erresiengese
Curveando
Érase una vez la cenicienta, que se le aparece el hada madrina y le dice: te convertiré en princesa, convertiré la calabaza en carroza, etc, etc... pero si a medianoche no has regresado del baile de palacio, tu chocho se convertirá en melón!
Al llegar a palacio, todos quedan alucinados de la belleza de cenicienta, a la que nadie conocía. Por supuesto, el príncipe cuando la ve queda lócamente enamorado y la invita a abrir el baile. A la hora de cenar, la invita a sentarse junto a él y empiezan a llegar los manjares: Caviar, marisco, cochinillo, faisán, vinos de las mejores bodegas... en fín, de todo exquisito y a lo grande. Todo el mundo se ponía las botas menos el príncipe, al que cenicienta le preguntó:
-Y vos, príncipe, ¿no coméis nada de estos ricos manjares?
-Qué queréis que os diga, a mi todo esto no me dice nada, no me apetece...
Llegaron los postres, maravillosas tartas, deliciosos pasteles y dulces, helados, y el príncipe igual, sin probar bocado. En eso que los sirvientes empezaron a traer maravillosas bandejas de frutas exóticas, ahí al príncipe se le abrieron los ojos como platos y exclamó:
-Por fin la fruta!!! Esto si me encanta, me voy a poner morado!!!
Así que agarró una gran rebanada de melón, y empezó a comérsela con locura, churrepeteando el jugo que le caía a chorros por la comisura de los labios, con toda la lenguota p'arriba y p'abajo del melón como si fuera un limpiaparabrisas... SLUUUUUUUURPSFGZXXSSLLRRPPSS... y en esto estaba que le preguntó a cenicienta:
-Por cierto, bella damisela: ¿a qué hora os váis?
-Naaaah, hoy no me han puesto hora, a las cuatro o a las cinco...
Salut!!!
Al llegar a palacio, todos quedan alucinados de la belleza de cenicienta, a la que nadie conocía. Por supuesto, el príncipe cuando la ve queda lócamente enamorado y la invita a abrir el baile. A la hora de cenar, la invita a sentarse junto a él y empiezan a llegar los manjares: Caviar, marisco, cochinillo, faisán, vinos de las mejores bodegas... en fín, de todo exquisito y a lo grande. Todo el mundo se ponía las botas menos el príncipe, al que cenicienta le preguntó:
-Y vos, príncipe, ¿no coméis nada de estos ricos manjares?
-Qué queréis que os diga, a mi todo esto no me dice nada, no me apetece...
Llegaron los postres, maravillosas tartas, deliciosos pasteles y dulces, helados, y el príncipe igual, sin probar bocado. En eso que los sirvientes empezaron a traer maravillosas bandejas de frutas exóticas, ahí al príncipe se le abrieron los ojos como platos y exclamó:
-Por fin la fruta!!! Esto si me encanta, me voy a poner morado!!!
Así que agarró una gran rebanada de melón, y empezó a comérsela con locura, churrepeteando el jugo que le caía a chorros por la comisura de los labios, con toda la lenguota p'arriba y p'abajo del melón como si fuera un limpiaparabrisas... SLUUUUUUUURPSFGZXXSSLLRRPPSS... y en esto estaba que le preguntó a cenicienta:
-Por cierto, bella damisela: ¿a qué hora os váis?
-Naaaah, hoy no me han puesto hora, a las cuatro o a las cinco...
Salut!!!