McBauman
Curveando
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Empezaré por el final: esta mañana mis amigos me han preguntado si ha sido duro, si no es demasiado largo, caro o cansado… y yo sólo sé que ha sido… demasiado hermoso.
Tengo el disco duro de los sentidos completamente lleno y desordenado, es como intentar guardar en un dedal todo un festival de maravillosos y gigantes fuegos artificiales… yo he visto amanecer en Denia, el mediodía en Cadaqués, el atardecer en San Sebastián, amanecer en Bilbao, mediodía en Gijón, atardecer en Finisterre, he desayunado en Oporto, he comido en Lisboa, he cenado en Portimao, me he levantado en Sevilla, me dieron las doce en Tarifa y, cerrando un ciclo, he visto el atardecer en Denia.
Todo empezó aquí VUELTA A LA PENINSULA EN 4 DIAS Y EN SOLITARIO
Solitario anunció que daría la vuelta a la Península por la costa en 4 días, en solitario. Y mientras unos y otros se preguntaban porqué esto o porqué lo otro, yo me pregunté: por qué no?
Mi viaje sería algo distinto al suyo ya que dejaba a la improvisación bastantes puntos. Tenía unos lugares fijos por los que pasar, algunos amigos y familiares a los que visitar, una fecha de salida y una hora de vuelta y el resto ya iríamos viendo.
30 de abril. PREFACIO

A última hora de la tarde zarpa el barco desde Ibiza rumbo a Denia y no es la primera vez que nos pasa: Mil medusas y un delfín nos acompañaron al abandonar la Isla. Presagio de las penurias y felicidad que nos habría de deparar el destino.
Al llegar a Denia, salida y final de la vuelta a la Península, el GPS se equivoca y no encuentra el hotel por 200 metros y yo lo busco por todos los lados menos por el que era. Una hora más tarde ya estaba en la cama con mi primer mosqueo y con mi primera riña con el aparatito.
1 de mayo: Denia, Cadaqués, Elgóibar 1404 kms. Arranco la moto a las 7:30 horas y la apago definitivamente a las 23:00 horas
En los albores del primer día de mayo comienza la vuelta propiamente. Los primeros ansiados kms no son más que un acercamiento a la primera gran cita del viaje: he quedado con Solitario al pasar Tarragona para charlar un rato (porque ya nos conocíamos incluso sin conocernos) y tranquilizar a su mujer (esto no sé yo si era una idea demasiado buena ) Pero me despisté, no vi alguna señal y me pasé de largo. Tal vez el destino no creyera conveniente que dos solitarios dejáramos de serlo siquiera por unos minutos. Malditas medusas, pensé.
Y entristecidos por el error y la foto que no fue seguimos sumando kms y pasamos cerca del Montseny y lamentamos no disponer de más tiempo para desviarnos y saludar a nuestro amigo Terraxaman que habita por estos lares.
Algo más tarde nos encontramos con la primera gran sorpresa del viaje: Cadaqués.
Entre Rosas y Cadaqués hay un puertecito cuyo nombre desconozco desde el que hay una vista impresionante hacia un lado y otro, con unas curvas preciosas y más aún después de tantos kms de autovía y autopista. Fue maravilloso.


Y más aún llegar a Cadaqués. Un pequeño pueblo costero con una fisonomía muy especial. No hay edificios modernos y sin embargo no hay ninguno viejo. Me permití callejear con la moto por algunas de sus callejuelas y rincones y en cualquier esquina creía que me iba a encontrar con Gala o con Dalí. No fue así pero me quedé un buen rato alegrando los sentidos aún a sabiendas de los kms que tenía por delante, pero es que se estaba tan bien… bendito delfín, pensé.
Cuando me quise dar cuenta era muy tarde. Solitario me había hecho alguna recomendación acerca de la ruta a seguir y de la que no debía seguir y le hice caso a medias. No me arriesgué a ir por Olot pero tuve que coger la autopista ya que hice caso al GPS y tomé la ruta más rápida para llegar a destino (según él). Me hizo retroceder hasta Barcelona, demasiados kms. Fueron los únicos del viaje de los que me arrepentí (bueno, a medias ya que al menos llegué a la cena que había prometido)
Pasé por el meridiano de Greenwich y por la Pilarica


Algunos peajes más tarde, oscureciendo ya, hice entrada en la ciudad más bonita que conozco, la más elegante con sus edificios parisinos, con sus puentes y sus playas: San Sebastián. Fue una entrada tan bonita que me hubiera gustado poder tocar el violín mientras circulaba con la moto por la Bahía de la Concha…
Esa noche llegué hasta Elgóibar como había prometido para poder celebrar el cumpleaños de mi madre. Chuletón, txakoli y tertulia fueron buen preludio de un gran y merecido descanso... soñando con los delfines
