Mandalorian
Acelerando
CERRÉ LA VENTANA DEL PROGRAMA anoche y, para evitar tentaciones, apagué el ordenador. Desenchufarlo me pareció excesivo, pero apagué también el interruptor de la regleta, que toda precaución es poca. Ni Basecamp, ni Google Maps ni leches, hombre, que toda la vida se ha viajado y no teníamos de esto.
Es cierto que las rutas, los tracks y los navegadores se han vuelto casi imprescindibles en un viaje en moto. Pero hoy me ha dado por aferrarme al “casi”. hemos delegado en la tecnología la capacidad de saber por qué carretera debemos ir para llegar hasta nuestro destino. Y lo hemos hecho hasta tal punto que nos hemos vuelto un poco más idiotas si cabe. Hemos perdido la costumbre —y yo diría que la capacidad— de leer las señales de tráfico, de consultar un mapa de papel o de orientarnos por el entorno con un mínimo de sensatez. Ya no sabemos si girar a la izquierda o a la derecha, ni en qué salida dejar la rotonda sin que nos lo diga la calmada e imperturbable voz de nuestro aparatito. Así que nada, me voy mañana mismo a hacer la N2 portuguesa sin track. Toma ya, viviendo al límite.
¿Qué los tracks cargados en el navegador ayudan? Sin duda. ¿Que ahorran tiempo y gasolina al evitar desvíos y rutas poco eficientes? Seguro. Pero aquí hay que pararse y pensar un poco. No es lo mismo ir a Ulan Bator visitando antes Katmandú que hacer la N2 en Portugal. Tampoco se trata de batir ningún record, ni de hacer la ruta más corta o la más rápida. Se trata de pasar unos días viajando en moto y disfrutando del entorno, ¿verdad? Pues entonces vamos a ello. Y como quiero comprobar que lo que digo no es ninguna barbaridad, y que aquellos que dicen lo de “Es que sin navegador… uff…” no tienen razón, pues me he impuesto ese reto.
Ya os iré contando. En serio, mañana mismo salgo. Tempranito. Desde el sur de España iré a darme una vuelta por la Ribeira Sacra y desde allí acometeré la N2 en Chaves hacia el sur hasta llegar a Faro, antes de volver a casa.
AH, SÍ, Se admiten apuestas. ¿Me perderé mucho? ¿Poco? ¿Nada?
Es cierto que las rutas, los tracks y los navegadores se han vuelto casi imprescindibles en un viaje en moto. Pero hoy me ha dado por aferrarme al “casi”. hemos delegado en la tecnología la capacidad de saber por qué carretera debemos ir para llegar hasta nuestro destino. Y lo hemos hecho hasta tal punto que nos hemos vuelto un poco más idiotas si cabe. Hemos perdido la costumbre —y yo diría que la capacidad— de leer las señales de tráfico, de consultar un mapa de papel o de orientarnos por el entorno con un mínimo de sensatez. Ya no sabemos si girar a la izquierda o a la derecha, ni en qué salida dejar la rotonda sin que nos lo diga la calmada e imperturbable voz de nuestro aparatito. Así que nada, me voy mañana mismo a hacer la N2 portuguesa sin track. Toma ya, viviendo al límite.
¿Qué los tracks cargados en el navegador ayudan? Sin duda. ¿Que ahorran tiempo y gasolina al evitar desvíos y rutas poco eficientes? Seguro. Pero aquí hay que pararse y pensar un poco. No es lo mismo ir a Ulan Bator visitando antes Katmandú que hacer la N2 en Portugal. Tampoco se trata de batir ningún record, ni de hacer la ruta más corta o la más rápida. Se trata de pasar unos días viajando en moto y disfrutando del entorno, ¿verdad? Pues entonces vamos a ello. Y como quiero comprobar que lo que digo no es ninguna barbaridad, y que aquellos que dicen lo de “Es que sin navegador… uff…” no tienen razón, pues me he impuesto ese reto.
Ya os iré contando. En serio, mañana mismo salgo. Tempranito. Desde el sur de España iré a darme una vuelta por la Ribeira Sacra y desde allí acometeré la N2 en Chaves hacia el sur hasta llegar a Faro, antes de volver a casa.
AH, SÍ, Se admiten apuestas. ¿Me perderé mucho? ¿Poco? ¿Nada?
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