La forma de mirar viene dada de qué estés haciendo con la moto. En líneas generales miramos para ganar anticipación de lo que vamos a recorrer y poder tomar las decisiones correctas y que nos dé tiempo a ejecutarlas. Eso sirve para carretera y para ciudad y para cualquier ritmo, pero dicho así no es muy definido. Para irnos centrando, si miras cerca de tu moto, tu anticipación es poca y no te dará tiempo a hacer las cosas. Lo que llegue a la distancia de unos 15 metros sin que lo hayas visto antes, será tarde para hacer algo, especialmente durante las primeras decenas de miles de kms. Se te amontonará la faena, no te dará tiempo a preparar las curvas o esquivar obstáculos y acabarás teniendo que corregir, frenar, hacerte un recto…. Así pues, una buena planificación de curva depende siempre de mirar bien. Si miras demasiado lejos, sirve de poco más que para ver el paisaje, pero si vas rápido no te queda otra, especialmente en curvas pues, cuanto más rápido, más necesidad tienes de anticiparte porque las cosas vienen muy rápido. Si mirando lejos ves algo sospechoso, repasa su peligrosidad buscándolo más cerca para esquivarlo o ignorarlo, pero no dejes de mirar lejos. Cada vez que no miras lejos por mirar cerca, sigues avanzando metros y cuando vuelvas a mirar lejos igual ya es tarde. Ojo con eso.
En carreteras de curvas de montaña normalmente miras lo máximo de asfalto que puedas ver y puede que incluso así vayas un poco corto de anticipación, motivo por el que aparece el estrés, nos tensamos y empiezan a salir las cosas mal. Normalmente las cosas empiezan a salir mal cuando no nos da tiempo a hacer las cosas bien, es decir, cuando no tenemos suficiente anticipación para la velocidad a la que vamos. En ese caso deberíamos bajar nuestra velocidad antes de que la cosa se nos ponga realmente fea en alguna curva. Lo ideal es, a medida que ganamos experiencia, ir aumentando el ritmo manteniéndonos en un nivel adecuado de presión, pero sin llegar a tener estrés. Si se nos amontona la faena, debemos esforzarnos en ganar anticipación, bien mirando más lejos o bien bajando la velocidad. En carreteras de montaña incluso intentas adivinar por dónde seguirá la curva para ganar décimas de segundo de cara a hacer todo lo necesario para dar la curva. En curvas enlazadas, si te comes una curva, te sueles salir en la siguiente. Por eso es muy importante anticiparse, para que nuestras acciones planifiquen lo que vemos o lo que entendemos o sabemos que viene.
Lo que no veas cuando está lejos, normalmente no va a ser determinante. Una piedra o una grieta de asfalto que vayamos a pisar y nos pegue un meneo, la veremos ya de lejos la mayoría de las veces, así que, salvo sorpresas –andar por curvas con luces y sombras de árboles, por ejemplo), seguiremos mirando lejos. Mirar demasiado cerca es mirar a menos de 15 metros. 15 metros son 3 coches aparcados en fila. Más cerca de eso no hace falta mirar salvo que estés en curvas muy muy lentas (de primera o segunda), y no hace falta porque ya va a dar igual que lo veas, porque te lo comes. Cuanto más rápido vas, más metros por delante hay que mirar porque las cosas se nos vienen encima más rápido y nuestros errores serían más gordos por la mayor velocidad. Si no hemos visto un obstáculo antes de esos 15 metros, lo normal es que pasemos por encima y no pase absolutamente nada. Hay excepciones, pero son raras.
Hay varias cosas que hay que mirar y varias que no hace falta mirar porque no sirve de nada o ya no sirve de nada porque no nos dará tiempo, así que mejor nos centramos en las cosas que podemos ver de lejos y aquellas que, con nuestra destreza, podamos actuar a tiempo en consecuencia.
Si nos aproximamos a una curva amplia, prácticamente aparecen cosas nuevas delante nuestro a la velocidad que avanzamos, un poco más lentas que en recta, pero bastante rápido. Tenemos gran anticipación y podemos ir rápido porque nos da tiempo. Si las cosas no siguen apareciendo a la misma velocidad y empiezan a “quedarse ahí” y a aparecer nuevas cosas muy poco a poco, es que la curva se cierra. A la primera señal de que eso ocurre, hay que bajar velocidad y posiblemente marchas. Si no aparece prácticamente nada y seguimos avanzando, es una curva muy cerrada. Habrá que ir echando el ancla. Por el contrario, si poco a poco aparecen cosas más rápidamente, es que la curva se abre o viene una recta… Los puntos que debemos usar de referencia son árboles, piedras, señales, postes de guardarraíl, vegetación, líneas de la señalización horizontal… cualquier cosa que nos pueda dar una relación de distancia y forma de la curva. Si los metros que vemos por delante se acortan mucho de repente, nos acercamos a una curva muy cerrada.
Otro indicio bueno para ver la forma de la curva es lo perpendicular que se nos muestre la línea de la parte exterior de la curva. Si no hay línea de límite de carretera (comarcales muy estrechas con sólo línea divisoria o incluso sin ella), buscaremos el límite del asfalto. Es la forma de la curva. Cuando vamos en recta, las líneas exteriores de la carretera fugan hacia el horizonte. Son paralelas pero por la perspectiva ya las vemos inclinadas. La que manda es la exterior de una curva y es la que nos indicará lo cerrada que es. Cuanto más perpendicular a nuestra marcha y más cerca estemos sin que aparezcan cosas nuevas, más cerrada será. Si, en cambio, esa línea no es tan perpendicular y aparecen cosas nuevas en nuestro campo de visión, es decir, cuando nos muestra una inclinación como una puerta entreabierta, su ángulo nos dirá cuánta curva viene.
Si combinamos lo aprendido de mirar y lo de cómo trazar curvas, si entramos abiertos y más retrasados a la curva, vemos más adentro, es decir, ganamos anticipación. Si entramos cerrados, vemos menos curva y, encima, la curva es más cerrada durante toda ella. Creo que no hace falta insistir más en esto. Abrirnos y retrasar el ataque lo máximo posible es nuestro mejor aliado, especialmente en asfalto correcto con buena adherencia. Si la adherencia es discutible, retrasar demasiado el ataque puede acercarnos más al límite si no bajamos lo suficiente la velocidad, porque un giro rápido con contramanillar requiere un fuerte apoyo en la rueda delantera.
El último detalle de “lo de aprender a mirar” es el viejo dicho de que la moto va a donde miras. Si ves algo contra lo que no quieres chocar o no te quieres salir por ahí o no lo quieres pisar, no lo mires. Ya sabes que no quieres ir allí. Mira hacia donde quieras ir. Busca tu camino. Si te quedas mirando fijamente a algo, allí irás. Si es un coche que viene de cara, es fácil que choques contra él salvo que ya sepas mirar a un sitio pero ir a otro. Ante la duda, siempre hay que mirar hacia donde quieras ir.