Día 4: Santiago do Escoural —> Mi casa
TENEMOS QUE IR AQUÍ, LUEGO HAY QUE HACER ESTO Y LUEGO LO OTRO... venga, guarda la moto que cierran. Con tal recibimiento ayer por la tarde no pude ni contaros cómo fue la cosa. Y lo que se empieza hay que acabarlo.
La noche ha sido magnífica, el alojamiento rural para mí solito. Girassol apartamentos, se llama. Cómodo, todo nuevo, bien equipado y regentado por una señora y su hija que me parecieron super amables. Al lado tienen una gasolinera pequeña y una cafetería donde sellan boletos de alguna lotería o algo y recargan extintores. No sé si además pasean perros por horas... en serio, la gente así me merece respeto, siempre saldrán adelante.
La parte más al sur de la N2 no defrauda. Es menos montañosa que la parte norte, pero muy bonita y muy divertida, además de más fácil de seguir porque está mejor señalizada.
La mañana está bonita, pero al acercarme a Torrão una espesa niebla cae sobre la carretera, aunque no compromete demasiado la visibilidad salvo en algunos tramos en los que prefiero llevar los cuatro intermitentes puestos, por si acaso. En Torrão lo que vi es... un mojón mu gordo. Y digo esto porque hay allí un mojón (casi es un monolito) de más de dos metros de alto señalizando la ruta N2. Desde la parte central de la ruta voy viendo muchas travesías de pueblos empedradas, lo que debe estar patrocinado por el colegio portugués de dentistas, porque acabas sin empastes.
Más al sur, llego sin demasiadas complicaciones salvo la niebla a Ferreira do Alentejo, paso por el lado de Ajustrel sin entrar y luego a Castro Verde. Por esta zona el paisaje es bonito, se circula entre dehesas de alcornoques y encinas. Hay abetos flanqueando la carretera en algunas zonas, de esos que entre la niebla parecen los árboles aquellos andantes que salían en El Señor de los Anillos. Y también hay a la orilla de la carretera eucaliptos en algunos tramos, especie por la que no tengo especial simpatía más allá de que me despejan la nariz.
El terreno es ondulado, los mojones de la carretera están bien pintaditos y llego a una zona de pinares, indistinguible ya de la vecina provincia de Huelva, como la zona que acabo de pasar hace poco lo era de la sierra de Aracena o la parte sur de Badajoz con sus dehesas, sólo que en Portugal echas de menos los cochinos comiendo bellotas, futuros jamones ibéricos de impresión. Desde el entendido de que adoro Portugal, me encantan sus pueblos y lo paso pipa charlando con la gente allí, echo mano de un poco de "guasa" para comentar que en los pueblos que voy pasando voy observando algunas cosas que se repiten y saco mis conclusiones. Por ejemplo, debe de existir alguna ley que obligue a que en cada pueblo de la N2 haya al menos una camioneta pick-up Toyota desvencijada circulando a 20 km/h. También debe ser preceptivo que al menos una señora mayor, vestida de riguroso luto con su pañuelo negro en la cabeza y brazos separados del cuerpo esté paseando por allí. Por último, seguro que otra ley debe marcar que al menos una casa en la travesía de cada pueblo esté pintada de color
amarillo pollo.
¿Pog qué? diría el tal Mourinho. No lo sé, pero duelen los ojos.
Una técnica que he ido desarrollando a medida que me perdía al principio de la ruta es hacer la rotondas al completo, y una vez realizados los 360º elegir qué salida tiene pinta de ser la N2. Uno tira de intuición, de la posición del sol (si la niebla lo deja ver) o de percepción extrasensorial, pero debo decir que suele ser en las rotondas donde se abandona por error la ruta correcta, así que conviene elegir bien la salida. En Castro Verde me sucedió que al llegar vi mucha rotonda comprometedora, y puse el Google Maps en el teléfono para que me ayudara a rebasar esta población sin perderme. Al llegar a la primera rotonda me dispongo a no girarla completa, ayudado por san Google, pero cuando la chica empieza a hablar me dice que "en la rotonda, tome la salida hacia la avenida del doutor João Martins Almeida do Nascimento e Ribeiro da Fonseca, profesor da universidade de Coimbra..." qué coño, tuve que hacer la rotonda entera para darle tiempo a que acabara de decir el nombre de la avenida porque si no se le iba a juntar con la próxima indicación. Ojú, qué nombres tienen las calles portuguesas a veces.
El terreno es ondulado por estos parajes, y la niebla, cada vez más débil a medida que el sol va ganando altura, queda por debajo de las copas de los pinos y deja ver éstas perfectamente. Cada cambio de rasante viene a ser como la vida o las cajas de bombones de Forrest Gump, nunca sabes lo que te va a tocar, y es que al superar cada rasante veo una carretera enmarcada en la arboleda con un puntito fantasmagórico importante a causa de la neblina baja. Una auténtica chulada.
Ya llegando al sur, cuando parece que las rectas se imponen y que la cosa se va a poner aburrida, todo cambia de repente y empiezan esas curvitas de 3ª y 4ª (y alguna de 2ª) que tanto me gustan y que mencionaba
@FRAN-BMW. Y empiezo a mecerme de un lado a otro, sin prisa pero sin pausa, como tengo por norma. Esta zona ya la conocía de un intento anterior, abortado por circunstancias, de hacer la N2 de sur a norte hace un año más o menos. Una delicia para acabar la ruta, antes de que los pinos y las flores de mil colores dejen paso a cultivos frutales (naranjas y limones), rectas llanas y... olor a mar a medida que nos acercamos a Faro. Allí todo es sencillo, la carretera desemboca bien a las claras en una gran rotonda rotulada con el número 738. Ruta y reto completados. De ahí para casa, que dice mi mujer que hay que hacer esto, luego lo otro...
Un placer y solo espero repetir pronto de sur a norte. ?