Hola Amig@s!
Cuando pensaba que en este viaje no quedaba margen para más sorpresas, estos días se ha demostrado que no es así, y que todavía es capaz de sorprenderme, y si no juzgar por vosotros mismos con lo que viene a continuación.
Bueno pues me marché de Valparaíso a Santiago, además como voy mal de tiempo no pude hacer caso a Carolus y darme una vuelta por Viña del Mar, pero cuando llegué a Valparaíso pasé por ella y había buen ambiente. Gracias a Geromo Pirotto me pasó la dirección de una casa para alojarme en Santiago, Casa Matta, que después comprobé que es un auténtico templo motoquero. Lo primero es que si alguien quiere ir a ella en la casa no pone absolutamente nada de hostal ni nada de nada, pasa completamente desapercibida, porque además tiene un pasillo de entrada, pero a mitad de él tiene otra puerta, y cuando se pasa es cuando se descubre un patio lleno de motos. Cristian es el propietario, que junto con Francisca, su chica, dirigen la casa, y allí sólo se dan cita por el boca a boca motoqueros de todo el mundo. Es una casa de tres pisos con otra terraza arriba del todo con barbacoa, y el ambiente que se percibe allí es totalmente viajero, con personas llegadas de todos los países que van recorriendo el mundo en moto. Allí se deja la moto con el Gps o navegador, herramientas, o lo que sea porque nadie se lo va a quitar, todos procesamos un código de honor que sólo entiende el que pertenece a este grupo de apasionados moteros viajeros. Incluso las habitaciones permanecen sin llave, y si alguno está haciendo alguna reparación o mantenimiento no tiene que pedir que le ayuden, es automático que otro motero se ponga sin invitación alguna a ayudarle, diría que incluso es una petición de que le deje ayudar. Allí me encontré con Donald, un inglés que viaja en una Honda 250 que ha comprado en Chile y ha ido hasta Ushuaia y ha vuelto, y tiene otros nueve meses para llegar hasta Alaska. Estos días se ha quedado ahí por el simple hecho de relacionarse con los moteros viajeros que pasan por allí, y yo de haber tenido más tiempo también me habría quedado, aquellos tipos están llenos de lugares del mundo que han visitado con sus motos y se saben todos los pormenores de interés para los viajeros en moto. También acaba de pasar una mujer con 70 años, Linda, una británica que ha estado recorriendo Sudamérica y que ya regresa a su país, pero seguro que sólo para hacer un pequeño alto.
Francisca me dijo que para comer podía ir a comprar algo al súper de al lado y luego cocinarlo en la casa, que para ello podía utilizar la cocina, o también comer en un chino que era barato. Como no quería perder tiempo me decanté por el chino. Pedí tal y como me indicó Francisca el apartado de colación, que sería más barato y me incluiría todo. Y eso hice, pedí un pollo con verduras que resultaron ser coliflor y brócoli, y que además de no ser mis verduras preferidas estaban un poco duras. Total que me comí el pollo y el arroz y pedí la cuenta. 4100 pesos. Tengo costumbre de poner en mi cartera los billetes grandes a la derecha y los pequeños a la izquierda dentro del taco. Di por error dos billetes de 20000 pesos pensando que eran de 2000. La camarera que no era china, me dijo todo eso de propina, y entonces cuando me trajo la vuelta me percaté que aquellos billetes no habían sido de 2000, lo que pasó es que saqué dinero del cajero y como era tarde lo guardé sin colocarlo en la cartera y por eso aparecieron a la izquierda del taco de billetes, y además hasta entonces no había visto los billetes de 20000. Total que me voy a la caja y le digo a la china que me había equivocado y había dado dos billetes de 20000, pero ella me dijo que la camarera la había dado solo uno, y que luego me dio la vuelta. Era cierto me dio la vuelta de uno de 20000, pero no el otro, y la camarera dijo que sí que me lo había devuelto. La china la dijo que me lo devolviera, pero ella decía que ya me lo había devuelto. Y al final pagué por una porquería de comida lo que al cambio serían 31 €. Me marché super cabreado, pero por el camino pensé que la culpa había sido mía por no haber puesto cuidado con la pasta, y que de todos modos si pensaba en todos los momentos buenos que tenía en la otra balanza de sobra se inclinaban hacia este lado. Además ojalá todos los problemas que falten por venir sean así, que los resuelva por 30 pavos.
La tarde la pasé paseando por la ciudad, porque además como ahora no puedo hacer deporte estoy deseando patearme una ciudad, de 8 km no creo que baje, e incluso en Santiago yo creo que debieron ser el doble, pero me encanta andar y disfruté un montón. La visita que más me gustó fue la otra casa de Neruda, la Chascona, nuevamente impregnada de su estilo tan personal y bello, y si bien ésta merece igualmente visitarla al que le guste su estilo, las vistas de la Sebastiana son mejores porque está más alta. No obstante me he quedado con ganas de ver la tercera, Isla Negra, porque dicen que en ella en donde se guarda la colección más grande de objetos que iba recogiendo por el mundo. Si tengo que seleccionar una pieza de la casa el comedor con forma de barco, realmente maravilloso.
Al día siguiente Quike, otro motoviajero que cuelga sus crónicas en el foro de bmwmotos.com ha estado haciendo un viaje en moto por Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina, y en principio teníamos previsto habernos cruzado en Brasil, pero como luego no pasé teníamos pendiente la cita. Así que como vive en Santiago me dijo que había comenzado a trabajar, y tenía turno de noche, pero que si quería podíamos desayunar cuando saliera, antes de que me marchara a visitar la ciudad y luego partiera siguiendo mi viaje. Me pareció una magnífica idea, y cuando llegó descubrí que como viajero motero tenemos muchas cosas en común. La que se me quedó prendada fue aquella frase que dijo que cuando llegaba a un sitio o lugar que le gustaba y no iba en moto lo primero que se le pasaba por la cabeza era poder recorrerlo con su moto, algo que no hace falta que me lo explique, conozco muy bien esa sensación irreprimible, jeje. Le comenté que viniera a ver la Casa Matte, porque además eran vecinos sin saberlo, e igualmente le pareció magnífico el ambiente motoquero reinante e incluso le dio a Cristian su teléfono para futuras salidas. Para estar más cómodo me invitó a su casa para desayunar así podría quitarse el traje de moto con el que venía de trabajar. Estuvimos hablando de viajes, de libros de viajes, y de los proyectos futuros. Como reinaba la sintonía podríamos haber seguido charlando horas y horas, pero él tenía que dormir y yo ir a darme mi caminata turística. Desde luego fue un agradable encuentro que seguramente haga que en un futuro nos volvamos a reencontrar. Además me hizo hasta un croquis con los lugares que me habían recomendado visitar. Yo estaba en su campo y quería que disfrutara mi estancia lo mejor posible. Un gran abrazo Quike, gracias por el desayuno y por ser uno más de los que estáis haciendo mi viaje inolvidable y repleto de amigos.
De momento no es por nada, pero la única persona que me ha fallado ha sido la chica que conocí en San Pedro de Atacama a la que le pedí que me enseñara la ciudad y que me dijo cuando llegó el momento que tenía un evento familiar y no podía atenderme, porque hasta ahora todos los moteros no me han fallado, jeje. Eso sí, le pedí que me recomendara algunos lugares imprescindibles para visitar de la ciudad y ahí cumplió. Me subí al edificio más alto de Latinoamérica, y realmente las vistas son espléndidas. Además la guía del ascensor, Camila, una chica jovencita con ganas de trabajar, cuando le pregunté por el estadio de futbol, porque me acordé de la película Mising, al que llevaban los detenidos por la dictadura que luego desaparecían, me recomendó también para comer un lugar del Mercado Central, porque la mayoría de los locales están dirigidos al turista que le pegan en palo sabiendo que no volverá más. “Mi padre y yo vamos a Donde Blanca”, me comento. Agarré el metro y me fui para allá, y me hizo gracia que cuando pregunté a un hombre mayor para ver si estaba en el andén correcto, me reconoció como español, y nos pusimos a hablar dentro del metro, y porque a la estación siguiente se bajó y yo en la otra, pero mientras le hablaba de mi viaje las personas de alrededor estuvieron pendientes y de alguno de ellos les noté con ganas de intervenir, hubiera estado genial en aquel ambiente sepulcral ignorándose unos a otros romper aquel silencio verbal, jaja.
El sitio estuvo genial, además me percaté que no estaba en el centro del mercado, sino en un lateral y que al contrario que el resto de establecimientos comía gente local, buena señal me dije a mí mismo.
De vuelta en la casa me despedí de Francisca, del resto de viajeros y del padre de Cristian, quienes también al día siguiente saldrían con dos motos en la camioneta para ir hasta Puerto Montt, donde las bajarían e irían hasta el final de la carretera Austral. Estoy seguro que para Cristian será un maravilloso e inolvidable recuerdo que le quedará de su padre, y para éste unos días repletos de emoción disfrutando en compañía de su hijo. A ver si nos vemos por el camino, me encantaría ver sus rostros de felicidad.
Puse rumbo a Rancagua, donde a través del foro otro motoquero, Mauricio, me había invitado a su casa con el objetivo de convencerme para que no tomara el ferry e hiciera la carretera Panamericana y la Austral, que de lo contrario me iba a perder una parte lindísima. Quedamos a la entrada del pueblo. Me paré junto a unos negocios, y entonces llegó una persona de ellos y me preguntó si tenía algún problema o me había perdido, contándole el motivo de mi presencia. Al llegar una cliente me pidió que le disculpara y se marchó con ella. Entonces llegó un coche y se puso delante de mí. Se bajó una persona, Juan Pablo, y me preguntó si tenía algún problema, contándole también el motivo de mi presencia allí. Entonces me dijo que él también tenía una moto, una VSTrom 1000, y que había venido al verme parado por si tenía algún problema, y que igualmente me invitaba a su casa cuando quisiera. Yo no dejaba de alucinar, sigo impresionado con el acogimiento motero de Sudamérica. Es realmente asombroso y encantador.
Nos despedimos porque llegó Mauricio en su Adventur 1200 GS, que cuando vi el porte de su montura y la gallardía con que la movía, me acordé de mi “Poderosa”, de la diferencia entre ella y Dulcinea, a la que para que logre ese porte hay que espolearla un poco mientras que la 1200 es su forma de ser sin más, jeje.
Por el camino en los semáforos ya fuimos hablando, pero cuando llegamos a su casa nos dimos un abrazo. Algunos amigos me preguntan cómo me fio de un desconocido y me voy a su casa sin saber sus intenciones. Yo les digo que si bien para los bonos, becas y planes juveniles yo ya no soy joven, sí tengo cada vez más desarrollada mi intuición masculina y sé cuando una persona es franca o no. Mauricio y yo fuimos a base de detalles componiendo las piezas del puzle del contrario y al final llegamos a la misma conclusión: este tipo es legal.
Me propuso ir a cenar, y me pareció una excelente idea, así tendría la oportunidad de invitarle por su gesto altruista. Nos fuimos en su camioneta, vamos una picap, a un restaurante muy acogedor, y allí nos tomamos cada uno un churrasco, que para los de allá eso acá es como una hamburguesa pero la carne es un filete de ternera, muy rico por cierto. Y a pesar de que pedí yo la cuenta él raudo y veloz no me dejó cogerla y me invitó. ¿Acaso no es lo que cuento sorprendente? Jeje. Estuvimos hablando y riéndonos durante la cena, y no cabía la menor duda que existía entre los dos esa pertenencia y adopción del código de honor motoquero que nos convierte en buenos amigos y leales compañeros de afición. Estuvimos hasta más de las dos de la mañana repasando la ruta que podría hacer con mi moto hasta Ushuaia, describiéndomela con distancias, surtidores, estado carreteras, lugares interesantes, experiencias personales porque él acaba de venir la semana anterior de recorrerla junto con su novia. Me sentí tan metido en la ruta que no notaba sueño ni cansancio y finalmente consiguió su objetivo, convencerme con su franqueza y opinión de amigo que debía hacer la ruta porque me lo pasaría bien, era accesible a mi nivel y llegaría a tiempo a Buenos Aires.
Al final como veis son a base de detalles como se forja todo. “Yo a mis amigos no ando detrás de ellos, les digo que si quieren algo vayan a la cocina y lo cojan, así que a ti José Pedro te digo lo mismo”, me dijo como un detalle más para que me sintiera cómodo en su casa. Yo ni soy un lacayo ni me gusta tenerlos, por eso la noche que cené en Santiago vino el camarero, un tipo mayor con pinta de buen servicial, y me dijo “¿Quiere que le eche el agua en el vaso?”. Me quedé mirándolo y le dije: “Yo estoy de vacaciones, pero soy un trabajador como usted, y seguramente que estará de acuerdo que tampoco le gustan los señoritos, el que quiera agua que se la eche él. Muchas gracias amigo”. Aquel tipo sonrió, pero estaba también adiestrado para servir que creo que aunque no me echó el agua se quedó con las ganas. Yo tengo suficiente con la franqueza, cordialidad y amabilidad, y a todo lo más que aspiro es a ganarme nuevos amigos. Mauricio me trató como un amigo, sin conocerme, y lo mejor de todo es que sentí que lo era. Te agradezco amigo el que hayas aportado a mi viaje un inolvidable pasaje que añade si cabe más un mayor valor añadido a todo lo que hasta ahora he vivido, y que me mantiene flotando en una nube emocionante y placentera. Un gran abrazo, “ ostias, tío”, jaja!
Buenas noches amigos!
