Sí, por supuesto, lo suyo en estos casos es resguardarse pero dio la casualidad que atravesaba un páramo durante muchos km en los que no había pueblo a la vista ni estación de servicio así que opté por salir del ojo del huracán. Creo que no tiene nada roto. Revisaré bien…
Enviado desde mi iPhone utilizando Tapatalk
Esa es la peor situación...
Que no te puedas proteger...
Recuerdo un viaje rápido de verano a pasar unos días a Oropesa del Mar...
Íbamos con la RT y ropa de moto para el calor.
Al pasar Valencia empezamos a ver unas oscuras y feas nubes negras justo en nuestra dirección.
Como íbamos rápido y por la AP7, no me dio miedo y supuse, iluso de mí, que lograríamos pasar antes de que se desatase la tormenta.
Pasado Sagunto llegaban las primeras gotas.
Bien pertrechados detrás de la, levantada al máximo, pantalla PUIG, ni siquiera nos mojábamos.
El agua comenzó a hacerse copiosa, y un viento que parecía venir de todas direcciones me hacía pensar que igual no era buena idea llevar tan alta la pantalla.
La bajé un poquito al tiempo que los dos nos agachábamos, en pos de la mejor protección.
La lluvia era ya tan intensa que apenas lograba ver unos metros por delante.
Notaba cómo la piel debajo de la ropa comenzaba a mojarse.
También los calcetines y manos bajo los guantes de piel.
Algunos grandes camiones aparecían parados bajo los puentes.
Yo me decía: esto tiene que acabar. Es solo una fugaz tormenta de verano.
Pero el cielo se volvía más y más oscuro.
Azotados por el viento y las gruesas gotas, convertidas en pequeños obuses que venían desde todas las direcciones, mojados, asustados y cada vez con una menor visión, me negaba a parar.
Pero mi velocidad apenas superaba los 100 km/h...
Y llegó lo peor, diminutas pero impactantes bolas de granizo, cubrian con un manto blanco la autopista.
A unos 500 metros un puente servía de cobijo a varios camiones a uno y otro lado de la vía.
Como pude buscamos un lugar entre dos de ellos.
Cuando vi la cara de mi esposa toda envuelta en agua y su gesto de miedo en el cuerpo, comencé a quitarme los guantes y las botas.
Era como si en su interior se hubiera vertido un vaso entero lleno de agua.
La suerte fue que era verano y tal como había llegado el temporal, fue sustituido por ese calor húmedo de nuestro levante español.
Habíamos pasado Castellón y en apenas 20' llegamos a Oropesa, ya con la ropa seca y con el recuerdo, para siempre, de lo que parecía un mal sueño.
En aquel viaje, pese a todo, convinimos, la suerte había estado de nuestra parte...
¿Qué hubiera sido de nosotros y de nuestra querida RT, si el granizo hubiera sido de mayor tamaño y, sobre todo, si aquel puente providencial no hubiera aparecido en aquel preciso momento?
Saludos