Arromanches,Francia.
“Los puertos deben flotar con la marea. El problema del anclaje debe ser arreglado. Encuéntrame la mejor solución. No lo discutas. Las dificultades ya discutirán por sí solas”. Con estas palabras dirigidas al almirante
Louis Mountbatten, el primer ministro británico,
Wiston Churchill, daba luz verde a uno de los proyectos más singulares y determinantes de la Segunda Guerra Mundial. Parte indefectible de la bautizada como
Operación Overlord, es decir, el desembarco de Normandía, el Viejo León se estaba refiriendo a la construcción de los
puertos Mulberries. Y es que cuando los aliados trataban de dar forma al despliegue militar más ambicioso y complejo de la historia: la invasión de Europa para enfrentarse al poderoso ejército alemán, uno de los problemas más importantes al que tuvieron que hacer frente fue el de contar con un puerto; un elemento imprescindible para la llegada de material pesado y todo tipo de suministros una vez que se lograra el control de las playas.
Dadas las circunstancias en el continente, los cercanos puertos de Cherburgo y Le Havre no eran una opción viable ya que estaban fuertemente defendidos por las tropas alemanas.
Los británicos, con Churchill como su mayor impulsor, propusieron entonces una osada e insólita idea: la construcción de dos puertos flotantes llamados Mulberries. A pesar de las reticencias de los americanos, finalmente se llevó a cabo esta extraordinaria obra de ingeniería cuyos restos forman hoy parte del paisaje de la costa normanda; concretamente de la localidad de Arromanches. Para ello, con el fin de contener la fuerza del agua en el área que se ubicarían los dos puertos Mulberry que se proyectaron, se hundieron decenas de barcos en desuso y se situaron varias estructuras gigantescas prefabricadas de hormigón que funcionarían como barrera y que fueron remolcadas desde Gran Bretaña. Esta auténtica bahía artificial ofrecía la protección necesaria para que se situaran las plataformas que recibirían a los buques y desde las cuales se dispusieron unas ingeniosas pasarelas apoyadas en enormes flotadores de hormigón que se anclaban al fondo marino. Con estas pasarelas se pudo hacer la descarga de material.
Se construyeron dos puertos artificiales, el Mulberry A, en el sector americano, en Omaha Beach; y el Mulberry B que podemos apreciar en esta fotografía tomada por
Javier González Prieto, en Arromanches, y que se ubicó muy cerca del sector tomado por las tropas británicas, en Gold Beach.
El día 19 de junio de desató en Normandía un fuerte temporal que dejó inutilizado el Mulberry A de la playa de Omaha. El del sector británico también se vio seriamente dañado sin embargo pudo ser reconstruido y se convirtió en una pieza clave en el éxito de la Operación Overlord.
Foto: Javier González Prieto.
