CONCLUSIÓN
Esta zona de la vieja Europa ofrece un toque de exotismo en sus manifestaciones artísticas, siendo quizás la arquitectura –religiosa sobre todo- lo más relevante. Tampoco dejan indiferente los monumentos propios de un pasado reciente. En cualquier caso, comprende países a los que no les faltan atractivos por una u otra razón, por lo que merece la pena dedicar unos días a conocerlos más de cerca.
Fronteras: por sí solas serían merecedoras como tema en un hilo específico por la increíble cantidad de situaciones surrealistas que se dan y son lo peor del viaje una vez que dejas atrás la UE. Obviamente, no me refiero a la linde sino al personal que las atiende, los modos y los métodos. Así, ahí van algunos ejemplos:
En Albania hay que pasar los documentos al funcionario cuyo ventanillo está a 2,5 m de altura o más (yo me tenía que poner de puntillas y extender bien el brazo). Alguno pensará que es por los camiones pero no, porque están en el lado contrario de un conductor continental.
Algunas fronteras no están señaladas habiendo que callejear hasta encontrarlas, preguntando o por intuición.
En Rumanía al entrar, nada más ver que el pasaporte era español, vía libre. Y sin embargo, al salir miraron el nº de bastidor entre otras comprobaciones.
En varios sitios me preguntaron si llevaba cigarrillos. Debe ser muy lucrativo viajar sin ropa y tragarse toda esa burocracia para pasar unos cartones, sin duda un magnífico método de financiarse el viaje.
En la salida de Moldavia voy primero a una caseta por el control de la documentación, luego a otra donde un funcionario escribe a bolígrafo un primer registro y luego un segundo en un ordenador con un dedo: tic-tic-tic… Cuando termina tengo que volver donde el primero que rellena no sé qué. Le hago una pregunta y me extiende la palma de la mano como diciendo: calmaaaa, los toros de uno en uno… Una vez concluida la labor pensé que sería el turno de preguntas... Pero no.
Al entrar en Ucrania estaban reparando un tejadillo y el funcionario se entretuvo con mi pasaporte en una mano y con la otra pasando alicates, etc. al operario. Cuando éste no necesitaba nada simplemente se quedaba mirando como algunos jubilados en las obras. Yo miraba mi pasaporte y pensaba en lo poco que avanzaba mi proceso de incorporación al nuevo país.
En Hungría tuve que rellenar un formulario que estaba sólo en húngaro.
Costes y precios: importe total del viaje de 1 persona durante 16 días: 1900 euros. Los precios son otra faceta positiva en este viaje. Alojarse costaba de media unos 40 ~ 45 euros en sitios que ya se han visto en las fotos. La gasolina es como en España o un poco menos, mucho más barata en Moldavia y Ucrania (sobre 1,10 €) y más cara en Francia, luego Hungría y, sobre todo, en Italia (casi 2 €).
Vinjeta eslovena:
Viñetas: existen en Bulgaria, Rumanía, Hungría y Eslovenia. En el caso de los dos primeros se requieren para el uso de las vías estando las motos excluidas. En Hungría se pagan algo más de 5 € para una moto durante 10 días. En Eslovenia son 7,50 € por una semana. En Hungría son un registro informático –no llevas pegatina- y son obligatorias para utilizar las autopistas. Se contratan en las gasolineras, donde te dan de alta en el sistema. Unas cámaras se ocupan de identificar a los usuarios cuando acceden a las autopistas. En ambos casos sería un error gordísimo no obtenerla porque haces cientos de kilómetros por unas autopistas sensacionales a cambio de muy poco dinero.
Tiempo meteorológico: todos los días cielo azul; a veces salió alguna nubecilla de evolución y sólo cayeron unas chispitas un día por la tarde durante media hora que no requirieron ponerse traje de agua. Las temperaturas han sido todos los días superiores a 30 ºC excepto el último que se quedó en unos discretos 27. En algún caso se llegó a los 38 y 39 mientras que en la zona más alta de los Cárpatos rumanos cayó hasta los 15.
Seguridad: no he tenido sentimiento de inseguridad en ningún momento, pero también he de decir que, al ir solo, me cabía la chaqueta y el casco dentro de las maletas en las visitas y paseos, no dejando nada a la vista. Además, procuraba dejar la moto en sitios
amigables.
Gentes: todas las personas con quienes me he topado han sido amables y corteses sin excepción, lo que también ha hecho que guarde un bonito recuerdo de este viaje.
Juan Carlos // Carolus
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