El gran problema de creer que ya lo haces fenomenal es que empiezas a creerte invencible, bajas la guardia y viene el porrazo. Un ejemplo es una curva que hago muchas veces, pues me pilla en una de las rutas de vuelta a casa. De hecho durante años era el camino de mi vuelta a casa desde el trabajo. Es la típica que le tienes la medida pillada, la has hecho miles de veces, sabes cuánto tumbar, en qué marcha, el bachecito, lo que van a hacer la mayoría de los otros coches... vamos, todo bajo control. Pues esa confianza te hace ir jugando más fuerte (a mí al menos) para probarte, para no perder el instinto ni "la forma". Sabes que tiene un riesgo muy bajo de susto. Un día de esos que la dí bastante... digamos motivado, de repente había ocurrido un accidente unos cientos de metros más adelante y estaban todos parados ocupando todos los carriles. En esa curva hay 2 carriles y empieza uno de una salida. Curva amplia a derechas, es de 80 pero a 140 la puedes dar sin problemas por el carril izquierdo. La mayoría de la gente de los 2 carriles se va por esa salida por la derecha, pero el atasco era en donde de normal se queda más vacío. Previsiones al traste, frenar con todo, abrir rodillas, levantar cuerpo, controlar retrovisor, apuntar para meterme entre los coches donde más hueco hubiera, bajar marchas mientras sigo frenando y... la salvé. La lectura del susto era clara: Hay que dejarse un poco más de margen en estos recorridos habituales. No podemos jugar al máximo pensando que no hay nada, que nunca hay, y olvidarnos de la máxima de poder frenar en los metros que ves. Yo iba pasado, no para la curva, sino para el imprevisto. Tuve suerte, pero aunque esa curva se pueda dar más rápido, no he vuelto a ir por encima de la velocidad necesaria para poder frenar en los metros que veo. Puedo darla rápido porque freno bien, pero aún sabiendo frenar bien, a ciertas velocidades hay distancias que te las comes y aún no has parado. Así que sí, siempre se sigue aprendiendo.