Re: Sirva esta broma de reflexión 2
LA VERDAD ESTA AHI FUERA… EN LA CARRETERA
«YO LE MATE»
Por Alex Tornasol
Gracias al motocilcismo hoy soy un hombre feliz. Antes yo era un ser derrotado. ¿Porqué? Por culpa de mi mujer, que un día quiso tener un hijo sin pensar en las consecuencias. Sin pensar en que aquello crecería hasta convertirse en un imbecil con acné, en un parásito que nos amargaría la existencia, que dilapidaría nuestros ahorros en colegios, profesores particulares, dentistas, médicos y otros gastos. Desde que nació no he vuelto a conocer los libidinosos placeres de la vida conyugal. El siempre estaba en medio. Desesperado, acudí una mañana a la armería.
— Perdone, ¿venden Uds. revólveres?
— Por supuesto. Mire, tenemos éste que es cómodo y manejable.
— Me parece muy pequeño — añadí —¿No tendría Ud. uno más gordo… que mate más?
El dependiente de la armería rebuscó en un cajón y me mostró una auténtica pieza de artillería.
— Este nos acaba de llegar y es el mismo modelo que utiliza Clint Eastwood en su última película.
— Sí, parece grande, pero es que igual no es suficiente.
El ecargado, siempre solícito, me preguntó asombrado:
— Veamos, ¿pero Ud. para que lo quiere?
— Pues para qué va a ser. Para matar a mi hijo. No creerá que lo voy a usar para revolver el café.
El señor armero guardó el pistolón y con su mejor sonrisa me brindó la solución.
— Mire, si quiere librarse de su hijo y además escapar de las garras de la justicia, lo que debe hacer Ud. es regalarle una motocicleta. Precisamente, para señores con su mismo problema, tengo aquí un catálogo de artefactos de esos de gran cilindrada, que resultan perfectos.
¡Con qué felicidad recibió nuestro regalo el muy anormal! Yo le animé: “¡Ya verás chaval, va que te cagas! Coge los trescientos sin problemas, casi de 200 CV., se pone a 100 en menos de dos segundos y además, no me dirás que no mola! Tú ahora, a correr por ahí a toda leche. Eres joven y debes gozar del riesgo y la velocidad. Yo también fui motard con tu edad. Sentirás el placer de tumbar en las curvas, rozando el asfalto con la oreja y el viento golepándote el rostro cuando abras gas a tope. ¡Qué envidia me das!”. Le di las llaves que ponían en marcha aquel aparato infernal y en menos de diez segundos el imbecil ya estaba lanzado entre el tráfico haciendo aullar el motor. La idiota de su madre, por tranquilizar su conciencia, gritó mientras se alejaba: “¡Ponte el casco, cariño, no vayamos a tener una desgracia!”
Del resto de la historia daba puntual información el periódico del día siguiente, que exhibía en portada una aterradora fotografía de un amasijo de hierros empotrados en un árbol. La noticia decía así: «Por causas que aún se desconocen, una potente motocicleta se salió de la calzada estrellándose contra un árbol. El piloto y su acompañante salieron despedidos a una distancia de más de cincuenta metros, impactando contra un coche de la policía que ha resultado seriamente dañado. El choque se escuchó en localidades sitas en un radio de más de quince kilómetros de distancia. Aunque en principio se pensó en un atentado terrorista… bla… bla… bla…».
Pasados unos días inserté dos anuncios en la prensa. En Motorcycle Performance se publicó este mismo enunciado: «Vendo siniestro de moto modelo Kamikaze 1300. Ideal para repuestos o aficionados al puzzle y restauraciones complicadas. Preguntar por Killer». Mientras, en el periódio local me limité a hacer una oferta interesantísima de la siguiente manera: «¡Atención estudiantes de medicina! Vendo esqueleto completo de varón joven. Precio muy interesante. Pequeño defecto en los huesos del cráneo».
Lo mejor de toda esa historia es que la moto aquella, venía en un lote que incluía un ventajoso seguro de vida y me he sacado una pasta. Ahora soy inmensamente rico y como comprenderéis, amiguetes, he abandonado mi trabajo y a mi mujer. Vivo en un bungalow sobre la playa de una isla de los mares del sur. Nativas sedientas de afecto compiten por complacerme, y como recuerdo del magnífico mundo motociclista, me he comprado una de esas escandalosas motos acuáticas que uso para exhibirme ante las bellas turistas nórdicas que visitan este paradisíaco islote.
