CABO NORTE EN SOLITARIO 2011. EL VUELO DEL FENIX
Prólogo
Año 2011. Sábado, 3 de septiembre. Hace una semana que regresé de mi viaje por tierras nórdicas. El tiempo justo para tomar un poco de distancia y revisar y analizar con tranquilidad todo lo acontecido. Han pronosticado lluvias para este fin de semana, excusa perfecta para tomarme un respiro y empezar a preparar esta crónica que durará varios días. Tengo mucho material por revisar, han sido 27 días de viaje, 12.809 kms realizados, más de 3000 fotos en el ordenador y unos 40 videos filmados desde una Gopro, faceta en la que me he estrenado en este viaje.

El viaje se empieza a gestar ya desde principios de año. Después de haber recorrido Alpes y algunos países europeos en el 2010, este 2011 comenzó también con indicios que sería una temporada en la que poco me bajaría de la moto, superando con creces los kilómetros realizados en el pasado. En enero se abre la veda asistiendo a la 30ª edición de Pingüinos. Posteriormente, en febrero y marzo, aparte de varias salidas de fin de semana con mis compañeros de korbera, y aprovechando días festivos me organicé unas rutas por el norte, Pirineos y País Vasco. Mi BMW R1150RT va como la seda, no me da problemas, ya tiene 115.000 kms pero la noto muy fina de motor. Peeeeeeero…. da la casualidad que en Pingüinos tuve la ocasión de probar la nueva R1200RT, ufff, que diferencia, que suavidad, que entrega más suave de potencia, es otro mundo, me hace bailar la cabeza. Y por otra parte también tuve la ocasión de probar una Harley Electra Glide del último modelo, con el nuevo chasis, un mundo en el que nunca me había planteado entrar pero que al sentarme en ella y rodar un poco, me tiró por tierra tantos y tantos tópicos oídos durante tiempo sobre este tipo de motos. Me empiezo a calentar y se me abre un dilema sobre si sustituir la BMW o adquirir la Harley y compartir las dos, teniendo en cuenta que lo que puedo sacar por la BMW actual tampoco será demasiado. Pasan los días y al final la decisión se decanta por la Harley, pensando que las sensaciones que me puede dar serán totalmente diferentes a la BMW, y de esta manera podré optar en cada momento por lo que más me apetezca.
A principios de abril coincidiendo con el gran premio de Jerez, me desplazo al concesionario Harley de Cádiz donde había encontrado por internet lo que buscaba, una Harley Electra Ultra Limited del 2010 con 2.700 kms, casi nueva. La transacción ya estaba cerrada y me voy con ella puesta. Ya en el viaje de vuelta a Barcelona le empiezo a coger el gusto y la sensación es que voy a hacer muchos kilómetros y viajes con ella. Me empieza a surgir la idea de Cabo Norte y de que sería una buena manera de estrenarla en viajes de larga distancia.

En Semana Santa me planifiqué una ruta por los Picos de Europa, para probar como se desenvolvía la Harley en este tipo de rutas por carreteras de montaña, curvas cerradas, etc. El test es pasado sin problemas y con garantías de poder realizar cualquier ruta en el futuro que me plantee. En ese momento la idea de realizar Cabo Norte toma cuerpo, y la idea de dejar la BMW en el banquillo para este verano y utilizar la Harley es la que prevalece.
Está claro que no voy a dejar de usar la RT para otro tipo de rutas o eventos que puedan surgir. Así en junio, para seguir acumulando kilómetros, nos apuntamos a la ruta de Puertos y Pantanos 2011 organizada por Pe y que tan buenas sensaciones nos dejó.
En fin, vamos al tema sin más dilación. Cuando empiezo a planificar el viaje, rutas, tiempos, presupuestos y demás y comentándolo con amigos con los que he viajado en el pasado, me voy dando cuenta de que es un viaje, que por sus particularidades, va a ser difícil encontrar compañeros de ruta. Al principio parece que el viaje lo vamos a realizar dos personas, pero al final, por causas diversas, la ruta la voy a acabar haciendo en solitario. Hace muchos años que no viajo en solitario, pero la idea también me atrae, y más después de haber leído diversas crónicas de compañeros que la han realizado en el pasado y a los que tan buenas sensaciones les dejó la aventura.
La crónica está estructurada en cuatro partes. 1ª.-La subida hasta Nordkapp 2ª.-Parte norte de Noruega y las Lofoten hasta cruzar la línea del círculo polar ártico 3ª.-Fiordos y parte sur de Noruega y la última la vuelta hasta casa.
Empieza la conquista de los 71 grados de latitud norte

PARTE 1ª. LA SUBIDA HASTA NORDKAPP.
ETAPA 1. 31 julio. Barcelona(41°)-Annecy(45°). 738 kms
6h30m de la mañana. Suena el despertador, las maletas están hechas, sólo hace falta una ducha, afeitarse, vestirse de romano y emprender la marcha. En las últimas horas he recibido mensajes de ánimo y sms de mis amigos que me reconfortan. Los nervios de todas maneras están a flor de piel. El tiempo es inmejorable, sol y temperaturas moderadas que me ayudarán a pasar mejor las primeras horas.
Por la cabeza me pasan mil sensaciones, ilusión por emprender esta aventura, los nervios típicos de saber cómo transcurrirá todo, el deseo de que no aparezcan averías o accidentes que puedan llevar al traste el viaje, un cúmulo de pensamientos de pensar que estoy loco por embarcarme en esta historia en solitario, en fin supongo que lo normal en un viaje de estas características, jaja, pero ya una vez cubiertos los primeros 200 kms y pasada la frontera todo va desapareciendo paulatinamente y se va transformando en un deseo de disfrutar cada momento del viaje, esté donde esté, y siempre con actitud positiva ante cualquier imprevisto que pueda surgir.
Primera parada para desayunar, en el mismo sitio en el que paramos en el viaje del año pasado a los Alpes en el que todo salió a la perfección. Repetir rutinas para ir metiéndose en harina. El Fénix vuelve a volar.

El día transcurre con normalidad. Es cuestión de ir pasando las primeras etapas de autopista para ir subiendo lo más rápido posible a zonas nórdicas. Sobre las cinco de la tarde llego a Annecy, primera parada prevista. En la recepción me encuentro con los primeros españoles (cosa que me ha pasado en casi todos los lugares en los que he estado, ¿Estamos en crisis?, pues hay mucho español viajando por ahí!!).
Ducha rápida y a visitar la ciudad. Empiezo a disfrutar con sus numerosos canales (por algo la llaman la pequeña Venecia de Francia) y lo bien cuidados y ornamentados que los tienen.



Un paseo por sus angostas calles de la parte antigua, de rasgos medievales, que me llevan hasta el lago

Son las siete y media. Para ir cogiendo el “timing” de los horarios europeos me siento a cenar en una terraza justo al lado del Palais de l’Ile. Una zona muy concurrida y en pleno auge en las fechas en las que nos encontramos.

De vuelta al hotel un último paseo tranquilo relajándome con la paz que me trasmite la ciudad.

y por la belleza que te puedes encontrar en cualquier rincón escondido

ETAPA 2. 1 agosto. Annecy(45°)-Heidelberg(49°). 530 kms
Un nuevo día soleado amanece. Hoy la ruta es más corta que el día anterior. Sigo por autovías y autopistas con la única intención de ir ganando grados de latitud norte que me vayan acercando a mi objetivo.
Aquí me tenéis en un descanso en una de las numerosas áreas que hay en las autopistas alemanas y muy bien equipadas, con lavabos, zonas de duchas, etc.

Antes de las cuatro de la tarde ya estoy en Heidelberg. Se nota que con el buen tiempo la gente aprovecha para tomar el sol en cualquier lugar. Aquí una instantánea desde la habitación del hotel viendo a la gente relajándose a orillas del rio Neckar.

Dejo las cosas tranquilamente, me cambio y salgo a visitar la ciudad. La verdad es que me gusta mucho ir en moto, pero también me encanta hacer de turista, paseando, para descubrir y conocer nuevos lugares. Es una de las razones por las que intento no hacer etapas de mucho kilometraje que me impidan disfrutar y ver mínimamente los lugares por donde voy pasando. Aquí la calle principal de la ciudad, Hauptstrasse, donde se encuentran la mayor parte de los comercios y zonas lúdicas, y al fondo la histórica plaza del mercado, Marktplatz, donde hay numerosos lugares para tomar una buena cerveza y comer (¡¡¡creo que ya sé dónde voy a cenar más tarde!!!).

Aprovecho que voy sobrado de tiempo y me dirijo a ver el Castillo de Heidelberg, considerado la ruina más famosa de Alemania. Se puede subir con un pequeño tren cremallera, pero el tener que esperar más de media hora para el siguiente y las indicaciones de la amable dispensadora de tickets que me aconseja hacer el trayecto a pie, a través de un camino con 314 escalones, numerados, hacen que me decante por esta opción. La verdad que en media hora estoy arriba, ha valido la pena, la zona es espectacular, jardines para relajarse y las vistas de la ciudad inmejorables.



Incluso puedo disfrutar de una bella puesta de sol con el puente antiguo, Alte Brucke, en el centro de la imagen.


Y como lo prometido es deuda, pues para abajo, y a buscar una terracita en la Marktplatz, donde tomar una buena cervecita y algo para cenar.

Después de cenar, un paseo por el lado de rio, hace muy buena temperatura, una parada, una foto al viejo puente y a descansar al hotel que aún quedan muchas jornadas y kilómetros por delante.

ETAPA 3. 2 agosto. Heidelberg(49°)-Lubeck(53°). 632 kms
Tercer día de viaje. Todo marcha según lo previsto. El tiempo sigue siendo soleado, algo caluroso aún. Etapas de conducción aburridas, autovías y autopistas, salvo cuando te pasa algún Porsche o Mercedes a 200 por hora. Esto de no tener límite de velocidad en algunos tramos lo aprovechan de maravilla con sus bólidos. En algunos tramos iba a 140 km/h por el primer carril y era de los más lentos. A las 16:00h ya estoy en Lubeck. Como el tiempo aún es caluroso aprovecho para pegarme un baño en la piscina del hotel que me deja como nuevo. La duchita de rigor, ropa cómoda y a pasear. Interesante el casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, con sus construcciones góticas en ladrillo. En primera instancia la Puerta Holsten de Lubeck y del centro medieval. Los habitantes de la ciudad se reconocen a si mismos como la “Puerta del Norte de Europa”, señal que ya me voy acercando a la zona que suscita mi interés en este viaje.


Interesante el Museo de los Títeres “Figuren Theather” que cuenta con más de mil ejemplares de diversos continentes y diferentes antigüedades.

Y el paseo junto al rio Trave, donde está la zona lúdica y de restauración, que tiene una belleza especial.



Una cena ligera junto al rio y la jornada terminará con un Gin Tonic en el Chill Out del Hotel, música new age de fondo y la vista perdida en el horizonte viendo como el día va apagándose lentamente.

ETAPA 4. 3 agosto. Lubeck(53°)-Copenhague(55°). 469 kms
Hoy es el día en que dejo atrás el euro como moneda oficial y me adentro en los países nórdicos. Ahora sí que esto empieza a volverse interesante. Aún me queda más de la mitad del recorrido para coronar, pero el ser zonas desconocidas por mí, hace que mis sentidos se pongan totalmente alerta para no perderme ni un minuto de lo que vaya sucediendo y conociendo.

La ruta transcurre con normalidad. Ya en Dinamarca, a la altura de Nyborg, cruzo el primer mega puente construido sobre el mar (pasarlo cuesta alrededor de 15 €), antesala del “Puente de Malmö” que cruzaré al día siguiente. Llego a Copenhague a primera hora de la tarde. Me apetece mucho conocer esta ciudad ya que siempre he leído cosas interesantes sobre ella. Manos a la obra, cambio la vestimenta motera por la ropa de turista y empiezo la ruta pedestre.
Bordeando el canal, por el paseo marítimo, el caminar se hace muy agradable.

El edifico de la Opera, en el otro lado del paseo, en la isla de Holmen, con una construcción un tanto singular, teniendo en cuenta el lugar donde se encuentra.

Sigue el paseo en busca de la famosa Sirenita que encontraré más tarde, mientras tanto me sorprende encontrarme con uno de los yates más grandes del mundo, de casi 100 metros de eslora, propiedad de un multimillonario alemán, del cual no pongo foto porque no me cabía ni en el encuadre, jeje, aparte de tampoco generarme más interés. Lo que si me genera interés es una fiesta típicamente danesa a bordo de un barco más pequeñito.

Y también la manera en que disfrutan del sol, recostados en tumbonas y disfrutando de un refresco, lugar donde han acudido como no, en bicicleta. Por cierto, hablando de bicicletas, que ya me olvidaba, horas antes cuando entraba en la ciudad, buscando una gasolinera para repostar estuve a punto de comerme a un ciclista, al cruzar sin mirar un carril especial del que disfrutan, y del que ni me había percatado. Y es que aunque tengas el semáforo en verde a la hora de girar a la derecha has de tener sumo cuidado en que no te embistan las bicicletas que por supuesto tienen preferencia. El tío se acordó de toda mi familia, pero bueno, tampoco le entendí porque hablaba en danés, jeje, y aparte le pedí disculpas por mi torpeza.

Y al final fui a dar con la famosa Sirenita, ” The Little Mermaid”,escultura que se instaló en este lugar en 1913, inspirada en el cuento de hadas con el mismo nombre de Hans Christian Andersen. Bastante concurrida y donde me encontré con una simpática pareja de catalanes, que fueron esta vez los encargados, cuando me tocó el turno, de inmortalizarme en dicho lugar, no sin antes pegar un resbalón en las rocas mojadas, que estuvieron a punto de hacerme probar las aguas del mar Báltico, seguido de un uuuyyyyyy!! generalizado de la gente que estaba en el lugar.

Una vez hechas las oportunas fotos, retrocedo sobre mis pasos, para dirigirme a la zona del Nyhavn, con sus canales, y conocida por sus bares y restaurantes. La verdad que estaba a rebosar de gente, ya que el tiempo acompañaba. Una cervecita fresquita y a disfrutar del ambiente.

Estuve un buen rato por la zona, hasta que empezó a caer el día, y pude disfrutar de una visión un tanto distinta de la zona.

El día terminó con una merecida cena en el puerto, en el restaurante Salt, junto al hotel, en una noche plácida, con un menú degustación de productos locales.

ETAPA 5. 4 agosto. Copenhague(55°)-Estocolmo(59°). 656 kms
Hoy toca levantarse temprano ya que tengo una tirada importante de kilómetros por delante. Salgo desde la capital danesa y me dirijo a la capital sueca. Nada más salir lo primero que me voy a encontrar es con el famoso puente de Malmö, “Oresundsbron”, unos ocho kilómetros volando literalmente sobre el mar, 82.000 toneladas de peso, en una obra de ingeniería faraónica que en su momento significó la unión entre los países del norte Europa con el resto del continente. Cruzarlo cuesta unos 22 € aproximadamente. Para mí significa la puerta de salida, como aquel que deja atrás su tierra en busca de otros lugares. En otros viajes esta sensación la tenía al cruzar la frontera española, pero esta vez la sensación de estar ya lejos de casa me la produce el cruzar este puente.

El día transcurre plácidamente, con el predominio del buen tiempo como venía siendo habitual hasta el momento. A las cuatro tocadas llego al punto de destino. Un hotel céntrico que me permita desplazarme a pie para ir a visitar la ciudad. Para quién no conozca el centro de Estocolmo, pues es lo más parecido a un scalextric, túneles, pasos elevados, como te despistes, la vuelta para retroceder sobre tus pasos puede ser de órdago. Llego con la ayuda del GPS, no sin antes haber dado un par de vueltas ya que me hace pasar por calles cortadas y tengo que parar y recomponer el mapa en mi cabeza para orientarme y conseguir llegar a destino.
Una vez en el hotel viene el segundo capítulo con el parking. Le digo a la recepcionista que necesito guardar mi moto en él y me dice que me espere un minuto, que vendrá un empleado a indicarme, que no es un parking al uso, sino una especie de almacén, el cual tienen que bajar a abrir cada vez que alguien entra o sale. Viene el chico, (un Pau Gasol en potencia porque medía casi dos metros, cosa con la que hacemos broma), le indico donde tengo la moto y me pone una cara rara, ¿?, me dice que el parking está en la parte posterior de hotel, pero que estoy orientado al revés. Me empieza a indicar sobre un mapa la ruta que tengo que hacer para llegar, (¡¡¡¡a supuestamente 50 mts de donde estamos!!!!), que si cruza dos calles, que si la primera a la derecha, que si tuerce después del semáforo, etc…., el tío se lía, me dice que hasta para él, que vive allí, es complicado explicarme lo que debo hacer!?. Vamos a ser prácticos, jeje. Le digo que vaya él a abrirme la puerta que yo ya llegaré. Una vez se ha largado echo un vistazo al tema y me doy cuenta que si me meto en una zona de taxis al lado de la estación puedo hacer un cambio de sentido cruzando entre dos tranvías y me ahorro todo el pastel. Si me dicen algo, pues que soy de fuera y que me he perdido, jaja. Dicho y hecho, lo hago y llego al parking en un minuto, con la cara estupefacta del chico que me dice que como he llegado tan rápido. Una sonrisa y sobran las respuestas, dejo por fin la moto y me subo a la habitación a por mi merecida ducha.
La tarde transcurre con un paseo por el Old Town, situado en una pequeña isla en el centro de Estocolmo, que es una de las zonas con más actividad comercial y lúdica.


Y una vista del atardecer con el Ayuntamiento de testigo mudo.

Final del día, una cena ligera y un mojito en el Sky Bar del hotel desde donde hay unas magníficas vistas de la ciudad, en tono de despedida de las grandes urbes por el momento, ya que a partir del día siguiente y durante bastantes más, los puntos de paso y parada serán zonas mucho menos pobladas, cosa que también me apetece, para dejar un poco el bullicio habitual y poder así disfrutar de ambientes más relajados.
ETAPA 6. 5 agosto. Estocolmo(59°)-Sundsvall(62°). 377 kms
Después de cinco días de viaje, en el sexto tenía prevista una ruta muy tranquila. Aproveché para descansar un poco más y me levanté a las 8h30m. Desayuno copioso, como cada día, y a buscar la moto. Cargo las maletas y salgo un poco precipitado del parking, debido a lo comentado el día anterior. Una vez en la calle, paro la moto, me quito casco y guantes, montó GPS, y me preparo para la ruta. Primer incidente (de los tres que tuve en todo el viaje, aunque todos fueron leves y me permitieron continuar el viaje sin problemas), lo típico que nos pasa muchas veces y no por eso dejará de pasarnos. El casco encima del asiento, la moto inclinada, abro la maleta trasera para coger algo y el casco se va al suelo. Maldita sea!!! No se abre, el modular se ha quedado trabado y no abre la mentonera, he pasado de un casco modular a uno integral, suerte que la visera no se ha roto. Le echo un vistazo e intento arreglarlo, pero me da mala espina, se ha roto el enganche y pienso que igual aún la lio más y me quedo sin casco y decido no tocarlo, pensando que como está cerrado y me lo puedo poner sin problemas, pues tampoco pasa nada, además me dirijo a zonas más frescas donde no voy a tener problemas en este sentido. Al final aguantó todo el viaje perfectamente.
Salgo del enjambre del centro de Estocolmo y enfilo hacia el norte. En este día supero los 60 grados de latitud, ya he cubierto 2/3 partes de la ruta de subida. La mañana transcurre sin más siguiendo la carretera que bordea el Mar Báltico y el golfo de Botnia.

A las tres de la tarde ya estoy en Sundsvall, ciudad más pequeña, de unos 50.000 habitantes, sin nada reseñable, que me permitirá tomarme la tarde de forma relajada. De entrada un paseo por el centro de la ciudad.

Donde me encuentro una serie de dragones decorados cada uno por diferentes artistas del país, y es que el dragón es el símbolo de esta ciudad.

Y la iglesia de Gustav Adolfs, que por lo pequeña que es la ciudad, tiene unas dimensiones considerables.

Un paseo por el borde del rio Ljungan, una parada para tomar un refresco y de camino a descansar que en la próxima jornada me espera la ruta más larga de las que tengo previstas con casi 800 kms por delante.

ETAPA 7. 6 agosto. Sundsvall(62°)-Rovaniemi(66°). 774 kms
Este sería un día duro. Tenía por delante una ruta larga y encima amanecía lloviendo. Primer día en que me encontraba con mal tiempo. No serían muchos a lo largo de todo el viaje (tres/cuatro a lo sumo), pero la insistencia de la lluvia me llegó a agotar. Empezó el día con lloviznas, parecía que no iría a más, pero a medida que iba hacia el norte, más fuerte llovía. Traje de lluvia (totalmente imprescindible cuando viajas por estas latitudes) y los primeros cuatrocientos kilómetros aguantando el chaparrón. En un momento dado la moto me hizo un “aquaplaning” que estuvo a punto de costarme el acabar por anticipado el viaje. Iba demasiado deprisa, con las ganas de salir de la tormenta, y tuve que relajarme y tranquilizarme e intentar disfrutar de la conducción bajo la lluvia de la mejor manera, a velocidades menores. De todas formas la moto se comportó de una manera excelente en estas condiciones y no tuve más sustos.
Pasadas las 12 del mediodía, después de casi cinco horas de agua de manera ininterrumpida, empiezo a ver claros en el cielo y el astro rey saca su cabeza y viene a saludarme. Que gustazo!!! Y es que a los latinos el sol nos carga las pilas y nos hace subir nuestro estado de ánimo.

Y el cielo entrecortado, con nubes y sol, me regala unos paisajes maravillosos con sus reflejos sobre el mar.


Después de un largo día, me toca cambiar de país, dejo atrás Suecia y entro en Finlandia, aunque será sólo por un día, de camino a la parte norte de Noruega. Llego sobre las cinco de la tarde a Rovaniemi, antigua capital de Laponia hasta hace muy poco, y situada a menos de diez kilómetros del Círculo Polar Ártico, donde se encuentra el poblado de Santa Claus y la residencia oficial de Papa Noel. Aprovecho el resto de la tarde para conocer un poco la ciudad y dejo para el día siguiente la visita al “Santa Claus Village” y al “Napapijri”

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