¡Algo mágico tiene la RT!
Por más que pasan los años y voy subiendo km y km, me sigue pasando los mismo:
Con ella no veo el momento de dejarla. Al volver a casa, siempre escojo el camino más largo.
Incluso después de la ruta del domingo con los amigos, ya de regreso, todavía me dan ganas de seguir y seguir...
Y es que, hasta hacer recados por la ciudad, que a menudo es algo pesado y tedioso, con la RT es otra ocasión más para hacer lo que tanto me gusta, ¡montar en moto!
¡Ay, mi querida RT, tardé mucho en encontrarte, pero qué difícil será ya volver algún día a vivir sin ti...!
Ojalá que ese momento nunca llegue...
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