MARKUS, EL CONOCIMIENTO Y LA CIENCIA
2 de mayo
Schnaittach (D) - Stuttgart (D)
317 kms
(Saludando con alegría)
Menos mal que he dormido del tirón.
Hoy toca avanzar mucho que mañana a mediodía quiero llegar a casa, para ir a cenar a la sociedad gastronómica con tiempo.
Unos 1600 kilómetros entre hoy y mañana por la mañana, con alguna paradita de interés.
Arranco la moto.
Vaya, se vuelve a encender el chivato de ayer.
Pero la moto va bien, perfecta.
Pero no mola ir con un triangulito rojo (ROJO!!!!) encendido.
Voy un poco triste porque no tengo el inreach que perdí ayer.
A través de él mi Turroncito y algunos amigos me podían seguir en directo.
Aunque no lo hicieran, yo me sentía conectado a ellos a través del satélite.
Después de unos kilómetros hago una parada con vistas y llamo a Dasmoto Bizkaia, que es donde miman mi motito.
Y se apaga el chivato.
No te vayas a poner caprichosa ahora que me vuelves loco.
Me lo explican fácil para que lo entienda. Si se apaga el aviso, puedo seguir, la batería está cargando. Pero si se enciende, es un fallo del alternador, la batería no se carga y cuando se vacíe, se parará la moto.
Sin duda.
Llego a la abadía de Wiblingen, que tengo yo mucho interés en ver su biblioteca.
El chivato se ha venido encendiendo según le apetecía.
Bueno, a lo que hemos venido.
Esta abadía es ahora una facultad de medicina así que hay estudiantes por todas partes.
En el piso de arriba es donde está el museo y , en concreto, la biblioteca barroca.
Probablemente la estancia más hermosa que haya visto nunca.
Encima de su puerta un latinajo reza “En quo omnes tesauros sapientiae te Scientiae”. En cristiano, “En el que se almacenan todos los tesoros del conocimiento y la ciencia”.
Y de conocimiento y ciencia voy a necesitar bastante hoy.
Disfruto muchísimo del lugar, para mí solo casi todo el rato.
Pero muchísimo.
Un colofón espectacular para un viaje maravilloso que va terminando.







Me pongo en marcha y el chivato ya no se apaga, así que busco un concesionario de BMW.
Hay uno a 50 kilómetros pero como la moto va tan bien decido seguir hasta el de Stuttgart.
Me recibe Markus, aunque yo siempre le llamo Klaus.
Le enseño la fotografía con el aviso encendido y que se vean bien los kilómetros de la moto.
Eso siempre es una buena carta de presentación en un lugar así.
Ya lo creo.
Alucina el hombre.
Tiene gracia que flipen así en un concesionario de Alemania con una BMW española.
Tienen el taller a tope pero después de consultar aquí y allá, Klaus, digo Markus, consigue que le echen un vistazo, a ver si hay suerte y el ordenador de BMW, que es un tesoro del conocimiento y ciencia para mí en este momento, nos anuncia que es un fusible, que es una de las posibilidades que más me interesa.
Que me ponga cómodo, por si tardan un poco.
Hay agua con gas y café gratis, a discreción.
Esto va a ser caro.
Le comento que hoy la moto cumple 10 años, 1 mes y 1 día.
Hoy va a ser mi día de suerte.
De suerte buena, se entiende.
En el concesionario venden productos de Wunderlich y yo sé que esta marca vende… efectivamente, el adaptador de la toma de mechero que ya no necesito pero que pienso comprar porque yo no enchufo mis guantes calefactables porque no quiero y no porque no pueda.
Ah, que no tienen en stock.
Unos cuantos cafeses después, Markus se acerca.
- ¿Buenas noticias, Klaus?
- Tu moto ha muerto, contesta.
Así, a bocajarro.
Me dice que el alternador ya no funciona y que para cambiarlo hay que desmontar el motor entero. Son muchas horas de mano de obra. Calcula que, al menos, 2500 € y que con tantos kilómetros no merece la pena la reparación porque nadie sabe si dentro de un mes me va a tocar hacer otro desembolso parecido.
Me recomienda hablar con mi seguro.
Miro por la ventana.
Está granizando.
Más que la muerte de la moto, me emociona la puesta en escena.
Billow, que así la bauticé cuando la compré aunque ya nunca la llamo por su nombre, ha cargado conmigo hasta el que era mi destino maldito, Cabo Norte; me ha llevado hasta el último punto de interés que había previsto en el viaje, la abadía; y finalmente ha prestado su último servicio trayéndome hasta la puerta de un concesionario alemán. Muriendo mientras empezaba a granizar.
Qué moto tan magnífica.
Hablo con Jorge, gerente de Dasmoto Bizkaia.
Que la lleve hasta Bilbao y ya veremos si estaba muerta o estaba de parranda, aunque utiliza otras palabras.
Me aseguro de que la reparación tardaría más de 5 días hábiles (muchos más dice Markus) y llamo al seguro.
Qué majos son los currelas del seguro y qué poco caso me hacen.
Que espere.
A las 6 y media cierran el concesionario y nadie me ha llamado.
Cojo un taxi y un hotel.
El taxista me mira mal.
La chaqueta de la moto, ciertamente, no está para ir a una boda.
En el hotel no tengo nada que poner a cargar.
Ni el inreach, ni el tomtom, ni el cardo, ni el teléfono, que ha estado cargándose en el concesionario toda la tarde.
Nadie me llama y cuando llamo yo me dicen que me llaman ellos.
Hoy hay un 0% de posibilidades de que haya auroras boreales.
Ya me jode.
Ceno en el chino de abajo, junto a la ventana, mientras veo cómo llueve fuera.
Se ha quedado triste la tarde.