golpe de gas me ha permitido pasar rápido a la camioneta, antes de que me aplastara contra el guardarail.
Más adelante, ya fuera de la autovía, me he encontrado con el ya habitual coche de radar (de frente) y poco después con una pareja de la GC. Ambos me han mirado insistentemente, no sé si porque les ha gustado la moto, o porque han pensado "ahí va otro descerebrado".
Ya en la última rotonda del trayecto de ida, salgo rápido del semáforo para entrar en la rotonda, y de repento decido clavar la moto, lo cual consigo fácilmente con un solo dedo. El motivo es que delante de mí había un enlatado (con una L de "lata" detrás) parado y con el volante totalmente girado hacia la izquierda. Si este enlatado hubiera arrancado se me hubiera cruzado por delante, con el consiguiente tortazo. Así que he preferido prevenir. ¿Por qué tendría el volante girado si tenía que ir recto? En fin, hay que fijarse en todo.
En el camino de regreso, he tomado una rotonda por el carril más exterior, para evitar que me vuelvan a cerrar la salida. Y me he encontrado con el típico enlatado que se pica y que se pega a tu colín a base de atajar por el carril interior de la rotonda (y sin respetar la distancia de seguridad). Un acelerón a la salida de la rotonda y dejamos atrás este peligro potencial.
Dos rotondas más adelante, cuando ya llevo 20 metros dentro de la rotonda, veo venir por el siguiente acceso a un Seat rojo con un jovenzuelo al volante, y a una velocidad tal que era casi imposible frenar a tiempo. El rumbo era tal que me hubiese dado de lleno al pasar por esa zona de la rotonda. Así que decido frenar un poco y evitar la colisión. Por supuesto, el chaval ha entrado en la rotonda sin parar, como ya se veía venir. Después, a la salida, me he permitido ponerme en paralelo, levantando la visera y gritándole aquello de "Cabrón, ¿dónde te han regalado el carnet?", para después dejarlo atrás, no fuera a hacer otra de las suyas.
Dos rotondas más adelante, a la salida adelanto a dos coches y uno de ellos se pica y se me pega a la moto cuando pasamos por una zona de un solo carril, antes de la incorporación a la autovía. Cuando nos incorporamos, con un camión delante y tráfico en el segundo carril, pongo el intermitente a la izquierda para cambiar en cuanto pase el siguiente coche, pero como era de esperar intenta cambiar antes que yo y cerrarme el paso para demostrarme que no le va a dejar atrás una moto cualquiera. Un giro rápido del gas en segunda y evito que se me empotre por detrás este otro enlatado.
Y todo esto (y algo más) en un trayecto corto. Historia que se repite con demasiada frecuencia. Y me hace reafirmarme en mi convicción de que la única forma de circular seguro entre los coches es dejándolos atrás. Así dependo de mi capacidad de reacción y de la agilidad y buenos frenos de mi moto, y no de las infracciones de los demás. Muchas veces no hace falta saltarse límites de velocidad para esto. Basta con acelerar mucho más rápido. Pero si hay que saltarse los límites de velocidad, lo prefiero a que me mate un enlatado con sus infracciones. La seguridad ante todo.
Perdonad por el tocho, pero es que cabrea mucho que con infracciones (y malas maniobras) que no captan los radares, nos pongan en peligro constantemente.