Lo se, llevo un poco de descontrol en esto de las crónicas y los vídeos. No es nada regular y como habéis podido ver lo último han sido dos vídeos.
Os emplazo ahora a leeros la crónica que es donde están los detalles mas suculentos porque en el fondo se que un vídeo lo puede ver cualquiera pero una crónica solo la leerán los amigos.
Justo antes de despedir el año en Bowen, apareció por casa de Enzo un pequeño motero colombiano. Sebastián pilotaba una pequeña moto china que en su viaje de mas de 17.000km en ese momento, ya le había dado algunos problemas.
Es un tipo simpático y gracioso pero a la vez enormemente observador, inteligente y con sentido del humor. Cualidades imprescindibles para afrontar un viaje como el suyo y sobre todo con tan corto presupuesto.
Un viaje de estos lo puede hacer cualquiera pero es muy variable en sus formas dependiendo del dinero del que dispongas. Con pasta puedes ir mejor equipado, dormir en buenos hoteles, llevar la moto mas veces a los talleres y puedes permitirte otros lujos que se van perdiendo a medida que bajas tus gastos y que debes compensar siempre con ingenio y alegría.
Nunca olvidaré su taco de madera atado a una cuerda que usaba para poner debajo de la pata de cabra de la moto para que de esta forma no quedase demasiado inclinada por el peso de la carga. A la hora de arrancar tiraba de la cuerda y lo guardaba junto al cuadro de mandos.
En casa de Enzo pasamos la Nochevieja disfrutando de un buen asado aunque para mi fue una noche extraña. Sin estar pendientes de la tele para ver las campanadas de la Puerta del Sol y simplemente disfrutando de vivencias y aventuras en moto puestas en común en torno a aquella mesa.
Por la mañana, sin madrugar demasiado, salí sin rumbo definido para el Norte. Mi planing va con tanto retraso que para ver el Dakar voy a tener que esperarlo en lugar de encontrármelo a mi vuelta de Bolivia y Perú. Claro que dicho así puede parecer un problema pero es todo lo contrario. El retraso se ha producido porque me están saliendo rutas y planes no programados que están enriqueciendo mi viaje (y empobreciendo mis ahorros) y además así estoy mas relajado y no me obligo a correr tanto cada día.
Cuando había recorrido unos kilómetros me acordé de mi mapa Michelín que se había quedado sobre la mesa de Enzo. Una pena porque con ese mapa preparé el viaje y ya le tenía mucho cariño pero bueno, fácilmente solucionable comprando otro en la siguiente gasolinera de YPF que encontrase.
Eso fue a unos 200km. de salir y ahí vino mi sorpresa porque mientras repostaba me di cuenta de que mi horquilla había perdido mucho aceite al fallar el retén. Una avería menor pero que estando en Argentina donde los recambios para mi moto escasean o tardan en llegar y tratándose de la festividad del 1 de Enero me obligaba a buscar una solución.
No podía llamar a ningún sitio a preguntar por ser fiesta así que podía quedarme en Mendoza para intentar solucionarlo al día siguiente o volver a Chile, donde haría mas fresquito y era mas sencillo de encontrar el repuesto.
Para volver a Chile llegué a plantearme ir directo a La Serena pero para eso debía pasar el temido Paso San Francisco que está sin asfaltar y a 5.000m.s.n.m. Lo peor de esa opción era que me quedaba mas lejos, que mi suspensión estaba tocada y que el aceite había empapado el disco de freno dejándolo mermado en facultades.
Por tanto la mejor opción que encontré fue volver a Santiago porque ahí había concesionario KTM, porque el paso era por carretera a menos altura y además ya tenía alojamiento garantizado en Casa Matte.
Claro que esa opción implicaba volver a hacer 800km. y os recuerdo que había salido a mediodía por lo que no podía entretenerme mucho.
Por el camino me encuentro con Bill, un chileno de Santiago que va con la rueda trasera de su KTM totalmente en las lonas y que en esas condiciones no podrá llegar a Santiago. Llegamos a un acuerdo enseguida. Yo le vendo mi rueda de repuesto pero con la condición de que si no encuentro otra en Santiago tiene que devolvérmela. De esta forma nos vamos a una gomería para que se la monten e intercambiamos teléfonos para seguir en contacto.
Sigo mi camino sin perder demasiado tiempo para que la noche me pille lo mas cerca de Santiago posible. De todas formas en la aduana me vuelven a volver un poco loco con los papeles y los sellos necesarios para cruzar y me hacen dar unas cuentas vueltas de ventanilla en ventanilla porque absurdamente, en la cuarta que tienes que visitar te dan el papel que tienen que sellar en las tres anteriores además de la gendarmería de fronteras que revisa la moto y el del control fitosanitario. En fin, burocracias.
La bajada del Paso de Libertadores anocheciendo es preciosa aunque paso de los abrasadores 35ºC de Bowen y la zona de Mendoza a unos heladores 12ºC en la cima.
Llamo a Cristian de Casa Matte para avisarle de que voy a llegar tarde ya que los chilenos se acuestan pronto. Mucho antes que Argentinos y Españoles y puede que ese sea el secreto de su vigorosa economía aunque a mi un país que se repliega tan pronto siempre me recuerda a la triste Francia jajajajaja.
Cuando estoy descargando la moto aparecen Juan y Marcos que debía haber seguido sus vueltas al mundo hace días pero que por diversas circunstancias siguen enganchados a Santiago aunque con el firme propósito de partir en dirección Sur al día siguiente.
Me toca arreglar la suspensión de mi moto y conseguir otra rueda. Es jueves por la mañana y después de despedir a los dos compañeros moteros y desearles buen viaje me pongo en faena. Vuelvo a la tienda donde compré la rueda y me llevo otra aunque no me hacen ningún descuento por ser ya cliente habitual.
Me recomiendan un buen mecánico pero resulta que está de viaje de fin de año con la familia. Voy a KTM a por los retenes y me dicen que con el lio del Dakar solo tienen un mecánico y no pueden hacérmelo esa semana. Pongo cara de desesperado y les digo que no puedo esperar tanto así que me recomiendan un taller que según ellos cuenta con un buen mecánico y conoce bien mi moto.
Llego al taller recomendado y me entero de que el mecánico bueno está en el Dakar pero bueno, me dicen que tienen otros y que no hay problema para que mi moto esté en unas 5 horas.
Allí me encuentro con el distribuidor de aceites Putoline (ese aceite holandés que por su nombre nunca triunfará en el mundo hispano) y le digo que mi amigo Julián Villarubia está patrocinado por ellos en el Dakar. Me cuenta que ha estado en contacto con él para hacerse unas fotos a su llegada a Valparaíso y así con el colegueo generado le pregunto si me puede llevar a algún sitio donde pasar las próximas horas.
Me lleva a un centro comercial en el que solo con cruzar sus puertas, después de un mes viviendo casi a la intemperie y pasando por sitios tan bonitos, me da un pequeño escalofrío. No pinto nada allí.
Tanto es así que decido adaptarme a mis nuevas circunstancias y pasar por una peluquería con la intención de adecentar un poco mis barbas para lo que queda de viaje porque creo que estoy ya cerca del ecuador del mismo.
Paseo sin rumbo por algunas tiendas y me llama Bill para preguntarme si he encontrado la rueda. Le digo que está todo resuelto y me invita a cenar con su grupo de amigos moteros esa noche. Esto retrasa un poco mi salida de Santiago porque si esa tarde no puedo hacer ni crónica ni vídeo voy a tener que quedarme un día mas pero me da lo mismo porque no creo que pueda estar mejor que donde estoy y la idea de conocer a otros moteros forma parte de mi viaje.
Vuelvo a por mi moto y ya cuando estoy saliendo del taller me dicen que además me han revisado el nivel de refrigerante y la tensión de la cadena. Pienso que eso es una frase hecha porque en mi moto las dos cosas estaban perfectas cuando la entregué pero al llegar al hostal veo que no, que han tensado demasiado la cadena y llenado demasiado el depósito de refrigerante.
¡¡¡Mecagoensuputamadre!!!
Si ese mecánico es el que ha cambiado los retenes de la horquilla me inspira muy poca confianza.
Llamo al taller y se pone la hija del dueño, el que está e el Dakar asistiendo a los hermanos Prohens, y le cuento mi mosqueo pero en mitad de la llamada me quedo sin saldo y se corta.
Al rato me llama el responsable del taller para pedirme perdón y decirme que les vuelva a llevar la moto. Le digo que no vuelven a tocarla en la vida y que ya lo arreglo yo pero que como me fallen los retenes se van acordar de mi por mucho tiempo.
Me da tiempo justo para ducharme y olvidarme un poco de la historia porque la cena es lejos del centro y me toca hacer otra ruta urbana. En mi estancia en Santiago habré recorrido mas de 100km por la ciudad entre recados, talleres y otras historias.
Meto la dirección en mi GPS que para los no iniciados os cuento que se llama Sancho. Este nombre se lo ganó en mi viaje a Escocia por lo de ser fiel escudero de este ingenioso pero desdichado hidalgo.
Lo encuentra sin problemas pero el lío viene para llegar porque en esta ciudad han resuelto los problemas de tráfico haciendo algunas calles reversibles dependiendo de la hora y además hay muchos pasos subterráneos o elevados y Sancho no se aclara del todo con esas cosas. Después de unas cuantas vueltas consigo llegar al sitio cuando ya estaban empezando a cenar.
Mi recibimiento es pletórico por estar ya los quince o veinte comensales sentados y haber tenido tiempo Bill de anunciar mi llegada. Me caen los primeros vaciles porque todos menos mi anfitrión y yo van con BMW pero bueno, no sólo los encajo bien sino que enseguida me veo contraatacando ya que nosotros somos los mas jóvenes del grupo y les hago ver que ya no tienen edad para una moto tan guerrera.
Me tratan realmente bien y me regalan las pegatinas de su grupo que desde ese momento luzco orgulloso en mis maletas. Los Ovejas Negras son todos profesionales o empresarios de cierto éxito y en un momento me da por pensar que me adapto igual de bien a ese ambiente y hablando sobre macroeconomía global que, como os he contado en otras crónicas, parando en casa de un humilde campesino al Sur de Mar del Plata o en casa de mi amigo Enzo el carnicero del supermercado de Bowen.
No me dejan pagar mi parte de la cena y además hablando de mi ruta de vuelta a Argentina me dicen que el Paso San Francisco no es tan fiero como lo pintan. De todas formas, Manuel que está sentado a mi lado se ofrece a regalarme unas botellitas de oxígeno que suelen llevar ellos por si hay problemas y les da “la puna” al pasar a tanta altitud.
Después de cenar le sigo a su casa que está en una urbanización privada sobre Santiago con bonitas y buenas casas. Allí me regala las botellas presurizadas y me indica el camino de vuelta al centro.
Aun así Sancho y yo discrepamos un poco dentro de un túnel sin cobertura GPS y termino metiéndome por un sitio que no es el bueno. Por no andar dando vueltas por la noche por barrios que no conozco, decido hacer una pirulilla de saltarme la mediana de una calle por el paso de peatones y con unos gendarmes parados a unos 50m. Por suerte no me ven o por lo menos no les doy tiempo a reaccionar y es que Santiago a las doce de la noche de un jueves está muerto y no hay casi ni coches circulando.
Mi último día en Santiago lo dedico a descansar y editar vídeos. Me lo tomo todo con calma porque este trasiego de ir cada día de un sitio a otro y cargar y descargar la moto te tiene en un estado nómada que te cansa mentalmente.
Sólo salgo del hostal para ir a comer al centro y para ir a cenar a un chino que está a dos manzanas. Por la tarde dejo medio cargada la moto para evitar la pereza de la mañana siguiente y preparo un poco la ruta que me ha recomendado Bill por teléfono.
En realidad solo tengo una lista de nombres de pueblos y algunas indicaciones apuntadas en un papel pero veo que soy capaz de identificar cada punto en un mapa y decido no volverme loco metiendo los puntos en el GPS.
Me despido por segunda vez de Casa Matte y ya con ganas de volver a la ruta.
Los primeros kilómetros son por autopista porque no he madrugado nada y no quiero tener problemas de hora. Aun así me dice Cristian que voy mal de tiempo para hacer todo en un día pero bueno, ya lo solucionaré.
Paso por unos cuantos peajes mas. ¡¡¡joder con los peajes chilenos! Son pesadísimos porque cada poco te encuentras uno y eso en moto es una faena por tener que quitarte los guantes, buscar el dinero y volverte a preparar para seguir.
Me encuentro un atascazo por unas obras que paso recorriendo varios kilómetros por el arcén y con muchas ganas de salir ya de la autopista.
Por fin me meto en carreteras convencionales en una zona muy chula con buen asfalto y paisaje. Paso el primero de los siete túneles de un solo carril y enseguida se termina el asfalto.
Como estoy contento me paro para montar la otra cámara con el micrófono dentro del casco para contaros alguna chorrada de las mías. Me lo estoy pasando muy bien y en ese estado no me importa nada perder algo de tiempo.
La pista es de tierra muy buena y se podría ir muy rápido pero como el paisaje es entretenido voy a un ritmo tranquilo y relajado.
Tras una curva aparece uno de los túneles y voy algo rápido pero como no se ven luces dentro parece que no viene ningún coche de frente. De repente aparecen las luces de un coche justo cuando voy a entrar y es que el túnel era en curva y por eso no lo había visto venir. Freno mientras intento pegarme a mi derecha pero justo en esa zona el suelo es de arena suelta por lo que se me va la rueda delantera y me caigo de la moto.
Me levanto rápido porque no ha sido nada grave y con ayuda del conductor del coche la ponemos otra vez en pié.
Otra tulipa de intermitente que me cargo y aparentemente la moto no tiene nada mas. Cuando vuelvo a ponerme en marcha me doy cuenta de que el manillar está un poco torcido.
Sigo adelante buscando una sombra donde poder parar para volverlo a poner bien ya que para eso necesito sacar las herramientas y me va a llevar un ratillo.
Encuentro un sitio medio bueno aunque a estas alturas del viaje ya tengo claro que el suplemento de la pata de cabra para hacer que tenga mas base de apoyo es un accesorio que voy a tener que fabricarme. En realidad no lo tengo porque lo venden por unos 50€ y siempre me ha parecido un atraco por una simple chapa con tres tornillos. De cualquier forma, ya estaría amortizado en este viaje porque sobre todo en esta zona, cada vez que quiero parar tengo que buscar un buen sitio firme o localizar alguna piedra o algún palo donde posar la pata.
La operación mecánica no entraña ninguna dificultad. Simplemente tengo que soltar el eje de la rueda delantera y los prisioneros del mismo para de esta forma dejar libres las dos barras de la horquilla y que tras un leve toque a la rueda, vuelva todo a su sitio.
Por estas cosas es por lo que agradezco tanto mi paso por los rallys ya que he aprendido estas cosillas que son bien sencillas pero que de no haberlas vivido antes, posiblemente me dejarían pensado que se había doblado el manillar o algo así.
Sigo mi ruta con todo en orden y al salir de otro de los túneles me encuentro con tres moteros de Santiago que flipan un poco al encontrarse a un español de viaje por esa ruta.
Cuando llego a uno de los pueblos grandes me encuentro la carretera cortada en la dirección en la que voy. Los gendarmes me dicen que se ha volcado un camión con ácido en la carretera por lo que tendría que dar un rodeo de unos 60m. Por desgracia es ya muy tarde así que me toca volver a la costa para enlazar con la autopista.
Al llegar ya de noche a Tongoy llamo al hostal recomendado por Cristian y me dice su dueño que viene a buscarme a la gasolinera. Callejeamos un poco y guardo mi moto en el patio trasero.
Como es tarde, simplemente dejo mis cosas, me cambio y me bajo al pueblo a cenar algo. Voy andando y noto que el pie me molesta un poco de la caída aunque no es grave porque el golpe ha sido en el empeine y no ha afectado a la articulación.
Después de cenar, en mi subida otra vez al hostal y con el pie mas frio si que noto mas molestias pero bueno, es cuestión de tiempo que se pasen. Esa noche caigo rendido.
Por la mañana noto que tengo algo tocado el hombro y ya no se si es por la caída o por haber dormido en alguna postura rara esa noche.
Decido tomarme el día con calma y ponerme a editar vídeo y ordenar las fotos aunque descubro que en los últimos días casi no he hecho ninguna. No se, será que he estado pensando en otras cosas o que no me he encontrado nada que cumpliese los dos condicionantes necesarios: Que mereciese la pena y que se viera desde una buena sombra donde parar.
Me invitan a comer en el hostal porque en ese momento soy el único huésped y porque he estado toda la mañana pegado al ordenador siguiendo la primera etapa del Dakar y se me ha pasado la hora. El dueño es amigo de Cristian y por eso estoy allí hospedado y justo cuando voy a empezar a comer me llama desde Santiago para recomendarme una buena ruta para el día siguiente.
Por la tarde voy a dar una vuelta, esta vez en moto, por el pueblo y los alrededores. Es una especie de península con playas a los dos lados y un pequeño puerto pesquero que nutre a sus muchos restaurantes. Hay tantos y tan juntos que según pasas con la moto te asaltan los relaciones públicas con la carta en la mano para que te decidas por el suyo.
Como nunca me ha gustado esa técnica, sigo mi camino y me paro a cenar en el único en el que no son tan pesados.